martes, 19 de abril de 2016

EPILOGO

Los dolores de parto de LALI empezaron por la mañana exactamente nueve meses después del día de la boda.
PETER deambulaba nerviosamente sobre la alfombra del despacho privado de su casa londinense intentando concentrarse en algo, cualquier cosa que no fuera el terror malsano que amenazaba con desmontarlo. Miró el reloj de sobremesa y se dio cuenta de que sólo había pasado un minuto desde la última vez que lo había mirado.
Alguien llamó a la puerta, y él la abrió tan bruscamente que casi arranca las bisagras de cuajo. Lucy estaba de pie ante él.
- ¿Ya está? - Preguntó PETER.
Lucy negó con la cabeza con una compasiva sonrisa en los labios.
- Podría durar varias horas más.-
PETER se pasó las manos por el pelo.
- ¿Varias horas más? ¿Es normal que dure tanto?-
- Sí - Lucy lo tomó del brazo y estiró delicadamente de él para sacarlo de la habitación - ¿Por qué no vienes al salón? Tu madre y tu padre acaban de llegar, y Gregory, ROCIO y PABLO también están aquí.-
PETER se paró en seco, frenando a Lucy.
- No estoy de humor para dar conversación a nadie.-
PETER escúchame, por favor. LALI está bien. Todo va a ir bien. ¡Mírame a mí! Hace sólo un mes que di a luz y me encuentro estupendamente.-
- Pero está tardando tanto...-
- De hecho, sólo lleva un par de horas - Dijo Lucy riéndose y volviendo a tirar de PETER - El tiempo se te pasará mucho más deprisa si te distraes haciendo algo en vez estar aquí de pie, solo y mirando el reloj.-
Tiró de él hasta que logró que se moviera.
PETER entró en el salón y olvidó momentáneamente su preocupación ante una visión que le alegró la vista. Callie presidía una mesa llena de tacitas de té instalada en el centro del gran salón. Habían traído sus diminutos muebles de la casa de los ESPOSITO, y alguien se las había apañado para conseguir sillitas adicionales para la ocasión. PETER sospechaba que había sido su padre, pero el duque se negaba en redondo a admitirlo.
Alrededor de la mesita, con sus largos cuerpos hechos un ocho en aquellas diminutas sillitas infantiles, estaban sentados Gregory, PABLO, Marshall Wentbridge, Grimsley, Winston y, lo más increíble de todo, el padre de PETER. PETER contuvo una carcajada al ver a su indómito padre sentado en una sillita rosa, con las piernas dobladas y las rodillas clavándosele en el pecho, y bebiendo té de una tacita del tamaño de un dedal.
- Te están esperando - Dijo Lucy en voz baja, haciendo un gran esfuerzo por parecer seria.
Las expresiones de los semblantes de los hombres sentados a la mesa oscilaban entre el dolor, la sorpresa, la resignación y el horror.
- Odio esas asquerosas sillitas - Musitó PETER.
- Si - Dijo Lucy, con ojos maliciosos - Ya me lo parecía a mí.-
- Ya veo que no voy a obtener ninguna misericordia de tu parte - Dijo PETER en tono jocoso.
- Ni la más mínima.-
Conteniendo un suspiro, PETER se unió al resto de los hombres y se aposentó con cuidado en la sillita que quedaba libre. Callie le dirigió una radiante sonrisa y le ofreció un dedal de té y una pasta, y él supo que había perdido la batalla.
No hacía ni un minuto que PETER se había sentado a la mesa, cuando un lacayo entró en la habitación.
- El médico me ha pedido que le venga a buscar, milord - Dijo el lacayo, intentando poner cara de póquer ante la visión de su señor hecho un ocho en aquella diminuta sillita.
PETER notó que se quedaba sin riego sanguíneo en la cabeza. Se puso en pie de un salto, nada fácil con una sillita rosa pegada a las nalgas, y dijo con brusquedad:
- Quíteme esta maldita cosa de encima.-
El lacayo se apresuró a liberarle.
PETER salió a toda prisa del salón, subió las escaleras corriendo y a punto estuvo de tirar al suelo al médico al cruzarse con él en el pasillo.
- Enhorabuena, milord - Dijo el médico con una cordial sonrisa - La marquesa se ha portado espléndidamente. Ella está bien y su bebé, una niña, perfectamente - Inclinó la cabeza en la dirección de la alcoba de LALI - Le están esperando.-
PETER corrió a toda velocidad por el pasillo y entró en la alcoba; el corazón le latía tan fuerte que pensó que, efectivamente, iba a desmayarse.
La visión que le alegró la vista le hizo derretirse por dentro.
LALI estaba sentada en la cama, con un camisón limpio de algodón. Acunaba en sus brazos un pequeño bultito envuelto en una sábana de color rosa. Levantó la vista, vio a PETER, y una dulce sonrisa iluminó su rostro.
- Mírala, PETER. ¿No es preciosa?-
PETER se acercó a la cama. Sintió que le temblaban las piernas. Se arrodilló, tomó la mano de LALI y le dio un cariñoso beso en la palma.
- ¿Te encuentras bien, cariño? - Dijo con un ronco susurro y luego carraspeó.
- Estoy bien - Dijo ella con ternura - Sinceramente, PETER. Me encuentro perfectamente.-
PETER había oído historias sobre mujeres que habían fallecido en el parto. Muertes largas, angustiosas, tremendamente dolorosas.
«¡Dios mío! - se había repetido una y otra vez mientras LALI estaba dando a luz - Su misma madre murió al dar a luz a Callie».
Se le helaba la sangre sólo de pensarlo.
- Sinceramente, LALI, he pasado unos nervios de muerte - Admitió él tímidamente.
LALI le apretó la mano.
- Me encuentro estupendamente. Sólo un poco cansada. Ahora ven y siéntate a mi lado para conocer a tu hija.-
- Mi hija - Repitió PETER en tono de reverencia.
Se sentó con sumo cuidado en la cama junto a LALI y miró dentro de la sábana. En cuanto vio el milagro que era su hija, se enamoró de ella. Su boquita de piñón se abrió en un inmenso bostezo.
- LALI, es preciosa!-
- ¿Estás decepcionado porque no ha sido un niño? Soy consciente de la importancia de un here...-
PETER la hizo callar con un tierno beso.
- ¿Cómo se te ocurre preguntarme algo semejante? Estoy encantado con mi pequeña. Y con su madre. Aceptaré agradecido todas las hijas que quieras darme. Las mimaré hasta la saciedad y dispararé a todo hombre que ose acercarse a ellas - Su mirada volvió a quedarse prendada del milagro que era su bebé - Mira qué bonita es. Tendré que alejar a sus pretendientes a bastonazos.-
- No durante algunos años - Dijo LALI con una sonrisa que irradiaba serenidad - ¿Qué nombre le pondremos?-
PETER tocó tiernamente la manita de su hija. La pequeña abrió el puño y apretó fuertemente sus perfectos y minúsculos deditos alrededor del pulgar de su padre. Una oleada del más puro amor le infló el pecho hasta tal punto que casi se le corta la respiración. De repente, se le hizo un nudo en la garganta.
«Dios mío, otro ángel».
- Creo que deberíamos ponerle un nombre que hiciera honor a su madre - Dijo él tiernamente.
- ¡Santo Dios! ¿No querrás ponerle LALI? - Dijo ella con una risita - Y no pienso seguir la tradición de los ESPOSITO de poner a los hijos el nombre del lugar donde fueron concebidos. La verdad, no me hace ninguna ilusión que nuestra hijita se llame Carruaje.-
PETER volvió a mirar su dedo apresado por la diminuta mano de la pequeña, ahora dormida, luego levantó la vista y miró a su hermosa esposa. Sintió que se le inflaba el pecho, y le dio un vuelco el corazón del profundo amor que le embargaba.
Una vez repuesto, cerró fuertemente los ojos y besó a LALI en la frente.
- Quiero ponerle un nombre en honor a su madre - Repitió con un emocionado susurro - Ángela, quiero que se llame Ángela.-

~Fin.

CAPITULO 79

La boda tuvo lugar a las diez de la mañana del día siguiente en la catedral de San Pablo.
PETER estaba de pie junto al altar, al lado de Gregory, esperando con una impaciencia apenas disimulada a que LALI recorriera el largo pasillo de la catedral.
Callie llegó primero, sonriendo tímidamente y esparciendo pétalos de rosa. Cuando vio a PETER, miró disimuladamente a ambos lados y luego frunció los labios y le envió un beso. PETER miró rápidamente a su alrededor y le guiñó el ojo exageradamente, lo que provocó una risita sofocada en la pequeña.
Lucy fue la segunda en llegar, encantadora, con un vestido color melocotón claro. Sonrió a PETER mientras ocupaba su sitio en la parte delantera de la iglesia. PETER le devolvió la sonrisa y luego se quedó extasiado al divisar a LALI. Se deslizaba lentamente por el pasillo, con la mano apenas apoyada en el brazo de Andrew. PETER contuvo la respiración y sintió que se le paraba el corazón.
Vestida con un sencillo y elegante vestido de satén color marfil de cola corta, era la criatura más exquisita que habían visto los ojos de PETER. Largos y finos filamentos de los que colgaban aguamarinas y diamantes se entrelazaban entre sus rizos castaños, titilando cuando los iluminaba la luz solar que entraba por las vidrieras de la catedral.
Pero fueron sus ojos los que cautivaron a PETER y lo convirtieron en su eterno prisionero. Aquellos hermosos ojos de un azul cristalino lo miraban fijamente, luminosos, resplandecientes y rebosantes de un amor tan evidente que James se sintió profundamente abrumado. No estaba seguro de qué había hecho para merecer el amor de aquel hermoso ángel, pero iba a aceptarlo con los brazos abiertos, agradeciéndoselo a Dios cada día.
La ceremonia duró sólo un cuarto de hora y, cuando concluyó, PETER apretó la mano de su mujer («¡Su mujer!») contra su brazo y la condujo triunfalmente hasta la puerta de la iglesia.
De vuelta a la casa de Londres, se sirvió un suntuoso banquete de boda, pero PETER apenas probó bocado. Lo único en que podía concentrarse era en LALI. Sus resplandecientes ojos azules, su radiante sonrisa y aquel atractivo rubor que coloreaba sus mejillas cada vez que se cruzaban sus miradas por encima de la mesa.
PETER no podía esperar a tenerla sólo para él, y se felicitó mentalmente por su brillante plan de empezar la primera etapa del viaje de novios inmediatamente después de la comida. No tenía ningunas ganas de pasar la noche de bodas en una casa de ciudad atiborrada de gente, por muy a gusto que se sintiera con ellos. Aquella misma tarde viajarían a su finca del campo, donde pasarían una semana antes de proseguir el viaje de novios por Francia.
PETER miró disimuladamente el reloj de sobremesa e intentó ocultar su impaciencia.
«Ya falta poco. Muy poco».
Tras dos horas que a él le parecieron años, PETER por fin ayudó a LALI a subir al elegante carruaje negro. Ella sacó la mano por la ventana y lanzó por los aires el ramo de rosas y pensamientos. El ama de llaves de PETER, visiblemente emocionada, lo cogió al vuelo.
PETER tomó asiento delante de LALI e hizo una seña al chofer para que se pusiera en camino. Los invitados despidieron a la pareja de recién casados agitando las manos en el aire y LALI les respondió con el mismo gesto hasta que desaparecieron en la distancia.
PETER la observó encandilado, el corazón golpeándole fuertemente contra la caja torácica, el pulso acelerado y descontrolado. Era suya. Por fin.
Ella le sonrió, con ojos brillantes, y a él se le cortó la respiración. Había tantas cosas que quería, necesitaba decirle y, sin embargo, no encontraba las palabras.
- La ceremonia ha sido hermosa, ¿Verdad? - Preguntó ella. Él tragó saliva y asintió - Y en el banquete estaba todo delicioso. Todo el mundo ha disfrutado de lo lindo... - Su voz se fue desvaneciendo y su expresión se tornó seria - PETER, ¿Va algo mal?-
PETER carraspeó. Tenía la garganta muy seca.
- No. Todo es perfecto.-
- ¿Estás seguro? Pareces...-
- Te amo, LALI.-
Las palabras brotaron de su boca como el vapor saliendo a borbotones de una tetera hirviendo. Resopló, profundamente frustrado por su incapacidad para expresar los sentimientos que se agolpaban en su interior.
- Cuando te he visto en la iglesia, avanzando hacia mí, estabas tan exquisita... Eres todo cuanto podría haber soñado - Le cogió las manos y las apretó entre las suyas - Me gustaría tener palabras para decirte lo mucho que significas para mí, lo mucho que has cambiado mi vida, lo inmensamente feliz que me haces.-
- Lo sé, PETER - Dijo LALI con lágrimas en los ojos - Me lo demuestras cada día con las cosas tan maravillosas que haces. Tus acciones hablan de tu amor, y tu hermosa sonrisa me dice lo feliz que eres. Las palabras no siempre son necesarias.-
Él sintió un gran alivio interior. Ella lo entendía. Ella lo sabía.
Sin dejar de mirarse mutuamente, él se sentó al lado de ella y ahuecó las palmas alrededor de su rostro. Rozó suavemente los labios de LALI con los suyos mientras el corazón le latía con fuerza, rebosante de un amor tan intenso que hasta le dolía.
Cuando ella suspiró su nombre, él la rodeó con los brazos, ahondando el beso hasta que empezó a temblar del esfuerzo por contenerse.
Levantando la cabeza, PETER miró aquellas acuosas profundidades donde flotaba el amor. Amor por él.
«¡Dios! ¡Vaya sensación!»
Todo su cuerpo empezó a palpitar en respuesta, llenándolo de una acuciante necesidad de hacerle el amor. Justo allí. En aquel momento. Una vivida imagen de LALI desnuda, ofreciéndosele, restregándose contra su cuerpo, relampagueó en su mente y lo obligó a ahogar un gemido. Apartó los brazos de ella de su cuello y colocó decididamente las manos de su amada sobre la falda del vestido de novia. Luego se alejó de ella al máximo en el asiento de terciopelo. Su esposa se merecía una noche de bodas en un lecho como Dios manda, con champán y luz de velas. Era un hombre capaz de controlarse. Podía esperar hasta la noche. Siempre y cuando dejara de tocarla.
En un intento de centrar la atención en otra cosa, James sacó un fajo de cartas del bolsillo.
- ¿Te apetece jugar a cartas?-
Ella se quedó boquiabierta.
- ¿Estás enfadado conmigo?-
- No.-
- Entonces, ¿Qué diablos te pasa? Decías que te morías de ganas por estar a solas conmigo y ahora que lo estás, ¿Te apetece jugar a cartas?-
Él le acarició la cara con ambas manos.
- Por supuesto que no me apetece jugar a cartas, pero no puedo seguir besándote.-
- ¿Puedo preguntarte por qué no?-
- Porque te deseo desesperadamente. ¡Maldita sea! - Lo dijo como si fuera a explotarle el pecho, casi violentamente - Si te vuelvo a tocar, no podré contenerme. Te mereces algo mejor que un rápido revolcón en un coche de caballos en marcha.-
La comprensión se reflejó en los ojos de LALI, y la mirada que dirigió a James transmitía tal invitación sensual que PETER sintió que el deseo le hormigueaba en todos los poros. El sudor le perló la frente mientras luchaba por mantener el control.
- Si continúas mirándome de ese modo, amor mío, te desnudaré en menos que canta un gallo, te lo puedo jurar.-
- ¡Santo Dios! - Ella deslizó la yema de un dedo por el labio inferior de PETER - ¿En menos que canta un gallo? ¿Cuánto dura eso?-
Con una sola y sutil caricia, PETER perdió la batalla.
- Estás a punto de comprobarlo.-
Con un hondo gemido, PETER deslizó los dedos por el cabello de LALI, esparciendo alfileres a diestro y siniestro. Apretó los labios contra los de ella en un beso desesperado y dolorido que les dejó a ambos sin aliento. Si no le hubieran temblado tanto las manos, indudablemente la habría desnudado en menos de un minuto. Los dos minutos y medio que tardó casi lo matan. A pesar de sus trémulas manos, él se desembarazó de su propia ropa en menos de treinta segundos.
- LALI - Gimió PETER, cubriéndola con su cuerpo - ¡Dios, cómo te quiero!-
Su tacto era tan increíblemente reconfortante. Parecía que había pasado una eternidad desde que notó su piel contra la de ella por última vez. Cubrió la boca de LALI con la suya y jugueteó con la lengua, introduciéndosela y sacándosela frenéticamente en un baile amoroso que le hizo fluir la sangre por las venas a borbotones.
PETER intentó ir despacio, pero no podía. Estaba demasiado duro, demasiado excitado, se había contenido durante demasiado tiempo, la deseaba demasiado desesperadamente. La penetró con una larga embestida que le paró el corazón y arrancó un gemido entrecortado de su pecho.
Ella se apretó contra él, suspirando su nombre una y otra vez. Él sintió las oleadas del climax atravesando el cuerpo de ella y explotó su pasión. La explosión duró un momento interminable y fue tan profunda que PETER no sabía dónde acababa ella y dónde empezaba él. Se desplomó sobre ella, sin aliento, saciado y muy cerca de la muerte.
Pasaron tres largos minutos hasta que fue capaz de levantar la cabeza y mirar a LALI. Ella lo miró con ojos brillantes.
- Santo Dios, creo que me gusta bastante eso de un rápido revolcón en un coche de caballos en marcha.-
PETER se tumbó al lado de LALI y le apartó un rizo rebelde de la frente con una media sonrisa en los labios.
- Ya te había avisado de lo que pasaría.-
- ¿Ah, sí?-
PETER deslizó sutilmente un dedo por el puente de la nariz de LALI.
- He intentado comportarme como un caballero, esperando a tener una cómoda cama.-
- Llevaba tres meses esperando, PETER. No quería esperar más tiempo. Además, la puerta del establo ya estaba abierta. Tú ya sabes a qué me refiero... No veía ninguna razón para prolongar más nuestra agonía.-
PETER soltó una risita.
- Sólo tú podrías pensar en vacas en un momento como éste.-
Un brillo malicioso iluminó los ojos de LALI.
- De hecho, no es precisamente en vacas en lo que estaba pensado.-
- ¿No?-
LALI deslizó las manos por el pecho de PETER, luego le hizo cosquillas en el abdomen con las palmas y siguió bajando hasta que sus yemas rozaron su virilidad.
- Categóricamente, no estaba pensando en vacas - Musitó ella, y luego deslizó la lengua por el labio inferior de PETER mientras sus dedos rodeaban y apretaban suavemente el turgente miembro.
PETER gimió, sin acabarse de creer que volviera a estar duro como el hierro tan pronto, pero lo estaba. Empujó a LALI sobre la espalda y se colocó entre sus muslos.
- Sólo es un viaje de cinco horas y tenemos que recuperar el tiempo perdido durante tres largos meses, querida esposa - Dijo él, deslizándose en su aterciopelada y acogedora calidez - No podemos desperdiciar ni un solo segundo.-
- No - Dijo ella soltando un profundo suspiro - Ni un solo segundo.-

