Lali se despertó con un terrible dolor de cabeza, temerosa de levantar los párpados. Tenía la boca reseca y le dolía la garganta. Finalmente, abrió los ojos. La habitación todavía le daba vueltas. Probé a sentarse. La sensación de mareo empeoro.
Volvió a tumbarse, gruñendo.
— Sobrevivirás.
Peter estaba allí.
—No gracias a ti —a pesar del dolor de cabeza, hizo un esfuerzo y se incorporó para mirarse la mano, y después a Peter.
Tenía una fina banda de oro en el dedo.
Peter estaba sentado a una mesa con vistas a la playa. Llevaba una camiseta, pantalones recortados y sandalias. Parecía cómodo y relajado.
—¿Se puede saber qué haces? —inquirió Lali. El sonido de su propia voz reverberó dolorosamente en su cráneo.
— Leyendo acerca de los sucesos de ayer —respondió él. Lali se dio cuenta de que no estaba exactamente contento. Algo del periódico lo inquietaba.
Aunque a ella, de momento, el periódico le traía sin cuidado.
—Me engañaste. Me emborrachaste a propósito. Dime que todo lo que sucedió anoche fue una especie de farsa.
—No, no fue ninguna farsa.
— Soy una ciudadana norteamericana.
— ¿Y crees que nuestra boda es ilegal porque se celebró en otro país?
—No sé exactamente qué es legal y qué no, pero puedo averiguarlo. Mi cuñado es abogado.
—¿Y? —inquirió él educadamente.
— ¡Peter, no puedes protegerme en todo momento, durante toda mi vida!
Él sirvió una taza de café solo y se la entregó a Lali... con una aspirina.
—Nuestro matrimonio es legal, Lali. Pero siempre puedes cambiar eso, si lo deseas —dijo quedamente.
Lali sorbió el café, sintiéndose extrañamente derrotada. Fijé los ojos en la taza.
— Siempre me han comparado con Gimena —dijo suavemente—. Yo la amaba, pero jamás he querido ser como ella.
—Lali, tú no eres...
—Se casó cuatro veces. Y mi padre creo que seis, claro que él ha vivido más.
—Lali, lo siento.
— ¿Sientes haberte casado conmigo?
—Que estés tan disgustada.
Lali apuré el café y se dirigió al baño.
—Voy a darme una ducha.
Mientras ella se duchaba, Peter llamó al servicio de habitaciones para pedir algo de comida. Tostadas, zumo de naranja y más café. Lali descubrió que, realmente, podía comer, y después incluso se sintió mejor.
El resto del día fue maravilloso. Tal como Peter había prometido, fueron a la piscina, donde pasaron horas disfrutando del sol y nadando con los delfines. Por fin, llegó la hora de volver. Durante el vuelo de regreso, Lali simulé leer una revista mientras Peter miraba por la ventanilla, inquieto. Ella no pudo sino preguntarse qué estaría sucediendo, a qué podía deberse aquel súbito cambio de humor.
— Supongo que Alegra pasará otra noche en casa de mi hermana —comentó Lali mientras se dirigían a su casa en el coche alquilado de Kyle. Él asintió.
—Le dije a Dan que mañana iríamos a la guardería a recogerla.
— ¿Le dijiste que nos habíamos casado?
—Sí, pero le pedí que no se lo dijera a Alegra.
—¿Y Darryl?
—También lo sabe.
—¿Y mi padre? ¿Y el tuyo?
Peter asintió, y luego la miré de soslayo.
—Hice varias llamadas telefónicas mientras dormías.
Cuando por fin llegaron al camino de entrada, Lali se sentía exhausta. Abrió la puerta y desactivé la alarma, ignorando a Peter. Era casi medianoche. Debería tener hambre, se dijo, pero no era así. Podía preparar algo para Peter, pero no se sentía de humor. Que se las apañara solo.
Lali se retiró a su cuarto, se duchó rápidamente y se puso un camisón. Oyó cómo Peter trasteaba en la cocina. Se metió en la cama, preguntándose si debía hablar con él. Pero la rindió el sueño.
