Ojala fuera el día de los inocentes.
—¡PETER! —exclamó ella sobresaltando a todos los que estaban a su alrededor.
Se acercó rápidamente a donde él había caído desmayado. ...
Genial… se ha desmayado al saber que va a ser padre.
Se arrodilló a su lado y le levantó el rostro del suelo. Intentó girarlo, pero era demasiado pesado o ella era demasiado débil.
Uno de los mozos se acercó hasta ellos.
Lo giró con cuidado y la cabeza de PETER quedó apoyada sobre el regazo de LALI. Ella acarició su rostro sin poder evitarlo.
—Voy a llamar a un médico —le indicó.
—No, no —dijo ella —Solo necesito un poco de agua y una cucharadita de sal.
El mozo se puso de pie y fue a buscar lo que ella le pedía.
LALI se quedó quieta, contemplando a PETER. Su rostro pálido la asustó un poco, pero se dijo a si misma que eso era normal. Seguramente, probablemente, le había bajado la presión. Una pequeña sonrisa curvó sus labios… Jamás pensó que él iba a desmayarse cuando recibiera aquella noticia. Se le cruzó por la cabeza cualquier otro tipo de reacción. Desde que se pusiera como loco, hasta que se riera de ella. Pero todo lo que él había hecho era levantarse y caer inerte al suelo. Vaya hombre de sorpresas era PETER LANZANI.
El mozo volvió con las cosas. Ella le dio las gracias. Tomó el vaso y sin pensarlo dos veces le arrojó el agua en el rostro. Él comenzó a moverse. Ella tomó la cuchara de sal y aprovechó que él abría la boca para metérsela.
PETER se ahogó y se incorporó de golpe. Miró a su alrededor nervioso, agitado… aun seguía algo pálido. Su mirada encontró la de ella.
—Dime que hoy es el día de los inocentes y tú estás haciéndome la broma más jodida de este mundo —le dijo respirando trabajosamente.
LALI no supo qué decirle. Simplemente se quedó quieta en su lugar, mirándolo fijamente. ¿Cómo es que ella iba a bromear con algo así? Ojala fuera una jodida broma. De repente sus ojos se llenaron de lágrimas. Diablos, que estaba sensible. Pero ¿Qué esperaba? ¿Qué él le dijera: oh, querida, me haces condenadamente feliz?
¡Despierta, tonta! Es un completo extraño para ti…
—No… no es una broma —le dijo en un susurro y se puso de pie.
Tomó sus cosas y salió de allí.
Él se quedó sentado en el suelo, con la cara empapada, sal bajo la lengua y aquella angustia dentro del pecho.
—Idiota —escuchó que alguien decía. Giró la cabeza y una mujer que estaba sentada en la mesa de al lado lo miraba con desprecio —¿Cómo crees que sería capaz de bromear con algo como eso? Una mujer, a menos que sea una perra mal parida, jamás jugaría con algo tan delicado como la vida de un hijo.
PETER no dijo nada, solo se quedó observándola. Las palabras ‘la vida de un hijo’ resonaban ruidosamente en su cabeza.
—Señor, déjeme ayudarlo —le dijo el mozo.
Le tendió la mano y PETER se puso de pie con su ayuda. Todavía se sentía algo mareado. Se sentó en la silla en la que había estado antes y luego se tomó la cabeza con ambas manos.
Embarazada… él había dejado embarazada a una completa extraña.
No. No. No. No. No y más no. ¿Cómo había sido tan irresponsable? ¿Cómo? Entonces recordó aquello. Esa noche él no llevaba condones ni nada por el estilo. No tenía pensado acostarse con nadie ni mucho menos. Pero entonces apareció ella, su linda sonrisa, su lindo cuerpo, unas copas de más, varias risas y por último la cama de su departamento. ¿Y ahora un hijo? Todo encajaba bien. Tenía sentido. Ella estaba embarazada, y él era el padre.
Aunque a decir verdad ella podría estar mintiendo ¿Por qué no? Él no la conocía realmente, no sabía de lo que ella era capaz. Pero ¿Por qué le mentiría? ¿Con qué fin? LALI no necesitaba nada de él. Es más… ni lo conocía.
Llamó al mozo y le pagó por el café. Salio de allí con la mente completamente ida.
<<Estoy embarazada>>
—Por dios —murmuró —Ella está embarazada…
¿Él iba a ser padre? Él iba a tener un bebé con una completa ¿extraña? ¿Cómo diablos iba a decirle eso a su familia?