CAPITULO 78




Tres meses más tarde, por fin llegó la vigilia de la boda.
«¡Gracias a Dios!», pensó PETER mientras daba un sorbo a su copa de brandy en la biblioteca de la casa de Londres de su padre.
Esperar tres largos e interminables meses para convertir a LALI en su esposa casi lo mata. Habría preferido desposarla inmediatamente con un permiso especial, pero se dio cuenta de que sería sumamente egoísta de su parte negar a LALI el tipo de boda que se merecía sólo porque él no podía esperar a empezar su vida en común, por no mencionar lo mucho que le costaba no ponerle las manos encima. Además LALI insistió en que, por muchas ganas que tuviera de casarse con él, quería esperar a que se hubiera celebrado la boda de Lucy.
De modo que PETER tuvo que esperar tres terriblemente largos meses, durante los cuales tuvo que movilizar hasta el último ápice de su capacidad de autocontrol para abstenerse de hacer el amor con LALI. Se había volcado completamente en el trabajo para tener la mente y las manos ocupadas.
Inmediatamente después de la boda de Lucy y Marshall, que se había celebrado el mes anterior, LALI y el resto de los ESPOSITO se habían trasladado a Londres. Mientras la casa de los ESPOSITO estaba vacía, PETER lo organizó todo para que la repararan y la reformaran, y LALI se la había regalado a los recién casados como regalo de bodas.
Desde que LALI llegó a Londres, siempre parecía estar ocupada con la madre de PETER y ROCIO preparando la boda. PETER se quejaba de no poder pasar más tiempo con su prometida, pero el mero hecho de tenerla cerca, sabiendo que dentro de pocas semanas estarían juntos, le llenaba de una dicha hasta entonces desconocida para él.
Él se encargó de buscar tutores para Nathan y Andrew y dedicó una considerable cantidad de tiempo a enseñar Londres a los chicos y a Callie mientras las mujeres ultimaban los detalles de la boda.
Pierre estaba cómodamente instalado en la cocina de PETER, y Grimsley, resplandeciente con su librea granate y dorada, se encargaba de contestar a la puerta. Winston estaba a cargo del mantenimiento del edificio, un trabajo que se tomaba muy en serio, tan en serio como su incipiente coqueteo con el ama de llaves de PETER.
Y ahora, por fin, después de tanto esperar, de tantas noches sin dormir, completamente solo, dando vueltas en su enorme cama y con el cuerpo tenso y dolorido, por fin iba a concluir la larga espera. Al día siguiente, _LALI sería su esposa. Aquélla era la última y maldita noche que tendría que pasar sin ella.
Apoyando las botas en una otomana, James cerró los ojos, recostó la cabeza en el respaldo de la silla y emitió un largo y sonoro suspiro de satisfacción.
- Pareces bastante satisfecho - Dijo Gregory mientras entraba en la habitación.
Tomó asiento en una butaca orejera que había enfrente de James.
- Lo estoy - Asintió PETER sin dudarlo.
Miró a su hermano de arriba abajo. Durante los tres últimos meses Gregory había experimentado un profundo cambio. Desde el horrible episodio con Melissa, Gregory había recapacitado sobre su vida y había hecho algunas mejoras espectaculares. Ahora se tomaba las cosas mucho más en serio y era mucho más responsable y, por primera vez en su vida, mostraba interés por cosas distintas de sí mismo. Había dejado de jugar y de beber en exceso. Siguiendo la sugerencia de LALI, PETER había encargado a su hermano la gestión de dos pequeños feudos.
«Si le demuestras que crees en él y confías en él, estoy segura de que estará a la altura de tus expectativas».
PETER se tomó aquel consejo con un gran escepticismo, pero hizo caso a LALI y comprobó, para su sorpresa, que ella tenía razón. Gregory estaba haciendo un trabajo admirable.
Gregory levantó su copa en el aire y propuso un brindis.
- Porque, al fin, ha llegado tu última noche como solterón - Dijo con una medio sonrisita.
- Amén - Dijo PETER fervientemente.
Tras tres meses de celibato, se sentía como si estuviera a punto de explotar.
Estuvieron varios minutos sentados en silencio, bebiendo brandy y observando la danza de las llamas. Al final, Gregory rompió el silencio.
- Quiero... Eh, quiero que sepas... - Empezó, pero se calló súbitamente.
PETER se volvió para mirarle y se sorprendió al ver que se había ruborizado.
- ¿Sí?-
- Quiero que sepas que durante los últimos meses... - Gregory carraspeó - Te agradezco mucho la confianza que has depositado en mí, PETER. Soy consciente de que nunca hemos tenido una relación muy estrecha y que, después de lo que pasó con Melissa...-
- Lo que pasó con Melissa no fue en absoluto culpa tuya, Greg - Dijo PETER con voz serena.
- Supongo que no, pero sigo sin poder evitar sentirme en cierto modo responsable.-
- No lo hagas. Eso es agua pasada. Y no es necesario que me des las gracias. Me has demostrado que mereces mi confianza con tu trabajo y tu buen sentido de los negocios.-
Volvió a hacerse el silencio; el único sonido en la habitación era el crepitar del fuego.
- LALI me cae muy bien - Dijo Gregory al cabo de varios minutos - Es como un soplo de aire fresco.-
- Sí, lo es.-
«Aire fresco con olor a rosas.»
- Mamá se ha encariñado mucho con ella, y ROCIO la quiere con locura - Prosiguió Gregory - Pero lo más sorprendente de todo es la reacción de papá.-
PETER soltó una risita.
- Sí. Parece un milagro, ¿Verdad?-
- Creo que papá ha caído bajo una especie de hechizo.-
- Desde luego - Asintió PETER - Trata a LALI con una asombrosa ternura. Pero, en cierto modo, no me sorprende. Cuando conocí a Callie, recuerdo que me dijo que yo también iba a querer a LALI, que todo el mundo la quería.-
- Vaya niña tan lista - Dijo Gregory con una sonrisa.
- Muy lista.-
- Es una lástima que LALI no tenga más hermanas - Dijo Gregory con tristeza - Lucy ya está casada, y Callie es demasiado pequeña.-
- Siempre te queda la opción de tía JUSTINA- Recordó PETER a su hermano con una mirada maliciosa - Creo que me has sustituido en su lista de afectos.-
Gregory se rió.
- Es todo un personaje. Esta mañana se me ha salido un zapato cuando estaba en el salón y me he agachado para volvérmelo a poner. Tía JUSTINA ha entrado en el salón como Pedro por su casa y me ha preguntado qué hacía. Yo le he contestado: «se me ha salido el zapato.» Ella se ha sonrojado, me ha dicho: «si insiste», y me ha dado un fuerte abrazo de oso. Luego me ha señalado con el dedo y me ha llamado joven desvergonzado.-
Una sonrisa arqueó los labios de PETER.
- Sí. He heredado una pandilla bastante pintoresca.-
- Y no te olvides de los perros - Le recordó Gregory - Ya sabes, los tres sabuesos de Mayfair.-
PETER resopló.
- No me lo recuerdes.-
- Por lo menos no tendrás que preocuparte demasiado por que alguien pueda entrar a robar en tu casa con esas bestias dentro.-
- Me siento completamente seguro - Asintió PETER - Me temo que la porcelana será la que se llevará la peor parte.-
- Destrozarán hasta el último de los muebles que posees - Le avisó Gregory entre risas.
La imagen de LALI, riéndose y jugando con aquellos inmensos perros, acudió de súbito a su mente.
- Desde luego. Pero me compensa con creces, Greg. Créeme, con creces.-

