Omelet de queso & jamón.
LALI observaba como PETER se disponía a preparar un omelet de queso y jamón. ¿No sería algo pesado como desayuno? Pero entonces miró la hora. Ya era medio día. Podía tomar eso como el almuerzo. ...
Ella estaba sentada frente a él en la barra de su pequeña cocina. Era cómoda y bastante accesible a pesar de su tamaño. Le había indicado a él en dónde estaban todas las cosas y con mucha facilidad él había comenzado. Era interesante ver que un hombre podía cocinar.
—Te cuento que esto es casi lo único que sé hacer —le dijo él como si hubiese leído sus pensamientos. LALI sonrió.
—O sea que vives comiendo omelet de queso y jamón —sonrió. Él la miró.
—Eso y fideos con manteca. O comida chatarra —asintió.
—Que poco sano —aseguró. LALI se puso de pie y se acercó al refrigerador para buscar un poco de jugo de naranja exprimido —¿Qué quieres tomar?
Él la miró sobre su hombro.
—Un poco de jugo está bien.
—Perfecto.
Ella tomó dos vasos y los llenó. Colocó uno frente a él y volvió a sentarse. ¿Cómo podía comenzar una conversación? En realidad ¿Cómo debía preguntarle algo sobre él?
—¿Sabes? Conozco a tu primo —le dijo, ganándole de ante mano. LALI se sorprendió.
—¿Conoces a AGUS? —preguntó.
PETER tenía la mirada fija en la sartén en dónde revolvía su omelet. Él sonrió y la miró. Iba hacerse el tonto con el tema de que había visto salir a AGUS y su hermana de su departamento.
—Sí, es el novio de mi hermana —le contó. La boca de LALI se abrió hasta casi tocar el suelo. ¿CANDE era la hermana de PETER?
—Estás de broma —dijo sin poder creerlo. PETER rió y negó con la cabeza.
—No, no lo estoy. Supe hace unos cuantos días que tu primo era el novio de mi pequeña CANDE.
—Wow, el mundo sí es un pañuelo —aseguró ella —Justo dos minutos antes de que llegaras ellos dos estuvieron aquí.
—Ah, ¿si? —se hizo el sorprendido.
—Tu hermana es un amor de persona —le aseguró —Con razón me resultaba familiar.
—¿Lo dices por lo de amor de persona? —bromeó arqueando una ceja.
LALI sonrió divertida. PETER tomó un plato y sirvió el omelet. Se lo tendió a LALI y él se sirvió el otro.
—No, no lo decía por eso… Me resultaba familiar, no sé, su forma de ser —ella comenzó a sentirse nerviosa ante la fija mirada de él. Tragó saliva —Simplemente me resultó familiar.
—Sí, es una hermosa persona —sonrió él —Y a tu primo lo tengo entre ceja y ceja.
Cortó un gran trozo de omelet y se lo metió en la boca. LALI se aguantó una sonrisa. Él parecía volverse malo al hablar de AGUS. Ella tomó su tenedor y cortó un pedacito.
—¿Por qué? —le preguntó después de tragar —AGUS es un gran hombre. Te puedo asegurar que jamás le hará daño. Además se nota que están enamorados.
—Más le vale no hacerle daño. Por el bien de su existencia.
—Que extremista —sonrió —Esto está delicioso.
—Muchas gracias, muchas gracias.
LALI rió levemente.
—¿Tienes más hermanos?
—Sí, somos tres en total. CANDE y VICO son mis hermanitos. Aunque CANDE es la más pequeña de la casa.
—¿Y tus padres? —preguntó mientras volvía a comer. Le gustaba conocer cosas sobre él.
—Y mis padres son una pareja realmente dispareja —dijo y tomó un poco de jugo. Agarró la servilleta y se limpió la boca —Pero se aman a más no poder. Mi madre GIMENA es la típica madre moderna y NICO L es algo chapado a la antigua, solo con CANDE.
—¿Vives con ellos?
—¿Cuántos años crees que tengo? —preguntó divertido. Volvió a la carga con su comida. LALI observaba sorprendida la rapidez con la que lo hacía.
—¿Qué importa la edad? Aunque tengas 30 años, podrías vivir con tus padres. Yo no lo veo como algo malo.
