miércoles, 30 de diciembre de 2015

CAPITULO 18

Tomar cartas en el asunto.

Ella se despertó ante el sonido del teléfono de su casa. Giró en su cama y se levantó. Miró la hora y se fijó que eran las 9 de la mañana. ¿Tanto había dormido? Después de su horroroso encuentro con PETER (sí, estaba siendo algo exagerada), se había dirigido a su casa y había llorado todo lo que restaba de la tarde. Hasta que cayó en un profundo sueño. 
Corrió hacia el teléfono, antes de que dejara de sonar. Pero no llegó a tiempo y para su suerte dejó de sonar. Soltó un suspiro. En ese momento no tenía ganas de hablar con absolutamente nadie.
Se dirigió al baño, en dónde se dio una refrescante ducha de aproximadamente veinte minutos. Cuando estaba saliendo escuchó como el teléfono volvía a sonar. No le prestó atención, ya que quería cambiarse. Entró a su cuarto, buscó su ropa de entre casa y se la colocó con calma. Había refrescado un poco. El infernal aparto volvió a sonar.
—Maldita sea —gruñó entre dientes y se dirigió a él —¿Qué?
Atendió de muy mala gana.
LALI, hija, ¿te encuentras bien? —preguntó ella con un poco de inseguridad.
La morena soltó un suspiro y se dejó caer en su lindo sillón color arena.
—Hola, mamá. Lo siento —se disculpó —Sí, estoy bien, ¿tú?
—Bien —contestó con simpleza —Estaba preocupada por ti…
—¿Por qué? —quiso saber ella.
En realidad quiso preguntar ¿desde cuando?. Pero se dijo a si misma que no era una buena idea. Su madre solo quería saber.
—Porque estas enferma, LALI—dijo —Es por eso por lo que no estás yendo a trabajar ¿o no?
—Aaah, cierto —dijo desanimada.
Simplemente odiaba no poder sentir las ganas de contarle a su madre toda la verdad. ¡A su propia madre!
—LALI, hija, yo sé que en estos últimos tiempos, tu padre…
—¿Llamaste para empezar a disculparte por él de nuevo? —la interrumpió.
—LALI, él es tu padre y en realidad solo quiere lo mejor para ti.
—¿Lo mejor para mi? —dijo incrédula y luego soltó una cínica carcajada —¿Hablas de lo mejor para mi? ¿Acaso crees que lo mejor para mí es que mi propio padre me diga que un infeliz me abandonó porque simplemente yo soy una estúpida? ¿Crees que el desprecio de Robert es lo mejor para mi?
—No, LALI…
—Realmente estoy cansada —aseguró mientras cerraba los ojo para contener las lágrimas que amenazaban con salir —Jamás me he sentido tan sola en mi vida, mamá.
—Te juro, hija, que yo solo quiero lo mejor para ti —le dijo angustiada.
—Entonces, ¿Por qué no me contienes? —quiso saber —¿Por qué no me cuidas y me dices que en realidad yo no tuve la culpa de lo que pasó con BENJAMI? ¿Por qué no me dices que todo va a estar bien? ¿Por qué no mandas al diablo a Robert y te comportas como una verdadera madre?
—No lo entiendes…
—¿Con quien hablas, EMILIA? —escuchó que su padre preguntaba.
—Robert —dijo nerviosa —Hablo con LALI…
—Dámela —le dijo y la morena escuchó como le quitaba el teléfono —¿Se puede saber qué diablos estás haciendo?
—¿Qué tal, Robert? —preguntó ella con cierto cinismo.
—¿Qué te pasa? Te ausentaste por un mes completo luego de que BENJAMI se fuera, por tu culpa. Y ahora ¿estás enferma?
—La verdad no tengo ganas de hablar contigo, Robert…
—No te atrevas a colgarme.
—Adiós —dijo y cortó.
Respiró profundamente y sintió que las primeras lágrimas caían por sus mejillas. Odiaba a su padre. Lo odiaba. ¿Cómo podía albergar ese sentimiento tan feo por él? No lo sabía, pero lo hacía. Y sentía lastima por su madre. Ella era solo un títere más de Robert ESPOSITO. Tenía que hacer, sentir y decir todo lo que él le indicaba. Ahora comprendía algo… Ella misma había estado tomando el mismo camino que su madre. Con BENJAMI a su lado, su vida iba a ser completamente manejada.
Sonrió y se secó las lágrimas. Por primera vez agradecía que el infeliz la dejara. Se sorprendió ante el sonido del timbre. Ella no esperaba a nadie.
Se puso de pie y se acercó a la puerta, para ver por la mirilla. Sonrió encantada al ver a su querido y adorado primo del otro lado. Se secó bien el rostro y se acomodó un poco.
—¡AGUS! —exclamó al abrir la puerta.
AGUS sonrió y se acercó a abrazarla. Por alguna razón había estado pensando mucho en su prima.
—Hola, Luciérnaga, ¿Cómo estás? —le preguntó.
LALI lo soltó y se percató de la presencia de alguien más. Detrás de ellos se encontraba una chica, un poco más alta que ella, delgada y de tez blanca. Sus ojos eran… no sabía bien, tal vez eran verdes o celestes.
Su cabello llegaba hasta un poco más debajo de sus hombros y era de un lindo color tierra y tonos rubio. Le dio cierta sensación de familiaridad.
—¿Quién es ella? —le preguntó a su primo sin dejar de mirarla.
—Ella es CANDE —se la presentó. Entonces LALI sonrió.
—Así que tú eres la famosa chica que le robó el corazón a mi pequeño Presidente —dijo divertida y se acercó a ella para abrazarla. CANDE le respondió el gesto y sonrió. Vio que AGUS se sonrojaba levemente. Se alejó de LALI.
—Es un gusto conocerte, LALI. AGUS me ha hablado mucho de ti. Pero no me dijo que se lo conocía como ‘pequeño Presidente’ —dijo y lo miró. SIERRA apretó los labios.
—Oh —sonrió la morena —Cuando éramos niños jugábamos a ‘La Casa Blanca’. Ya puedes imaginarlo, ¿cierto?
—Claro que sí —asintió divertida.
—Pero por favor, pasen —dijo y los dejó pasar.
Al fin tendría una pequeña distracción a tantos problemas. Y al parecer la novia de su primo era encantadora e iban a llevarse bien.

