miércoles, 30 de diciembre de 2015

CAPITULO 20

Omelet de queso & jamón.

LALI observaba como PETER se disponía a preparar un omelet de queso y jamón. ¿No sería algo pesado como desayuno? Pero entonces miró la hora. Ya era medio día. Podía tomar eso como el almuerzo. ...
Ella estaba sentada frente a él en la barra de su pequeña cocina. Era cómoda y bastante accesible a pesar de su tamaño. Le había indicado a él en dónde estaban todas las cosas y con mucha facilidad él había comenzado. Era interesante ver que un hombre podía cocinar.
—Te cuento que esto es casi lo único que sé hacer —le dijo él como si hubiese leído sus pensamientos. LALI sonrió.
—O sea que vives comiendo omelet de queso y jamón —sonrió. Él la miró.
—Eso y fideos con manteca. O comida chatarra —asintió.
—Que poco sano —aseguró. LALI se puso de pie y se acercó al refrigerador para buscar un poco de jugo de naranja exprimido —¿Qué quieres tomar?
Él la miró sobre su hombro.
—Un poco de jugo está bien.
—Perfecto.
Ella tomó dos vasos y los llenó. Colocó uno frente a él y volvió a sentarse. ¿Cómo podía comenzar una conversación? En realidad ¿Cómo debía preguntarle algo sobre él?
—¿Sabes? Conozco a tu primo —le dijo, ganándole de ante mano. LALI se sorprendió.
—¿Conoces a AGUS? —preguntó.
PETER tenía la mirada fija en la sartén en dónde revolvía su omelet. Él sonrió y la miró. Iba hacerse el tonto con el tema de que había visto salir a AGUS y su hermana de su departamento.
—Sí, es el novio de mi hermana —le contó. La boca de LALI se abrió hasta casi tocar el suelo. ¿CANDE era la hermana de PETER?
—Estás de broma —dijo sin poder creerlo. PETER rió y negó con la cabeza.
—No, no lo estoy. Supe hace unos cuantos días que tu primo era el novio de mi pequeña CANDE.
—Wow, el mundo sí es un pañuelo —aseguró ella —Justo dos minutos antes de que llegaras ellos dos estuvieron aquí.
—Ah, ¿si? —se hizo el sorprendido.
—Tu hermana es un amor de persona —le aseguró —Con razón me resultaba familiar.
—¿Lo dices por lo de amor de persona? —bromeó arqueando una ceja.
LALI sonrió divertida. PETER tomó un plato y sirvió el omelet. Se lo tendió a LALI y él se sirvió el otro.
—No, no lo decía por eso… Me resultaba familiar, no sé, su forma de ser —ella comenzó a sentirse nerviosa ante la fija mirada de él. Tragó saliva —Simplemente me resultó familiar.
—Sí, es una hermosa persona —sonrió él —Y a tu primo lo tengo entre ceja y ceja.
Cortó un gran trozo de omelet y se lo metió en la boca. LALI se aguantó una sonrisa. Él parecía volverse malo al hablar de AGUS. Ella tomó su tenedor y cortó un pedacito.
—¿Por qué? —le preguntó después de tragar —AGUS es un gran hombre. Te puedo asegurar que jamás le hará daño. Además se nota que están enamorados.
—Más le vale no hacerle daño. Por el bien de su existencia.
—Que extremista —sonrió —Esto está delicioso.
—Muchas gracias, muchas gracias.
LALI rió levemente.
—¿Tienes más hermanos?
—Sí, somos tres en total. CANDE y VICO son mis hermanitos. Aunque CANDE es la más pequeña de la casa.
—¿Y tus padres? —preguntó mientras volvía a comer. Le gustaba conocer cosas sobre él.
—Y mis padres son una pareja realmente dispareja —dijo y tomó un poco de jugo. Agarró la servilleta y se limpió la boca —Pero se aman a más no poder. Mi madre GIMENA es la típica madre moderna y NICO L es algo chapado a la antigua, solo con CANDE.
—¿Vives con ellos?
—¿Cuántos años crees que tengo? —preguntó divertido. Volvió a la carga con su comida. LALI observaba sorprendida la rapidez con la que lo hacía.
—¿Qué importa la edad? Aunque tengas 30 años, podrías vivir con tus padres. Yo no lo veo como algo malo.
—No, no vivo con ellos. Empecé a vivir solo a los veinte, hace ya cinco años.
—¿Por algún motivo en particular?
—Quería independizarme. Aunque te digo que los primeros dos años quería volver corriendo. Extrañaba horrores las comidas de mamá y la compañía de mis hermanos.
Ella lo escuchaba atentamente, y sintió una leve sensación de envidia. Sí, lo envidiaba. Envidiaba las ganas con las que hablaba sobre su familia. Envidiaba el brillo de felicidad en sus ojos.
—¿Y cómo fue que pusiste uno de los talleres más solicitados de tu barrio? —preguntó para poder cambiar de tema.
—Querrás decir de la ciudad —le dijo. LALI sonrió —Simplemente crecimos. Con NICO empezamos a trabajar en el pequeño garaje de la casa de sus padres… y luego Pfff, empezamos a tener clientes y clientes. Juntamos la plata suficiente y compramos el galpón. Unos meses más tarde yo compré el departamento que tiene en el primer piso y ahora vivo allí.
—Tus padres deben estar muy orgullosos de ti —le aseguró ella.
PETER la miró fijo a los ojos. Y pudo ver eso que había visto en ella aquella noche en la que se conocieron. Admiración. Que ella lo mirara con admiración lo hacía sentir… importante. Pero ya no quería seguir hablando de él.
—Así que… eres la heredera del imperio LALI —no era una pregunta. Vio que ella se tensaba. Se maldijo a si mismo, tuvo que haber abordado el tema de otra forma.
—¿Qué…? ¿Cómo sabes eso? —preguntó un tanto nerviosa.
—Dio la casualidad que estás en una revista que mi madre lee…
—Diablos —murmuró ella. PETER sonrió con los labios sellados.
—No fuiste muy sincera conmigo el día que nos conocimos.
—Te dije que era secretaria —suspiró ella y dejó su plato a un costado, el hambre la había abandonado completamente —Y soy algo parecido a eso. Además no creí que hablarte de mi vida fuera algo importante.
—Ahora sí lo es —aseguró él —Háblame de ti, LALI. Necesito conocer un poco a la madre de mi hijo.
Ella se mordió levemente el labio. Le gustaba la forma en la que él decía ‘mi hijo’. Pero en realidad no sabía si quería contarle algo sobre ella. En su vida todo era problemas familiares, regaños, fracasos, reproches, etc.
—Bien, en esa revista habrás leído más o menos lo superficial. Sí, soy la heredera de las empresas LALI. Pero odio serlo —dijo.
—¿Por qué? —preguntó él —Todo el mundo daría lo que fuera por estar en tu lugar.
Ella sonrió con amargura.
—Encantada te cambio mi vida por la tuya —le dijo y lo miró a los ojos(...)
(...)—Tal vez las personas crean que ser ‘heredera’ es lo mejor del mundo. Que nada te falta, que todo te llega fácil. Que hay fiestas, diversión y te sobran los amigos. Pero no es así. O por lo menos no lo es para mi —sacó su vista de él para mirarse las manos —A pesar de ser mayor de edad, mis padres y abuelo siguen dándome ordenes y queriendo dirigir mi vida. Este departamento ni siquiera es mío, por Dios. Supuestamente es un regalo de cumpleaños de mi abuelo, pero aun está a su nombre. Nada de lo que ves aquí me pertenece realmente. Y odio eso, odio saber que no me lo gané como lo hace todo el mundo, como lo haces tú.
—Claro que te lo ganaste, LALI —dijo él y también puso su plato a un costado, pero a diferencia del de LALI, el suyo estaba vacío —Has estudiado, te has esforzado. Eres muy capaz y todo lo que tienes, lo tienes por ti misma.
—Ojala pudiera verlo así —murmuró.
—Es así, LALI…
—Yo soy una decepción para todo el mundo. Y todos se acercan a mí, porque creen que con mi supuesto dinero puedo beneficiarlos. Por eso te dije la verdad a medias.
—Me alegro que así haya sido —musitó él.
Una gran parte de él se alegraba. Porque si ella le hubiese dicho ‘soy heredera de una gran fortuna’ esa noche, él no se hubiese acostado con ella. Simplemente la hubiera calificado como una persona superficial y se habría marchado. Se quedaron en silencio…
—No sé que más decirte, PETER…
—¿Qué prefieres? —preguntó él. Ella lo miró extrañada —¿Dulce o salado?
—Prefiero lo dulce —contestó.
—¿Blanco o negro?
—Hay matices.
—¿Lluvia o sol?
—Un día lluvioso con algo de sol.
—¿Verano o invierno?
—Primavera y otoño —sonrió.
—¿Día o noche?
—Media tarde.
—¿Te gusta el baseball?
—Es un juego que no logro entender.
Ambos rieron. Entonces un teléfono comenzó a sonar. PETER se dio cuenta que era el suyo. Lo buscó apresuradamente y se tensó al ver que era MERY. Miró nervioso a LALI.
—Voy… a… contestar —le dijo.
—Ve tranquilo —asintió ella.
Él se puso rápidamente de pie y salió de allí.
—Hola, MER —la atendió cuando estuvo lo bastante alejado de la cocina.
—Hola, cielo ¿Dónde estás metido? —le preguntó —Te llamé al taller y me dijo el imbécil de NICO que habías salido a hacer algo muy importante.
PETER maldijo internamente a su mejor amigo. Iba a matarlo luego.
—Sí, salí a hacer unos trámites —le dijo y miró sobre su hombro hacia la cocina.
—Puedo ir a buscarte a donde estés —dijo ella.
—No, no —se apresuró a decir —Ya estoy terminando, no te preocupes.
—¿Y a dónde vas luego? —quiso saber.
—Al taller. Dejé al pobre de NICO con mucho trabajo.
—Estás raro, PETER ¿Qué sucede?
—No pasa nada, MER, lo juro…
—Bien —suspiró ella —Quería verte hoy, ya que mañana viajo y vuelvo recién… creo que, en una semana.
—Paso por tu casa hoy a la noche.
—¿Si? —preguntó con un tono alegre.
—Sí, cielo, a eso de las 10 estoy por ahí.
—Perfecto, te espero. Te amo.
—Y yo —murmuró.
Ella colgó y PETER dejó escapar el aire de sus pulmones.
¿Cómo diablos él iba a verla y decirle que había embarazado a otra mujer?
—No sabes que hacer, ¿verdad? —preguntó ella.
PETER giró para encontrarla parada en la puerta de la cocina. Apretó los labios y asintió levemente.
—No es fácil —aseguró.
—Tal vez todavía puedas reconsiderar lo que te dije.
—No, eso no está en discusión ya, LALI. Estás embarazada, juntos lo hicimos y juntos lo vamos a llevar adelante —vio como las mejillas de ella adquirían un suave color carmesí. Sonrió y acomodó su garganta —Pero creo que ya debo irme.
—Seguro —asintió ella —Te acompaño a la puerta.
—Abajo esta tu encargado, no te preocupes.
—Por lo menos te acompaño hasta la puerta de aquí —sonrió.
Él asintió y caminaron unos pasos hasta que ella abrió la puerta de salida del departamento. PETER salió y se giró a verla.
—Me alegro que hayamos
hablado —le dijo.

—También yo —sonrió LALI —Gracias por el omelet…
—No es nada —se acercó a ella y besó rápidamente su mejilla, sintiendo la piel de su rostro un poco fría a comparación de sus labios —Tengo el número de tu celular, se lo pedí a EUGE… ¿tú tienes mis números?
—Sí, me los dio EUGE —asintió.
—Bien, no dudes en llamarme si te sientes mal. Vengo por ti y vamos al hospital o dónde haya que ir, ¿bien?
—Claro —sonrió nerviosa —No te preocupes.
—Voy a ir a hablar con mis padres…
—¿Tan pronto? —dijo casi asustada.
—No hay motivos para retrasarles la noticia…
—Yo… yo no sé. Buscaré la forma de hablarlo con mis padres o tal vez ni se los diga y desaparezca de sus vidas de una vez —él sonrió y negó con la cabeza.
—Esa no es la solución, LALI —aseguró. Sin pensarlo, como un impulso, apoyó la mano en su panza y le sonrió —Ahora si me voy.
—Adiós —musitó ella y vio como él se alejaba y bajaba por las escaleras.

CAPITULO 19

La mejor decisión.