lunes, 18 de abril de 2016

CAPITULO 77


- Mi familia - Empezó a decir LALI, pero PETER la cortó.
- Tu familia será mi familia, y será la primera familia de verdad que he tenido nunca. Vivirán con nosotros y me encargaré de que no les falte de nada.-
- Supongo que querrás que deje de llevar pantalones de montar y de juguetear en el lago.-
La expresión de PETER se suavizó y negó con la cabeza.
- No, no cambies nada. Me gusta todo de ti, especialmente esas cosas que te hacen tan maravillosamente diferente.-
LALI sintió una dicha desbordante. Pero todavía había un pequeño obstáculo que se interponía en su camino.
- Hay algo que debo decirte, PETER.-
- Basta con que me digas que sí.-
LALI negó con la cabeza.
- Me refiero a que hay algo que debes saber, algo sobre mí.-
- Soy todo oídos.-
LALI dio un paso atrás y se apretó el estómago con la mano.
- No sé muy bien cómo decírtelo más que diciéndotelo - Respiró hondo y deseó lo mejor - Quiero seguir escribiendo y vendiendo relatos para Gentleman's Weekly.-
- Cuando seas mi mujer, desde luego no te faltará dinero.-
- No tiene nada que ver con el dinero. Disfruto escribiendo esos relatos. Me ayudan a mantener vivo el recuerdo de mi padre - Cuando vio que él guardaba silencio, añadió - Es importante para mí, PETER.-
- Entiendo.-
A LALI se le encogió el corazón al oír aquel tono tan serio y desapasionado. Era evidente que lo desaprobaba.
- Soy consciente del escándalo que supondría que alguien descubriera que soy H. Tripp. Debes de pensar que soy...-
- Inteligente. Creo que eres absolutamente inteligente. Y maravillosa - Una lenta sonrisa curvó los labios de PETER - Parece ser que acabo de proponerle el matrimonio a uno de los «hombres» más famosos de toda Inglaterra. Desde luego, ¡Vamos a dar que hablar a los miembros de la alta sociedad!-
Atrayéndola hacia sí, la besó hasta que a ella empezó a darle vueltas la cabeza.
- ¿O sea que no te importa? - Dijo LALI casi sin aliento cuando él levantó la cabeza.
PETER arqueó una ceja.
- ¿Importarme? ¿Que la mujer a quien amo tenga talento para escribir, aparte de ser hermosa y absolutamente maravillosa? ¿Por qué iba a importarme?-
- Entonces, ¿Me dejarías seguir escribiendo?-
- ¿Dejarte? Insisto en que sigas escribiendo. Estoy tan pendiente como todo el mundo por saber qué ocurre en la próxima entrega de “Las aventuras de un capitán de barco” - La miró con seriedad - Ahora, vas a responder de una vez a mi pregunta. ¿Quieres casarte conmigo, LALI_?-
LALI lo miró; su corazón rebosaba tanto amor que apenas podía hablar. Consiguió emitir una sola palabra, pero, al parecer, aquello le bastó a PETER, puesto que era la única palabra que deseaba oír.
- Sí - Dijo con un hilillo de voz.
- ¡Gracias a Dios! - Exclamó él fervientemente.
Bajó la cabeza y apresó los labios de LALI en un beso interminable, lleno de dolorida ternura e inequívoco amor. Al cabo de varios minutos, levantó la cabeza.
- Sólo hay algo que necesito pedirte - Le dijo con voz algo trémula.
- ¿Qué?-
- Aun corriendo el riesgo de parecer un poco despótico y demasiado exigente, si el indeseable de AMADEO no está fuera de esta casa dentro de exactamente tres minutos, voy a sacarle de una patada en el culo.-
LALI abrió los ojos de par en par.
- ¡Dios mío! Me había olvidado completamente del pobre BENJAMI...-
- ¿Pobre BENJAMI?-
- Sí. Debo decirle que no acepto su proposición.-
- ¿Su qué?-
- BENJAMI me pidió que me casara con él.-
- Es hombre muerto - Vaticinó PETER - Voy a romperle hasta el último hueso de su maldito cuerpo... - Interrumpió su diatriba y dirigió una mirada fulminante a LALI - ¿Cuándo te lo propuso?-
- Ayer - Contestó ella, haciendo un gran esfuerzo por ocultar su satisfacción ante el ataque de celos de PETER.
- ¿Y no le diste un no inmediatamente?-
- Bueno, no. Yo...-
- ¿Estabas considerando su proposición? - Le preguntó en tono repentinamente sereno.
Ella extendió los brazos hacia él y ahuecó ambas manos alrededor del malhumorado rostro de PETER.
- No sería fiel a la verdad si te dijera que no pensé en ello, pero tenía la firme intención de decirle hoy después de la fiesta que no podía aceptar su proposición. Se lo diré en cuanto bajemos.-
- Sigo teniendo ganas de partirle la cara - Murmuró PETER entre dientes - He visto cómo te besaba en la sien cuando salían del bosque. Si a ese AMADEO se le ocurre volver a ponerte las manos encima, va a saber lo que es el dolor.-
Las comisuras de los labios de LALI se arquearon en una dulce sonrisa.
- AMADEO.-
- Eso.-
LALI rozó sus labios contra los de James, contraídos en una mueca de seriedad.
- ¿Por qué no bajamos ya? Daremos a la familia la gran noticia y yo acompañaré a BENJAMI hasta la puerta.-
LALI se colgó literalmente del cuello de PETER y le paso la lengua por el labio inferior.
- Una excelente idea - Dijo él mientras la apretaba fuertemente contra su cuerpo.
Pasó los dedos por los rizos de LALI y la besó, un beso que empezó tiernamente pero pronto se hizo apasionado.
- PETER - Susurró _LALI, agarrándose a los hombros de él mientras los ardientes labios de PETER descendían por el lado de su cuello.
Él rozó levemente con la lengua el trepidante pulso que latía en la base del cuello de LALI.
- ¿Sí?-
- Todo el mundo se estará preguntando qué estamos haciendo aquí arriba. Deberíamos bajar - Dijo sin mucha convicción.
PETER le dio un último y largo beso.
- Tienes razón. No podemos quedarnos aquí mucho más tiempo. Si no, acabaremos en tu cama.-
Apretó la mano de LALI contra su brazo y empezó a andar hacia la puerta.
- Espera - Dijo LALI, soltándose del brazo de PETER. Se agachó y recogió el ramillete de flores que él le había regalado. Se le había caído al suelo durante el beso y ahora estaba ligeramente aplastado - No puedo dejar mis flores - Se levantó y se acercó el ramo a la cara, inspirando profundamente - Es el regalo más maravilloso que me han hecho en toda mi vida.-
PETER le acarició tiernamente la mejilla.
- ¿Sabes cuál es el regalo más maravilloso que me han hecho a mí? - Le preguntó con dulzura.
LALI lo miró a la cara, la cara más atractiva e irresistible que había visto nunca. Lo quería tanto que hasta le dolía. Sacudió la cabeza.
Él se llevó la mano de LALI a los labios y le besó la palma ardientemente.
- Tú, mi amor, eres el regalo más maravilloso que me han hecho en toda mi vida.-

CAPITULO 76

LALI salió corriendo de la terraza como si la persiguiera el mismísimo diablo. Para su profunda vergüenza, era perfectamente consciente de que todo el mundo en la mesa, incluyendo al propio PETER se habría dado cuenta de por qué se había ido tan repentinamente, pero no podía soportar de ninguna manera quedarse allí sentada ni un solo instante más.
Él iba a casarse.
Al oír aquellas palabras, LALI sintió como si le hubieran arrancado las entrañas. Subió corriendo las escaleras, sin detenerse hasta alcanzar el santuario de su alcoba. Se dejó caer en su silla favorita y se cubrió el rostro con las manos, intentando, sin éxito, detener el caudal de lágrimas que resbalaba por sus mejillas.
«¿Por qué? ¿Por qué se ha tenido que presentar aquí? Debería haberle obligado a marcharse por donde ha venido. Debería haberlo echado de casa en cuanto le he visto. Debería haberle echado los perros».
Pero, sabiendo lo feliz que hacía a Callie su presencia, no había tenido el coraje de echarlo. En lugar de ello, había intentado ignorarlo con todas sus fuerzas, rogando a Dios que fuera capaz de mantener la compostura hasta que él se marchara. Pero, cuando PETER anunció su intención de contraer matrimonio, no pudo seguir fingiendo ni un minuto más. Con el corazón hecho añicos, huyó. A pesar de todos sus esfuerzos por olvidarlo, seguía enamorada de él, algo que le disgustaba enormemente. De hecho, cuanto más pensaba en ello, más rabia sentía.
«¿Cómo se atreve a presentarse aquí ese sinvergüenza y anunciar tranquilamente sus planes de boda? - Pensó mientras se secaba impacientemente las lágrimas con el pañuelo - ¡Con todo el descaro! Me gustaría...»
- LALI.-
Una grave voz masculina interrumpió sus pensamientos. Se volvió y la embargó una profunda indignación cuando vio a PETER entrando en su alcoba. Luego cerró la puerta tras de sí y se apoyó en ella.
- ¡Sal de esta habitación! ¡Ahora mismo! - Le gritó furiosa mientras se levantaba de un salto.
- He de hablar contigo de ciertas cosas... - Le dijo con voz calmada, mientras se acercaba lentamente a ella - Después, si sigues queriendo que me vaya, me iré.-
- Ya he oído todo cuanto tenía que oír de tu boca - Hizo un gran esfuerzo por evitar que le temblara la voz y se sintió orgullosa de casi conseguirlo - ¿Cómo te atreves a entrar en mi alcoba?-
PETER siguió avanzando hacia LALI. Ella no estaba dispuesta a dejarle creer que la intimidaba. Se quedó donde estaba, a pesar de que él no se detuvo hasta que sólo les separaba medio metro.
- Según recuerdo, una vez me acogiste en esta habitación - Dijo él con voz ronca - Me acogiste en tus brazos. En tu lecho. En tu cuerpo.-
La humillación, la vergüenza y el dolor estallaron en el interior de LALI, clavándosele en las entrañas, partiéndola por dentro.
- ¿Cómo te... Se atreve...? Debe saber - Prosiguió tratándolo de usted a causa de la furia y el desprecio que sentía - Que usted no es el hombre que acogí en esta habitación. Me he enterado, lamentablemente demasiado tarde, de que aquel hombre no existía. No era más que una sarta de mentiras y engaños.-
PETER tendió una mano temblorosa hacía LALI_ para tocarle una mejilla, pero ella se alejó bruscamente de él.
- Era yo - Dijo PETER con un doloroso susurro - Un yo que ni siquiera sabía que existía. Un yo capaz de tener sentimientos que no sabía que existieran. Hasta que llegaste tú, LALI.-
Ella bajó la cabeza, luchando contra la tempestad de emociones que habían desatado aquellas palabras.
- Te traté terriblemente, LALI, y lo siento más de lo que puedo expresar. La noche en que te vi en la fiesta de ROCIO había estado pesando en ti. ¡Dios! No podía dejar de pensar en ti. Cuando me volví y te vi allí, me puse tan contento de verte...-
- Supiste disimular muy bien tu alegría - Dijo LALI con una amarga sonrisa.
- Sabía que estaba en peligro - Prosiguió él - PABLO y yo le habíamos tendido una trampa a la persona que intentaba matarme, y yo era el cebo. Estaba desesperado por alejarte de mí para mantenerte a salvo. Me habría muerto si alguien te hubiera hecho daño. Pero tú no te querías ir - Respiró hondo - Y luego cometí la peor equivocación de toda mi vida.-
- Todas aquellas cosas que me dijiste...-
- Fue un error imperdonable - El sacudió repetidamente la cabeza - Mi única excusa es que en toda mi vida nunca he conocido a nadie con una bondad y una generosidad como las tuyas. Y durante un maldito momento de insensatez le encontré mucho sentido a la posibilidad de que hubieras acudido a mí para ver lo que podías sacarme. Por mi título, me temo que lamentablemente ese tipo de cosas ocurre con una pasmosa frecuencia. Tengo muy pocos amigos porque hay muy pocas personas en quienes pueda confiar realmente... Muy pocas personas que no quieran obtener algo a cambio de mi «amistad». Pero tú... - A PETER se le hizo un nudo en la garganta y tuvo que guardar silencio durante varios segundos - Tú eres incapaz de semejante egoísmo y estoy profundamente avergonzado de haber pensado que lo eras.-
- ¿Y qué me dices de todas las mentiras que me contaste cuando te acogí en mi casa?-
- De nuevo, alguien quería verme muerto. Pensé que, si ocultaba mi identidad, sería más difícil que me descubrieran mientras me curaba de las heridas. Como tú sabes, no estaba en condiciones de viajar ni de defenderme.-
- La forma en que me dejaste - Susurró ella - Aquella horrible carta.-
- Lo siento. ¡Dios! No te puedes imaginar lo mucho que me he arrepentido de habértela escrito. Intenté decirte que tenía que marcharme, pero, cuando me pediste que me quedara, cuando me dijiste que me querías... - Se pasó las manos por el pelo - Perdí el control, te deseaba tanto... Y después de estar juntos, no podía soportar la idea de ver cómo el amor se desvanecía de tus ojos al enterarte de que te había mentido. Creía que no volvería a verte nunca más y quería que mi última imagen de ti fuera mirándome con ojos llenos de amor. Fue puro egoísmo por mi parte, y no tengo ninguna excusa. Pero, por si quieres saberlo, me he arrepentido cada momento desde entonces.-
LALI cerró fuertemente los ojos mientras intentaba dominar las emociones que se agolpaban en su interior como abejas en un enjambre, bombardeándola, acribillándola, obligándola a sentir cosas que tan desesperadamente había intentado enterrar. Si PETER no se iba pronto, ella no tardaría mucho en desmoronarse.
- LALI, hay tantas cosas que quiero decirte, pero no encontraba las palabras adecuadas para decírtelas... De modo que te he comprado un regalo.-
LALI abrió los ojos y rogó a Dios que le diera fuerzas.
- Espera aquí.-
PETER abrió la puerta y se agachó para coger algo. Luego cerró la puerta y volvió a acercarse a LALI, sosteniendo un pequeño ramo de flores.
- Tengo un modesto invernadero en mi casa de Londres - Le dijo mientras le entregaba las flores - Ayer por la tarde tuve una conversación con Desmond.-
- ¿Desmond? -
- Mi jardinero. Al parecer, comparte tu afición por los nombres de las flores y lo que simbolizan - Tocó una delicada flor - Por ejemplo, Desmond me dijo que los tulipanes, como éste, simbolizan el amor apasionado. ¿Es correcto?-
LALI miró fijamente el ramo y asintió en silencio.
- Y esta flor - Dijo PETER tocando una florecilla blanca - Es una camelia. Simboliza la perfecta hermosura. Y estas margaritas rosas... ¿Sabes qué simbolizan?-
- Mi amor nunca morirá - Susurró LALI, con los ojos clavados en el ramo.
- Sí. Mi amor nunca morirá - Repitió él tiernamente.
Luego señaló un pequeño capullo de rosa de color blanco.
- Según Desmond, éste simboliza un corazón que no ha conocido el amor.-
Colocando delicadamente un dedo bajo la barbilla de LALI, se la levantó hasta que se cruzaron sus miradas.
- Así era yo. No conocía el amor. Hasta que te conocí - Cogió una rosa roja del ramillete y se la alargó - Las rosas rojas simbolizan el amor. Eso es lo que yo siento por ti, LALI.-
LAI cogió la rosa con dedos temblorosos y se la llevó a la nariz, inhalando su embriagadora fragancia mientras la cabeza le daba vueltas a gran velocidad.
«Amor. Eso es lo que yo siento por ti, LALI... ¿Ha dicho realmente esas palabras?»
Antes de que ella pudiera pensar, PETER alargó el brazo y extrajo una florecilla del ramo. Cuando LALI vio la verbena, se quedó completamente inmóvil. Su mirada buscó la de PETER.
- ¿Sabes lo que simboliza la verbena? - Le preguntó con dulzura.
Ella tragó saliva, apenas capaz de respirar.
- ¿Sabes tú lo que simboliza?-
Asintiendo solemnemente, le alargó la flor.
- Cásate conmigo.-
LALI lo miró fijamente. Seguro que estaba soñando. Aquello no podía ser real.
Él se inclinó hacia delante y rozó levemente sus labios con los de ella.
- ¡Por Dios, LALI, te amo! - Le dijo respirando en su boca - Cásate conmigo. Te prometo que me pasaré el resto de mi vida intentando hacerte feliz, intentando hacerte olvidar todo el daño que te he hecho.-
Levantó la cabeza y buscó su mirada.
LALI miró el rostro de PETER, tan atractivo como siempre y con una expresión entre seria y sombría. La quería. El caudal de lágrimas que LALI ya no se sentía capaz de contener por más tiempo se desbordó y empezó a emanar de sus ojos.
Él la estrechó entre sus brazos, comprimiendo el ramo entre ambos.
- No llores, por favor. No puedo soportar ver llorar a un ángel - Le besó tiernamente los párpados y luego deslizó los labios por sus mejillas empapadas de lágrimas - LALI, mi amor, por favor, di algo - Le susurró al oído - Necesito que me des una respuesta. Lo estoy pasando fatal... - Bajó la cabeza hasta que sus frentes entraron en contacto - Tienes que casarte conmigo. Si no, me convertiré en un horrible cascarrabias. Estaré siempre de mal humor - Levantó la cabeza y se tocó la piel de la comisura de un párpado - Mira todas las arrugas que me han salido de tanto poner mala cara. Envejeceré antes de tiempo. Compadécete de un pobre miembro de la nobleza que está locamente enamorado de ti y se siente profundamente desdichado en tu ausencia.-