En cualquier momento el corazón se le iba a salir del cuerpo, de eso estaba seguro. Pero de lo que no estaba seguro era si estaba haciendo lo correcto. No había podido dormir en toda la noche. Su cabeza pensaba y pensaba. Y había llegado a la simple conclusión de que iba, tenía, que hacerse cargo de aquello. No podía dejarla sola, eso no sería propio de un LANZANI. Ambos eran responsables. Había comprendido que LALI no le estaba mintiendo ni nada por el estilo. Simplemente el bebé era suyo.
Suspiró y se encaminó hacia el edificio. Cada paso que daba hacia aquel lugar, le recordaba la noche en la que había venido con ella. Recordaba las risas, las miradas, la desesperación que había sentido por estar dentro de ella. Sacudió la cabeza, solo tenía que concentrarse en la situación actual.
Recordaba bien el piso. Pero aun así le había pedido a NICO que le preguntara a EUGE, para estar completamente seguro.
Se acercó al tablero eléctrico e iba a tocar. Pero entonces un hombre mayor, con el cabello lleno de canas, abrió la puerta. PETER lo miró extrañado. El hombre era extraño. Su peinado era extraño… en sí todo él lo era.
El moreno posó la mirada en un pequeño cartel que colgaba de aquella horrorosa camisa color verde militar que llevaba puesta. Y decía:
‘Wolfgang Hut, encargado’
PETER volvió la vista al hombre.
—¿A qué piso se dirige, jovencito? —le preguntó.
Él pudo notar el leve acento alemán que el hombre poseía.
—Al piso cuatro, señor —dijo PETER.
—Solo llámeme Wolf —le indicó y le mostró el cartelito. PETER sonrió con los labios sellados y asintió.
—Lo siento, Wolf. Me dirigió al piso número cuatro.
—¿A lo de la niña LALI? —inquirió.
—Sí, sí, a lo de LALI —asintió efusivamente.
—Vaya, al parecer la niña LALI tiene un día de visitas hoy —dijo contento.
PETER frunció el ceño.
—¿Por qué lo dice? —preguntó sin querer queriendo.
—Porque recibe visitas —dijo el hombre encogiéndose de hombros —Pero pasa, muchacho. El portero eléctrico no funciona.
—Oh, gracias, Wolf —dijo e ingresó.
—No es nada, joven.
PETER vio como el anciano desaparecía detrás de una puerta. Se encogió de hombros y decidió seguir su camino.
Llegó hacia los ascensores, pero se dijo a si mismo que sería una mala idea subir por allí. No quería tener más recuerdos de esa noche, no. Decidió subir por las escaleras, así ganaría un poco de tiempo.
—Mira, LALI, quiero que sepas que voy a hacerme cargo de ese bebé —susurró entre dientes mientras subía —No, no, no. Eso es demasiado frío —se dijo sacudiendo la cabeza —No vas a estar sola en esto… —negó de nuevo y maldijo por lo bajo —Demasiado cursi, diablos…
¡Maldita sea, aquello era realmente complicado!
Llegó al piso y se detuvo antes de hacerse ver al escuchar un par de voces. Para su suerte la entrada de las escaleras no estaba visible hacia los que tomaban el ascensor o salían del departamento.
Se quedó apoyado contra la pared, escuchando atentamente los sonidos que provenían del otro lado. Un par de risas se hicieron más presentes.
—De verdad, LALI, eres increíble —escuchó que una voz femenina decía. Pero lo que más le llamó la atención fue lo familiar que le resultó.