LALI estaba a punto de sentarse en su cómodo sillón para mirar un poco de tele, cuando el timbre volvió a sonar. Frunció el ceño, luego sonrió. Seguramente su primo se había olvidado de algo. Se acercó rápidamente a la puerta y abrió sin antes mirar. La pequeña sonrisa que mantenía en su rostro se desvaneció al verlo allí. ¿Qué hacía él ahí? Sintió que su corazón... se retorcía y tuvo el impulso de cerrarle la puerta en la cara… Pero ¿Por qué iba a hacerlo? Él no le había hecho nada malo.
En ese momento las malditas ganas de echarse a llorar la invadieron. Y eso que ya había llorado bastante. Con la pequeña visita de AGUS y CANDE había logrado dejar de pensar en todo. Pero le hubiese encantado contarle a su primo que no tenía un simple resfriado, sino que estaba embarazada. Pero sabía que aun no era el momento.
—¿Qué… qué haces aquí? —logró preguntarle luego de varios segundos.
—Yo… necesito que hablemos, pero bien —dijo él —¿Puedo pasar?
Ella se quedó quieta en su lugar, hasta que al fin reaccionó.
—Sísísí, pasa…
Se movió para dejarlo entrar. PETER le agradeció con un leve movimiento de cabeza y entró. El suave aroma de LALI lo invadió. Le había costado tanto acercarse y tocar el timbre. Pero sabía que era lo correcto.
LALI cerró la puerta y se quedó apoyada contra ella unos segundos, luego giró y lo miro.
—Puedes sentarte —le indicó.
El moreno asintió y se sentó en el sillón individual que estaba frente a un gran sillón color arena. Observó atentamente a su alrededor. Todo combinaba y estaba realmente ordenado. Había un suave olor a lavanda, que le recordaba al campo de su abuela. Cuando estuvo allí, no se había puesto a ver lo bonito que era el departamento. Pequeño sí, pero acogedor. Pero claro, ¿Cómo iba a poder si solo había estado pensando en llegar a una cama con ella? Sacudió la cabeza.
Concéntrate, idiota…
Volvió la vista a LALI. Ella tomó asiento frente a él, con mucho cuidado.
—¿Se te ofrece algo de tomar? —le preguntó cordialmente.
—No, gracias —negó él.
Ella asintió y lo miró a los ojos. PETER la observó detenidamente. Se juró a si mismo que no había cosa que él odiara más que ver el dolor en las miradas de los demás. Y en ese momento podía verlo en ella.
—Primero que nada, quería pedirte perdón por como te dejé solo ayer en el bar. No era mi intención.
—No, no —murmuró él —No te disculpes por eso. Sé que yo tuve la culpa.
LALI apoyó las manos entrelazadas sobre su regazo y comenzó a moverlas nerviosa. No sabía muy bien que decirle. Tragó saliva y se miró los pies.
—Yo sé que debes creer que este bebé no es tuyo y que soy una maldita embustera. Pero te juro que…
—Yo no creo eso —la interrumpió mientras fruncía levemente el ceño. ¿Cuándo él le había hecho sentir eso? —Lo pensé, LALI, y a pesar de que nos conocemos poco, sé que no me estás mintiendo. No tienes necesidad de hacerlo.
—Bien —asintió algo sorprendida —También quiero que sepas que voy a tenerlo, te guste o no. No voy a pedirte que lo mantengas. Ni siquiera es necesario que le des tu apellido. Yo sola podré y jamás vas a tener problemas por nuestra causa…
—¿Qué clase de monstruo crees que soy? —preguntó él sin poder creer todo lo que ella le había dicho. LALI abrió la boca para hablar pero la cerró al instante. Al parecer hoy era su día de meter la pata —Estás hablando de alguien que va a llevar mi sangre, una parte de mí. En ningún momento se me pasó por la cabeza pedirte que no lo tengas. Y mucho menos… no estar en su vida.
LALI lo miró sintiéndose una completa idiota. Ella estaba hablando sin pensar, por simple impulso.
—Lo siento —se disculpó —No quise ofenderte. Solo que… no te conozco. No sé lo que piensas, ni como eres. ¿No lo ves? —inquirió divertida —Vamos a tener un hijo juntos, y lo único que hemos compartido ha sido una borrachera y una… —dejó de hablar, sus mejillas se enrojecieron levemente —Eso.
Él sonrió por lo bajo, ella se veía adorable. Pero entendía como se sentía. A él también le aterraba la idea de tener un bebé con una persona que no conocía realmente.
—Te comprendo —le dijo —Pero creo que todo va a salir bien.
—Ojala que sí —musitó e inconscientemente se acarició el vientre sobre la remera.
PETER percibió aquel gesto y clavó la mirada en lo que ella hacía. Por Dios, se sentía raro… era muy diferente a lo que él había creído que sería. Tenía una tonta sensación en el pecho. Quería levantarse, acercarse a ella y acariciar su aun plano vientre.
—¿Cu… cuanto tiempo tienes? —se atrevió a preguntarle. LALI volvió la vista a él y le entregó una pequeña sonrisa.
—Seis semanas y varios días —contestó.
—Es muy poquito —dijo sonando algo tonto. Ella rió quedamente.
—Sí, según sé tiene el tamaño de un fríjol —volvió la vista a su panza.
—¿Ya fuiste al médico? —preguntó y se sentó mejor sin dejar de mirar como ella miraba su vientre.
—La semana que tengo mi primera ecografía —le contó.
—¿Eso es en dónde se ve al bebé? —quiso saber.
—Sí, así es.
—¿Puedo… acompañarte? —preguntó.
LALI levantó la cabeza rápidamente y lo miró. No pensó que él le diría eso. Es más, ella ya le había pedido a EUGE que la acompañara. Pero él era el padre… tenía más derecho que su mejor amiga.
—Si quieres, sí —le contestó.
—Bien… sí quiero ir —sonrió levemente.
—Bien, me alegro —aseguró LALI.
Más que alegre estaba anonadada. PETER era o parecía ser un hombre bastante… distinto a lo que ella conocía. Estaba segura que otro en su lugar hubiese huido de la responsabilidad de ser padre. Pero él allí estaba, sentado frente a ella preguntándole si podía ir a la ecografía.
Se quedaron en silencio, mirándose de reojo. PETER miraba a su alrededor y prestando atención a los cuadros que colgaban de las paredes. Ella tenía gustos bastante excéntricos.
LALI era plenamente consiente de los latiditos que estaban dentro de ella. ¿Cómo podía algo tan chiquito hacer tanto escándalo? Es más, ella creía que su bebé estaba… alegre.
—¿Tu familia ya lo sabe? —PETER rompió el silencio. LALI sonrió con los labios sellados y negó con la cabeza.
—No, aun no se los dije…
—¿Por algún motivo en especial?
Ella sonrió nerviosa y se removió en el sillón.
—No tengo una buena relación con mis padres —dijo simplemente. PETER asintió, él ya sabía aquello, por lo que AGUS le había comentado.
—Entiendo —asintió él y vio la tristeza que se apoderaba de ella. ¿Por qué unos ojos tan bonitos tenían que estar tan… apagados? —Mis padres van a sorprenderse. Pero lo van a entender, principalmente mi madre. Te aseguro que se pondrá a llorar de la emoción. Siempre dijo que quería ser una abuela joven. Yo no lo tenía planeado —sonrió divertido —Pero será bien recibido.
LALI se tensó y lo miró preocupada. Ella se estaba olvidando de un pequeño detalle en todo eso. Él tenía una novia… y por aquello quizás perdería a la mujer que él amaba.
—PETER… tú tienes una novia —no era una pregunta.
—Sí, su nombre es MERY —respondió él sintiéndose nervioso al recordar aquello.
Por un momento se había olvidado de ese pequeño detalle. Cuando ella lo supiera todo sería más que un desastre.
—¿No crees que va a ser mejor no decirle nada a nadie sobre esto? —le preguntó. PETER frunció el ceño —Tú la quieres —él asintió —Bueno, lo más probable es que no quiera volver a verte si le dices. Vas a perder a tu amor por esto…
—¿Me estás diciendo que debería ocultarle que voy a ser papá?.
—Y sí —exclamó ella. Por alguna extraña razón no quería que él perdiera a su novia. Sabía perfectamente lo que era sentirse traicionada y dejada. Sabía que si él le contaba a MERY que iba a tener un hijo con otra, ella simplemente iba a sufrir horrores. ¡Por dios, ella era peor que la rubia pechugona de BENJAMI! —¡Todo esto es un gran error, PETER! Ninguno de nosotros quería que esto fuera así. Tú tienes una vida echa… y tu novia seguramente sueña con casarse contigo y formar una familia. Y este error la destrozara. Deberías hacerme caso y… olvidarte de esto.
—Yo no huyo de mis responsabilidades, LALI —le dijo serio. Lo que ella le estaba diciendo no tenía sentido. Ella simplemente no estaba pensando bien. El labio inferior de LALI tembló —Tal vez por esto pierda a MERY, tal vez no… nadie lo sabe.
—Dile que entre nosotros no hay nada, nada de nada, que apenas nos conocemos. Que yo jamás voy a interponer al bebé entre ustedes.
—Mi hijo siempre va a estar primero para mí…
Y entonces ella se echó a llorar. Se cubrió el rostro con una mano para tratar de contenerse.
PETER se acercó rápidamente a ella, sentándose a su lado. La tomó de un brazo y la jaló hacia él, mientras le murmuraba palabras de calma.
Ella no se resistió y pronto se vio envuelta por calor y protección. Su cabeza se apoyó contra el pecho masculino. Los latidos del corazón de PETER sonaron contra su oído, calmándola.
Él la mantuvo cerca con cuidado. Le daba la sensación de que era la cosita más frágil que había abrazado en su vida. Con una de sus manos le acarició la espalda, su nariz rozaba el nacimiento de sus cabellos, su pelo desprendía un agradable aroma a shampoo de manzana y dulce, estaba algo húmedo. Y su otra mano se apoyó en su vientre…
—Ya no te preocupes por mi vida, LALI —le dijo calmadamente, sus labios rozando sus cabellos —Estaremos juntos en esto. No voy a darte la espalda. No fui criado de esa manera. Sé cual es mi lugar aquí… y soy el padre de ese bebé y me haré cargo de esto. Daré todo de mí para ser un buen padre y jamás va a faltarle nada.
Ella se mordió el labio inferior, que le temblaba sin control. Su mirada bajó a la gran mano de PETER que se apoyaba en su vientre. Y sintió que los latiditos volvían con fuerza ¿Acaso su bebé estaría sintiendo todo lo que ella sentía?
Levantó un poco la cabeza para encontrarse con su mirada. Aun estaba pegada a su pecho. Su rostro le quedó cerca. Él parecía estar tan tranquilo. Su mirada le transmitía paz… ¿Su bebé tendría esa mirada? Volvió a morderse el labio. El padre de su bebé era un hombre lindo, claro que si.
PETER podía besarla en ese mismo momento. La situación había cambiado radicalmente. Hacía unos instantes estaban tan fríos como un témpano. Y ahora simplemente él la tenía entre sus brazos. Ella se veía vulnerable, y él se sentía muy protector. Un beso no podía hacerle daño a nadie…
Pero entonces recordó a MERY. Claro que aquello haría daño, y mucho. Todavía no sabía como iba a decírselo.
LALI se alejó de él rápidamente y se sentó erguidamente en el sillón. Se secó bien las lágrimas y acomodó su garganta.
—Perdón, de verdad, yo no quise actuar de esta manera —le dijo. PETER sonrió.
—¿Siempre pides perdón por todo? —le preguntó divertido. Ella sonrió y negó con la cabeza.
—No —contestó —En realidad no lo sé…
Él se colocó de costado para poder mirarla de frente .LALI comenzó a sentirse intimidada por su profunda mirada. Ella no sabía como reaccionar o que decir. Haberse puesto a llorar delante de él era algo que en realidad no había querido hacer. No quería que él viera lo tonta que era, lo insegura y el miedo que tenía.
—Sé que estás asustada —le habló él. LALI apartó la mirada de él. PETER levantó la mano y la tomó del mentón, alzó su rostro hasta que sus miradas se enfocaron. LALI se tragó la angustia —Vamos a estar bien…
—¿Tú crees? —inquirió con un hilo de voz.
Él le entregó una suave sonrisa.
—Claro que sí. Tenemos nueve meses para poder conocernos del todo y buscar un lindo nombre y comprar ropita y cosas de bebes…
Ella rió por lo bajo y luego asintió. PETER seguía sosteniéndola del mentón, para que no pudiera apartar la mirada de él.
—Pero va a ser complicado —aseguró ella.
—Nadie dijo que era fácil, lo sé.
—¿Estás realmente seguro que quieres esto, PETER? —volvió a preguntarle.
Ella de verdad quería que él estuviera presente en todo eso, pero sabía que en cualquier momento podría arrepentirse. Y era mejor ahora que luego.
—Estoy seguro, LALI. Te aseguro que esta es la mejor decisión que he tomado en mi vida hasta ahora —se puso de pie —¿Desayunaste?
—No, no tengo hambre —dijo.
Entonces su estomago gruñó. Ella se miró a si misma indignada. ¿Cómo podía delatarla de esa manera?
PETER rió.
—Me parece que por allí adentro sí hay hambre, morena —dijo divertido —Ven, llévame a tu cocina. Vamos a ver que podemos hacer.

CAPITULO 18

Tomar cartas en el asunto.