domingo, 17 de abril de 2016

CAPITULO 75

Una ráfaga de color captó la atención de PETER, y enfocó la vista en el sendero que llevaba al lago. Andrew y Nathan salieron de la espesura del bosque, seguidos de la pequeña Callie. Winky, Pinky y Stinky, con un aspecto algo menos asqueroso que la última vez que los había visto, corrían a saltos detrás de los chicos. Luego aparecieron Lucy y el doctor Wentbridge, la mano de Lucy en el brazo de Marshall, quien la miraba con una radiante sonrisa. Incluso desde lejos, PETER percibió lo felices que parecían. Una sonrisa arqueó sus labios.
Pero la sonrisa se esfumó de su rostro en cuanto vio a _LALI saliendo del bosque, su mano en el pliegue del codo de BENJAMI AMADEO. A PETER le empezó a hervir la sangre cuando vio cómo BENJAMI estampaba un rápido beso en la sien de LALI, y el consecuente rubor en las mejillas de ella.
«Voy a arrancarle a ese canalla un miembro detrás de otro. Y sus asquerosos labios serán los primeros de la lista. En Halstead le conocerán como BENJAMI El Sin Labios».
PETER seguía mirando ferozmente por la ventana, pensando en formas dolorosas de darle su merecido castigo al hombre que había osado tocar lo que era suyo, cuando la puerta de la biblioteca se abrió de par en par.
- ¡Ha venido! ¡Ha venido!-
PETER se volvió y vio a Callie cruzar corriendo la habitación. La pequeña se arrojó a sus brazos y él la levantó y la hizo girar a su alrededor.
- ¿Cómo me iba a perder la fiesta de cumpleaños de la anfitriona más distinguida de todo Halstead? - Le preguntó con absoluta seriedad - No me perdería una fiesta con pastas y té organizada por ti en un millón de años.-
Volvió a dejar a la pequeña en el suelo y le tiró cariñosamente de un rizo.
- Les dije que usted vendría - Susurró entusiasmada - Pero nadie me creyó. Todos decían que estaba demasiado lejos y demasiado ocupado, pero yo sabía que vendría.-
Se abrazó a los muslos de James.
- ¡Señor LANZANITIEL! - Nathan corrió hasta PETER con el rostro rojo a causa de la emoción - Grimsley me ha dicho que estaba aquí. ¡Vaya sorpresa!-
PETER despeinó al chico con un gesto cariñoso y le devolvió la sonrisa.
- No se llama señor LANZANITIEL, idiota - Dijo Andrew en tono mordaz - Se llama lord LANZANI - Se volvió hacia PETER - Es un placer volverle a ver, milord.-
- El placer es mío - Dijo PETER tendiéndole la mano. Andrew sonrió y se la estrechó.
Tía JUSTINA se unió al grupo, sonrojándose intensamente cuando PETER le besó la mano con galantería.
- ¡Santo Dios! - Exclamó con el rostro de un rosa subido - No sólo es apuesto y encantador, sino encima marqués. Creo que necesito sentarme.-
El doctor Wentbridge saludó a James cordialmente, pero Lucy fue mucho más comedida en su saludo, limitándose a inclinar la cabeza ligeramente mientras decía:
- Lord LANZANI-
BENJAMI fue igual de circunspecto.
- ¿Qué le trae de vuelta por Halstead?-
- Callie me invitó a su cumpleaños - Contestó PETER, con los ojos fijos en LALI, que todavía no le había dirigido la mirada ni la palabra. Su atención parecía centrarse en algo fascinante que había en la alfombra.
BENJAMI enarcó las cejas.
- ¿Callie le invitó?-
PETER miró puntualmente el rostro de aquel hombre y luego su posesiva mano reposando sobre el codo de LALI. Si AMADEO no le quitaba la mano de encima a LALI pronto, iba a aplastar a aquel indeseable.
- Sí. Callie me invitó - Se volvió hacia LALI - Hola, LALI.-
LALI seguía mirando fijamente la alfombra.
- Buenas tardes, lord LANZANI.-
Callie tomó a PETER de la mano.
- Venga conmigo. La fiesta está a punto de empezar.-
PETER se dejó guiar por Callie y el resto del grupo los siguió hasta el patio, donde habían preparado una merienda por todo lo alto. Callie presidió la ceremonia, pasando a los invitados bandejas y fuentes de pastas recién salidas del horno y pasteles mientras LALI servía el té. PETER le dio a Callie el regalo que le había traído y Callie gritó de alegría cuando abrió el paquete y vio la muñeca que había dentro.
- ¡Oh! - Exclamó Callie entusiasmada - ¡Es preciosa! - Abrazó a la muñeca contra su pecho y dio a PETER un fuerte abrazo - Gracias, lord LANZANI. La señorita Josephine y yo la querremos siempre - Acercó los labios a la oreja de PETER - Y yo también le quiero a usted.-
A PETER se le hizo un nudo en la garganta.
- De nada, Callie - Inclinándose hacia la niña, le susurró al oído - Yo también te quiero, Callie.-
La abrazó con fuerza y le invadió una reconfortante alegría.
«Dios mío. ¡Qué sensación tan increíble oír esas palabras, decir esas palabras!»
Se reanudó la conversación, desaparecieron las pastas y el té, y PETER tuvo la impresión de que todo el mundo estaba hablando al mismo tiempo. Todo el mundo excepto LALI. Ella se limitó a quedarse allí sentada, sin dignarse dirigirle ni siquiera la mirada.
PETER se unió a la conversación e hizo de tripas corazón para no ponerle mala cara a AMADEO, que parecía no poder quitarle las manos de encima a LALI.
- Dígame, lord LANZANI - Intervino Nathan, mirando a PETER con admiración - ¿Cómo es la vida de un marqués?-
PETERs meditó sobre la pregunta.
- De hecho, es una vida muy solitaria - PETER se recostó en el respaldo de la silla y fijó la mirada en LALI, que seguía sin mirarle - Tengo seis feudos y soy responsable del bienestar de cientos de agricultores. Paso gran parte del tiempo visitando mis distintas propiedades. Mis obligaciones me dejan muy poco tiempo para hacer amistades.-
- El señor MARTINEZ, quiero decir, el duque de Blackmoor, es amigo suyo - Dijo Andrew tras dar un mordisco a una pasta.
- Uno de los escasísimos amigos que tengo. Ahora soy muy afortunado, espero, por poder contar con tu familia entre mis amigos.-
Callie, que estaba sentada a la derecha de PETER, deslizó su manita en la de él.
- Nunca había tenido un «parqués» como amigo - Le confió con una sonrisa.
Nathan puso los ojos en blanco en señal de disgusto por el imperdonable error que había cometido su hermana.
- Es un marqués, no un «parqués», Callie.-
PETER apartó puntualmente la mirada de LALI y sonrió a la encantadora carita de Callie.
- Y yo nunca había tenido una damita tan dulce como amiga - Luego centró la atención en Lucy y en el doctor Wembridge, que estaban sentados delante de él - Me he enterado de que van a contraer matrimonio. Mis felicitaciones a ambos.-
El rubor tiñó las mejillas de Lucy.
Volvió a dirigir la mirada a LALI. Estaba contemplando fijamente su plato, y el rostro se le había puesto pálido como la nieve. PETER deseaba tanto acercarse a ella, tomarla en brazos y sacarla de allí que tuvo que hacer un gran esfuerzo para quedarse sentado. Sin apartar la mirada, dijo:
- Hablando de matrimonio, he estado pensando bastante en ese tema últimamente.-
- ¿Y qué ha estado pensando, si puede saberse, lord LANZANI? - Preguntó Callie.
Con los ojos clavados en LALI, dijo con dulzura:
- He decidido casarme.-
LALI palideció y cerró los ojos. Acto seguido se puso en pie bruscamente, murmuró algo sobre un terrible dolor de cabeza y salió corriendo de la terraza.

