¿Qué sucede? —le preguntó, sonriendo.
— Tu cuñado me ha pedido que investigue una cosa por él.
—¿Qué cosa?
Peter la miró de soslayo.
—¿No lo sabes?
Lali negó con la cabeza.
—¿Rocio no te ha dicho nada acerca de... estar viéndose con otra persona?
Lali sintió un escalofrío.
—Rocio no tiene ninguna aventura.
— ¿Estás segura?
—Pues... sí —mintió ella—. ¿Por qué?
Él miró al asiento de atrás, para cerciorarse de que Alegra iba dormida, y luego miró de nuevo a Lali.
—Porque alguien le envió unas braguitas comestibles.
—¿Qué? —exclamó Lali con incredulidad Peter asintió. —Pero ¿cómo... cómo se enteró Nico? Él se encogió de hombros.
— Al parecer, Rocio creyó que se las había enviado Nico. Y se las puso para él.
—Bueno, pues entonces... —Lali hizo una pausa—. Si se las puso para él, es evidente que no tiene una aventura. Debió de enviárselas algún bromista...
—En fin, ya lo averiguaremos —contestó Peter cínicamente.
Lali frunció el ceño.
—Peter, ¿por qué quieres hacer algo que podría poner en peligro el matrimonio de Rocio?
— inquirió nerviosamente.
Él meneó la cabeza.
—Estás olvidando un detalle.
— ¿Cuál?
—Tu hermana es rubia. Si algún bromista le está enviando cosas, quiero saber quién diablos es.
Lali se quedó callada un momento.
—Muy bien. Pero, antes, déjame que hable con ella, ¿de acuerdo?
—De acuerdo. Podrás hacerlo mañana, en la inauguración de la galería de mi padre. Sabes que estará allí.
—Bien.
— Si Rocio no te dice nada, Lali, utilizaré todos los medios disponibles para averiguar cómo pudo recibir ese regalo.
Lali detuvo el coche en el camino de entrada. Peter sacó a Alegra del asiento trasero cuidadosamente y la llevó en brazos hasta la casa, mientras Lali abría la puerta e introducía el código del sistema de alarma.
Después de acostar a la niña,Lali pensó que Peter podía estar esperándola en el salón o en la cocina, pero no lo encontró allí. Titubeó un momento, antes de ir al cuarto de huéspedes y llamar a la puerta suavemente.
Lali abrió la puerta. Peter estaba ante el ordenador.
—Lo siento. Solo quería darte las buenas noches.
—Buenas noches, Lali.
En fin, no parecía estar consumiéndose de deseo por ella, precisamente. Lali regresó a su cuarto, convencida de que no podría dormir o, aún peor, de que se quedaría dormida y soñaria.
— Tu cuñado me ha pedido que investigue una cosa por él.
—¿Qué cosa?
Peter la miró de soslayo.
—¿No lo sabes?
Lali negó con la cabeza.
—¿Rocio no te ha dicho nada acerca de... estar viéndose con otra persona?
Lali sintió un escalofrío.
—Rocio no tiene ninguna aventura.
— ¿Estás segura?
—Pues... sí —mintió ella—. ¿Por qué?
Él miró al asiento de atrás, para cerciorarse de que Alegra iba dormida, y luego miró de nuevo a Lali.
—Porque alguien le envió unas braguitas comestibles.
—¿Qué? —exclamó Lali con incredulidad Peter asintió. —Pero ¿cómo... cómo se enteró Nico? Él se encogió de hombros.
— Al parecer, Rocio creyó que se las había enviado Nico. Y se las puso para él.
—Bueno, pues entonces... —Lali hizo una pausa—. Si se las puso para él, es evidente que no tiene una aventura. Debió de enviárselas algún bromista...
—En fin, ya lo averiguaremos —contestó Peter cínicamente.
Lali frunció el ceño.
—Peter, ¿por qué quieres hacer algo que podría poner en peligro el matrimonio de Rocio?
— inquirió nerviosamente.
Él meneó la cabeza.
—Estás olvidando un detalle.
— ¿Cuál?
—Tu hermana es rubia. Si algún bromista le está enviando cosas, quiero saber quién diablos es.
Lali se quedó callada un momento.
—Muy bien. Pero, antes, déjame que hable con ella, ¿de acuerdo?
—De acuerdo. Podrás hacerlo mañana, en la inauguración de la galería de mi padre. Sabes que estará allí.
—Bien.
— Si Rocio no te dice nada, Lali, utilizaré todos los medios disponibles para averiguar cómo pudo recibir ese regalo.
Lali detuvo el coche en el camino de entrada. Peter sacó a Alegra del asiento trasero cuidadosamente y la llevó en brazos hasta la casa, mientras Lali abría la puerta e introducía el código del sistema de alarma.
Después de acostar a la niña,Lali pensó que Peter podía estar esperándola en el salón o en la cocina, pero no lo encontró allí. Titubeó un momento, antes de ir al cuarto de huéspedes y llamar a la puerta suavemente.
Lali abrió la puerta. Peter estaba ante el ordenador.
—Lo siento. Solo quería darte las buenas noches.
—Buenas noches, Lali.
En fin, no parecía estar consumiéndose de deseo por ella, precisamente. Lali regresó a su cuarto, convencida de que no podría dormir o, aún peor, de que se quedaría dormida y soñaria.
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