Ella se despertó ante el sonido del teléfono de su casa. Giró en su cama y se levantó. Miró la hora y se fijó que eran las 9 de la mañana. ¿Tanto había dormido? Después de su horroroso encuentro con PETER (sí, estaba siendo algo exagerada), se había dirigido a su casa y había llorado todo lo que restaba de la tarde. Hasta que cayó en un profundo sueño. 
Corrió hacia el teléfono, antes de que dejara de sonar. Pero no llegó a tiempo y para su suerte dejó de sonar. Soltó un suspiro. En ese momento no tenía ganas de hablar con absolutamente nadie.
Se dirigió al baño, en dónde se dio una refrescante ducha de aproximadamente veinte minutos. Cuando estaba saliendo escuchó como el teléfono volvía a sonar. No le prestó atención, ya que quería cambiarse. Entró a su cuarto, buscó su ropa de entre casa y se la colocó con calma. Había refrescado un poco. El infernal aparto volvió a sonar.
—Maldita sea —gruñó entre dientes y se dirigió a él —¿Qué?
Atendió de muy mala gana.
LALI, hija, ¿te encuentras bien? —preguntó ella con un poco de inseguridad.
La morena soltó un suspiro y se dejó caer en su lindo sillón color arena.
—Hola, mamá. Lo siento —se disculpó —Sí, estoy bien, ¿tú?
—Bien —contestó con simpleza —Estaba preocupada por ti…
—¿Por qué? —quiso saber ella.
En realidad quiso preguntar ¿desde cuando?. Pero se dijo a si misma que no era una buena idea. Su madre solo quería saber.
—Porque estas enferma, LALI—dijo —Es por eso por lo que no estás yendo a trabajar ¿o no?
—Aaah, cierto —dijo desanimada.
Simplemente odiaba no poder sentir las ganas de contarle a su madre toda la verdad. ¡A su propia madre!
—LALI, hija, yo sé que en estos últimos tiempos, tu padre…
—¿Llamaste para empezar a disculparte por él de nuevo? —la interrumpió.
—LALI, él es tu padre y en realidad solo quiere lo mejor para ti.
—¿Lo mejor para mi? —dijo incrédula y luego soltó una cínica carcajada —¿Hablas de lo mejor para mi? ¿Acaso crees que lo mejor para mí es que mi propio padre me diga que un infeliz me abandonó porque simplemente yo soy una estúpida? ¿Crees que el desprecio de Robert es lo mejor para mi?
—No, LALI…
—Realmente estoy cansada —aseguró mientras cerraba los ojo para contener las lágrimas que amenazaban con salir —Jamás me he sentido tan sola en mi vida, mamá.
—Te juro, hija, que yo solo quiero lo mejor para ti —le dijo angustiada.
—Entonces, ¿Por qué no me contienes? —quiso saber —¿Por qué no me cuidas y me dices que en realidad yo no tuve la culpa de lo que pasó con BENJAMI? ¿Por qué no me dices que todo va a estar bien? ¿Por qué no mandas al diablo a Robert y te comportas como una verdadera madre?
—No lo entiendes…
—¿Con quien hablas, EMILIA? —escuchó que su padre preguntaba.
—Robert —dijo nerviosa —Hablo con LALI…
—Dámela —le dijo y la morena escuchó como le quitaba el teléfono —¿Se puede saber qué diablos estás haciendo?
—¿Qué tal, Robert? —preguntó ella con cierto cinismo.
—¿Qué te pasa? Te ausentaste por un mes completo luego de que BENJAMI se fuera, por tu culpa. Y ahora ¿estás enferma?
—La verdad no tengo ganas de hablar contigo, Robert…
—No te atrevas a colgarme.
—Adiós —dijo y cortó.
Respiró profundamente y sintió que las primeras lágrimas caían por sus mejillas. Odiaba a su padre. Lo odiaba. ¿Cómo podía albergar ese sentimiento tan feo por él? No lo sabía, pero lo hacía. Y sentía lastima por su madre. Ella era solo un títere más de Robert ESPOSITO. Tenía que hacer, sentir y decir todo lo que él le indicaba. Ahora comprendía algo… Ella misma había estado tomando el mismo camino que su madre. Con BENJAMI a su lado, su vida iba a ser completamente manejada.
Sonrió y se secó las lágrimas. Por primera vez agradecía que el infeliz la dejara. Se sorprendió ante el sonido del timbre. Ella no esperaba a nadie.
Se puso de pie y se acercó a la puerta, para ver por la mirilla. Sonrió encantada al ver a su querido y adorado primo del otro lado. Se secó bien el rostro y se acomodó un poco.
—¡AGUS! —exclamó al abrir la puerta.
AGUS sonrió y se acercó a abrazarla. Por alguna razón había estado pensando mucho en su prima.
—Hola, Luciérnaga, ¿Cómo estás? —le preguntó.
LALI lo soltó y se percató de la presencia de alguien más. Detrás de ellos se encontraba una chica, un poco más alta que ella, delgada y de tez blanca. Sus ojos eran… no sabía bien, tal vez eran verdes o celestes.
Su cabello llegaba hasta un poco más debajo de sus hombros y era de un lindo color tierra y tonos rubio. Le dio cierta sensación de familiaridad.
—¿Quién es ella? —le preguntó a su primo sin dejar de mirarla.
—Ella es CANDE —se la presentó. Entonces LALI sonrió.
—Así que tú eres la famosa chica que le robó el corazón a mi pequeño Presidente —dijo divertida y se acercó a ella para abrazarla. CANDE le respondió el gesto y sonrió. Vio que AGUS se sonrojaba levemente. Se alejó de LALI.
—Es un gusto conocerte, LALI. AGUS me ha hablado mucho de ti. Pero no me dijo que se lo conocía como ‘pequeño Presidente’ —dijo y lo miró. SIERRA apretó los labios.
—Oh —sonrió la morena —Cuando éramos niños jugábamos a ‘La Casa Blanca’. Ya puedes imaginarlo, ¿cierto?
—Claro que sí —asintió divertida.
—Pero por favor, pasen —dijo y los dejó pasar.
Al fin tendría una pequeña distracción a tantos problemas. Y al parecer la novia de su primo era encantadora e iban a llevarse bien.

En cualquier momento el corazón se le iba a salir del cuerpo, de eso estaba seguro. Pero de lo que no estaba seguro era si estaba haciendo lo correcto. No había podido dormir en toda la noche. Su cabeza pensaba y pensaba. Y había llegado a la simple conclusión de que iba, tenía, que hacerse cargo de aquello. No podía dejarla sola, eso no sería propio de un LANZANI. Ambos eran responsables. Había comprendido que LALI no le estaba mintiendo ni nada por el estilo. Simplemente el bebé era suyo.
Suspiró y se encaminó hacia el edificio. Cada paso que daba hacia aquel lugar, le recordaba la noche en la que había venido con ella. Recordaba las risas, las miradas, la desesperación que había sentido por estar dentro de ella. Sacudió la cabeza, solo tenía que concentrarse en la situación actual.
Recordaba bien el piso. Pero aun así le había pedido a NICO que le preguntara a EUGE, para estar completamente seguro.
Se acercó al tablero eléctrico e iba a tocar. Pero entonces un hombre mayor, con el cabello lleno de canas, abrió la puerta. PETER lo miró extrañado. El hombre era extraño. Su peinado era extraño… en sí todo él lo era.
El moreno posó la mirada en un pequeño cartel que colgaba de aquella horrorosa camisa color verde militar que llevaba puesta. Y decía:
‘Wolfgang Hut, encargado’
PETER volvió la vista al hombre.
—¿A qué piso se dirige, jovencito? —le preguntó.
Él pudo notar el leve acento alemán que el hombre poseía.
—Al piso cuatro, señor —dijo PETER.
—Solo llámeme Wolf —le indicó y le mostró el cartelito. PETER sonrió con los labios sellados y asintió.
—Lo siento, Wolf. Me dirigió al piso número cuatro.
—¿A lo de la niña LALI? —inquirió.
—Sí, sí, a lo de LALI —asintió efusivamente.
—Vaya, al parecer la niña LALI tiene un día de visitas hoy —dijo contento.
PETER frunció el ceño.
—¿Por qué lo dice? —preguntó sin querer queriendo.
—Porque recibe visitas —dijo el hombre encogiéndose de hombros —Pero pasa, muchacho. El portero eléctrico no funciona.
—Oh, gracias, Wolf —dijo e ingresó.
—No es nada, joven.
PETER vio como el anciano desaparecía detrás de una puerta. Se encogió de hombros y decidió seguir su camino.
Llegó hacia los ascensores, pero se dijo a si mismo que sería una mala idea subir por allí. No quería tener más recuerdos de esa noche, no. Decidió subir por las escaleras, así ganaría un poco de tiempo.
—Mira, LALI, quiero que sepas que voy a hacerme cargo de ese bebé —susurró entre dientes mientras subía —No, no, no. Eso es demasiado frío —se dijo sacudiendo la cabeza —No vas a estar sola en esto… —negó de nuevo y maldijo por lo bajo —Demasiado cursi, diablos…
¡Maldita sea, aquello era realmente complicado!
Llegó al piso y se detuvo antes de hacerse ver al escuchar un par de voces. Para su suerte la entrada de las escaleras no estaba visible hacia los que tomaban el ascensor o salían del departamento.
Se quedó apoyado contra la pared, escuchando atentamente los sonidos que provenían del otro lado. Un par de risas se hicieron más presentes.
—De verdad, LALI, eres increíble —escuchó que una voz femenina decía. Pero lo que más le llamó la atención fue lo familiar que le resultó.
Con cuidado se asomó, para no se descubierto, y se paralizó al ver que la voz le pertenecía nada más y nada menos que su hermana.
CANDE salió con AGUS detrás de ella. Ambos giraron para mirar a _____ que se quedó dentro de la casa.
¿Qué demonios hacia CANDE ahí? Pero entonces se calmó. No debía ser por el tema del bebé, claro que no. Estaba seguro de que LALI ni siquiera sabía que CANDE era su hermana. Además recordó que SIERRA le había dicho que llevaría a CANDE para que conociera a LALI. Pero… ¿y si ella les había contado que estaba embarazada? Sacudió la cabeza y se concentró en mirarlos.
—Que lastima que no se puedan quedar un rato más —dijo LALI. PETER miró su reloj, para fijarse que ya iban a ser las 11 de la mañana.
—Te juro que nos encantaría quedarnos, Luciérnaga —le dijo AGUS con una dulce sonrisa en el rostro —Pero tengo que ir a rendir mi último parcial del año. Vinimos de sorpresa y de pasada…
—Espero que la próxima sea con más tiempo —indicó divertida y golpeó a AGUS suavemente en el pecho. Miró a CANDE —Simplemente estoy encantada contigo. AGUS me había dicho que eras genial, no pensé que fuera tan así.
—Lo mismo digo, LALI —sonrió CANDE —Realmente eres admirable.
—Ya basta, me harás sonrojar —dijo divertida. Los tres rieron levemente. Pero PETER pudo notar lo apagada que se veía LALI. Sintió una presión en el pecho. Ella se veía abatida y triste. AGUS se acercó a abrazarla y le besó la frente.
—Espero que te mejores de tu resfriado —le dijo. CANDE también la abrazó.
—Te hablaremos en estos días para ir a tomar algo —le aseguró.
PETER sintió algo de alivio. Ellos dos no sabían nada del embarazo. LALI simplemente les había dicho que estaba resfriada. Pero ¿Por qué?.
—Aceptaré encantada —sonrió —¿Quieren que baje a abrirles? —preguntó.
—Nono —se apresuró a decir AGUS —Abajo está Wolf. Simpático tu encargado.
—Lo sé —asintió LALI —Es un amor… Pero bueno, ya que se van, creo que me voy a ir a acostar un rato.
Se volvieron a despedir con palabras y movimientos de manos, y LALI cerró la puerta. Nick comenzó a caminar hacia le ascensor con AGUS a su lado, le rodeó la cintura con un brazo. CANDE rió y le dijo algo por lo bajo.
Entonces SIERRA también rió y luego le dio una pequeña pero traviesa palmada en el trasero. CANDE volvió a reír.
En ese preciso momento, PETER estuvo a punto de hacerse ver y lanzarse sobre SIERRA como un perro. Pero entonces la puerta del ascensor se abrió y ellos entraron sin dejar de reír. PETER respiró profundamente, intentando calmarse. ¿Cómo es que aquel descarado se atrevía a palmearle el trasero a su hermanita de aquella manera? CANDE era una niña, no una cualquiera, por el amor de Dios.
¿En que diablos estoy pensando?
Sacudió la cabeza y volvió a concentrarse en su objetivo. Que CANDE hubiese estado allí significó algo, seguramente. Era una señal, claro que sí. Él tenía que hacerse cargo, como sus padres le habían inculcado durante toda su educación.
De ahora en adelante tenía una nueva vida por la que preocuparse además de si mismo y sus seres queridos. Miró la puerta del departamento de LALI y suspiró.
Era hora de asumir sus responsabilidades

CAPITULO 17

Ojala fuera el día de los inocentes.