CAPITULO 74

Al día siguiente por la tarde, PETER se plantó delante de la casa de los ESPOSITO con un paquete en cada mano. Miró fijamente la puerta principal; tenía el estómago revuelto y el corazón en un puño. Todo lo que quería estaba dentro de aquella casa, cosas que no sabía que quería hasta que las había experimentado y luego las había perdido.
Tras la reprimenda que le había soltado ROCIO, se había dado cuenta de que tenía que ir allí, aunque sólo fuera porque le debía a LALI una explicación de por qué le había mentido y una disculpa por las cosas tan horribles que le había dicho en el jardín de PABLO. Si ella le seguía odiando después de hablar con él, se lo tenía bien merecido. Pero, en su fuero interno, él esperaba y rogaba a Dios un desenlace diferente.
Recolocándose los paquetes envueltos con colores alegres, llamó a la puerta. Al cabo de un rato, la puerta se abrió de par en par. Grimsley estaba de pie en el umbral, con los ojos entornados.
- ¿Sí? ¿Quién es? - Preguntó el anciano, tocándose nerviosamente la chaqueta y frunciendo el ceño - ¡Rayos y centellas! ¿Dónde diablos he puesto las gafas?-
- Las lleva en la cabeza, Grimsley - Dijo PETER, incapaz de contener una sonrisa.
«Dios, cómo me gusta estar de vuelta».
Grimsley se palpó la cabeza, encontró las gafas y se las puso sobre la nariz. Cuando vio a PETER, su rostro arrugado se desencajó en una expresión que sólo podía describirse como de repugnancia. Abrió la boca para hablar, pero le acalló un vozarrón que retumbó en los oídos de PETER.
- ¿Quién diablos es y qué diablos quiere? - Winston se asomó al umbral y sus ojos se achinaron hasta convertirse en meras ranuras en cuanto vio a PETER - ¡Que me saquen del nido del cuervo y me tiren como carnaza a los peces! ¿No es su asquerosa y santísima señoría?-
PETER notó que se estaba sonrojando ante las duras miradas de ambos sirvientes. Parecía como si todo el mundo con quien se topaba tuviera que darle un fuerte rapapolvo.
- ¿Cómo está, Grimsley? ¿Y usted, Winston?-
- Estábamos bastante bien hasta que le hemos visto ahí de pie - Dijo Grimsley con evidente desdén.
- ¿Por qué ha venido? - Preguntó Winston - ¿No le ha hecho ya suficiente daño a la pobre?-
A pesar de que PETER entendía su enfado, no tenía ninguna intención de hablar sobre sus errores allí fuera.
- ¿Puedo entrar?-
Grimsley frunció los labios como si acabara de probar algo ácido.
- Lo cierto es que no puede. Estamos preparando una fiesta que está a punto de empezar y todo el mundo está muy ocupado.-
Empezó a cerrar la puerta. PETER introdujo el pie en la abertura.
- Tengo muchas faltas que expiar y no creo que pueda hacerlo si me obligan a quedarme aquí fuera.-
Grimsley resopló.
- ¿Ha dicho «expiar»?-
Winston cruzó sus musculosos brazos llenos de tatuajes sobre el pecho.
- Me gustaría ver cómo lo intenta.-
- A mí también me gustaría - Dijo PETER sin alterarse - ¿Me dejan entrar?-
PETER estaba dispuesto a abrirse paso a empujones si era necesario, pero esperaba fervientemente que eso no fuera necesario. Dudaba mucho que pudiera esquivar a Winston, quien le miraba como si tuviera ganas de masticarlo vivo, escupirlo y enterrarlo en un profundo hoyo.
- No, no puede entrar - Dijo Grimsley echando chispas por los ojos - La señorita LALI por fin ha dejado de llorar. Ella cree que nadie se ha enterado de lo mal que lo ha pasado, pero conozco a esa chiquilla desde que nació. Ella salvó su despreciable vida, no una, sino dos veces. Le ofreció todo cuanto tenía, pero a usted no le bastaba, ¿Verdad? - Los labios de Grimsley se deformaron en una mueca de repugnancia - Pues bien, ahora tiene un pretendiente como Dios manda. No permitiré que vuelva a hacerla sufrir.-
- No tengo ninguna intención de hacerla sufrir - Dijo PETER intentando mantener la calma y haciendo un esfuerzo por ignorar la alusión a «un pretendiente como Dios manda» - Sólo quiero hablar con ella.-
Winston frunció todavía más el ceño.
- ¡Sobre mi cadáver! Si hace falta, le sacaré las tripas con mis propias manos. De hecho...-
- Ella me quiere - Le interrumpió PETER, esperando que sus tripas no acabaran en las manos de Winston.
- Lo superará.-
- Y yo la quiero a ella.-
Grimsley contestó a aquella declaración con un elocuente resoplido.
- Tiene una forma de lo más extraña de demostrarlo, mi señoría.-
- Espero poder remediarlo.-
- ¿Cómo?-
De algún modo, PETER consiguió mantener la paciencia.
- Eso es privado, Grimsley.-
- Usted lo ha querido.-
La puerta empezó a cerrarse de nuevo.
- Está bien. Si deben saberlo, tengo pensado pedirle a LALI que se case conmigo.-
Grimsley parecía sorprendido, pero Winston se mostró aún más sorprendido.
- ¿Qué ha dicho?-
- Que quiero casarme con ella.-
Era evidente que ninguno de los dos hombres esperaba aquel giro de los acontecimientos.
Winston se rascó la cabeza y preguntó:
- ¿Por qué?-
- Porque la quiero. Estoy enamorado de ella.-
- La ha tratado como a un trapo sucio.-
- Lo sé - Cuando PETER vio que los ojos de Winston se ensombrecían todavía más, añadió - Pero estaba equivocado, terriblemente equivocado. Y lo siento mucho - Miró a los dos sirvientes, que estaban de pie como dos centinelas vigilando la puerta - Les admiro a ambos por su lealtad. Déjenme hablar con ella. Si LALI me pide que me vaya, les prometo que lo haré sin tardanza.-
Winston maldijo para sí y empujó a Grimsley a un lado. Estuvieron susurrando durante un rato y luego volvieron a dirigirse a PETER. Grimsley carraspeó.
- Hemos decidido que, si realmente la quiere, y la señorita LALI tiene un corazón tan grande que es capaz de perdonarle, no nos interpondremos en su camino. Ella debe tomar sus propias decisiones.-
- Pero, si vuelve a hacerla sufrir - Le avisó Winston - Ataré su noble culo al ancla y luego la tiraré al mar.-
Dieron un paso atrás y le indicaron con un gesto que podía entrar.
- Gracias. Tienen mi palabra de que no se arrepentirán de haberme dejado entrar.-
- Ella se merece lo mejor - Dijo Winston en tono malhumorado.
- Tendrá todo cuanto esté en mi poder darle - Prometió PETER solemnemente - Toda la familia lo tendrá, ustedes dos incluidos.-
Los dos hombres parecieron sorprenderse ante aquellas palabras.
- Lo único que queremos es verla feliz - Refunfuñó Winston.
Permanecieron un rato de pie en el vestíbulo, mirándose fijamente entre sí. Luego, en una muestra de camaradería que PETER nunca antes habría considerado tener con un sirviente, tendió la mano primero a Grimsley y luego a Winston. Tras estrecharles la mano, PETER soltó un sonoro suspiro de alivio.
- ¿Dónde está LALI?-
- Todo el mundo está en el lago - Contestó Grimsley - Esperamos que estén de vuelta dentro de una hora.-
Winston se disculpó, diciendo que tenía cosas que hacer, y Grimsley condujo a PETER hasta la biblioteca.
- Usted puede esperarles aquí - Dijo Grimsley - Ya le avisaré cuando lleguen.-
- Gracias. Dígame una cosa, Grimsley, ¿Está el resto de la familia igual de enfadado conmigo?-
Grimsley se rascó la barbilla.
- Los niños no lo están, pero ellos no saben que usted le partió el corazón a la señorita LALI. No puedo hablar por tía JUSTINA, pero yo no esperaría una cálida bienvenida de la señorita Lucy y, a menos que tenga ganas de que le peguen una patada en sus nobles nalgas o con una cacerola en su cabeza de chorlito, le aconsejo que evite a Pierre.-
PETER disimuló su sorpresa ante las directas palabras del lacayo.
- Entiendo.-
Grimsley se dio la vuelta para irse, pero se detuvo en el umbral de la puerta.
- Supongo que nuestras formas poco convencionales debían de ser un tanto violentas para un aristócrata de su nivel.-
- Créame, Grimsley, toda la «violencia» que he recibido de manos de los ESPOSITO ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida.-
La mirada gélida y reticente se esfumó del rostro de Grimsley.
- Bueno, va a tener que sudar la gota gorda para conseguir lo que desea. El doctor Wentbridge le propuso en matrimonio a la señorita Lucy y tienen pensado casarse dentro de dos meses. Creo que al señor AMADEO, que me parece que es del tipo impaciente, le gustaría celebrar una boda doble.-
Grimsley tosió discretamente sobre la mano y dejó a PETER solo en la biblioteca.
PETER anduvo hasta la ventana y miró hacia fuera sin ver nada mientras las palabras de Grimsley resonaban en su cabeza.
«O sea que AMADEO es un hombre del tipo impaciente, ¿Eh? Va a convertirse en un hombre del tipo magullado y sin dientes si se ha atrevido a ponerle las manos encima a mi mujer».

CAPITULO 73

A PETER le invadieron los celos.
- Un ex pretendiente - Espetó.
PABLO arqueó las cejas.
- ¿Ah, sí? ¿Has dicho «ex»? Parece ser bastante actual según la carta de la pequeña Callie. Dice que les visita casi a diario. Imagínatelo.-
- PABLO.-
La palabra de PETER contenía un inconfundible tono de aviso. PABLO abrió los ojos de par en par, con expresión de fingida inocencia.
- Me estoy limitando a leer las palabras de la niña. Si ya te va bien que ese tal AMADEO corteje a la mujer que amas, nada más lejos de mi intención que objetar nada ante tu decisión. Es obvio que sabes qué es lo que más te conviene.-
PETER dejó la copa en la mesa de PABLO dando un fuerte golpe.
- Por supuesto que lo sé.-
PABLO agitó la carta en el aire.
- ¿Significa eso que no piensas hacer nada al respecto?-
PETER dio un paso adelante y le quitó a PABLO de un tirón la carta de la mano.
- No hay nada que pueda hacer.-
- De hecho, creo que puedes hacer bastante.-
- Déjalo ya, PABLO. Es mejor así.-
- ¿Mejor? ¿Eso crees? ¿Para quién? Según esta carta, LALI parece bastante triste, y es evidente que tu estás francamente mal...-
- No estoy mal...-
Se miraron fijamente durante un largo rato.
- Como quieras, PETER. Pero creo que estás cometiendo una tremenda equivocación.-
- Tomo nota.-
- En realidad, no es de mi incumbencia. Ya tengo bastante intentando controlar a ROCIO para preocuparme de tus asuntos.-
- Exactamente.-
- Esta esposa mía agotaría la paciencia de un santo, metiendo siempre las narices en todo. Ya sabes cómo se las arregló para conseguir que LALI viniera a la fiesta... -
En aquel momento se oyó un gran estruendo en el otro extremo de la habitación. PETER y PABLO se giraron hacia el lugar de donde procedía el ruido y observaron cómo se abría de par en par una puertecita ubicada en el rincón más alejado del despacho.
ROCIO se precipitó de cabeza desde el armario. Dio un grito sofocado y aterrizó sobre la alfombra hecha un ovillo, resoplando sonoramente
- ¡Maldita y endeble puerta!-
- ¡ROCIO! - Exclamó PABLO, corriendo junto a ella - ¿Te has hecho daño?-
Se arrodilló para ayudarla a levantarse, pero PABLO se soltó de sus brazos y se apartó de él.
- ¡Suéltame, tú... Tú... Oh! - Se puso de rodillas y se apartó el pelo de la cara con impaciencia - No se te ocurra ponerme las manos encima, canalla.-
Con un gran esfuerzo, se puso de pie, respirando entrecortadamente. Alisándose la falda con gran ímpetu, avanzó pisando fuerte hacia su anonadado esposo y se detuvo justo enfrente de él.
- Conque agotaría la paciencia de un santo, ¿Eh? ¿Cómo te atreves a decir algo semejante? ¡Y con todo el descaro! A ver si te enteras de una vez de que no necesitas «controlar» a ROCIO. Soy perfectamente capaz de controlarme a mí misma, muchas gracias - Luego anduvo con paso airado y la cabeza bien alta hacia su hermano - ¡Y tú! Eres el imbécil más testarudo, obstinado y estúpido que he tenido la desgracia de conocer.-
Acompañó cada uno de los insultos con un golpe seco del dedo índice en el centro del pecho de PETER.
- ¡Uy! - PETER se frotó la piel dolorida y la miró con mala cara. ¿Acaso todas las mujeres que conocía se sentían impelidas a aporrearle el pecho? - Ese hábito tuyo de escuchar detrás de las puertas no es muy propio de una dama que digamos, querida hermanita.-
ROCIO resopló por la nariz y levantó un poco más la barbilla.
- Es la única forma que tengo de enterarme de algo en esta casa, y debo decir que no doy crédito a mis oídos. No puedo entender que no vayas a explicarte ante LALI.-
- No te debo ninguna explicación, ROCIO - Dijo PETER con voz tirante - Si me disculpan los dos, debería irme ya.-
Dio media vuelta para salir de la habitación. ROCIO lo agarró del brazo y tiró de él con fuerza.
- No hasta que escuches lo que tengo que decirte.-
PETER se detuvo y miró la mano de ROCIO sujetándole la manga, luego emitió un largo suspiro.
- Muy bien. Di lo que tengas que decir, pero dilo rápido. Salgo de aquí dentro de exactamente dos minutos.-
- Como ya sabes, conozco a LALI - Dijo ROCIO sin dudar ni un momento - Creo que es maravillosa. Es encantadora, inteligente, cariñosa, buena y generosa, pero eso no es lo más importante.-
- ¿Ah, no? - Preguntó PETER en tono de aburrimiento - ¿Puedes decirme entonces, por favor, qué consideras más importante?-
- Que te quiere.
- Sinceramente, lo dudo.-
ROCIO se sentía tan frustrada que dio un taconazo de rabia en el suelo.
- ¡Por el amor de Dios, PETER! ¿Cómo puedes ser tan imbécil? Estuvo sentada en esta misma habitación y me dijo que te quería, algo que ya te había dicho a ti. Y, lo que es más, tú la quieres a ella - Le agitó la manga, pero PETER guardó un silencio sepulcral - Puedes negarlo cuanto quieras – Prosiguió - Pero por qué te empeñas en negarlo es algo que a mí se me escapa por completo. Te ha salvado la vida, no una vez sino dos. Se merece mucho más de lo que le has dado. Fuiste feliz con ella durante tu estancia en Halstead. Y cualquiera que tenga dos ojos en la cara puede darse cuenta de que ahora te sientes profundamente desdichado porque la echas de menos. Ve a verla. Habla con ella. Ella vino una vez a ti, pero tú la echaste a patadas. Ahora eres tú quien debe ir a buscarla.-
- No quiere verme - Musitó PETER apretando los dientes.
- ¿Cómo lo sabes? - Dijo ROCIO chillando - ¿Has pensado alguna vez en sus sentimientos? La carta de la niña dice que LAI está triste. ¿Y qué me dices de ese otro hombre? Ese tal AMA-no-sé-qué. ¿Puedes soportar la idea de que otro hombre la corteje? ¿Que se case con ella? ¿Que le haga el amor?-
ROCIO alargó el brazo y acarició delicadamente la mejilla de PETER, aunque habría estado dispuesta a golpearle si hubiera sido necesario.
- ¿Cómo puedes permitir que se case con otra persona cuando la deseas tan terriblemente? – Le preguntó con ternura - No te niegues la felicidad, PETER. Creo sinceramente que, si le explicas por qué te comportaste como lo hiciste, ella te perdonará. El amor es un regalo. No lo rechaces - Luego se volvió hacia su marido - No creas ni por un momento que me he olvidado de lo que acabas de decir sobre mí. Ahora estoy demasiado exhausta por haberme tenido que enfrentar al patán que tengo por hermano. Necesito una reconfortante taza de té antes de enfrentarme al canalla que tengo por marido.-
Recogiéndose la falda, salió de la habitación cerrando silenciosamente la puerta tras de sí.
PETER miró fijamente la puerta que se acababa de cerrar.
- Me siento como si me acabara de atropellar un coche de caballos.-
- Desde luego. Te ha atropellado, luego ha retrocedido y ha rematado el trabajo atropellándome a mí.-
PETER se volvió lentamente y se encaró a PABLO.
- Tu esposa me ha llamado patán.-
- Tu hermana me ha llamado canalla.-
- También me ha llamado imbécil.-
- Lo eres - Dijo PABLO con expresión de absoluta seriedad.
- A esa esposa tuya le sobra impertinencia y tiempo libre. Necesita un proyecto o una afición, algo que la mantenga ocupada y, espero, la ayude a mantener la boca cerrada - Dirigió a PABLO una mirada llena de intención - Tal vez un hijo serviría. Dale a ROCIO algo en que ocupar el tiempo aparte de escuchar detrás de las puertas.-
- Una excelente sugerencia - Dijo PABLO, con un brillo malicioso en los ojos - De hecho, puesto que tú ya te ibas, creo que haré una visita a mi esposa para ayudarla a reponer sus flaqueantes fuerzas de una forma algo más interesante que tomando té - Se encaminó hacia la puerta - Tú te ibas, ¿Verdad?-
James asintió lentamente.
- Sí. Sí, ya me iba. De hecho, tengo muchas cosas que hacer.-
- ¿Ah, sí? ¿Qué te traes entre manos?-
- Parece ser que tengo que hacer algunas compras.-
PABLO enarcó las cejas.
- ¿Compras?-
- Sí. Me han invitado a una fiesta de cumpleaños. Y, desde luego, no puedo presentarme con las manos vacías, ¿No crees?-
PABLO lo miró durante un buen rato, con una gran complicidad. PETER mantuvo una expresión fingidamente neutra.
- No - Dijo al fin PABLO, apoyando una mano sobre el hombro de PETER - Desde luego, no puedes presentarte con las manos vacías.-