Volvió a tumbarse, gruñendo.
— Sobrevivirás.
Peter estaba allí.
—No gracias a ti —a pesar del dolor de cabeza, hizo un esfuerzo y se incorporó para mirarse la mano, y después a Peter.
Tenía una fina banda de oro en el dedo.
Peter estaba sentado a una mesa con vistas a la playa. Llevaba una camiseta, pantalones recortados y sandalias. Parecía cómodo y relajado.
—¿Se puede saber qué haces? —inquirió Lali. El sonido de su propia voz reverberó dolorosamente en su cráneo.
— Leyendo acerca de los sucesos de ayer —respondió él. Lali se dio cuenta de que no estaba exactamente contento. Algo del periódico lo inquietaba.
Aunque a ella, de momento, el periódico le traía sin cuidado.
—Me engañaste. Me emborrachaste a propósito. Dime que todo lo que sucedió anoche fue una especie de farsa.
—No, no fue ninguna farsa.
— Soy una ciudadana norteamericana.
— ¿Y crees que nuestra boda es ilegal porque se celebró en otro país?
—No sé exactamente qué es legal y qué no, pero puedo averiguarlo. Mi cuñado es abogado.
—¿Y? —inquirió él educadamente.
— ¡Peter, no puedes protegerme en todo momento, durante toda mi vida!
Él sirvió una taza de café solo y se la entregó a Lali... con una aspirina.
—Nuestro matrimonio es legal, Lali. Pero siempre puedes cambiar eso, si lo deseas —dijo quedamente.
Lali sorbió el café, sintiéndose extrañamente derrotada. Fijé los ojos en la taza.
— Siempre me han comparado con Gimena —dijo suavemente—. Yo la amaba, pero jamás he querido ser como ella.
—Lali, tú no eres...
—Se casó cuatro veces. Y mi padre creo que seis, claro que él ha vivido más.
—Lali, lo siento.
— ¿Sientes haberte casado conmigo?
—Que estés tan disgustada.
Lali apuré el café y se dirigió al baño.
—Voy a darme una ducha.
Mientras ella se duchaba, Peter llamó al servicio de habitaciones para pedir algo de comida. Tostadas, zumo de naranja y más café. Lali descubrió que, realmente, podía comer, y después incluso se sintió mejor.
El resto del día fue maravilloso. Tal como Peter había prometido, fueron a la piscina, donde pasaron horas disfrutando del sol y nadando con los delfines. Por fin, llegó la hora de volver. Durante el vuelo de regreso, Lali simulé leer una revista mientras Peter miraba por la ventanilla, inquieto. Ella no pudo sino preguntarse qué estaría sucediendo, a qué podía deberse aquel súbito cambio de humor.
— Supongo que Alegra pasará otra noche en casa de mi hermana —comentó Lali mientras se dirigían a su casa en el coche alquilado de Kyle. Él asintió.
—Le dije a Dan que mañana iríamos a la guardería a recogerla.
— ¿Le dijiste que nos habíamos casado?
—Sí, pero le pedí que no se lo dijera a Alegra.
—¿Y Darryl?
—También lo sabe.
—¿Y mi padre? ¿Y el tuyo?
Peter asintió, y luego la miré de soslayo.
—Hice varias llamadas telefónicas mientras dormías.
Cuando por fin llegaron al camino de entrada, Lali se sentía exhausta. Abrió la puerta y desactivé la alarma, ignorando a Peter. Era casi medianoche. Debería tener hambre, se dijo, pero no era así. Podía preparar algo para Peter, pero no se sentía de humor. Que se las apañara solo.
Lali se retiró a su cuarto, se duchó rápidamente y se puso un camisón. Oyó cómo Peter trasteaba en la cocina. Se metió en la cama, preguntándose si debía hablar con él. Pero la rindió el sueño.
Falta que consumen el matrimonio jajajajajaa,mas plis sube mas
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