—¡PETER! —exclamó ella sobresaltando a todos los que estaban a su alrededor.
Se acercó rápidamente a donde él había caído desmayado. ...
Genial… se ha desmayado al saber que va a ser padre.
Se arrodilló a su lado y le levantó el rostro del suelo. Intentó girarlo, pero era demasiado pesado o ella era demasiado débil.
Uno de los mozos se acercó hasta ellos.
Lo giró con cuidado y la cabeza de PETER quedó apoyada sobre el regazo de LALI. Ella acarició su rostro sin poder evitarlo.
—Voy a llamar a un médico —le indicó.
—No, no —dijo ella —Solo necesito un poco de agua y una cucharadita de sal.
El mozo se puso de pie y fue a buscar lo que ella le pedía.
LALI se quedó quieta, contemplando a PETER. Su rostro pálido la asustó un poco, pero se dijo a si misma que eso era normal. Seguramente, probablemente, le había bajado la presión. Una pequeña sonrisa curvó sus labios… Jamás pensó que él iba a desmayarse cuando recibiera aquella noticia. Se le cruzó por la cabeza cualquier otro tipo de reacción. Desde que se pusiera como loco, hasta que se riera de ella. Pero todo lo que él había hecho era levantarse y caer inerte al suelo. Vaya hombre de sorpresas era PETER LANZANI.
El mozo volvió con las cosas. Ella le dio las gracias. Tomó el vaso y sin pensarlo dos veces le arrojó el agua en el rostro. Él comenzó a moverse. Ella tomó la cuchara de sal y aprovechó que él abría la boca para metérsela.
PETER se ahogó y se incorporó de golpe. Miró a su alrededor nervioso, agitado… aun seguía algo pálido. Su mirada encontró la de ella.
—Dime que hoy es el día de los inocentes y tú estás haciéndome la broma más jodida de este mundo —le dijo respirando trabajosamente.
LALI no supo qué decirle. Simplemente se quedó quieta en su lugar, mirándolo fijamente. ¿Cómo es que ella iba a bromear con algo así? Ojala fuera una jodida broma. De repente sus ojos se llenaron de lágrimas. Diablos, que estaba sensible. Pero ¿Qué esperaba? ¿Qué él le dijera: oh, querida, me haces condenadamente feliz?
¡Despierta, tonta! Es un completo extraño para ti…
—No… no es una broma —le dijo en un susurro y se puso de pie.
Tomó sus cosas y salió de allí.
Él se quedó sentado en el suelo, con la cara empapada, sal bajo la lengua y aquella angustia dentro del pecho.
—Idiota —escuchó que alguien decía. Giró la cabeza y una mujer que estaba sentada en la mesa de al lado lo miraba con desprecio —¿Cómo crees que sería capaz de bromear con algo como eso? Una mujer, a menos que sea una perra mal parida, jamás jugaría con algo tan delicado como la vida de un hijo.
PETER no dijo nada, solo se quedó observándola. Las palabras ‘la vida de un hijo’ resonaban ruidosamente en su cabeza.
—Señor, déjeme ayudarlo —le dijo el mozo.
Le tendió la mano y PETER se puso de pie con su ayuda. Todavía se sentía algo mareado. Se sentó en la silla en la que había estado antes y luego se tomó la cabeza con ambas manos.
Embarazada… él había dejado embarazada a una completa extraña.
No. No. No. No. No y más no. ¿Cómo había sido tan irresponsable? ¿Cómo? Entonces recordó aquello. Esa noche él no llevaba condones ni nada por el estilo. No tenía pensado acostarse con nadie ni mucho menos. Pero entonces apareció ella, su linda sonrisa, su lindo cuerpo, unas copas de más, varias risas y por último la cama de su departamento. ¿Y ahora un hijo? Todo encajaba bien. Tenía sentido. Ella estaba embarazada, y él era el padre.
Aunque a decir verdad ella podría estar mintiendo ¿Por qué no? Él no la conocía realmente, no sabía de lo que ella era capaz. Pero ¿Por qué le mentiría? ¿Con qué fin? LALI no necesitaba nada de él. Es más… ni lo conocía.
Llamó al mozo y le pagó por el café. Salio de allí con la mente completamente ida.
<<Estoy embarazada>>
—Por dios —murmuró —Ella está embarazada…
¿Él iba a ser padre? Él iba a tener un bebé con una completa ¿extraña? ¿Cómo diablos iba a decirle eso a su familia?
Se lo imaginó un momento… la reacción de sus padres sería la normal o eso él creía. Le dirían que era un irresponsable y qué debía hacerse cargo de ello. Como siempre se lo habían dicho. Él jamás debía escapar de los problemas de la vida y mucho menos abandonar sus responsabilidades.
De todas las cosas que resaltaba él mismo de la educación que le habían dado sus padres, era la de asumir su vida.
Pero en ese momento él no estaba seguro de ello. Simplemente podía hacer como que no sabía nada y seguir adelante.
No, no, no ¿Cómo iba a hacer eso? Él ya era demasiado consciente de la situación. No iba a poder hacerse el idiota.
¿Y Hilary? ¿Cómo demonios le diría eso a ella? Al fin la situación entre ellos había mejorado. No tanto, pero si algo. Simplemente iba a irse todo al diablo cuando lo supiera.
Pronto llegó al taller. Escuchó que NICO estaba arreglando algo mientras hablaba por teléfono.
Intentó no hacer ningún ruido, así su amigo no lo descubría. Simplemente no tenía ganas de hablar, ni de escuchar las millones de preguntas de NICO.
Pasó frente a él con cuidado. Pero entonces RIERA levantó la cabeza y lo miró.
—Amorcito, te llamo luego —le dijo, seguramente, a MERY.
Colgó y dejó su celular a un costado. PETER soltó un suspiro.
—No tengo ganas de hablar, NICO —dijo PETER y siguió caminando.
—PETER —lo llamó.
El moreno se detuvo y giró a verlo. Lo único que quería hacer era subir a su casa y encerrarse unas cuantas horas en su habitación. Necesitaba pensar un poco. Necesitaba replantearse la situación que estaba viviendo.
—Ya te dije que no tengo ganas de hablar…
Volvió a caminar. No quería estar allí.
—¿Vas a ser papá? —preguntó RIERA.
PETER se detuvo y cerró los ojos mientras esas palabras calaban su cerebro.
Seguramente EUGE le acababa de decir. Ella no tenía ese derecho, claro que no. Pero maldición él no iba a poder decírselo de todos modos. Así que ya le había sacado un peso de encima. ¿Un peso de encima? ¿Qué estaba mal con él? Su vida iba a cambiar radicalmente dentro de unos meses ¿y él solo quería sacarse un peso de encima?
Se odió a si mismo. Odió a LALI. Odió esa noche que salió con su mejor amigo. Odió a su mejor amigo. Por primera vez en mucho tiempo sintió miedo y sus ojos acumularon la bronca en lágrimas.
NICO dejó todo y se acercó a él para abrazarlo. Era lo único que se le ocurría hacer en ese momento. ¿Qué más podía?
EUGE le había soltado la maldita bomba antes de que PETER llegara. Diciéndole que LALI no le contestaba el teléfono y que más le valía a PETER no haberle hecho o dicho algo malo.
¿Era esa la razón por la que EUGE había estado tan rara últimamente? Sabía que PETER era el hombre con él que había estado LALI.
Pero, ¿embarazada? La mejor amiga de su novia estaba embarazada de su mejor amigo. Aquello era una locura. Una completa locura.
—Está embarazada, NICO… —dijo PETER angustiado —Ella está embarazada.
NICO se alejó de él y tomó su cabeza, haciendo que lo mirara fijamente.
—Eres un jodido imbécil —le dijo —¿Cómo fuiste tan irresponsable?
—No lo sé —murmuró él entre dientes —Te juro que no lo pensé, NICO, no lo pensé.
—¿Y qué vas a hacer ahora, PETER?
—Tampoco lo sé…
—No puedes hacerte el idiota. Ese hijo es tuyo…
—¡¿Y COMO DEMONIOS SÉ QUE ES MIO?! —preguntó exaltado. La bronca y el miedo lo habían hecho reaccionar —¡¿COMO SÉ QUE ELLA NO ESTA MINTIENDO?!
LALI no tiene necesidad de mentirte —le dijo él calmado.
—¿COMO LO SABES, EH? ¿COMO?
—Simplemente lo sé, PETER.
—No, tú no sabes una mier-da, NICO…
Salió de allí para subir a su casa. No quería seguir escuchándolo. No quería seguir pensando.
—¡PETER! ¡No seas tan infantil! —le gritó él. Negó con la cabeza no tenía caso seguir diciéndole cosas. Él necesitaba pensar un poco.
PETER entró a su departamento y miró a su alrededor. ¿Qué iba a hacer él con un bebé?
Entonces como si tuviera de nuevo cinco años y acabara de ver la película de IT el payaso asesino, se largó a llorar

CAPITULO 16

Qué se necesita para desmayar a un hombre?

Su pierna se movía nerviosa debajo de la mesa. Su corazón latía acelerado. Tenía palpitaciones. Aquel estado no era bueno para ella, claro que no. Cerró los ojos y respiró profundamente. Solo se lo diría y luego se iría. Sí, eso era simple. 
Aun no podía creer que estaba allí, esperándolo para decirle que estaba embarazada de él y que iba a... tener a ese bebé. Antes de llegar al bar se había entretenido mirando una tienda de ropa para recién nacidos. Se le había encogido el corazón. Era ropa tan pequeñita y ella tendría que comprarla dentro de unos meses.
Todavía no había encontrado la manera de abordar a sus padres y a su abuelo. Simplemente le había pedido un certificado a Clara para poder ausentarse en el trabajo, hasta que encontrara la forma de hablarlo con ellos.
Levantó la mirada sobresaltada cuando alguien se sentó frente a ella. Simplemente se le olvidó como respirar al tenerlo allí. No, ella no estaba lista para hablar con él.
Maldita sea, MERYi ¿Por qué demonios te hice caso?
En ese mismo momento quiso levantarse de esa mesa y salir corriendo. Se sentía como una tonta niñita, a punto de enfrentarse al cuco.
PETER la observó detenidamente. Tenía el caballo suelto y caía sobre sus hombros de manera natural. Se veía linda, claro que sí. Pero pudo notar el nerviosismo en su mirada. Estaba algo pálida. Se dijo a si mismo que seguramente era por el cambio tan repentino de clima. En ese momento hacia un frío terrible. Pero entonces vio las pequeñas bolsa que residían bajo sus ojos. Realmente le preocupó su estado. ¿Estaría enferma?
—Es una sorpresa volver a verte —habló él al fin.
Después de que habló con ella simplemente se había desesperado. NICO no había ayudado mucho diciéndole cosas sin sentido. Como que ella quería volver a tener una noche apasionada con él y esas bobadas. Sacudió la cabeza para no pensar en ello.
—¿Cómo estás? —logró preguntarle ella luego de unos segundos.
—Bien —le contestó él —¿Tú? ¿Cómo has estado?
Oh, perfectamente… vomitando a cada rato y durmiendo como osa.
—Bien también —se limitó a decirle.
—La verdad LALI… jamás pensé que volvería a verte.
—Tampoco yo —sonrió nerviosa —Es más, ni siquiera sabía que tú eras el mejor amigo del novio de mi mejor amiga. Lo supe hace unos días.
—¿En serio? —preguntó curioso —Yo sí sabía que NICO salía con tu mejor amiga. Lo supe el día después de que nosotros…
—Oh, está bien —lo interrumpió —No necesito explicaciones.
En ese momento un mozo se acercó a ellos.
—¿Qué van a tomar? —preguntó.
—Yo un vaso de agua —dijo LALI nerviosa. Simplemente le estaba costando horrores estar allí sentada. En cualquier momento se iba a desmayar.
—Yo un café —dijo PETER.
El mozo asintió y se fue dejándolos solos de nuevo. El volvió a mirarla y se percató de que ella movía nerviosa una pierna debajo de la mesa. ¿Por qué estaría tan asustada?
—Verás, no quiero ocupar mucho de tu tiempo, PETER, sé que trabajas casi todo el día y te agradezco que simplemente te hayas hecho un espacio para hablar conmigo.
—De verdad no es nada —aseguró él —Además de que sentí curiosidad de saber que necesitabas, después de cómo me echaste de tu casa no creí que fuéramos a estar sentados en un bar —rió por lo bajo para que aquello resultara gracioso. Entonces vio que ella se ponía más pálida y su preocupación aumentaba.
—Lo siento —dijo sintiéndose repentinamente angustiada —Yo no quise echarte así, simplemente estaba… estaba…
—Tranquila —la calmó él —No te preocupes, no pasó nada.
La morena soltó un suspiro y rogó a dios que todo aquello terminara pronto.
—En realidad te llamé porque tengo que decirte algo.
El mozo volvió y les entregó lo que ambos pidieron. Ella tomó el vaso con agua y lo bebió de golpe. PETER arqueó una ceja preocupado. Ella simplemente estaba a punto de sufrir un ataque. ¿Qué era lo que iba a decirle o pedirle para ser tan… escandaloso? ¿Acaso le pediría que fueran amantes o algo como eso?
Sacudió la cabeza al sentirse algo ‘emocionado’ por eso. Pero entonces pensó en MERY. Al fin las cosas estaban un poco mejor entre ellos. Esta morena podía hacerlo sentir extraño… pero no iba a engañar a su novia con ella.
—Mira, LALI, hace un mes y medio atrás, cuando nos conocimos, yo estaba pasando por una terrible crisis y prácticamente separado de mi novia. Pero ahora estamos bien, y felices…
LALI cerró los ojos y se maldijo internamente. Quizás él creía que ella quería tener algo con él, cosa que no era así. Tenía que decírselo de una vez.
—PETER, yo…
—Yo sé que lo que pasó entre nosotros fue… genial —le dijo. Ella lo miró algo sorprendida y se quedó callada. PETER apretó los labios —Lo siento si quedo como un desubicado, pero jamás tuve una noche como la que pasé contigo —las mejillas de la morena se tiñeron rápidamente de un rojo intenso —Pero no puede repetirse.
Él vio que a ella le temblaba la mandíbula. ¿Acaso iba a llorar? Simplemente se sentía extraño. No entendía lo que ella quería. Si no era aquello, que cosa podía ser.
—No es eso, PETER —logró hablar al fin.
Respiró profundamente y contó hasta tres en su cabeza. No tenía que ser tan difícil. Simplemente debía soltarlo y ya.
—Entonces, ¿Qué es? —quiso saber.
Simplemente comenzaba a ponerse nervioso. Ella no quería tener una aventura con él. Si no era eso, ¿Qué podía ser?
—Yo…
La respiración se le aceleró y sus ojos acumularon las malditas lágrimas. Tenía tanto miedo de que él simplemente se pusiera como loco. Pero como le había dicho MERY, él tenía todo el derecho de saberlo y hacerse cargo. Y si no quería saber nada del bebé, ella tampoco iba a obligarlo. Su mejor amiga tendría que entender aquello.
—¿Qué? —dijo él nervioso —¿Qué pasa?
—Esto no es fácil de decir —aseguró nerviosa y apretó los labios.
—Eres hermosa, LALI —dijo él. Ella tragó saliva —Y sé que encontraras a alguien especial que va a darte todo lo que necesites…
Suéltalo ya, tonta, suéltalo yo.
Sí, tenía que soltarlo de una vez, iba a volverse loca si él seguía hablando. Para tomar un poco de fuerza apoyó su mano derecha sobre su panza. Encontró el tranquilizador latidito.
—PETER…
—…yo no soy lo que necesitas, morena —el siguió hablando. LALI volvió a respirar profundamente —Te juro que me encantaría serlo, pero no lo soy…
—Estoy embarazada —dijo al fin.
No lo miró. No quería mirarlo. Pero él no dijo nada. Y los segundos pasaban, y ella comenzaba a ponerse nerviosa. Levantó la vista para mirarlo de una vez. Él tenía el ceño levemente fruncido y parecía confundido.
—¿Me llamaste para contarme que estás embarazada? —inquirió confundido. Ella asintió levemente —Felicidades —dijo no muy convencido. No entendía por qué se lo estaba contando a él, ya que ni se conocían —Me alegro por ti y por el padre…
Palideció. Ajá, él acababa de ponerse blanco como el mantel que estaba sobre la mesa en la que ellos estaban. LALI volvió a aguantar la respiración. Él acababa de comprenderlo.
PETER se quedó quieto, sin habla y con la mirada fija en la mirada de ella. LALI lo había llamado, lo había citado y le estaba contando aquello porque él era el padre de ese bebé. Esa era la única razón.
Su corazón latió con fuerza y de repente sintió pánico. Mucho pánico. ¿Qué fue lo que él hizo?
Lentamente se puso de pie. Vio que ella también se paraba. La observó con mayor atención. Estaba un poco más delgada de lo que recordaba y todo lo que había visto en ella al principio, las ojeras, palidez y ojos hincados, se hicieron más notorios.
Bajó la mirada a su vientre. Plano… muy plano. Y allí adentro había un bebé. Un bebé que era ¿suyo?
Está embarazada. Está embarazada. Ella está embarazada, mier-da. Y yo soy el padre de ese bebé… Por ahí no, por ahí no lo soy. Ella por ahí está mintiendo. ¿Y por qué mentiría? Está minada de dinero, nada necesita de un simple mecánico.
—¿PETER? —inquirió ella.
—Creo que… voy a ir un segundo al baño —dijo él.
Dio un paso fuera de la mesa y todo se volvió borroso para su mirada. Sus piernas flaquearon y a lo lejos escuchó que ella lo llamaba y luego él caía de cara al suelo.