sábado, 16 de abril de 2016

CAPITULO 72

¡Maldita sea, PABLO! ¿Qué es tan endiabladamente importante para que me arrastres hasta aquí? - Preguntó PETER mientras entraba en el despacho privado de PABLO.
- Me alegra verte levantado - Comentó PABLO.
- No me has dejado otra elección - PETER se sirvió una generosa copa de brandy y luego se plantó delante de PABLO - Te lo vuelvo a preguntar. ¿Qué demonios quieres?-
Joseph negó repetidamente con la cabeza.
- Vaya, vaya. Hoy nos hemos levantado con el pie izquierdo, ¿Eh?-
- No nos hemos levantado de ninguna forma. Tenemos un horrible dolor de cabeza, una montaña de correspondencia que revisar y ningún tiempo que malgastar haciendo vida social.-
- Una pena - Dijo PABLO, sin asomo de compasión - Y yo que creía que te encantaría salir de casa. Llevas una semana entera encerrado en tu casa de Londres. Según me ha informado mi personal, ya llevas varios días levantado.-
- ¿Cómo sabe tu personal lo que pasa en mi casa?-
- Uno de los ayudantes de cocina de tu casa es sobrino de la doncella de ROCIO-
PETER se bebió media copa de un trago.
- ¡No sabes la alegría que me das!-
- Alguien tiene que mantenernos informados - Dijo PABLO con delicadeza - No es que estés muy comunicativo que digamos últimamente.-
- No tengo nada que contar. He estado trabajando. Hace tres días todavía estaba guardando cama. Como tal vez recuerdes, me dispararon. Y ahora... ¿Vas a decirme por qué insististe tanto en que viniera a verte?-
- No insistí...-
- Insististe - Enfatizó James con una mirada fulminante En que tenías algo muy importante que decirme.-
- Siéntate, PETER.-
- No tengo ningunas ganas de sentarme - Gritó PETER - Limítate a darme la maldita noticia que, por lo visto, tienes que darme y deja que me vaya.-
- Muy bien. Es sobre LALI.-
PETER se quedó helado, con la copa de brandy a medio camino de la boca. Simulando una calma que estaba lejos de sentir, dijo:
- ¿Ah, sí?-
PABLO le alargó un sobre.
- Me lo ha traído un mensajero esta mañana. Lleva esta dirección, pero está dirigido a ti. El mensajero dijo que procedía de una tal señorita ESPOSITO de Halstead.-
PETER dejó la copa y cogió el sobre, con el corazón en un puño. La mitad de él deseaba desesperadamente saber qué le había escrito LALI, pero la otra mitad temía sus palabras, que, sin duda, estarían llenas de rencor. Y justificadamente.
PABLO se dirigió hacia la puerta.
- Tienes que saber que sólo una vida entera siendo un caballero me ha impedido abrirla y leerla. Te dejaré un momento de intimidad, pero volveré en breve. No se te ocurra marcharte antes de que vuelva.-
Tras decir esas palabras, PABLO salió de la habitación.
PETER miró fijamente el sobre mientras le palpitaba fuertemente el corazón en señal de anticipación y de miedo. Se sentó en una butaca orejera y deslizó un tembloroso dedo bajo la solapa del sobre, rompiendo el precinto lacrado. Abrió el sobre y extrajo una hoja de papel. Miró al techo, respiró hondo y luego bajó la vista y leyó la hoja que tenía delante.

Estimado lord Glenfield,

Espero que se encuentre mejor. Cuando LALI nos contó que se había hecho daño en la cabeza, me puse muy triste. Dijo que se recuperaría pronto. Eso espero. Nosotros estamos todos bien. Tía JUSTINA me ayudó a hacerle un vestidito nuevo a la señorita Josephine y ahora está preciosa. Mi cumpleaños es el próximo viernes, día 20, y estamos organizando una fiesta. ¿Se imagina de qué tipo? ¡Una merienda con pastas y té! También habrá pastel, y hemos bañado a Winky, Pinky y Stinky para que puedan venir. Me encantaría que usted viniera. Entonces sería el mejor cumpleaños de toda mi vida. LALI dice que usted es un importante miembro de la nobleza y que no tiene tiempo para fiestas de cumpleaños. Pero, si usted viene, tal vez LALI no esté tan triste. El otro día la vi llorar, pero, cuando le pegunté qué le pasaba, me dijo que se le había metido algo en el ojo. Tal vez el señor AMADEO le había dicho algo que la puso triste. Viene a vernos casi cada día. El doctor Wentbridge viene cada día, pero no porque haya alguien enfermo en casa, sino porque se va a casar con Lucy. Winston ha acabado de arreglar el gallinero y ahora está reparando el techo del establo. Grimsley volvió a perder sus gafas, y Pierre las encontró en el estofado. Pierre se enfadó mucho y dijo muchas palabras que yo no entendía, y ahora Grimsley está haciendo un esfuerzo para no quitarse las gafas de la nariz. Andrew y Nathan dicen que esperan que usted se encuentre bien y le echan de menos. También le echa de menos tía JUSTINA. Ella me ha ayudado a escribir esta carta, un poco. La señorita Josephine y yo le echamos mucho de menos y también le queremos.
Afectuosamente,
Callie Eugenia ESPOSITO

Cuando PETER llegó al final de la carta, tenía un enorme nudo en la garganta y los ojos sospechosamente húmedos.
«¡El maldito polvo! ¿Por qué PABLO no tendrá este asqueroso lugar suficientemente limpio?»
Negó con la cabeza y se secó rápidamente los ojos con el dorso de la mano. Debía de haber perdido mucha sangre en su refriega con Melissa. ¿Cómo, si no, se podía explicar que le afectara tanto la carta de una niña?
- ¿Qué te ha escrito _LALI? - La voz de PABLO interrumpió sus pensamientos.
- Nada.-
- Si no me lo quieres contar...-
- No, no es eso. No me ha escrito nada, literalmente. La carta no es de LALI.-
- Entonces, ¿De quién es? - Preguntó PABLO - El mensajero dijo que procedía de una tal señorita ESPOSITO.-
- Y así es. Me ha escrito la señorita Callie ESPOSITO.-
PABLO levantó las cejas.
- ¿Callie? ¿La niña pequeña? ¿La de la diabólica tortura de las sillas que se quedaban enganchadas a las nalgas y la manía de invitar a todo el mundo a tomar el té?-
- Esa misma.-
PABLO parecía haberse quedado sin palabras.
- Estaba seguro de que...-
- Estabas equivocado - Le interrumpió PETER en tono cortante - Ya te dije cuando hablamos al principio de esta semana que no había ninguna esperanza de que hubiera algo entre LALI y yo. Me detesta. Es normal que lo haga, después de cómo me fui de Halstead y de las cosas que le dije en el jardín.-
- ¿Se te ha ocurrido alguna vez disculparte?-
- No tiene ningún sentido. Me dijo que no quería volverme a ver nunca más.-
PABLO le dirigió una mirada penetrante.
- ¡Por el amor de Dios, PETER! Te salvó la vida. Incluso después de que le dijeras esas cosas.-
- Habría hecho lo mismo por cualquiera - Insistió PETER con testarudez - Ella es así: se preocupa por los demás y es absolutamente generosa.-
- Sí. Y también estoy seguro de que es comprensiva y compasiva. Y de que sabe perdonar.-
- Las cosas que le dije... Créeme, son imperdonables. Tú no viste la expresión de su rostro. Me miró como si le diera asco, como quien mira algo que está flotando en el Támesis, y era lo menos que me merecía.-
- No viste la expresión de su rostro cuando no sabíamos si sobrevivirías.-
PETER se pasó las manos por el pelo, haciendo una mueca de dolor al palparse la herida de la cabeza. Había dado vueltas a lo ocurrido en el jardín de PABLO miles de veces. Era lo único en lo que pensaba. Por su maldita estupidez había perdido a LALI, para siempre.
Levantándose de la silla, PETER se sirvió otro brandy y miró por la ventana. El sol brillaba intensamente, bañando a las gentes más distinguidas de Londres de un dorado resplandor mientras paseaban por Hyde Park, pero James no tenía ojos para nadie.
- No se quedó a mi lado, PABLO. Tanto tú como ROCIO le pidieron que se quedara, pero ella se marchó.-
- No hasta que supo que te recuperarías. Y además tiene una casa entera a su cargo. Tenía que irse.-
- Quería irse. Alejarse de mí.-
- Tal vez - PABLO le dio la razón - Pero ¿Puedes culparla realmente por eso?-
PETER apuró su copa.
- No. La traté fatal. Te lo he dicho más de una vez. Ella está mejor sin mí.-
- Hum... Tal vez tengas razón. Parece ser que un tal AMADEO está pasando bastante tiempo en casa de los ESPOSITO. Puesto que Lucy parece estar comprometida y a tía JUSTINA ya se le ha pasado bastante el arroz, sólo puedo asumir que LALI es su principal atracción.-
Al oír el nombre de AMADEO, PETER se dio media vuelta desde la ventana. PABLO tenía en la mano la carta de Callie y estaba devorando ávidamente su contenido.
- No recuerdo haberte dado permiso para leer mi carta - Dijo PETER con voz gélida.
PABLO le dirigió una sonrisa.
- Tienes toda la razón, pero tampoco te lo he pedido. Entonces, ¿Quién es ese tal AMADEO? ¿Un pretendiente?-

