Quien mal anda, mal acaba.
Algo comenzó a vibrar a su lado, justo cerca de su oreja. Maldito sea lo que eso fuera. Ella quería seguir durmiendo, quería seguir soñando.
Pero entonces su cuerpo comenzó a despertarse. Sintió dolor en lugares que jamás había creído que podía llegar a sentir. Su cabeza comenzó a palpitar. ...
Sentía una extraña presión (como el rastro de una alocada revolcada) en sus partes intimas, pechos y boca. Giró en la cama, poniéndose boca arriba, y sus músculos protestaron.
¿Por qué tenía esos dolores? Ella no había ido al gimnasio para estar tan… exhausta. Sin abrir los ojos buscó la molesta cosa que la había sacado de su erótico sueño con un sexy mecánico.
—Hola —dijo con la voz ronca. Su garganta estaba realmente seca.
—¡Por dios, LALI, al fin contestas! —la regañó.
Ella alejó un poco el teléfono de su oído, ya que su amiga casi había gritado y la cabeza se le estaba partiendo.
—¿Puedes hablar más bajito? —le preguntó —Me duele terriblemente la cabeza.
—¿A dónde diablos fuiste anoche? —dijo molesta EUGENIA —Te perdí de vista luego de que Niall me sacara a bailar.
—¿Quién? —inquirió LALI.
—El chico bonito que se había parado frente a nosotras antes de que la gente enloqueciera con la música.
LALI frunció el ceño tratando de reacomodar sus pensamientos. Tenía en claro que anoche había salido con su mejor amiga, habían llegado a un bar… y apenas entraron se habían… ¿separado?
—Ahora estoy en mi casa —dijo LALI luego de unos segundos.
O ella creía que estaba en su casa. Todavía no abría los ojos. Algo le decía que no debía hacerlo.
—Yo había pensado en ir a buscarte allí después de que logré que NICO me diera un poco de aire… pero me convenció de que fuéramos a caminar por el muelle. Y perdón amiga, pero me olvidé completamente de ti.
LALI sonrió levemente. Y de repente sintió que algo se movía a su lado, y que algo caliente y sólido le rozaba una pierna.
Abrió los ojos de golpe y giró a cabeza. Se odió por eso, ya que su cerebro casi explota por aquel movimiento.
Pero entonces su corazón se detuvo al ver que lo que había a su lado era un hombre. Y era el hombre de su erótico sueño.
Él dormía sobre su estomago, la cara aplastada contra la almohada, las sabanas blancas lo cubrían hasta las caderas. Y su rostro… placer, en su rostro se dibujaba el placer. Tenía el cabello alborotado, los labios levemente hinchados.
Ella bajó la vista a su espalda. El aire se le quedó atrapado en los pulmones. Marcas rojas surcaban aquella majestuosa espalda. ¡Por dios, ella le había hecho esas marcas!
Oh, maldita sea ¿Qué he hecho?
Imágenes y más imágenes se le metieron en la cabeza. Si, se había acostado con aquel hombre. PETER… su nombre era PETER.
Recordó haberlo repetido muchas veces.
—_LALI, ¿sigues ahí? —le preguntó la rubia.
—EUGE —le dijo a su amiga en voz muy baja.
—¿Qué? —preguntó ella con cautela.
—Te llamo luego…
Antes de que su amiga pudiera decir algo, colgó. Dejó su celular a un costado y observó bien a PETER. Parecía estar profundamente dormido.
¿Cómo es que ella había caído tan bajo? ¿Por qué se había comportado de aquella manera? Se sentía sucia… más bien enojada. Siempre odió a las mujeres fáciles, y ella simplemente había actuado igual o peor que ellas.
Otra vez hiciste las cosas mal, tarada.
Se reprochó mentalmente. ¿Es qué acaso nada iba a salirle bien nunca?
Se sentó y salió de la cama. Tenía que sacar a aquel hombre lo más rápido que fuera de su casa, no volver a verlo y no volver a recordarse lo bajo que había caído.
Entró a su baño y buscó una bata. Tenía que cubrir su vergüenza con algo, tenía que sacarse de la cabeza su comportamiento.
Volvió al cuarto y se acercó a la cama. Era hora de terminar con toda esa locura.