CAPITULO 15

Se lo dices tú o se lo digo yo.
Aclaración: En algunos capítulos les van a aparecer antes del capitulo algo como: Semana nº tanto. Eso es la semana de gestación que lleva la señorita LALI Muchas gracias por su tiempo.

Semana 6......

Ella se despertó al sentir unas horribles ganas de comer frutillas. ¿Era normal tener antojos tan pronto? No lo sabía. Se puso boca arriba en la cama y miró la hora sobre su mesita de luz. Eran las tres de la tarde, y ella aun estaba tirada en la cama. Era patética.
Simplemente su vida era un desastre. Por las noches no podía dormir y le agarraban sus malditos ataques de llanto. Después se despertaba con un espantoso dolor de cabeza y ahora que sabía que estaba embarazada no podía tomar ningún remedio sin consultarlo con su médica.
Suspiró y miró fijamente el techo. Inconcientemente su mano derecha acariciaba su vientre. Le gustaba tocarse la panza, encontrar el lugar en donde latía aquel pequeño corazón. Podría ser extraño, su vida se estaba yendo complemente a la basura. Pero siempre sonreía cuando sentía el corazón de su bebé. ¡Al fin iba a tener algo propio! Algo que era de ella, que iba a depender de ella. Su vida no sería la misma, pero no estaba arrepentida de la decisión de tener a ese bebe.
Se sobresaltó ante el repentino sonido del teléfono de su casa. Giró y lo tomó.
—Diga —dijo.
—LALI, ¿ya lo llamaste? —le preguntó ella. Se tensó al instante.
—No, no lo llamé, EUGE —dijo.
—¿Y qué demonios estás esperando? ¿Estar pariendo al niño? —le preguntó. LALIcerró los ojos y se masajeó el puente de la nariz.
—No sé si sea buena idea buscarlo y decirle esto, EUGE.
—LALI, lo hemos hablado un millón de veces —suspiró —PETER tiene todo el derecho del mundo de saber sobre el bebé.
—Pero necesito tiempo —dijo ella.
—No, LALI, no hay tiempo. Los días pasan y se van a convertir en meses. No puedes pretender decirle que va a ser padre cuando estés pariendo.
LALI respiró profundamente. En eso ella tenía razón. Lo mejor sería decírselo ahora y que él decidiera que quería hacer.
—Bien —murmuró —Voy a llamarlo para decirle todo.
—¡No puedes decírselo por teléfono, LALI! —la retó —Es algo muy delicado.
—¿Y qué quieres que haga? —preguntó nerviosa.
—Que lo llames y le digas que te gustaría verlo, para hablar con él de algo… importante.
—Pero… pero…
—LALI, no eres una niña. Tienes que hacerlo. Yo ya no me aguanto las ganas de contarle a NICO que vamos a ser tíos…
—¡Ni se te ocurra!
—Lo sé, no voy a hacerlo. Pero tú si tienes que hacerlo.
—Britt, hay una gran posibilidad de que PETER no quiera hacerse cargo o crea que no es suyo.
—Que se atreva a alguna de las dos y voy a colgarlo de las pelotas —aseguró la rubia.
—Pero no puedes obligarlo, EUGE. Él esta en todo su derecho de negarse.
—Claro que no, LALI—dijo ella algo ofendida —Aquí ambos son culpables. Los dos tuvieron sexo desenfrenado y sin cuidado. Tú lo gozaste, él lo gozó… ahora ambos van a hacerse cargo de ello.
LALI asintió con los ojos cerrados. Ella tenía toda la razón. Pero, ¿Cómo no sentirse asustada? Nada sabía de ese hombre. Bueno, lo había ‘conocido’ un poco más gracias a todo lo que EUGE le había contado.
Suspiró, ya estaba complemente jugada. Tenía que decírselo.
—Bien, EUGE, voy a llamarlo —dijo.
La rubia festejó contenta.
—Recuerda que su número está anotado en un papelito que te pegué contra la heladera. Puede que te atienda NICO. El número no solo da a la casa de PETER, sino que también da al taller.
—Tengo miedo, amiga…
—Tranquila, LALI, todo va a salir bien. Ahora te dejo, que tengo que seguir arreglando las cosas aquí en la casa de Ni.
—Está bien, EUGE. Hablamos luego. Te quiero, hermana.
—Y yo a ti, cariño. Muchísimo —dijo y colgó.
LALI se levantó de la cama y salió de su habitación. Era sábado y el frío era cada vez más notorio en Nueva York. Se acercó a la ventana de su departamento y observó la ruidosa ciudad. En algún momento de su vida se mudaría a un lugar más tranquilo.
Entonces, de repente, sintió esas terribles ganas de comer frutillas otra vez. Sonrió y se miró la panza.
—Eres insistente, ¿verdad? —le preguntó y acarició su vientre sobre la ropa de dormir.
Fue hacia la cocina y buscó la fruta que tanto ansiaba. Tomó el tarrito de frutillas con azúcar que había preparado para el desayuno, pero que no había podido comer porque había ido corriendo al baño a vomitar. Era asombroso ver como de un momento a otro odiaba y amaba una comida. Se acercó a la mesa y se sentó.
Comenzó a comer y sintió un gran alivio. Jamás en la vida comer frutillas había sido tan genial. Tal vez estar embarazada no era tan malo.

''¿Cómo es LALI?''
EUGE lo miró divertido.
''¿Por qué tanto interés en mi prima?''
''Solo quiero saber''
''Es una gran persona, una excelente amiga y sobre todo la cosa más dulce del mundo. Lastima que su propia familia le da la espalda y le hace la vida imposible…''
Él sacudió la cabeza y se propuso concentrarse de una vez por todas en el maldito auto que estaba arreglando. Hacía una semana que no dejaba de pensar en LALI. Cuando había tenido la oportunidad de estar a solas con su cuñado, le había preguntado varias cosas sobre ella. Escuchó como el teléfono del taller comenzaba a sonar. Resopló, él estaba metido debajo de un Lamborghini, no podía salir a contestar.
—¡NICO, teléfono! —llamó a su amigo.
—¡Sí, ya lo escuché! —dijo él. PETER sintió a su amigo y socio pasar por en frente de él hacia el teléfono —¿Hola? —contestó poniendo su voz un poco más grave. Decía que eso atraía a las clientas —Sí, soy yo ¿Quién es? —preguntó curioso —¿LALI? —PETER alzó sorprendido la cabeza, golpeándose la frente contra un caño. Maldijo entre dientes —Wow, nena, es raro recibir tu llamada aquí —aseguró —¿Le pasó algo a EUGE? —su voz había cambiado radicalmente. PETER logró salir torpemente de bajo del auto. Se puso de pie y se sacudió un poco, para luego acercarse a donde estaba NICO.
—¿Quieres hablar con él? —miró a PETER alzando ambas cejas —Sí, sí, ya te lo paso.
NICO tapó con su mano el lado del teléfono por el que LALI podía escucharlo.
—¿Es LALI? —preguntó PETER aun sin creerlo del todo.
—Sí, es LALI. La LAL con la que ‘pecaste’ de sobremanera. No seas descortés con ella, ni nada por el estilo. EUGE es capaz de castrarte si lo haces.
PETER asintió y tomó el teléfono. Se le secó la garganta y tragó saliva. Respiró profundamente y decidió hablar.
—Hola —dijo. No obtuvo respuesta inmediata, pero si escuchó su respiración —¿Hola?
—H… Hola —dijo nerviosa. PETER se sintió más nervioso que antes. Volvía a escuchar su voz.
—¿Cómo estás? —le preguntó acomodando su garganta.
—Pareces imbécil —le murmuró NICO. PETER lo golpeó levemente.
—Bien, gracias —dijo ella —Seguramente estás sorprendido por mi llamada…
—Bastante —asintió él —Pero no me desagrada.
Ella rió quedamente. PETER sonrió bobamente. Una de las cosas que más le había gustado de LALI era su sonrisa y su risa. Simplemente era encantadora cuando lo hacía.
—Puede parecerte extraño, PETER… pero me gustaría que nos veamos.
—Hoy mismo, ¿te parece? —le preguntó apresuradamente. LALI se quedó en silencio, sorprendida porque aceptara tan rápido.
—Sí, me parece bien —asintió.
—¿A qué hora? —inquirió él.
—Son las 3.30 de la tarde —dijo ella y respiró profundamente —Si no estás ocupado podemos vernos a las 6
—Claro que puedo —asintió. Su corazón latía con fuerza —¿En dónde?.
—¿Conoces el bar Charles de la 5ta Avenida? —le preguntó ella.
—Sí, lo conozco —dijo —Nos vemos allí.
—Seguro —rió levemente —Gracias por tu tiempo.
—No es nada —aseguró él —Hasta dentro de un rato.
—Ajá —parecía realmente nerviosa —Adiós

CAPITULO 14

La heredera.

