domingo, 29 de mayo de 2016

CAPITULO 23

Pero estamos pescando, y el pargo de Alegra era muy grande. Se resistió mucho. Puede que su sangre atraiga a algún tiburón.
— Solo quiero nadar un poco más sobre los arrecifes. Y me veis desde el barco. Subiré dentro de unos minutos.
Peter se encogió de hombros, pero no parecía contento. Mientras Lali se alejaba del barco nadando, pudo sentir sus ojos sobre ella. Se sumergió, dirigiéndose hacia los arrecifes.
El agua era maravillosa. Una de las pocas vías de evasión aún conocidas por el hombre. Bajo la superficie se desplegaba un mundo hermoso, liberador, diferente. Lali salió a tomar aire y volvió a sumergirse, disfrutando ajena ya al hecho de que Peter la observaba desde la cubierta del barco.
Una tímida anguila se alejó de ella a toda velocidad, refugiándose entre el coral. Lali siguió nadando hacia los límites del arrecife y reparó en algo que yacía sobre la arena.
Lástima que no hubiera tenido tiempo para ponerse las gafas de buzo. No podía distinguir el objeto claramente y se estaba quedando sin aire.
Salió a la superficie y se sumergió de nuevo, dirigiéndose hacia el objeto que descansaba en la arena del fondo.
Conforme se aproximaba a él, sintió que la invadía un frío familiar.
De repente, estaba en otro lugar. Riéndose, pero la risa duró poco, convirtiéndose en pánico.
Estaba en una habitación de hotel. Era una joven guapa y rubia.
Había un teléfono negro en la mesita de noche, y una Biblia debajo del teléfono. Junto a la Biblia descansaba el mando a distancia de un televisor. Había ido allí voluntariamente Se había sentido muy contenta, pero luego... El brillo del cuchillo.
Lali parpadeó, desesperada por escapar de la visión. Se había deslizado en su sueño debajo del agua. Tenía que salir a la superficie.
Pero se había visto arrastrada hacia el fondo. Y, al regresar al presente, pudo distinguir el objeto.
Era un brazo. Anclado en la arena por un ladrillo rojo.
Un brazo humano, completo desde el codo hasta los dedos, aunque le faltaban las puntas, carcomidas. Lali pudo ver el hueso del codo, la carne hinchada y medio descompuesta.
Hizo ademán de gritar, inhalando y atragantándose. La vista empezó a nublársele, tiñéndose de negro.
No podía pensar.
Pataleó...
De repente, había alguien con ella. Peter. Ascendían rápidamente hacia la superficie. Salieron por fin.
Lali resolló tratado de respirar. Los pulmones y el abdomen le ardían, Respiró profundamente. Y miró a Peter.
En el agua, al menos, no llevaba las gafas de sol. Sus ojos verdes parecían enojados e impacientes.
—Maldita sea, Lali, te dije que salieras. ¡ Por Dios santo, nos has dado un susto de merte! ¡Tu hija está llorando ¿Qué demonios te ha pasa...?
—Un brazo —consiguó graznar ella.
—¿Qué?
—Peter, hay un brazo n el fondo. Un brazo humano. De una mujer. Desde el codo hasta mano. Le faltan las puntas de los dedos


1 comentario:

  1. Guau! Debe ser algo fuerte tener tipo esas visiones :/

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