CAPITULO 71

Más tarde aquel mismo día, _LALI estaba en el jardín, agachada arrancando malas hierbas con desgana. Aquella actividad era demasiado lenta y demasiado solitaria, y propiciaba demasiado fácilmente la introspección. Y LALI había descubierto que la introspección no le iba bien. Le llevaba sólo a un lugar, siempre al mismo lugar. PETER. Y pensar en PETER le llevaba siempre al mismo lugar. La aflicción.
Tras la divertida informalidad de bañar a los perros, arrancar malas hierbas le resultaba demasiado pesado y aburrido. Tal vez escribir la ayudaría a dejar de pensar en las cosas en que no quería pensar. Suspirando, se levantó y se quitó de un tirón los guantes de jardinería.
- Hola, LALI.-
Sobrecogida, se dio la vuelta.
- ¡Dios mío, BENJAMI, me has dado un buen susto!-
Él sonrió.
- Lo siento. Tienes un jardín precioso.-
- Gracias. Me encanta la jardinería - En realidad, apenas soportaba mirar las flores, pero tampoco podía dejarlas morir por falta de cuidados - ¿Querías hablar conmigo?-
- Sí, de hecho, eso es exactamente lo que quería. Hablar contigo - Le ofreció el codo - ¿Te apetece dar un paseo?-
LALI dudó un momento y luego se encogió de hombros. Con tal de mantener la mente ocupada, cualquier cosa serviría.
- Está bien.-
Dejó los guantes en la cesta y se cogió del brazo de BENJAMI. Pasearon lentamente por el jardín hablando sobre naderías hasta que BENJAMI se detuvo. Se volvió hacia LALI, y ella notó que se estaba poniendo serio por momentos.
- ¡Por Dios, BENJAMI! Por tu forma de mirarme, parece como si se fuera a acabar el mundo. ¿Va algo mal?-
- No, sólo que tengo algo importante que decirte.-
- ¡Por todos los santos, haz el favor de decírmelo!-
BENJAMI se soltó de LALI bruscamente, entrelazó los dedos de ambas manos detrás de la espalda y empezó a andar delante de ella.
- He estado pensando bastante en ti desde mi regreso a Halstead.-
LALI arqueó las cejas en señal de extrañeza.
- ¿Ah, sí?-
BENJAMI asintió, sin reducir el paso.
- Sí, de hecho, también pensé a menudo en ti mientras estaba fuera - Hizo una pausa y la miró - Y tú, ¿Pensaste también en mí?-
«Por supuesto que sí. Tenía ganas de golpearte con una cacerola en la cabeza por haberme abandonado».
- Sí. A veces.-
Él exhaló sonoramente.
- Excelente. Como te decía, desde mi vuelta he estado pensando bastante en ti, o mejor dicho, en nosotros, en cómo fueron las cosas antes de mi partida. Cuando me fui, era considerablemente más joven y bastante inexperto - Un súbito rubor tiñó las mejillas de BENJAMI - Lo que te quería decir es que ya no soy un chiquillo. Hace tres años, no estaba preparado para asumir la responsabilidad de sacar adelante a toda tu familia - Se pasó un dedo por el pañuelo que llevaba en el cuello - Pero creo que ahora sí lo estoy.-
LALI se limitó a mirarlo fijamente.
- No te entiendo.-
- Lucy se casará pronto, sobre todo si Marshall Wentbridge no se duerme...-
- Le ha pedido que se case con él hoy mismo - Interrumpió LALI - Y ella ha aceptado.-
Una sonrisa triunfal curvó sus labios.
- ¡Ya lo decía yo! ¿Lo ves?-
- De hecho, no...-
- Andrew y Nathan están creciditos y son bastante autosuficientes, y Callie ha dejado de ser un bebé - Alargó los brazos y los apoyó en los hombros de LALI - En otras palabras, lo que tanto me imponía e intimidaba hace tres años ha dejado de imponerme y de intimidarme.-
LALI lo miró fijamente sin entender absolutamente nada.
- ¿Qué pretendes decirme?-
- Quiero que te cases conmigo.-
La expresión de extrañeza de LALI dio paso a otra de profunda estupefacción.
BENJAMI cogió con más fuerza a LALI por los hombros y la atrajo hacia sí. Inclinándose hacia delante rozó sus labios con los de ella varias veces en una serie de castos besos y luego se retiró. Los labios de BENJAMI se iluminaron con una sonrisa.
- Ya veo por tu expresión que te he sorprendido.-
- Me has dejado completamente anonadada - Consiguió articular LALI cuando logró hilvanar varias palabras.
- Pero no te he ofendido, espero.-
- No, no me has ofendido - Dijo con suma cautela, mientras intentaba ordenar sus caóticos pensamientos - Sólo me has desconcertado.-
BENJAMI tomó las frías manos de LALI y las estrechó entre las suyas.
- Siempre me has importado, LALI, y tú lo sabes - Se llevó las manos de LALI a los labios y le besó fervientemente los dorsos - No fue hasta que me marché que me di cuenta de lo maravillosa y especial que eres, de lo buena y cariñosa que eres - La rodeó con ambos brazos y la abrazó fuertemente - Y tan pura e inocente.-
A LALI se le encendió la cara.
«¿Inocente? ¿Pura?»
Cerrando los ojos, contuvo algo que estaba a medio camino entre la risa y el llanto.
«¡Santo Dios! ¡Menuda ironía! Hace tres años habría dado cualquier cosa por oír esas palabras saliendo de la boca de BENJAMI. Pero ahora es demasiado tarde».
BENJAMI quería casarse con una mujer pura e inocente, con una virgen, y tenía todos los motivos para esperar que LALI lo fuera.
«Y yo soy cualquier cosa menos eso».
Su noche de bodas tendría un desenlace dudoso, que probablemente traería la vergüenza y la humillación a ambos. No podía plantearse bajo ningún concepto casarse con él. Y luego estaba la cuestión de su identidad secreta como H. Tripp. Esa información no sólo escandalizaría a BENJAMI, sino que también le haría dudar de su honestidad.
Dando un paso hacia atrás para soltarse del abrazo de BE3NJAMI, LALI dijo:
- Yo...-
BENJAMI le tapó los labios delicadamente con la yema de un dedo, deteniendo sus palabras.
- No quiero que me des una respuesta ahora - Una medio sonrisa arqueó sus labios - Sobre todo si la respuesta va a ser no. Piensa en ello, LALI. Podríamos ser muy felices juntos -Le tocó suavemente la mejilla - Quiero cuidar de ti.-
LALI cerró los ojos y respiró hondo. Alguien que cuidara de ella.
«¡Dios, qué bien suena eso! ¡Qué maravilloso debe de ser que te cuiden! He cuidado de tanta gente durante tanto tiempo... ¿Cómo debe de ser eso de que alguien cuide de ti?»
- Prométeme que pensarás en ello.-
¿Cómo no iba a pensar en ello? La proposición de BENJAMI era increíblemente tentadora, no algo que descartar de entrada. Sí, era cierto que LALI había llorado y lo había pasado muy mal por culpa de BENJAMI hacía tres años, pero una parte de ella había entendido aquella decisión. Aunque tal vez no estuviera enamorada de él, lo apreciaba y los dos se llevaban bien.
«Alguien que me cuide».
LSLI asintió.
- Te lo prometo. Pensaré en ello.-
Volviéndola a atraer hacia sí, BENJAMI le besó la mejilla, luego los labios. LALI intentó sentir algo, cualquier cosa, ante el contacto de los labios de BENJAMI, pero no sintió nada. La embargó una profunda decepción, una desesperada necesidad de sentir algo en los brazos de aquel hombre que quería pasar con ella el resto de su vida.
«Alguien que me cuide».
Rodeándole el cuello con los brazos, le pasó los dedos por su recio pelo rubio.
- Bésame - Le susurró al oído.
La sorpresa brilló momentáneamente en los ojos de BENJAMI, y luego rodeó a LALI por la cintura con ambos brazos y la besó varias veces antes de separarse de ella.
- Creo que será mejor que paremos - Dijo con voz trémula.
- Sí - Asintió LALI intentando ocultar su decepción.
- ¿Puedo venir a verte mañana?-
- ¿Mañana? - Repitió ella ausente - Celebramos la fiesta de cumpleaños de Callie, pero sí, por supuesto. Estaremos encantados de que nos acompañes.-
Él le dio un delicado beso en el dorso de la mano.
- Hasta mañana entonces, cariño.-
Y se fue, caminando hacia la casa por el sendero del jardín.
En cuanto hubo desaparecido de su vista, LALI se dejó caer en el banco más cercano y se llevó los dedos a los labios. Había intentado desesperadamente sentir algo, la más leve chispa de pasión, en el beso de BENJAMI, pero no lo había conseguido. Había fracasado estrepitosamente.
En comparación con el beso de PETER, besar a BENJAMI había sido tan excitante como besar a una carpa muerta. El beso de PETER la había dejado sin aliento y anhelando más. El de BENJAMI, sólo vagamente aburrida.
Emitiendo un hondo suspiro de auto reproche, LALI hundió el rostro en las manos. Era injusto comparar a BENJAMI con PETER porque el PETER de quien ella se había enamorado no existía en realidad. BENJAMI era real. Ella sabía que a él sí que le importaba. Quería casarse con ella. Y cuidarla.
«¿Qué diablos voy a hacer?»

CAPITULO 70

LALI estaba mirando fijamente por la ventana del salón, observando cómo el cielo se aclaraba con la llegada del amanecer. Hacía una hora que el médico había dicho que James sobreviviría. La bala sólo le había rozado, pero había perdido mucha sangre, de ahí su prolongada pérdida de conciencia. Su familia había ido a verlo a su alcoba, pero LALI se había quedado en el salón, a pesar de la invitación de ROCIO para que los acompañara. Ella no era un miembro de la familia y además prefería estar sola.
Notó que alguien le tocaba la espalda y se volvió. ROCIO estaba a su lado.
- Acabo de estar en la habitación de PETER - Le dijo.
- ¿Cómo está?-
- Está durmiendo. El médico le ha dado láudano.-
LALI apretó fuertemente los ojos y exhaló aliviada.
- Gracias a Dios.-
ROCIO sonrió.
- Gracias a usted. Estaría muerto si no hubiera sido por usted.-
LALI miró hacia abajo mientras sus dedos jugueteaban nerviosamente con los pliegues de su vestido marrón. Se había traído una muda de ropa porque había planeado quedarse a allí a dormir tras la fiesta.
- Gracias por su hospitalidad, pero realmente debo volver a casa.-
- No puede pensar en marcharse ahora. Está amaneciendo y no ha dormido nada.-
- Debo volver con mi familia.-
«¡Necesito salir de aquí!»
ROCIO le dirigió una penetrante mirada, pero LALI se mantuvo en sus trece. Al final, ROCIO dijo:
- Si es eso lo que desea... Pero ¿No quiere ver a PETER? Todos los demás han ido a ver cómo está.-
- No - Contestó LALI enseguida, negando con la cabeza - No es necesario.-
Una expresión de preocupación y extrañeza se dibujó en el rostro de ROCIO.
- ¿Por qué no quiere verle? ¿Ha pasado algo en el jardín que no me haya explicado?-
LALI bajó los ojos y miró fijamente la alfombra.
«Soy el marqués de Glenfield... No tengo el deseo ni la intención de proseguir esta discusión. Cualquier relación que hayamos podido tener es cosa del pasado».
LALI parpadeó para contener las lágrimas que amenazaban con aflorar a borbotones.
- No. No ha pasado nada.
- Vaya a verle - Insistió ROCIO, estrechando las manos de LALI entre las suyas - Él la necesita.-
«Ojalá fuera cierto».
- No, no me necesita.-
- Sí que la necesita, LALI. Y usted lo sabe. Venga. La acompaño.-
De pie junto a la cama, mirando a PETER desde arriba, LALI tuvo la extraña sensación de que se repetía la historia. Él llevaba un vendaje blanco alrededor de la cabeza parcialmente cubierto por un mechón de pelo negro. Sus rasgos, relajados; su respiración, regular. Tenía exactamente el mismo aspecto que el hombre que ella había rescatado y cuidado en su casa.
«¿Sólo fue hace unas pocas semanas? Parece que haya transcurrido toda una vida».
En menos de un mes todo su mundo había cambiado, elevándola a las alturas del éxtasis sólo para hundirla en las profundidades de la desesperación. Se había enamorado profunda, loca y perdidamente de un completo extraño, un hombre que había descubierto que no conocía en absoluto, un hombre que aquella noche le había dejado tan claro como el agua que ella no significaba nada para él y que no quería tener nada que ver con ella.
«Si fueras la persona que yo creía que eras, un simple tutor, un hombre sin familia que me necesitaba, me quería y me deseaba, como yo te deseaba, te quería y te necesitaba a ti...»
Se le escapó una sola lágrima que le resbaló lentamente por la mejilla.
«No desees lo que no puedes tener».
LALI se dio media vuelta y se dirigió a la puerta. Se detuvo momentáneamente en el umbral y observó al hombre que yacía en aquella cama. Lamentó profundamente la pérdida de PETER LANZANITIEL, el hombre de quien se había enamorado. Y deseó una larga y feliz vida al marqués de Glenfield, fuera quien fuese.
Luego cerró silenciosamente la puerta tras de sí.

Tuvo que pasar una semana entera para que LALI empezara a volver a ser la misma de antes. Por fin, aunque no se encontrara exactamente bien, por lo menos, no se encontraba tan francamente mal. Todavía le dolía el pecho cuando pensaba en PETER, pero había tomado la firme determinación de quitárselo de la cabeza.
Afortunadamente, tenía muchas cosas con que mantenerse ocupada, la más importante de la cuales era el séptimo cumpleaños de Callie. LALI se complicó bastante la vida organizando la fiesta, en parte porque quería que aquél fuera un día memorable para Callie, pero también porque aquella celebración le proporcionaba algo en que centrarse. La familia al completo estaba sumamente ajetreada haciendo regalos y buscando lugares ingeniosos donde ocultarlos de los curiosos ojos de Callie.
- No encuentro ninguno de mis regalos - Se quejó Callie el día antes de la fiesta.
- Se supone que no tienes que encontrarlos - Le contestó LALI con una sonrisa - No habrá regalos hasta mañana.-
- He buscado por todas partes. Hasta en el cuarto de Winston - Callie se acercó a LALI y le susurró al oído - Tiene dibujos de señoritas medio desnudas debajo de la cama.-
La sonrisa de LALI se esfumó.
- Callie, es de mala educación meter las narices en las cosas de otras personas. Estoy segura de que esas señoritas son, ejem... Amigas de Winston.-
- No, no lo creo. Parecen malas y...-
- ¿Por qué no vas a buscar a Lucy y a los chicos y bañáis a Winky, Pinky y Stinky? - Sugirió LALI en un intento desesperado de cambiar de tema de conversación - No podrán asistir a tu fiesta si van así de sucios.-
- Desde luego que no - Asintió Callie, cambiando de foco de atención - Sobre todo Stinky.-
Al cabo de menos de media hora, los ESPOSITOS bajaron en masa al lago, cargados con cubos y jabón. Silbaron para llamar a los perros y, en cuestión de segundos, las tres inmensas bestias salieron del bosque a toda velocidad. Los chicos llenaron los cubos y tiraron agua sobre los perros mientras éstos corrían de aquí para allá. Winky, Pinky y Stinky conocían muy bien el juego y, moviendo las colas y ladrando ruidosamente, se lanzaban contra el agua, intentando coger al vuelo la espuma. Todo el mundo estaba riendo, sin aliento y empapado, cuando una voz masculina irrumpió en la algarabía.
- Parece ser que siempre encuentro a las damas ESPOSITO en las situaciones más sorprendentes cada vez que se me ocurre venir sin avisar.-
Todo el mundo se volvió hacia la voz. Marshall Wentbridge estaba de pie a unos seis metros, con una amplia sonrisa. El rostro de Lucy se tiñó de un rojo intenso mientras dirigía a LALI una mirada de angustiado bochorno.
- Hola, Marshall - Gritó LALI, saludándole con la mano. Luego guiñó rápidamente el ojo a Lucy y añadió - ¿Le gustaría unirse a nosotros?-
Marshall se acercó, quitándose la chaqueta mientras caminaba, con los ojos clavados en Lucy. Tras dejar la chaqueta en la hierba, se sumergió en el agua hasta las rodillas sin dudarlo ni un momento.
- ¿Qué hago? - Preguntó con una maliciosa sonrisa en su atractivo rostro.
LALI le lanzó un trapo mojado, que se estrelló contra la camisa de Marshall, mojándosela.
- Coja un perro, cualquier perro, e intente lavarlo - Le hizo un gesto jovial con la mano - Buena suerte.-
A los seis les costó más de una hora encontrar alguna mejoría en el aspecto de los perros. En cuanto conseguían coger a un perro y lavarlo, la maldita bestia corría al bosque y regresaba cubierta otra vez de barro y hojas secas. Pero, por fin, los animales se tranquilizaron y, entre risas y bromas, los ESPOSITO lograron bañarlos con la impagable ayuda de Marshall.
En cuanto concluyeron, LALI envió a Callie y a los chicos por delante para que se lavaran y se cambiaran de ropa. Se agachó para recoger los cubos y el poco jabón que había sobrado y, cuando se levantó, vio a Lucy y a Marshall muy cerca el uno del otro, cogidos de la mano. LALI enseguida apartó la mirada, sin querer interrumpir un momento tan íntimo. Se apresuró a recoger el resto de los utensilios y, cuando se disponía a volver a casa, se le acercaron Lucy y Marshall. LALI no pudo evitar fijarse en la expresión radiante de sus rostros y en que iban cogidos de la mano.
Tuvo que hacer un esfuerzo para contener la risa al contemplar el aspecto desaliñado de Marshall. Tenía una pinta de lo más impropia de un médico. Se preguntó qué pensarían sus colegas del Ilustre Colegio de Médicos si le vieran en aquel estado.
- Ha sido muy amable de su parte ayudarnos a bañar a los perros - Dijo LALI con una sonrisa.
Marshall sonrió.
- Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien.-
LALI volvió a coger los cubos que había depositado puntualmente en el suelo.
- Bueno, si me disculpan, ahora soy yo la que necesito desesperadamente bañarme.-
- Si no le importa - Se apresuró a decir Marshall - Me gustaría hablar un rato con usted.-
Volviendo a dejar los cubos en el suelo, LALI le dedicó toda su atención.
- Por supuesto que no me importa, Marshall. Usted dirá.-
Marshall carraspeó varias veces.
- Bueno, ejem, en ausencia de una madre o un padre de familia, y puesto que usted es la adulta que lleva la casa... - Se detuvo a media frase, ruborizándose un poco más con cada minuto que pasaba - Bueno, siendo ésa la situación, creo que usted debe ser la primera en saber que le acabo de pedir a Lucy que se case. Conmigo - Volvió a carraspear.
LALI_ tuvo que hacer un gran esfuerzo por mantener una expresión de seriedad acorde con la solemnidad de la situación. Allí estaban los dos, con aquel aspecto tan desaliñado, fuertemente cogidos de la mano y con el amor reflejándose ostensiblemente en sus radiantes rostros. Se volvió hacia Lucy.
- ¿Quieres casarte con Marshall, Lucy? - Preguntó LALI en lo que esperaba que pareciera un tono serio.
Lucy asintió tan enérgicamente que LALI temió que se fuera a marear.
- Oh, sí.-
Luego LALI se volvió hacia Marshall:
- ¿Por qué quiere casarse con mi hermana?-
- Porque la quiero - Dijo sin dudar - Quiero compartir mi vida con ella. Quiero que sea mi esposa.-
LALI sonrió.
- Eso es cuanto necesito saber - Se acercó y los abrazó a ambos a la vez - Estoy muy contenta por los dos - Dijo, conteniendo las lágrimas.
«Todo cuanto quería para ella se está haciendo realidad».
Frotándose los ojos, LALI añadió con una risita:
- Estaba pensando, Lucy, que nos hemos gastado una fortuna comprándote vestidos preciosos, y mira en qué momento se le ha ocurrido a Marshall pedirte que te cases con él. Hueles a perro muerto y pareces un gato ahogado.-
Lucy se rió y miró a Marshall con ojos radiantes de felicidad, quien la rodeó por la cintura y la apretó contra su costado.
- Pero un gato ahogado muy hermoso - Dijo Marshall. Miró al rostro de Lucy, que le observaba emocionada desde abajo y se desvaneció su risa. La miró extasiado y añadió - Francamente hermoso.-
LALI era lo bastante inteligente como para saber cuándo estaba de más su presencia, y aquél era, sin lugar a dudas, uno de esos momentos. Se apresuró a disculparse y dejó solos a Lucy y a Marshall. Cargada de cubos y trapos, tomó el sendero que llevaba hasta la casa. Justo antes de que el sendero describiera un recodo, miró hacia atrás. Lucy y Marshall estaban fundidos en un fuerte abrazo y Marshall besaba apasionadamente a su hermana. LALI se dio la vuelta y reanudó su camino. Sabía lo maravilloso que es y lo dichosa que se siente una mujer cuando el hombre a quien ama la estrecha entre sus brazos. Agradeció a Dios que la felicidad de Lucy fuera real y no un mero producto de su imaginación.