Hacía bastante tiempo que PETER no disfrutaba de una cena en familia. Desde que había dejado el nido, hacía cinco años ya, se había vuelto un hombre bastante independiente. Aunque jamás, jamás, jamás, jamás habría comida como la de su madre. Y también jamás llegaría a ser un hombre ordenado. Pero aun así vivía bien. Era lindo tener su propio lugar, y no tener que escuchar... las ordenes de su madre para hacer el cuarto o limpiar alguna parte de la casa.
—¿Y cómo van las cosas con MERY? —preguntó NICO L.
PETER lo miró algo sorprendido mientras se llevaba un poco de pasta casera a la boca. Dejó el tenedor sobre el plato y acomodó su garganta. Sabía que ni su padre, ni el resto de su familia estaban interesados en su relación con MERY.
—Bien, supongo —le respondió —Creo que las cosas están mejor que antes.
—Aun no puedo creer que todavía estés con ella —dijo CANDE.
Ella y AGUS habían llegado justo para la hora de la cena. Y GIMENA había insistido en que SIERRA se quedara a cenar con ellos. Por supuesto que las miradas de los LANZANI estaban totalmente puestas en él.
—CANDE —murmuró GIMENA en forma de advertencia.
—No, mamá —dijo ella sin dejar de mirar a PETER —Es hora de que alguien le diga como son las cosas.
—¿Y cómo son las cosas? —preguntó PETER.
Estaba bastante interesado en escuchar a su pequeña hermana. Ya que siempre era la que se callaba todo y no se animaba a enfrentar algunas situaciones.
—Ella es una arpía, PETER. Una… mala persona. No te valora como te lo mereces. Es una malcriada y resentida…
—¡Basta, CANDE! —la detuvo NICO L.
Ella apretó los labios, y miró fijo su plato. Luego se puso de pie.
—Permiso, voy a mi cuarto —se disculpó.
—Osita… —la llamó AGUS y se levantó para ir detrás de ella.
—Tú te quedas ahí —le dijo VICO.
AGUS se sentó al instante pero con la mirada fija en la dirección que había tomado su novia. Un molesto silencio reinó en la mesa. Lo único que se oía era a VICO comer.
—Lo siento, hijo —se disculpó GIMENA
—Mamá —negó levemente con la cabeza —No te preocupes, todo está bien.
—A decir verdad, CANDE, tiene razón —asintió VICO.
—¡VICTORIO! —lo retó NICO L.
—Ya, papá —dijo divertido PETER —No se hagan más problema por este asunto. Ya acepté que ustedes no quieren a MERY…
—Y ella tampoco a nosotros —aseguró VICO. PETER rió por lo bajo.
—¿Y eso… te parece bien? —preguntó AGUS con cautela.
En realidad no quería meterse, pero la pregunta le había salido sin permiso.
—No, no me parece bien, cuñadito —le dijo esbozando una media sonrisa. A pesar de que ese niño salía con su pequeña hermana, lo apreciaba —Pero ya no hablemos de esto. Dime AGUS, ¿sigues estudiando en la Universidad?
SIERRA se limpió la boca con una servilleta y tomó un poco de agua.
—Sí, por eso últimamente no he venido a ver a CANDE. Estuve en época de parciales. Pero ya casi he terminado con todo. Me falta un solo parcial más y termino mi segundo año.
—¿Qué era lo que estudiabas, muchacho? —preguntó NICO L.
—Era abogacía, NICO L —contestó GIMENA por él —Creo que CANDE te lo dijo unas 800 veces.
—Se me olvida —dijo él encogiéndose de hombros y volvió la vista al novio de su hija. Aquel muchacho tenía que tener un defecto, no podía ser tan perfecto.
—Tengo el sueño de ser un honorable político algún día —dijo AGUS.
—Quien les dice que hasta Presidente de los Estados Unidos —dijo CANDE mientras entraba a la sala.
Todos la miraron. Ella se acercó a la mesa y se sentó de nuevo al lado de su novio.
—Podría ser —sonrió el de rulos.
—CANDE, cielo, creo que le debes una disculpa a tu hermano mayor —le dijo GIMENA.
Ella miró a su madre y luego a PETER. No tenía por qué disculparse, solo le había dicho la verdad. En serio él se merecía lo mejor.
Su hermano era un gran hombre. Y solo se merecía una gran mujer que lo apoyase, que estuviera orgullosa de todos sus logros y que hiciera el intento de llevarse bien con su familia. ¡O por lo menos que aparentara!
CANDE siempre había visto a PETER como a un súper héroe. Uno que la protegía a ella y a VICO de todo lo malo. Desde su punto de vista él había asumido el papel de segundo padre para ellos dos. Cuando eran niños, NICO L, a causa de su empleo de piloto de aviones, no estaba mucho tiempo en la casa. Por lo que ella y Chace se habían aferrado a la única figura ‘masculina’ de la casa para sentirse protegidos. Y PETER había asumido muy bien su rol.
En ese entonces PETER tenía 12, VICO 7 y ella 5 años. Eran inseparables. PETER era muy maduro y responsable para la edad que tenía. Él los llevaba a la escuela, los esperaba a la salida de la misma, los defendía de cualquiera que los molestase.
¡Dios! Ella había estado ‘enamorada’ de ese súper héroe, ideal y encantador. Maldito complejo de Electra. Y ahora lo único que quería era alguien especial para él. No a esa quejosa y que nunca estaba conforme.
—Lo siento —se disculpó al fin. Él le sonrió tiernamente.
—No te preocupes, sonrisita —le dijo —Aun así te sigo queriendo.
—¿Ya terminaron con sus cursilerías? —preguntó VICO. PETER rió por lo bajo —Porque quiero que sigamos con el interrogatorio al novio-roba-cunas de mi hermana.
—¿Roba cunas? —inquirió CANDE —Por dios,VICO, AGUS apenas tiene 19.
—Es un roba cunas —aseguró.
AGUS sonrió sin poder evitarlo. A veces el menor de sus cuñados era muy ocurrente.
—Bien, pregunta lo que quieras saber —le dijo.
—Veamos, necesito saber sobre: tus padres, dónde vives, con qué profesora de derecho coqueteas, con cuantas mujeres te has acostado…
—¡VICTORIO! —chilló CANDE.
—Tranquila, osita —dijo AGUS divertido. Miró a VICO —Todavía vivo con mis padres. Tengo una buena relación con ellos. Como ya mencioné, o eso creo, no tengo hermanos. Pero si tengo algunos primos. Aunque con la única que tengo contacto es con LALI…
PETER alzó la mirada hacia él. Ese nombre se le metió pesadamente por los oídos, haciendo que su cuerpo recordara aquella noche. Podría decirse que había logrado olvidarse de la morena candente dos semanas después de lo sucedido. Volver a escuchar aquel ‘pecaminoso’ nombre lo acababa de poner nervioso.
—¿Es a la que le dices Luciérnaga? —preguntó VICO.
—Sí, así es —asintió —Ella tampoco tiene hermanos, así que podría decirse que me quiere como a uno. LALI no tiene una vida fácil…
—LALI ¿Cuánto? —lo interrumpió PETER.
—LALI —le dijo AGUS —LALI ESPOSITO_.
El corazón del moreno comenzó a latir con más fuerza. Podía ser una GRAN coincidencia que la prima de AGUS tuviera el mismo nombre y el mismo apellido que la morena candente.
—¿Cuántos años tiene? —quiso saber.
—¿Por qué tanto interés en la prima de AGUS, PETER? —preguntó CANDE mientras alzaba ambas cejas —¿Acaso quieres una cita con ella?
—Nonono —se apresuró a decir algo nervioso —Pero… creo que la conozco.
—¿A LALI? —inquirió AGUS —Puede que sí, pero no lo creo. La pobre tiene menos tiempo para salir, a veces me da pena. Pero tal vez la conozcas de alguna revista como ‘Herederas Multimillonarias’
—¿Herederas Multimillonarias? —inquirió VICO.
PETER se sintió más aliviado. No, no era su morena candente. La que él había conocido vivía en un pequeño departamento de dos habitaciones. Era sencilla. Y además una simple, sexy y linda secretaria.
Sacudió la cabeza, ¿Por qué demonios estaba pensando de esa forma? Hacía un poco más de un mes que no sabía absolutamente nada de ella.
Más de una vez CANDE había intentado hablarle de LALI, pero PETER se había negado a escucharlo. Mucho más después de todo lo que había pasado. Esa mujer debía pensar que él era un completo imbécil, mal nacido, patán, etc.
Luego de unos días de lo sucedido, PETER, quiso verla y explicarle que él no creía que ella fuera una cualquiera, ni nada de esas cosas.
Lo que pasó entre ellos simplemente había pasado. Una mezcla de sentimientos encontrados, mucha lujuria, unas cuantas copas de más y principalmente el desencantamiento con el amor. Así que no había sido cumpla de ninguno de ellos dos. Solo había pasado.
En varias ocasiones él comparó a MERY con LALI. Parecían ser bastante distintas. O eso creía él. En realidad no sabía casi nada de ella. Solo que era la mejor amiga de la novia de su mejor amigo. Se detuvo un momento a pensar en aquello. ¿Sabría ella que EUGE salía con el mejor amigo de él? Eso sería interesante.
—Me muero —dijo GIMENA y se puso de pie.
—¿Qué sucede, amor? —preguntó NICO L.
—Yo sí leí esa revista —dijo contenta.
—¿Qué revista? —preguntó PETER.
—La de Herederas Multimillonarias —contestó y comenzó a buscar dentro de uno de los cajones del mueble de la sala —Aquí está… —volvió a la mesa y se sentó. Comenzó a abrir la revista y se detuvo casi a la mitad —¡Esta es! —exclamó. Acomodó su garganta y todos guardaron silencio para escucharla —MARIANA ELIZABETH ESPOSITO, 23 años, hija de Robert ESPOSITO y EMILIA ATTIAS…
—Esa es mi tía —dijo AGUS.
—…se posiciona en el puesto Nº 13 de nuestra lista de ‘Herederas Multimillonarias’ LALI nació en Londres el 10 DE OCTUBRE de 1987. Su residencia en Inglaterra no fue larga. A la edad de 4 años se mudó a Estados Unidos,(...)
(...)país natal de su padre y abuelo, viviendo en la ciudad de Nueva York. Es heredera de una incalculable fortuna. LALI es nieta de ALEJO ESPOSITO, dueño de las empresas ESPOSITO & Asociados. Una de las empresas más importantes de comercio interno y externo del país. LALI no solo es millonaria, también es hermosa y como no era de menos muy inteligente. Estudió comercio, economía y administración de empresas en tan solo 3 años. Habla 4 idiomas (ingles, español, francés y alemán). Y se dice que como hobby ha estudiado diseño gráfico y es una amante de la moda. La vida privada de _LALI siempre se ha mantenido muy bien resguardada. Ella es de bajo perfil. Pero por lo que hemos averiguado, la futura dueña de ESPOSITO & Asociados ha roto su compromiso con su prometido BENJAMI AMADEO, ex abogado y ejecutivo de su abuelo. Varias personas dicen que él la dejó por su secretaria. Pero a esta joven mujer aun le queda mucho camino por recorrer y con los millones que tienen su nombre, no creemos que tenga demasiados problemas.
GIMENA terminó de leer el artículo y colocó la revista en medio de la mesa para que el resto de la familia viera la foto.
PETER la observó bien. No podía ser ella ¿o si? Se apresuró a tomar la revista para poder mirarla mejor. Quedó hipnotizado al ver aquel par de ojos marrones que lo miraban desde abajo, con una media sonrisa en los labios. Era la LALI con la que él había estado. Sí, era ella.

¿Cómo podía ser así? ¿Multimillonaria? Ella le había dicho que era una secretaria.
Entonces simplemente se quedó observándola. Era tan hermosa como siempre la tenía en su mente. Aquella media sonrisa era… encantadora.
''Me encantaría tener algo propio. Sin nadie que este juzgando lo que hago o dejo de hacer. Ya que eso sería mío y de nadie más''
''Eso es posible si tienes la suficiente fuerza de voluntad''
''Es fácil de decirlo… Tengo 23 años y todo el mundo se cree con el suficiente derecho de decirme que tengo o no tengo que hacer''
Ahora lo comprendía mejor. Ella se refería exactamente a todo eso. Al dinero. El mundo la ‘adoraba’ simplemente por el dinero que ella poseía. ¿Era esa la razón por la que no le había contado nada más? No quería sentir que él se acercaba a ella por interés. Y él, él le había dicho más o menos todo. Era un simple mecánico. Ganaba bien. Tenía clientes constantes y era de confianza. Por eso las personas lo elegían. ¿Cómo una mujer como ella pudo haberse fijado en un hombre como él, incluso solo para una noche?
—PETER —lo llamó CANDE —Tierra llamando a PETER.
Sacudió la cabeza y dejó la revista. Alzó la mirada y se percató que todos en la mesa lo miraban de manera extraña.
—¿Qué? —preguntó él.
—¿Qué te sucedió? —le preguntó VICO —Miraste la foto y te pusiste medio… ¿pálido?
—No —rió nervioso y tomó un poco de agua —Solo que sí conozco a tu prima, AGUS
Sí, la conoces muy íntimamente.
—¿En serio? —dijo algo sorprendido SIERRA.
—Sí, ella es la mejor amiga de la novia de NICO.
—¿EUGE? —preguntó aun más sorprendido.
—Exactamente —sonrió con los labios sellados.
—Woow, el mundo sí que es un pañuelo —aseguró el de rulos —Entonces debes saber que LALI es una mujer encantadora. Solo que ha sufrido bastante en su vida.
—¿Cómo puede sufrir si está cagada en dinero? —preguntó VICO.
—El dinero no lo es todo. Es sorprendente que la gente crea que con solo tener dinero ya eres completamente feliz… Y ya, no voy a hablar más de ella. No es mi vida —dijo con una media sonrisa.
—Tienes razón al decir que es encantadora —dijo PETER. Todos lo miraron —De verdad lo es

martes, 29 de diciembre de 2015

CAPITULO 13

El mejor amigo de mi novio.