—¿PETER?…Oye, PETER —le habló y le tocó el hombro. Él ni se inmutó —PETER,… despiértate… por favor —él frunció un poco el ceño —¡PETER, levántate!
Elevar la voz le hizo doler más la cabeza. Jamás volvería a tomar una gota de alcohol en su vida. Aquel dolor era infernal.
—¿Qué? —preguntó él mientras se sentaba en la cama y se restregaba los ojos.
LALI, algo nerviosa, comenzó a buscar la ropa masculina en el suelo.
—Quiero que te vayas de mi casa, ahora —le arrojó su ropa al rostro.
PETER recibió el golpe como si hubiese sido con una piedra. La maldita cabeza le quemaba. Odiaba despertarse así. Se quitó la ropa de la cara y la miró. Ella parecía estar enojada.
—¿Qué sucede? —quiso saber.
—¡¿Qué sucede?! —repitió casi histérica —¡Te diré que sucede, amigo! ¡Sucede que te aprovechaste de mi estado!
—Ooooow, espera un momento, cariño —la detuvo levantando una mano. Ella estaba bastante equivocada si creía eso —Tú no te negaste a nada.
—¡Estaba borracha! —se defendió.
—¡Pues yo también! —aseguró él.
—¡Claaaaaro! —su voz sonaba extremadamente aguda, sus brazos se cruzaron sobre su estomago —¿Ahora soy yo la que te obligó?
Él se puso de pie. Ella giró rápidamente y sintió que sus mejillas enrojecían. Sabía que ese cuerpo era maravilloso, pero estaba demasiado cabreada como para contemplarlo.
—No, yo no dije que me hayas obligado. Solo te digo que no te negaste…
Ella apretó los dientes. ¿Cómo iba a negarse si él la había engatusado hablándole al oído, diciéndole cosas tan sucias que le temblaba el alma hasta de solo pensarlas?
—¡Vete! —le exigió.
—¡Me estoy vistiendo! —exclamó él.
—¡Pues hazlo más rápido! —chilló.
Él terminó de vestirse. La cabeza le dolía, ahora, como mil demonios. Estaba enojado, muy molesto con ella.
Quería acercarse, girarla hacía a él y observar su rostro mañanero. Debía de verse hermosa. De espaldas podía ver lo desordenado que estaba su cabello. Se imaginó como estaría su rostro. Mejillas sonrosadas, labios hinchados… Se imaginó como estaría su cuerpo. Seguramente completamente marcado por él.
—LALI…
—¿Ya terminaste? —lo interrumpió. PETER suspiró.
—Sí.
Ella se giró a verlo. Y él confirmó lo que se había imaginado. Por lo menos de su cara. Tendría que fijarse luego en su cuerpo.
Pero entonces vio aquella mirada de repulsión en su rostro. ¿Hacia ella misma o hacia él? Aquello lo desconcertó.
—No quiero volver a verte —le dijo. Él sintió que se le cerraba la boca del estomago —No puedo creer que fui capaz de hacer esto… Pudiste haberlo evitado.
Él no podía creer que ella fuera tan… extremista e irracional.
—No seas infantil —le pidió.
—¿Infantil? —inquirió ofendida —¡Yo no soy infantil, maldita sea! ¡Tú te aprovechaste de mi estado! ¡Por dios, ni siquiera te conozco!
—¡Yo no me aproveché de tu estado, diablos! —realmente ella estaba logrando sacarlo de sus casillas —¡Tú solita te entregaste! ¡Yo estaba borracho también! ¡Eres una tentación para cualquier hombre! ¡Y viniste tan fácil como la tabla del dos!
Ella abrió levemente la boca y sus ojos se llenaron de lágrimas. No pudo decirle nada. Él tenía razón. Y otra vez se estaba decepcionando a si misma. Acababa de dejar que un hombre la viera como lo que realmente no era. Una mujer fácil.
PETER se maldijo internamente por haberle dicho eso. Él realmente no lo creía así. Pero ella… ella simplemente lo sacaba. Iba a decirle algo, pero ella levantó una mano advirtiéndole que no lo hiciera.
—Vete…
LALI yo…
—¡Que te vayas! —le gritó. Y el enojo volvió a PETER.
—Perfecto, ya me voy… Adiós —dijo apretando los dientes.
Tomó su campera del suelo salió de la habitación azotando la puerta
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