Con cuidado se asomó, para no se descubierto, y se paralizó al ver que la voz le pertenecía nada más y nada menos que su hermana.
CANDE salió con AGUS detrás de ella. Ambos giraron para mirar a _____ que se quedó dentro de la casa.
¿Qué demonios hacia CANDE ahí? Pero entonces se calmó. No debía ser por el tema del bebé, claro que no. Estaba seguro de que LALI ni siquiera sabía que CANDE era su hermana. Además recordó que SIERRA le había dicho que llevaría a CANDE para que conociera a LALI. Pero… ¿y si ella les había contado que estaba embarazada? Sacudió la cabeza y se concentró en mirarlos.
—Que lastima que no se puedan quedar un rato más —dijo LALI. PETER miró su reloj, para fijarse que ya iban a ser las 11 de la mañana.
—Te juro que nos encantaría quedarnos, Luciérnaga —le dijo AGUS con una dulce sonrisa en el rostro —Pero tengo que ir a rendir mi último parcial del año. Vinimos de sorpresa y de pasada…
—Espero que la próxima sea con más tiempo —indicó divertida y golpeó a AGUS suavemente en el pecho. Miró a CANDE —Simplemente estoy encantada contigo. AGUS me había dicho que eras genial, no pensé que fuera tan así.
—Lo mismo digo, LALI —sonrió CANDE —Realmente eres admirable.
—Ya basta, me harás sonrojar —dijo divertida. Los tres rieron levemente. Pero PETER pudo notar lo apagada que se veía LALI. Sintió una presión en el pecho. Ella se veía abatida y triste. AGUS se acercó a abrazarla y le besó la frente.
—Espero que te mejores de tu resfriado —le dijo. CANDE también la abrazó.
—Te hablaremos en estos días para ir a tomar algo —le aseguró.
PETER sintió algo de alivio. Ellos dos no sabían nada del embarazo. LALI simplemente les había dicho que estaba resfriada. Pero ¿Por qué?.
—Aceptaré encantada —sonrió —¿Quieren que baje a abrirles? —preguntó.
—Nono —se apresuró a decir AGUS —Abajo está Wolf. Simpático tu encargado.
—Lo sé —asintió LALI —Es un amor… Pero bueno, ya que se van, creo que me voy a ir a acostar un rato.
Se volvieron a despedir con palabras y movimientos de manos, y LALI cerró la puerta. Nick comenzó a caminar hacia le ascensor con AGUS a su lado, le rodeó la cintura con un brazo. CANDE rió y le dijo algo por lo bajo.
Entonces SIERRA también rió y luego le dio una pequeña pero traviesa palmada en el trasero. CANDE volvió a reír.
En ese preciso momento, PETER estuvo a punto de hacerse ver y lanzarse sobre SIERRA como un perro. Pero entonces la puerta del ascensor se abrió y ellos entraron sin dejar de reír. PETER respiró profundamente, intentando calmarse. ¿Cómo es que aquel descarado se atrevía a palmearle el trasero a su hermanita de aquella manera? CANDE era una niña, no una cualquiera, por el amor de Dios.
¿En que diablos estoy pensando?
Sacudió la cabeza y volvió a concentrarse en su objetivo. Que CANDE hubiese estado allí significó algo, seguramente. Era una señal, claro que sí. Él tenía que hacerse cargo, como sus padres le habían inculcado durante toda su educación.
De ahora en adelante tenía una nueva vida por la que preocuparse además de si mismo y sus seres queridos. Miró la puerta del departamento de LALI y suspiró.
Era hora de asumir sus responsabilidades

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