—Mami, ¿Quién es mi papá? —le preguntó. 
Ella agarró con algo de fuerza el delantal de cocina, que estaba manchado con masa de galletas. No estaba lista para decirle eso. No lo estaba....
—Te hice galletas, mi amor —dijo y le mostró una para cambiar de tema —Tus favoritas.
—No contestaste mi pregunta, mami, nunca lo haces —rezongó.
LALI miró directamente a los ojos de su hijo… o hija. No estaba muy segura. Aquellos ojos oscuros eran iguales a los de su… padre.
—No es fácil, mi amor…
—Mi papá no me quiere ¿verdad? Como el abuelo Robert no te quiere a ti. Es eso, ¿cierto?
—Nononono, mi amor, no es eso —dijo apresuradamente, sintiéndose culpable por no poder darle una respuesta a su propio hijo o hija.
—Entonces ¿Qué es? —quiso saber el pequeño o la pequeña. LALI vio que sus hermosos ojos verde se llenaban de lágrimas. Se le partió el corazón —¿Por qué yo no tengo un papi como los demás? ¿Por qué no me va a buscar a la escuela? ¿Por qué mi papi no me quiere?
—En realidad, mi amor —habló angustiada —Yo no sé dónde está tu papi… nunca pude encontrarlo.
—¿No sabes dónde esta mi papi? —dijo algo confundido o confundida. Era horrible no poder estar segura de ello —Eso significa que él… no sabe que yo existo LALI asintió afligida. Se sentía tan abrumada. Entonces vio el sentimiento más feo del mundo en los ojos de su bebe —Te odio, mamá. Te odio…
—NOO —exclamó sentándose rápidamente en la cama.
Su rostro estaba empapado en lágrimas. Un leve sudor cubría su cuerpo. Su mano derecha se apoyaba con algo de fuerza contra su plano vientre. Había sido un sueño. Todo aquello había sido un sueño. Bajó la mirada a su panza. Se recostó de nuevo en la cama y se levantó un poco la remera hasta dejar su vientre al descubierto. Ella tenía algo pequeño dentro de si. Algo que pronto comenzaría a crecer. Y que dentro de nueve meses saldría de ella. Luego comenzaría a crecer y más tarde la llamaría: mamá.
¿Estaba realmente lista para eso? No, claro que no lo estaba. Aquello no estaba en sus planes. Aquello no tenía que ser así. Ese bebé no tenía que estar ahí. Pero lo estaba. Y la única culpable era ella. Ella y sus actos inconscientes. ¿Cómo pudo haberse embarazado de un completo extraño? ¿COMO?
¿Qué les iba a decir a sus padres? ¿Qué le iba a decir a su abuelo? ¡Por dios! Ni siquiera sabía en dónde buscar a ese tal PETER…
Solo tenía una solución para que todo eso se terminara. Se miró la panza. Con su mano tocó la parte baja. Su vientre estaba plano. Dentro de unos meses parecería una pelota de playa. Apretó con fuerza y entonces sintió algo. Eran como interminables tic-tic que sonaban rápidamente uno detrás de otro. Abrió bien los ojos, sorprendida al darse cuenta de que eso que sonaba con tanta insistencia era un pequeño corazón. Un corazón que no era el suyo y que latía dentro de ella.
Sus ojos acumularon más lágrimas. ¿Cómo podía ella terminar con la vida de algo tan… frágil? Algo que parecía estar tan o más asustado que ella. Maldita sea, era su bebé. A pesar de todo era su hijo. Y en ese momento latía con fuerza en su interior.
Pero estaba tan asustada. ¿Qué iba a ser de ella? No sabía nada de bebés. Nada de cambiar pañales y hacer mamaderas. Estaría completamente sola con eso. Sola…
Y su familia. Cuando su familia se enterara, iban a darle la espalda completamente. Y ahí sí, sería el fin para ella.
Alguien intentó entrar a su habitación. Ella se tapó con las sábanas rápidamente. Después de hacerse los test de embarazo, se había encerrado en su cuarto y había llorado. Al parecer de tanto llorar se quedó dormida. Hasta ahora. Los golpes en la puerta comenzaron.
LALI, soy yo, EUGE. Ábreme, por favor. Clara me llamó y me dijo que no estabas bien. Le pregunté que tenías pero no quiso decirme —dijo la rubia mientras seguía golpeando la puerta —Por favor, LALI ¿Qué tienes? Necesito que me lo digas, amiga —escuchó la voz temblorosa de la rubia.
Pronto sus ojos soltaron más lágrimas. Se puso lentamente de pie y caminó hacia la puerta. Le quitó el seguro y abrió.
EUGE la miró bien y sintió una angustia mucho mayor que antes, al verla. LALI tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Estaba ojerosa y algo pálida.
¡Dios santo! Ella necesitaba saber que era lo que su amiga tenía. La doctora no le había dicho nada, pero por la reacción de LALI, seguramente no era nada bueno.
En ese momento la morena se lanzó a los brazos de la rubia y rompió en un desolador llanto. EUGE se aguantó las lágrimas y la abrazó con fuerza. Se quedaron abrazadas por incontables minutos.
LALI, ¿Qué pasó? —le preguntó por lo bajo.
La morena la soltó y se acercó a la cama para sentarse. EUGE se sentó a su lado y tomó su mano.
—Yo… —su voz salió apenas audible. Le dolía la garganta a causa del maldito nudo que se le había formado allí.
—Tranquila, LALI —le acarició la mano —Sea lo que sea, vamos a salir adelante. No voy a dejarte sola, jamás…
—EUGE —soltó varias lágrimas y respiró profundamente. Necesitaba calmarse un poco, lo sabía. Pero sus manos no dejaban de temblar —Estoy… estoy embarazada.
La rubia la miró bien. Se tapó la boca con su mano libre mientras sus ojos retenían las lágrimas que querían salir.
—¿Qué? —preguntó sin poder creerlo.
LALI asintió y cerró los ojos. ¿Qué iba a hacer ella ahora? ¿Qué?
—Tengo… tengo un embarazo de cinco semanas…
—Por Dios, MARIANA —murmuró atónita.
—¡No sé que voy a hacer! —exclamó y volvió a llorar.
—LALI, el padre del bebé…
—Es el extraño con el que me acosté esa noche que salimos —murmuró.
—Oh, mier-da —musitó ella. Eso no podía ser así. LALI no pudo haber sido tan irresponsable de embarazarse de un desconocido —Ni siquiera sabes su nombre, LALI.
La morena bajó la mirada y se apretó las manos, nerviosa.
—Sí que lo sé —le dijo. EUGE la miró extrañada.
—¿Cómo que lo sabes? Me dijiste que no lo sabías…
—Te mentí, ese día te mentí. Sí sé como se llama.
—¿Por qué demonios me mentiste? —preguntó enojada.
Ella estaba al borde de un ataque de nervios. Aquello que le había dicho la morena no era lo que esperaba escuchar. Esperaba cualquier cosa menos eso.
—¡No pensé que fuera importante, EUGE! —lloró angustiada —Solo quería olvidarme de ello, nada más.
—¡Estás embarazada de ese hombre!
—Por Dios, estaba ebria, EUGE. Pasó todo tan rápido… simplemente no… no me di cuenta de que tenía que cuidarme. Yo no…
—Ya, ya , tranquila —trató de calmarla y de calmarse a si misma. Poniéndose como loca no iba a ganar nada —¿Cómo es su nombre, LALI? —quiso saber.
Ella tenía que saberlo, porque iba a buscar a ese hombre hasta por debajo de la tierra si era necesario. Su amiga no iba a cagar con eso sola, claro que no.
—PETER —susurró LALI —Su nombre es PETER LANZANI.
Podría decirse que la mandíbula de EUGE casi tocó el suelo. Tal vez solo era una casualidad… No podía ser el mismo PETER que ella conocía.
'¿Viniste solo?'
'No, no vine solo, preciosa. Vine con mi mejor amigo'
'¡Yo también vine con mi mejor amiga! Su nombre es LALI'
'Mi pelmazo se llama PETER, pero creo que ya se fue, es medio imbécil…'
Comenzó a reírse sin poder evitarlo. LALI la miró extrañada. ¿De qué diablos se estaba riendo? Entonces la rubia sacó su celular y comenzó a buscar una foto.
—¿Qué haces? —quiso saber.
EUGE dejó de tocar la pantalla de su teléfono y se lo mostró a LALI.
—¿Es él? —le preguntó. LALI tomó el celular y lo acercó bien a su mirada. Su corazón se aceleró al ver esa sonrisa, esos ojos… Volvió la vista a EUGE.
—Sí, es él —dijo sin poder creerlo —Pero, ¿Qué haces tú con una foto de ese hombre?
EUGE se puso de pie y comenzó a caminar de un lado para el otro. Aquello era realmente una locura. ¡Una locura! Su mejor amiga estaba embarazada del mejor amigo de su novio.
—Estás embarazada del mejor amigo de NICO, LALI —le dijo.
—¿Qué? —exclamó asombrada.
—PETER LANZANI, es como un hermano para NICO, y estás embarazada de é

CAPITULO 12

¿Querías un cambio?

<<Urgentemente necesito un cambio en mi vida>>
<<¿Un cambio?>>...
<<Sí, Clara, un cambio. Necesito algo nuevo, algo positivo. Lo que sea>>
<<Sí, los cambios siempre son buenos>>
Sacudió la cabeza alejando el recuerdo de la conversación que había tenido ayer por la tarde con su doctora. Y ahora volvía a verla, porque supuestamente su cambio estaba por llegar. Se sentía tan nerviosa y tan descompuesta.
Después de aquella horrible y terrible reunión con su abuelo, en la que había salido corriendo para vomitar en el baño y no en su cara, todo era malo. Por poco y había llegado tarde a su consulta con Clara, ya que el maldito auto se había quedado sin gasolina a mitad de camino. Y para su más mala suerte uno de sus zapatos se había roto, justo en el taco. Realmente esperaba que no fueran malas noticias las que le diera su médica.
—LALI ESPOSITO, consultorio cinco.
Ese era su llamado. Se puso de pie y cojeando comenzó a caminar hacia dónde ya sabía que la esperaba otra tanda de nervios. Llegó e ingresó. Clara estaba sentada del otro lado con un par de sobres abiertos sobre su escritorio blanco. Todo era tan blanco. Tan inmaculado. Se sintió terriblemente mareada. Tambaleándose se acercó a la silla y se sentó.
—¿Qué le pasó a tu zapato? —le preguntó Clara.
LALI lo alzó y se lo mostró, le brindó una sonrisa de labios sellados y volvió a colocarse el zapato roto.
—Se le despegó el tacón mientras corría hacia aquí —le dijo.
—No vuelvas a intentar correr de esa forma —le dijo ella.
LALI la miró extrañada y entonces miró los sobres que estaba allí. Se le secó la garganta. Y sintió que su corazón se convertía en una bomba de tiempo.
—Bien —habló al fin —Vine para que me dijeras de una vez que es lo que tengo…
Clara miró las hojas que estaban en sus manos, tenía una pequeña sonrisa curvada en su rostro. Miró LALI detrás de aquellos anteojos de lectura. A la morena se le cortó la respiración.
—Todo lo que tienes es normal —le dijo. Ella frunció el ceño.
—¿Normal? —inquirió —No creo que sea normal vomitar por nada. Marearme por nada. Comer por nada. Llorar por nada.
—Esas cosas son normales en tu estado, LALI.
—¿En mi estado?
—Sí, niña —sonrió —En tu estado.
—Por Dios, Clara, me estás poniendo muy nerviosa. No sé de qué estado estás hablando. Lo único que sé es que no quiero seguir así.
Clara soltó un suspiro y se quitó los anteojos para apoyarlos despacio sobre la montaña de papeles frente a ella.
—¿Recuerdas que ayer hablaste de que querías un cambio?
—Sí —asintió más nerviosa —Pero a un cambio me refería a una nueva casa, o un nuevo auto. Unas vacaciones al caribe. A esos tipos de cambios.
—Bueno, creo que ahora vas a tener un verdadero cambio —dijo bajando la mirada un poco. LALI estuvo a punto de gritarle que se apurara y le dijera que era lo que tenía de una buena maldita vez —LALI, estás embarazada.
La morena se quedó quieta en su asiento, la mirada fija en la mirada de Clara Molina. ¿Qué era lo que ella acababa de decirle? Seguramente había escuchado mal. Estaba tan loca últimamente que ahora escuchaba cualquier cosa.
—Perdona —le sonrió —¿Qué has dicho?
—Que estás embarazada, cariño. Por eso tienes vómitos, mareos, nauseas, sueño, cambios de humor. Estás embarazada.
No. No. No. No. No. Eso no podía ser cierto. Ella no podía estar embarazada. Claro que no.
—Clara —negó levemente con la cabeza —Tiene que haber un error. Yo no puedo estar embarazada. Es imposible.
—¿Por qué? —le preguntó y volvió a mirar los papeles —Tus análisis dieron positivo a la prueba del embarazo. Claro que lo estás. La alteración en tus hormonas indica todo…
—¿Cómo diablos puedo estar embaraza si BENJAMI me dejó hace más de dos meses? —preguntó nerviosa. Entonces todo su mundo se detuvo. Absolutamente todo.
<<Soy PETER…>>
<<LALI..>>
<<Te juro que voy a ser muy amable… >>
<<Vamos a mi departamento, PETER>>
<<¿Quieres más, cariño?>>
<<Oh, Dios,… si >>
—Oh, por Dios —murmuró afligidamente y se llevó la mano al pecho.
No. No. No. No. No. No. Ella se negaba rotundamente a que eso fuera así. No podía ser cierto. Claro que no lo era. No.
—LALI, tienes un embarazo de… exactamente cinco semanas de gestación.
Ella ahogó un sollozo y se cubrió la boca. Clara se puso rápidamente de pie y se acercó a ella. No pensó que iba a tomarlo tan mal. En realidad se la había imaginado contenta.
—No puede ser verdad, Clara —le dijo entre lágrimas. Clara apretó los labios y trato de calmarla. ¿Qué podía decirle?
—Lo siento, LALI —le acarició la espalda —Pero es verdad. Estás esperando un bebé.