—No, no vivo con ellos. Empecé a vivir solo a los veinte, hace ya cinco años.
—¿Por algún motivo en particular?
—Quería independizarme. Aunque te digo que los primeros dos años quería volver corriendo. Extrañaba horrores las comidas de mamá y la compañía de mis hermanos.
Ella lo escuchaba atentamente, y sintió una leve sensación de envidia. Sí, lo envidiaba. Envidiaba las ganas con las que hablaba sobre su familia. Envidiaba el brillo de felicidad en sus ojos.
—¿Y cómo fue que pusiste uno de los talleres más solicitados de tu barrio? —preguntó para poder cambiar de tema.
—Querrás decir de la ciudad —le dijo. LALI sonrió —Simplemente crecimos. Con NICO empezamos a trabajar en el pequeño garaje de la casa de sus padres… y luego Pfff, empezamos a tener clientes y clientes. Juntamos la plata suficiente y compramos el galpón. Unos meses más tarde yo compré el departamento que tiene en el primer piso y ahora vivo allí.
—Tus padres deben estar muy orgullosos de ti —le aseguró ella.
PETER la miró fijo a los ojos. Y pudo ver eso que había visto en ella aquella noche en la que se conocieron. Admiración. Que ella lo mirara con admiración lo hacía sentir… importante. Pero ya no quería seguir hablando de él.
—Así que… eres la heredera del imperio LALI —no era una pregunta. Vio que ella se tensaba. Se maldijo a si mismo, tuvo que haber abordado el tema de otra forma.
—¿Qué…? ¿Cómo sabes eso? —preguntó un tanto nerviosa.
—Dio la casualidad que estás en una revista que mi madre lee…
—Diablos —murmuró ella. PETER sonrió con los labios sellados.
—No fuiste muy sincera conmigo el día que nos conocimos.
—Te dije que era secretaria —suspiró ella y dejó su plato a un costado, el hambre la había abandonado completamente —Y soy algo parecido a eso. Además no creí que hablarte de mi vida fuera algo importante.
—Ahora sí lo es —aseguró él —Háblame de ti, LALI. Necesito conocer un poco a la madre de mi hijo.
Ella se mordió levemente el labio. Le gustaba la forma en la que él decía ‘mi hijo’. Pero en realidad no sabía si quería contarle algo sobre ella. En su vida todo era problemas familiares, regaños, fracasos, reproches, etc.
—Bien, en esa revista habrás leído más o menos lo superficial. Sí, soy la heredera de las empresas LALI. Pero odio serlo —dijo.
—¿Por qué? —preguntó él —Todo el mundo daría lo que fuera por estar en tu lugar.
Ella sonrió con amargura.
—Encantada te cambio mi vida por la tuya —le dijo y lo miró a los ojos(...)
(...)—Tal vez las personas crean que ser ‘heredera’ es lo mejor del mundo. Que nada te falta, que todo te llega fácil. Que hay fiestas, diversión y te sobran los amigos. Pero no es así. O por lo menos no lo es para mi —sacó su vista de él para mirarse las manos —A pesar de ser mayor de edad, mis padres y abuelo siguen dándome ordenes y queriendo dirigir mi vida. Este departamento ni siquiera es mío, por Dios. Supuestamente es un regalo de cumpleaños de mi abuelo, pero aun está a su nombre. Nada de lo que ves aquí me pertenece realmente. Y odio eso, odio saber que no me lo gané como lo hace todo el mundo, como lo haces tú.
—Claro que te lo ganaste, LALI —dijo él y también puso su plato a un costado, pero a diferencia del de LALI, el suyo estaba vacío —Has estudiado, te has esforzado. Eres muy capaz y todo lo que tienes, lo tienes por ti misma.
—Ojala pudiera verlo así —murmuró.
—Es así, LALI…
—Yo soy una decepción para todo el mundo. Y todos se acercan a mí, porque creen que con mi supuesto dinero puedo beneficiarlos. Por eso te dije la verdad a medias.
—Me alegro que así haya sido —musitó él.