viernes, 15 de abril de 2016

CAPITULO 69

LALI se levantó del banco e inició el largo paseo de vuelta a la mansión. Llevaba andando varios minutos cuando oyó unas voces apagadas a lo lejos. Al principio, no les prestó atención, sintiendo sólo una ligera irritación por la posibilidad de cruzarse con alguien y verse forzada a mantener una conversación, algo que, desde luego, no le apetecía lo más mínimo. Lo único que quería era irse de aquella horrible fiesta y volver a Halstead lo antes posible.
Aceleró el paso, esperando que las personas que estaban conversando no se percataran de su presencia. Pero, conforme se iba acercando a ellas, varias palabras inconexas llegaron a sus oídos:
«Esperaba... Molestia... Pistola... Obvio... Matarte...»
La palabra «matarte» la hizo aminorar la marcha. Se detuvo, aguzando el oído. Las voces venían del otro lado del seto. Se acercó un poco más al seto y se dio cuenta de que una voz era de mujer y la otra de hombre. Sus ojos se abrieron de par en par cuando volvió a oír hablar al hombre:
«¿Y dónde está mi querido hermano? Ven, Gregory, sal de tu escondrijo. ¿Te has ocultado entre los setos?»
LALI reconoció de inmediato la voz de PETER. Se agachó, miró entre las ramas del seto y observó atentamente intentando ver algo en la oscuridad. PETER estaba sentado en un banco, a unos seis metros de ella. Hablaba con una mujer que se encontraba de espaldas a LALI.
Escuchó atentamente la conversación, aumentando su horror a cada segundo que pasaba.
«¡Dios mío! Si no hago algo, esa mujer va a disparar a PETER».
Se puso de pie y miró alrededor completamente desesperada. La casa estaba demasiados lejos para ir a pedir ayuda. Aquella loca podía apretar el gatillo en cualquier momento. Procuró respirar más pausadamente y mantener la calma mientras se rompía la cabeza intentando idear un plan. Al volver a mirar a través del seto, vio a la mujer nivelando la pistola con el pecho de PETER.
- ¿Quieres decir tus últimas palabras? - Dijo la mujer teatralmente.
LALI respiró hondo y pensó: «Ahora o nunca» Y se lanzó contra el seto.
- ¡Uf!-
LALI no volvió a exhalar hasta que aterrizó sobre el césped, encima de la mujer. La fría pistola salió despedida cuando ambas chocaron contra el suelo. La mujer se quejó e intentó moverse, pero LALI la retuvo.
- Quíteme las manos de encima - Gritó la mujer, intentando zafarse de ella.
- No pienso hacerlo - Dijo LALI apretando los dientes.
Se sentó sobre la espalda de su prisionera, y le aplastó los hombros contra el suelo con ambos brazos. Miró a su alrededor y sintió un gran alivio al ver la pistola en el suelo a varios metros. Su mirada se desplazó hasta el banco donde estaba sentado PETER, y se le paró el corazón. PETER estaba estirado en el suelo, inmóvil, boca abajo.
- ¡No! ¡Dios mío, no!-
Su angustiosa súplica retumbó en el silencio de la noche. Se olvidó inmediatamente de la mujer que tenía debajo. Se levantó de un salto y corrió junto a PETER. Arrodillándose, le dio la vuelta con suavidad y emitió un grito sofocado. PETER tenía la cara cubierta de sangre y una herida en la sien que le sangraba profusamente. LALI percibió un fuerte olor metálico. Temerosa incluso de respirar, le puso una mano en el pecho y casi se desmayó del alivio al sentir el latido del corazón bajo la palma.
PETER, Dios mío, ¿Me oyes? - Le tocó suavemente la cara con dedos temblorosos. Él escudriñó su rostro por un instante y luego cerró lentamente los ojos - ¡PETER! - Gritó LALI en tono desgarrador.
Con el rabillo del ojo, captó un movimiento. Miró a su alrededor y vio a la loca avanzando hacia ella mientras se sacaba una pequeña pistola de entre los pliegues de la falda. Una negra oleada de odio, que no se parecía a nada de lo que LALI había sentido antes, se adueñó completamente de ella. Dejó con sumo cuidado la cabeza de PETER en el suelo y luego se levantó y se encaró a la mujer que se le estaba acercando.
- No sé quién es usted, pero ha cometido un grave error - Dijo la mujer, mientras seguía avanzando hacia ellos, deteniéndose a poco más de un metro.
Y volvió a apuntar con la pistola a PETER.
LALI no dudó ni un momento. Se lanzó contra la mujer, empujándola hacia atrás con todas sus fuerzas. La estatura de LALI, combinada con su rabia, derrumbó a la mujer, que acabó tumbada boca arriba sobre el césped, desarmada de nuevo y completamente aturdida. Cogiendo la pistola del suelo, LALI se le acercó y la apuntó desde arriba, dispuesta a apretar el gatillo si fuera necesario.
Se oyeron gritos y el ruido de pasos corriendo detrás de LALI. Una distracción momentánea la hizo apartar la vista de la loca durante una fracción de segundo. Fue suficiente.
La mujer se arrojó sobre LALI, a la que cogió desprevenida. LALI cayó al suelo y la pistola salió despedida de su mano, volando por los aires. La mujer intentó desesperadamente hacerse con el arma, cogiéndola al vuelo por la empuñadura. Riéndose triunfalmente, empuñó la pistola y apuntó al pecho de LALI.
El ruido del disparo retumbó en el silencio de la noche.

PABLO atravesó el seto, jadeando, e inspeccionó visualmente sus alrededores. Contempló la escena que tenía delante y se le heló la sangre en las venas. Había una mujer tirada en el césped, cubierta de sangre. Otra mujer estaba sentada a pocos metros con la cara hundida en las palmas. También había un hombre en el suelo, medio oculto tras un banco de mármol.
- ¿Qué ha ocurrido? - Preguntó a Weston, el agente de la ley que se encontraba arrodillado junto a una de las mujeres.
- Está muerta - Informó él sin el menor atisbo de emoción en la voz.
PABLO se arrodilló junto a Weston y miró el rostro de la mujer muerta.
- ¡Santo Dios! - Susurró, consternado.
Miró a la otra mujer y luego la volvió a mirar para cerciorarse. Los ojos casi se le salen de las órbitas
- ¿Señorita ESPOSITO?-
No se habría quedado más helado si se le hubiera aparecido la mismísima Virgen María.
- ¿Qué diablos está haciendo usted a aquí? - Luego volvió a dirigirse a Weston - ¿Qué ha pasado?-
Antes de que ninguno de los dos pudiera responder, Nellis, el otro agente de la ley, chilló:
- Es lord Glenfield. Le han disparado.-
PABLO se levantó de un salto y corrió hasta donde estaba Nellis. Echó una mirada al rostro ensangrentado de PETER y le dio un vuelco el corazón.
- ¿Está vivo?-
- Sí, pero debe verlo un médico sin tardanza.-
- Vaya a buscar al doctor Goodwin, es uno de los invitados de la fiesta - Ordenó a Nellis, quien se fue corriendo a cumplir el mandato.
PABLO se quitó rápidamente la chaqueta y se la puso encima a PETER, rogando a Dios que su amigo sobreviviera.
A poco más de un metro, LALI se puso en pie temblando y se apartó el pelo de los ojos. Vio a la mujer en el suelo y a un hombre arrodillado junto a ella. El hombre se levantó y se acercó a LALI.
- ¿Está muerta? - Susurró LALI.
Un escalofrío le recorrió la espalda.
- Lo está - Asintió el hombre.
- Le ha disparado usted - Dijo LALI. Luego respiró hondo y tragó saliva, mientras se echaba a temblar - Me ha salvado la vida - Añadió con un hilo de voz - Gracias.-
- No se merecen, ¿Señorita...?-
- ESPOSITO. _LALI ESPOSITO.-
- Yo me llamo Weston - Dijo amablemente. Tomándola del brazo, añadió - ¿Por qué no me deja que la acompañe hasta la mansión, señorita ESPOSITO, y...?-
- No - LALI negó con la cabeza y se volvió hacia James - Quiero quedarme - Se soltó del brazo de Weston y se acercó a PETER, arrodillándose junto a él - ¿Está vivo? - Preguntó a PABLO, aterrada por la posible respuesta.
PABLO la miró.
- Sí. Parece que todavía le queda un atisbo de vida.-
En aquel momento llegó el médico, seguido casi inmediatamente de ROCIO y otro hombre. En vista de su parecido con PETER, LALI supuso que era su hermano, Gregory, el esposo de la loca. El médico empezó inmediatamente a explorar a PETER, y PABLO abrazó a ROCIO contra su pecho. Gregory miró a su esposa muerta y se quedó lívido.
- ¿Qué diablos ha pasado aquí? - Preguntó con voz trémula.
- Eso es lo que vamos a esclarecer - Dijo Weston con serenidad.
Ordenó a Nellis que mandara a los invitados de vuelta a la mansión y que llamara al juez. Mientras Nellis cumplía sus órdenes, el resto del grupo se separó del médico para dejarle trabajar.
Weston preguntó a LALI qué había pasado en el jardín, y ella relató con claridad lo ocurrido. Todos la escucharon, con expresión de consternación en sus rostros. Cuando hubo acabado, Weston prosiguió con el relato.
- Oí voces al otro lado del seto. Miré a través del seto y vi a lady Melissa apuntando a la señorita ESPOSITO con una pistola. Apunté a través del seto y disparé - Su mirada se desplazó hasta el cuerpo muerto que había estirado sobre el césped - Atravesé el seto, seguido de lord Blakmoor y de Nellis. Encontramos a lady Melissa muerta, a la señorita ESPOSITO conmocionada y a lord Glenfield malherido.-
- No me lo puedo creer - Musitó Gregory negando repetidamente con la cabeza con expresión atormentada.
ROCIO se volvió hacia LALI con los ojos llenos de lágrimas.
- ¿Cómo podremos agradecérselo? - Le preguntó con voz trémula - Le ha salvado la vida a PETER. Otra vez.-
- Ruego a Dios que así sea - Susurró LALI con voz entrecortada - Ruego a Dios que así sea.-