LALI rompió en llanto aun más. Un bebé. Ella estaba esperando un bebé. No se lo creía. Aun no podía creerlo. Seguramente los resultados habían salido mal. Esa era la única explicación. Se alejó de Clara y se puso de pie.
—Me voy —le dijo.
—No, LALI, espera que llamo a EUGE…
—¡No! —exclamó exaltada —No llames a nadie. Nadie debe saber esto, Clara ¿Entiendes?
—Pero, LALI…
—¡Pero nada! —gritó nerviosa —Yo no estoy embarazada…
Salió de allí rápidamente y comenzó a correr. Ella no estaba embarazada, claro que no. Todo era una mentira. Los resultados habían dado mal. Y ella misma iba a comprobarlo.
Abandonó los consultorios médicos más rápido de lo que esperaba. Se subió a su coche y arrancó a toda velocidad.
'Estás embarazada'
—No, no lo estoy —dijo apretando los dientes mientras las lágrimas caían en silencio por sus mejillas. De verdad ella no podía estarlo. Manejó sin saber bien a dónde iba. Hasta que divisó una farmacia. Sí, ella misma iba a sacarse la duda. Y le iba a demostrar a Clara que sus exámenes se habían equivocado.
Estacionó de cualquier manera, menos la correcta, e ingresó rápidamente al lugar. Para su suerte no había nadie antes de ella. Se acercó al mostrador y un chico, ni joven ni mayor, se acercó a ella.
—¿En qué puedo ayudarla?
—Necesito veinte cajitas de test de embarazo —le dijo rápidamente.
El chico-hombre la miró bien y alzó ambas cejas.
—¿Veinte? —inquirió.

—Sí, dije Veinte. ¿Qué estás esperando para traerlas? —preguntó nerviosa.
Él asintió y fue a buscar lo que ella le había pedido. Volvió cinco minutos después con una caja marrón que al parecer contenía adentro las veinte cajitas.
—Bien —murmuró él —Serían sesenta dólares.
Ella puso cien sobre el mostrador y tomó la caja.
—Quédate con el cambio —le dijo y salió rápidamente de allí.
No tenía tiempo que perder. Subió a su auto y se dirigió a su casa. Iba a hacerse los veinte test y todos iban a dar negativo. Claro que sí. Luego iría con la caja entera y se los tiraría a Clara en la cabeza por haberla asustado de esa manera. Ya lo vería…
Ni siquiera se preocupó por guardar el auto en el garaje de su edificio. Tampoco tenía tiempo para eso. Bajó y subió corriendo a su departamento. Apenas ingresó, fue directamente al baño. Dejó la caja a un costado y la abrió.
Se mareó ante el repentino color rosa de todas las cajitas. Era demasiado color rosa para ella. Sacudió la cabeza y los sacó uno por uno. Era hora de sacarse esa horrible sensación de odio a si misma. Porque ella NO estaba embarazada.
Los hizo a todos. Sí, a los veinte. Y los dejó uno al lado del otro frente a la bañadera.
Salió del baño y esperó unos quince minutos, comiéndose las uñas. Ya se había calmado un poco cuando entró. Pero entró con los ojos cerrados.
Se acercó a la pequeña fila de cositas rosas y blancas, y se arrodilló en frente. Contó hasta tres y abrió los ojos. Su mirada quedó fija en el primero.
Su corazón se aceleró. Pasó al segundo, al tercero, cuarto… décimo, décimo quinto… las lágrimas volvieron a salir de ella. Su corazón se encogió. Su mundo comenzó a derrumbarse una vez más.
Todos dieron positivo. Maldita sea, ella sí estaba embarazada.

CAPITULO 11

Los ingalls, un poroto.

Ella sonrió al ver el mensaje en su celular.
‘Estoy abajo, osita pooh. Sal que quiero verte’...
Ahogó un gritito de emoción y salió prácticamente volando de su habitación. Estaba tan contenta por verlo. Bajó corriendo las escaleras con su bolso y su abrigo en la mano.
—Oye, oye, oye —la llamó él. Ella cerró los ojos y maldijo internamente. Era horrible tener hermanos mayores. Ambos eran tan celosos e idiotas. Por suerte el mayor de los dos ya no vivía con ellos desde hacía bastante tiempo. Se giró a verlo y le entregó una linda y tierna sonrisa —¿A dónde crees que vas, jovencita?
—VICTORIO… —resopló ella —¿No crees que ya estoy algo grandecita como para que me controles?
—Claro que no —aseguró él —Eres una niña aun. Y mi deber como hermano mayor es protegerte.
—No quieras hacer el papel de PETER —le dijo ella —Jamás vas a ser como él.
Chace la miró indignado. Como si él se quisiera parecer al calzonudo de PETER, que era controlado por la muñeca inflable de su novia.
—CANDELA LANZANI —la regañó —Yo no me quiero parecer a nadie. Y mucho menos a ese pelmazo. Por eso ahora mismo vas a decirme a dónde vas…
—¿A dónde va quien? —preguntó NICOLAS LANZANI ingresando al vestíbulo en donde estaban ellos. CANDE se giró, algo nerviosa, a mirar a su padre.
—Papá, yo…
—Esta mocosa, maleducada —la interrumpió VICO —Estaba por salir de aquí sin ningún permiso.
—Maldito chismoso —murmuró ella entre dientes mirándolo asesinamente. NICO L miró a su hija y cruzó los brazos sobre su pecho.
—¿Es cierto eso, chanchita? —le preguntó.
Ella tensó la mandíbula ante el nombre cariñoso que su padre siempre utilizaba para sacarle información. ¡Odiaba a los hombres de su familia!
—AGUS está afuera esperándome —dijo al fin. No tenía sentido seguir ocultándoles que iba a salir con su novio. Sí, con su novio —Así que… si no les importa…
—¿Sigues saliendo con el imbécil de SIERRA? —preguntó totalmente alarmado VICO.
—No es ningún imbécil, idiota —chilló ella —Es mi novio.
—¿Has dicho novio? —quiso saber NICO L.
CANDE resopló. Simplemente no podía seguir lidiando con aquello. Solo podía esperar a que los dos meses que quedaban para sus 18 pasaran más rápido y así no tener que andar explicándole nada a nadie.
—¿Cuál es el problema? —dijo algo cansada —Tengo todo el derecho del mundo de tener un novio. Lo amo, él me ama. Somos felices.
—Nada sabes de amor, niña —le aseguró VICO.
—¡Ja! ¿Y tú si sabes, idiota? —preguntó divertida —Para tu información no falta nada para que cumpla la mayoría de edad. Y Por favor, VICO, tu máxima relación ha durado un mes.
—¡Y eso sí que es mucho! —aseguró él —Aun soy un hombre joven. Apenas tengo 20 años… merezco vivir la vida. Nada de relaciones serias.
—¿Se puede saber por qué están discutiendo en el hall de la casa? —preguntó él ingresando. Todos se giraron a verlo. Y CANDE dio un saltito alegre al ver que AGUS entraba detrás de él. Se acercó al de rulos —Me lo encontré en la puerta, así que decidí traerlo.
La niña de la familia lo abrazó, ignorando completamente al mayor de sus hermanos, al que no veía hacía un par de semanas. PETER sintió un pinchazo de celos hermanisticos recorrer su cuerpo.
AGUS, algo nervioso, la abrazó también, pero atento a las acusadoras miradas de sus cuñados y su suegro. CANDE se alejó un poco de él y entonces lo besó.
—¡Hey! —exclamaron los tres hombres a la vez.
VICO se iba a acercar para separarlos, pero AGUS fue rápido y alejó a la linda ojos claros de él.
—AGUS —se quejó ella. El de rulos la miró sobre su hombro.
—Amor, no creo que quieras ver como tus hermanos y padre me asesinan —le aseguró.
Ella negó con la cabeza y miró a esos cavernícolas a los que tenía que llamar, con cariño, hermanos y papi.
—Todavía estoy esperando a que te dignes a saludarme y abrazarme como es debido, CANDELA LANZANI —la regañó PETER. Ella lo miró espantada.
—No me llames así —lo retó. PETER sonrió con soberbia.
—Ese es el nombre que figura en tu partida de nacimiento, sonrisita.
—Jamás utilizamos esos nombres —aseguró arrugando levemente la nariz —Y ya comencé con los trámites para el cambio definitivo.
—Ni que fueras famosa —rió CANDE. Se acercó a ella para abrazarla. Ella intentó alejarse pero no pudo. Hasta que PETER al fin la soltó, y besó su frente.
El moreno mayor giró para mirar a su otro hermano. VICO le tendió la mano y PETER la tomó para luego tirar de él y terminar abrazándolo hermativamente. VICO odiaba cuando PETER hacía esas muestras de cariño. Pero no podía negar que había veces, muy pocas, que lo extrañaba. En ese momento una mujer, demasiado parecida a CANDE, pero de unos 45 años y con el cabello rubio (teñido maternalmente) entró al lugar. PETER se alejó de VICO y la miró, se le llenó el corazón de una tonta alegría de niño pequeño.
—Hijo —sonrió GIMENA LANZANI y se acercó a su ‘bebe’ mayor para abrazarlo. PETER la envolvió y la abrazó tanto como pudo —Es tan lindo verte aquí, mi cielo. ¿Por qué no me avisaste que vendrías?
Él se alejó para mirarla a la cara.
—Quería que fuera sorpresa —aseguró él.
—Vaya que es una linda sorpresa, cielito —le sonrió dulce y palmeó su mejilla con suavidad. Giró para mirar a su hija y vio a AGUS. Le dedicó una simpática sonrisa —No sabía que estabas aquí, AGUSTIN. ¿Viniste a ver a mi princesa?
El de rulos rió algo nervioso. Se sentía tan… amenazado por los hombres LANZANI.
—Sí, señora LANZANI —asintió él —En realidad vine a ver si… podía llevar a CANDE a tomar un helado e ir al cine.
—No —dijeron PETER, VICO y NICO L a la vez. GIME sonrió y se acercó a AGUS par palmear su hombro.
—Claro que puedes, muchachito —le dijo.
—Pero mamá…
—GIME, no creo que…
—¡Basta! —dijo ella elevando un poco la voz —CANDE tiene que salir con SU novio. Y va a salir con él. Esa es mi última palabra.
En ese momento un celular comenzó a sonar. Todos los ojos se posaron en AGUS. Él se percató entonces de que era el suyo y lo tomó apresuradamente.
—Un momento, por favor —se disculpó —¿Hola? —todos guardaron silencio. Nick sonrió tiernamente —Luciérnaga, ¿Cómo estás? —PETER miró a VICO y este miró a CANDE al escuchar como AGUS llamaba a otra mujer. CANDE simplemente no le prestó atención —¿Qué tu abuelo hizo qué? —preguntó el de rulos —Oh, vaya… de verdad que ha perdido el juicio. No te preocupes —otro silencio —Ajá, iré a verte esta semana ¿te parece? —sonrió con ternura de nuevo —Claro que sí, y llevare a CANDE para que la conozcas —asintió repetidas veces y miró a su novia —Adiós, yo también te quiero.
Colgó y guardó su celular en el bolsillo.
—Tú —lo llamó VICO —Pedazo de degenerado ¿Quieres hacer un trío con mi hermana y una tal… Luciérnaga?
CANDE se cubrió el rostro con una mano y maldijo entre dientes.
—Eres tan idiota, VICO —le aseguró —AGUS estaba hablando con su prima, imbécil.
—Sí —asintió SIERRA —Ella es hija de la hermana de mi madre. Somos bastante unidos. Y Luciérnaga es un apodo de cariño.
—Pero ya —dijo la menor de los LANZANI —Nos vamos. No tengo por qué seguir soportando toda esta humillación.
Se acercó a su madre y fue a la única que saludó con un beso. Al resto de su familia le entregó una fría mirada.
—La traes antes de la cena, SIERRA —sentenció PETER.
—Claro —asintió mientras era arrastrado por su novia hacia la puerta —Hasta luego, señora LANZANI —miró a sus hermanos y padre —Señores…
Los tres lo miraron asesinamente hasta que ambos jóvenes desaparecieron de allí.NICO L miró indignado a su esposa. PETER se acercó a su padre y lo abrazó.
—No puedo creer que entregaras a nuestra hija como si nada —le dijo.
Ella puso los ojos en blanco.
—Vengan los tres… —comenzó a caminar hacia la cocina. Los tres fueron tras sus pasos. Principalmente PETER —Les voy a preparar unas ricas galletas con chocolates para que se les vaya lo celoso.