Una gran parte de él se alegraba. Porque si ella le hubiese dicho ‘soy heredera de una gran fortuna’ esa noche, él no se hubiese acostado con ella. Simplemente la hubiera calificado como una persona superficial y se habría marchado. Se quedaron en silencio…
—No sé que más decirte, PETER…
—¿Qué prefieres? —preguntó él. Ella lo miró extrañada —¿Dulce o salado?
—Prefiero lo dulce —contestó.
—¿Blanco o negro?
—Hay matices.
—¿Lluvia o sol?
—Un día lluvioso con algo de sol.
—¿Verano o invierno?
—Primavera y otoño —sonrió.
—¿Día o noche?
—Media tarde.
—¿Te gusta el baseball?
—Es un juego que no logro entender.
Ambos rieron. Entonces un teléfono comenzó a sonar. PETER se dio cuenta que era el suyo. Lo buscó apresuradamente y se tensó al ver que era MERY. Miró nervioso a LALI.
—Voy… a… contestar —le dijo.
—Ve tranquilo —asintió ella.
Él se puso rápidamente de pie y salió de allí.
—Hola, MER —la atendió cuando estuvo lo bastante alejado de la cocina.
—Hola, cielo ¿Dónde estás metido? —le preguntó —Te llamé al taller y me dijo el imbécil de NICO que habías salido a hacer algo muy importante.
PETER maldijo internamente a su mejor amigo. Iba a matarlo luego.
—Sí, salí a hacer unos trámites —le dijo y miró sobre su hombro hacia la cocina.
—Puedo ir a buscarte a donde estés —dijo ella.
—No, no —se apresuró a decir —Ya estoy terminando, no te preocupes.
—¿Y a dónde vas luego? —quiso saber.
—Al taller. Dejé al pobre de NICO con mucho trabajo.
—Estás raro, PETER ¿Qué sucede?
—No pasa nada, MER, lo juro…
—Bien —suspiró ella —Quería verte hoy, ya que mañana viajo y vuelvo recién… creo que, en una semana.
—Paso por tu casa hoy a la noche.
—¿Si? —preguntó con un tono alegre.
—Sí, cielo, a eso de las 10 estoy por ahí.
—Perfecto, te espero. Te amo.
—Y yo —murmuró.
Ella colgó y PETER dejó escapar el aire de sus pulmones.
¿Cómo diablos él iba a verla y decirle que había embarazado a otra mujer?
—No sabes que hacer, ¿verdad? —preguntó ella.
PETER giró para encontrarla parada en la puerta de la cocina. Apretó los labios y asintió levemente.
—No es fácil —aseguró.
—Tal vez todavía puedas reconsiderar lo que te dije.
—No, eso no está en discusión ya, LALI. Estás embarazada, juntos lo hicimos y juntos lo vamos a llevar adelante —vio como las mejillas de ella adquirían un suave color carmesí. Sonrió y acomodó su garganta —Pero creo que ya debo irme.
—Seguro —asintió ella —Te acompaño a la puerta.
—Abajo esta tu encargado, no te preocupes.
—Por lo menos te acompaño hasta la puerta de aquí —sonrió.
Él asintió y caminaron unos pasos hasta que ella abrió la puerta de salida del departamento. PETER salió y se giró a verla.
—Me alegro que hayamos
hablado —le dijo.
—También yo —sonrió LALI —Gracias por el omelet…
—No es nada —se acercó a ella y besó rápidamente su mejilla, sintiendo la piel de su rostro un poco fría a comparación de sus labios —Tengo el número de tu celular, se lo pedí a EUGE… ¿tú tienes mis números?
—Sí, me los dio EUGE —asintió.
—Bien, no dudes en llamarme si te sientes mal. Vengo por ti y vamos al hospital o dónde haya que ir, ¿bien?
—Claro —sonrió nerviosa —No te preocupes.
—Voy a ir a hablar con mis padres…
—¿Tan pronto? —dijo casi asustada.
—No hay motivos para retrasarles la noticia…
—Yo… yo no sé. Buscaré la forma de hablarlo con mis padres o tal vez ni se los diga y desaparezca de sus vidas de una vez —él sonrió y negó con la cabeza.
—Esa no es la solución, LALI —aseguró. Sin pensarlo, como un impulso, apoyó la mano en su panza y le sonrió —Ahora si me voy.
—Adiós —musitó ella y vio como él se alejaba y bajaba por las escaleras.