Se lo imaginó un momento… la reacción de sus padres sería la normal o eso él creía. Le dirían que era un irresponsable y qué debía hacerse cargo de ello. Como siempre se lo habían dicho. Él jamás debía escapar de los problemas de la vida y mucho menos abandonar sus responsabilidades.
De todas las cosas que resaltaba él mismo de la educación que le habían dado sus padres, era la de asumir su vida.
Pero en ese momento él no estaba seguro de ello. Simplemente podía hacer como que no sabía nada y seguir adelante.
No, no, no ¿Cómo iba a hacer eso? Él ya era demasiado consciente de la situación. No iba a poder hacerse el idiota.
¿Y Hilary? ¿Cómo demonios le diría eso a ella? Al fin la situación entre ellos había mejorado. No tanto, pero si algo. Simplemente iba a irse todo al diablo cuando lo supiera.
Pronto llegó al taller. Escuchó que NICO estaba arreglando algo mientras hablaba por teléfono.
Intentó no hacer ningún ruido, así su amigo no lo descubría. Simplemente no tenía ganas de hablar, ni de escuchar las millones de preguntas de NICO.
Pasó frente a él con cuidado. Pero entonces RIERA levantó la cabeza y lo miró.
—Amorcito, te llamo luego —le dijo, seguramente, a MERY.
Colgó y dejó su celular a un costado. PETER soltó un suspiro.
—No tengo ganas de hablar, NICO —dijo PETER y siguió caminando.
—PETER —lo llamó.
El moreno se detuvo y giró a verlo. Lo único que quería hacer era subir a su casa y encerrarse unas cuantas horas en su habitación. Necesitaba pensar un poco. Necesitaba replantearse la situación que estaba viviendo.
—Ya te dije que no tengo ganas de hablar…
Volvió a caminar. No quería estar allí.
—¿Vas a ser papá? —preguntó RIERA.
PETER se detuvo y cerró los ojos mientras esas palabras calaban su cerebro.
Seguramente EUGE le acababa de decir. Ella no tenía ese derecho, claro que no. Pero maldición él no iba a poder decírselo de todos modos. Así que ya le había sacado un peso de encima. ¿Un peso de encima? ¿Qué estaba mal con él? Su vida iba a cambiar radicalmente dentro de unos meses ¿y él solo quería sacarse un peso de encima?
Se odió a si mismo. Odió a LALI. Odió esa noche que salió con su mejor amigo. Odió a su mejor amigo. Por primera vez en mucho tiempo sintió miedo y sus ojos acumularon la bronca en lágrimas.
NICO dejó todo y se acercó a él para abrazarlo. Era lo único que se le ocurría hacer en ese momento. ¿Qué más podía?
EUGE le había soltado la maldita bomba antes de que PETER llegara. Diciéndole que LALI no le contestaba el teléfono y que más le valía a PETER no haberle hecho o dicho algo malo.
¿Era esa la razón por la que EUGE había estado tan rara últimamente? Sabía que PETER era el hombre con él que había estado LALI.
Pero, ¿embarazada? La mejor amiga de su novia estaba embarazada de su mejor amigo. Aquello era una locura. Una completa locura.
—Está embarazada, NICO… —dijo PETER angustiado —Ella está embarazada.
NICO se alejó de él y tomó su cabeza, haciendo que lo mirara fijamente.
—Eres un jodido imbécil —le dijo —¿Cómo fuiste tan irresponsable?
—No lo sé —murmuró él entre dientes —Te juro que no lo pensé, NICO, no lo pensé.
—¿Y qué vas a hacer ahora, PETER?
—Tampoco lo sé…
—No puedes hacerte el idiota. Ese hijo es tuyo…
—¡¿Y COMO DEMONIOS SÉ QUE ES MIO?! —preguntó exaltado. La bronca y el miedo lo habían hecho reaccionar —¡¿COMO SÉ QUE ELLA NO ESTA MINTIENDO?!
LALI no tiene necesidad de mentirte —le dijo él calmado.
—¿COMO LO SABES, EH? ¿COMO?
—Simplemente lo sé, PETER.
—No, tú no sabes una mier-da, NICO…
Salió de allí para subir a su casa. No quería seguir escuchándolo. No quería seguir pensando.
—¡PETER! ¡No seas tan infantil! —le gritó él. Negó con la cabeza no tenía caso seguir diciéndole cosas. Él necesitaba pensar un poco.
PETER entró a su departamento y miró a su alrededor. ¿Qué iba a hacer él con un bebé?
Entonces como si tuviera de nuevo cinco años y acabara de ver la película de IT el payaso asesino, se largó a llorar
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