LALI observaba como PETER se disponía a preparar un omelet de queso y jamón. ¿No sería algo pesado como desayuno? Pero entonces miró la hora. Ya era medio día. Podía tomar eso como el almuerzo. ...
Ella estaba sentada frente a él en la barra de su pequeña cocina. Era cómoda y bastante accesible a pesar de su tamaño. Le había indicado a él en dónde estaban todas las cosas y con mucha facilidad él había comenzado. Era interesante ver que un hombre podía cocinar.
—Te cuento que esto es casi lo único que sé hacer —le dijo él como si hubiese leído sus pensamientos. LALI sonrió.
—O sea que vives comiendo omelet de queso y jamón —sonrió. Él la miró.
—Eso y fideos con manteca. O comida chatarra —asintió.
—Que poco sano —aseguró. LALI se puso de pie y se acercó al refrigerador para buscar un poco de jugo de naranja exprimido —¿Qué quieres tomar?
Él la miró sobre su hombro.
—Un poco de jugo está bien.
—Perfecto.
Ella tomó dos vasos y los llenó. Colocó uno frente a él y volvió a sentarse. ¿Cómo podía comenzar una conversación? En realidad ¿Cómo debía preguntarle algo sobre él?
—¿Sabes? Conozco a tu primo —le dijo, ganándole de ante mano. LALI se sorprendió.
—¿Conoces a AGUS? —preguntó.
PETER tenía la mirada fija en la sartén en dónde revolvía su omelet. Él sonrió y la miró. Iba hacerse el tonto con el tema de que había visto salir a AGUS y su hermana de su departamento.
—Sí, es el novio de mi hermana —le contó. La boca de LALI se abrió hasta casi tocar el suelo. ¿CANDE era la hermana de PETER?
—Estás de broma —dijo sin poder creerlo. PETER rió y negó con la cabeza.
—No, no lo estoy. Supe hace unos cuantos días que tu primo era el novio de mi pequeña CANDE.
—Wow, el mundo sí es un pañuelo —aseguró ella —Justo dos minutos antes de que llegaras ellos dos estuvieron aquí.
—Ah, ¿si? —se hizo el sorprendido.
—Tu hermana es un amor de persona —le aseguró —Con razón me resultaba familiar.
—¿Lo dices por lo de amor de persona? —bromeó arqueando una ceja.
LALI sonrió divertida. PETER tomó un plato y sirvió el omelet. Se lo tendió a LALI y él se sirvió el otro.
—No, no lo decía por eso… Me resultaba familiar, no sé, su forma de ser —ella comenzó a sentirse nerviosa ante la fija mirada de él. Tragó saliva —Simplemente me resultó familiar.
—Sí, es una hermosa persona —sonrió él —Y a tu primo lo tengo entre ceja y ceja.
Cortó un gran trozo de omelet y se lo metió en la boca. LALI se aguantó una sonrisa. Él parecía volverse malo al hablar de AGUS. Ella tomó su tenedor y cortó un pedacito.
—¿Por qué? —le preguntó después de tragar —AGUS es un gran hombre. Te puedo asegurar que jamás le hará daño. Además se nota que están enamorados.
—Más le vale no hacerle daño. Por el bien de su existencia.
—Que extremista —sonrió —Esto está delicioso.
—Muchas gracias, muchas gracias.
LALI rió levemente.
—¿Tienes más hermanos?
—Sí, somos tres en total. CANDE y VICO son mis hermanitos. Aunque CANDE es la más pequeña de la casa.
—¿Y tus padres? —preguntó mientras volvía a comer. Le gustaba conocer cosas sobre él.
—Y mis padres son una pareja realmente dispareja —dijo y tomó un poco de jugo. Agarró la servilleta y se limpió la boca —Pero se aman a más no poder. Mi madre GIMENA es la típica madre moderna y NICO L es algo chapado a la antigua, solo con CANDE.
—¿Vives con ellos?
—¿Cuántos años crees que tengo? —preguntó divertido. Volvió a la carga con su comida. LALI observaba sorprendida la rapidez con la que lo hacía.
—¿Qué importa la edad? Aunque tengas 30 años, podrías vivir con tus padres. Yo no lo veo como algo malo.
—No, no vivo con ellos. Empecé a vivir solo a los veinte, hace ya cinco años.
—¿Por algún motivo en particular?
—Quería independizarme. Aunque te digo que los primeros dos años quería volver corriendo. Extrañaba horrores las comidas de mamá y la compañía de mis hermanos.
Ella lo escuchaba atentamente, y sintió una leve sensación de envidia. Sí, lo envidiaba. Envidiaba las ganas con las que hablaba sobre su familia. Envidiaba el brillo de felicidad en sus ojos.
—¿Y cómo fue que pusiste uno de los talleres más solicitados de tu barrio? —preguntó para poder cambiar de tema.
—Querrás decir de la ciudad —le dijo. LALI sonrió —Simplemente crecimos. Con NICO empezamos a trabajar en el pequeño garaje de la casa de sus padres… y luego Pfff, empezamos a tener clientes y clientes. Juntamos la plata suficiente y compramos el galpón. Unos meses más tarde yo compré el departamento que tiene en el primer piso y ahora vivo allí.
—Tus padres deben estar muy orgullosos de ti —le aseguró ella.
PETER la miró fijo a los ojos. Y pudo ver eso que había visto en ella aquella noche en la que se conocieron. Admiración. Que ella lo mirara con admiración lo hacía sentir… importante. Pero ya no quería seguir hablando de él.
—Así que… eres la heredera del imperio LALI —no era una pregunta. Vio que ella se tensaba. Se maldijo a si mismo, tuvo que haber abordado el tema de otra forma.
—¿Qué…? ¿Cómo sabes eso? —preguntó un tanto nerviosa.
—Dio la casualidad que estás en una revista que mi madre lee…
—Diablos —murmuró ella. PETER sonrió con los labios sellados.
—No fuiste muy sincera conmigo el día que nos conocimos.
—Te dije que era secretaria —suspiró ella y dejó su plato a un costado, el hambre la había abandonado completamente —Y soy algo parecido a eso. Además no creí que hablarte de mi vida fuera algo importante.
—Ahora sí lo es —aseguró él —Háblame de ti, LALI. Necesito conocer un poco a la madre de mi hijo.
Ella se mordió levemente el labio. Le gustaba la forma en la que él decía ‘mi hijo’. Pero en realidad no sabía si quería contarle algo sobre ella. En su vida todo era problemas familiares, regaños, fracasos, reproches, etc.
—Bien, en esa revista habrás leído más o menos lo superficial. Sí, soy la heredera de las empresas LALI. Pero odio serlo —dijo.
—¿Por qué? —preguntó él —Todo el mundo daría lo que fuera por estar en tu lugar.
Ella sonrió con amargura.
—Encantada te cambio mi vida por la tuya —le dijo y lo miró a los ojos(...)
(...)—Tal vez las personas crean que ser ‘heredera’ es lo mejor del mundo. Que nada te falta, que todo te llega fácil. Que hay fiestas, diversión y te sobran los amigos. Pero no es así. O por lo menos no lo es para mi —sacó su vista de él para mirarse las manos —A pesar de ser mayor de edad, mis padres y abuelo siguen dándome ordenes y queriendo dirigir mi vida. Este departamento ni siquiera es mío, por Dios. Supuestamente es un regalo de cumpleaños de mi abuelo, pero aun está a su nombre. Nada de lo que ves aquí me pertenece realmente. Y odio eso, odio saber que no me lo gané como lo hace todo el mundo, como lo haces tú.
—Claro que te lo ganaste, LALI —dijo él y también puso su plato a un costado, pero a diferencia del de LALI, el suyo estaba vacío —Has estudiado, te has esforzado. Eres muy capaz y todo lo que tienes, lo tienes por ti misma.
—Ojala pudiera verlo así —murmuró.
—Es así, LALI…
—Yo soy una decepción para todo el mundo. Y todos se acercan a mí, porque creen que con mi supuesto dinero puedo beneficiarlos. Por eso te dije la verdad a medias.
—Me alegro que así haya sido —musitó él.
Una gran parte de él se alegraba. Porque si ella le hubiese dicho ‘soy heredera de una gran fortuna’ esa noche, él no se hubiese acostado con ella. Simplemente la hubiera calificado como una persona superficial y se habría marchado. Se quedaron en silencio…
—No sé que más decirte, PETER…
—¿Qué prefieres? —preguntó él. Ella lo miró extrañada —¿Dulce o salado?
—Prefiero lo dulce —contestó.
—¿Blanco o negro?
—Hay matices.
—¿Lluvia o sol?
—Un día lluvioso con algo de sol.
—¿Verano o invierno?
—Primavera y otoño —sonrió.
—¿Día o noche?
—Media tarde.
—¿Te gusta el baseball?
—Es un juego que no logro entender.
Ambos rieron. Entonces un teléfono comenzó a sonar. PETER se dio cuenta que era el suyo. Lo buscó apresuradamente y se tensó al ver que era MERY. Miró nervioso a LALI.
—Voy… a… contestar —le dijo.
—Ve tranquilo —asintió ella.
Él se puso rápidamente de pie y salió de allí.
—Hola, MER —la atendió cuando estuvo lo bastante alejado de la cocina.
—Hola, cielo ¿Dónde estás metido? —le preguntó —Te llamé al taller y me dijo el imbécil de NICO que habías salido a hacer algo muy importante.
PETER maldijo internamente a su mejor amigo. Iba a matarlo luego.
—Sí, salí a hacer unos trámites —le dijo y miró sobre su hombro hacia la cocina.
—Puedo ir a buscarte a donde estés —dijo ella.
—No, no —se apresuró a decir —Ya estoy terminando, no te preocupes.
—¿Y a dónde vas luego? —quiso saber.
—Al taller. Dejé al pobre de NICO con mucho trabajo.
—Estás raro, PETER ¿Qué sucede?
—No pasa nada, MER, lo juro…
—Bien —suspiró ella —Quería verte hoy, ya que mañana viajo y vuelvo recién… creo que, en una semana.
—Paso por tu casa hoy a la noche.
—¿Si? —preguntó con un tono alegre.
—Sí, cielo, a eso de las 10 estoy por ahí.
—Perfecto, te espero. Te amo.
—Y yo —murmuró.
Ella colgó y PETER dejó escapar el aire de sus pulmones.
¿Cómo diablos él iba a verla y decirle que había embarazado a otra mujer?
—No sabes que hacer, ¿verdad? —preguntó ella.
PETER giró para encontrarla parada en la puerta de la cocina. Apretó los labios y asintió levemente.
—No es fácil —aseguró.
—Tal vez todavía puedas reconsiderar lo que te dije.
—No, eso no está en discusión ya, LALI. Estás embarazada, juntos lo hicimos y juntos lo vamos a llevar adelante —vio como las mejillas de ella adquirían un suave color carmesí. Sonrió y acomodó su garganta —Pero creo que ya debo irme.
—Seguro —asintió ella —Te acompaño a la puerta.
—Abajo esta tu encargado, no te preocupes.
—Por lo menos te acompaño hasta la puerta de aquí —sonrió.
Él asintió y caminaron unos pasos hasta que ella abrió la puerta de salida del departamento. PETER salió y se giró a verla.
—Me alegro que hayamos
hablado —le dijo.
—También yo —sonrió LALI —Gracias por el omelet…
—No es nada —se acercó a ella y besó rápidamente su mejilla, sintiendo la piel de su rostro un poco fría a comparación de sus labios —Tengo el número de tu celular, se lo pedí a EUGE… ¿tú tienes mis números?
—Sí, me los dio EUGE —asintió.
—Bien, no dudes en llamarme si te sientes mal. Vengo por ti y vamos al hospital o dónde haya que ir, ¿bien?
—Claro —sonrió nerviosa —No te preocupes.
—Voy a ir a hablar con mis padres…
—¿Tan pronto? —dijo casi asustada.
—No hay motivos para retrasarles la noticia…
—Yo… yo no sé. Buscaré la forma de hablarlo con mis padres o tal vez ni se los diga y desaparezca de sus vidas de una vez —él sonrió y negó con la cabeza.
—Esa no es la solución, LALI —aseguró. Sin pensarlo, como un impulso, apoyó la mano en su panza y le sonrió —Ahora si me voy.
—Adiós —musitó ella y vio como él se alejaba y bajaba por las escaleras.