Con unas cuantas copas de más…
El taxi se detuvo frente a un gran edificio. PETER bajó torpemente y se rió. Giró y la ayudó a bajarse. Ella parecía una gatita en busca de cariño. Se acercó un poco a él y se agarró de su brazo para no caerse.
—Estamos bastante ebrios —le dijo él. Ella sonrió.
Él le gruñó. LALI se lamió los labios. Le gustaba que le gruñera. Era tan… sensual.
—Lo sé —murmuró —Pero aun así yo quiero que tú…
—Shhh —la calló colocando torpemente un dedo sobre su boca.
LALI abrió un poco los labios para morderlo. PETER la miró embobado. Si ella llegaba a decir algo excitante él no se aguantaría y le haría cosas muy malas ahí afuera. Está era la primera vez que él se iba con una mujer que apenas conocía, con el fin de acostarse con ella.
—Eres el primer hombre con el que hago esto —le confesó y se alejó de él para empezar a caminar hacia la puerta del edificio. Él frunció el ceño… ¿era la primera vez que hacía esto?
LALI buscó las llaves en su bolso.
—¿Eres virgen? —le preguntó confundido, y dio unos pasos hacia donde estaba ella. LALI lo miró sobre su hombro.
—¿Tengo cara de serlo? —inquirió arqueando una ceja —Dije que eres el primer hombre que apenas conozco con el que voy a acostarme.
Aquella información hizo que PETER se sintiera emocionado. Dando grandes zancadas se acercó a ella y la abrazó por la espalda. Le besó la nuca. Ella se estremeció.
—También eres la mía —susurró él contra su piel —Jamás me había ido con una mujer que me pestañeara un poco.
Ella sonrió y abrió la puerta. Sentir su fuerte cuerpo apresándola era increíble.
—Yo no te pestañeé —dijo ella.
—Sí que lo hiciste, morena —aseguró.
Entraron a las risas, y se dirigieron hacia los ascensores.
—Ni siquiera sé tu apellido —dijo divertida. Apretó el botón número cuatro.
—LANZANI —su voz ronca era el paraíso —PETER LANZANI.
Oh, Diablos, hasta su nombre era excitante.
—Yo soy LALI ESPOSITO… es un gusto conocerte, PETER —dijo en tono pícaro.
—Vas a decir mi nombre muchas veces esta noche, LALI. —le gruñó contra el oído. Ella cerró los ojos. Y luego sintió que él le agarraba el trasero. Se mordió los labios —Vas a gemirlo y gritarlo…
—Sí… —suspiró agitada.
Llegaron al piso marcado por la morena. Las puertas del ascensor se abrieron. Bajaron tontamente. PETER seguía abrazándola por atrás, mordisqueando su cuello. Se acercaron a la puerta y ella se desesperó por abrirla. Cuando se abrió, no entró. Giró lentamente entré sus brazos y lo miró a los ojos.
—Entra —gruñó él.
—Vamos a ver que tan bueno eres, mecánico.
Eso lo excitó aun más. La forma en la que ella lo había llamado había sido extremadamente caliente.
Y entonces sus bocas al fin se encontraron. Sus labios se abrieron más para él y para su lengua. Exigente boca tenía el hombre. Abrumadora y dominante. Sus piernas temblaron. Su sabor era magnifico. Enterró las manos en sus castaños cabellos y lo acercó un poco más.
Él la envolvió entre sus brazos y disfrutó del sabor de sus labios. Mierda, ella sabía mejor de lo que se había imaginado. Su lengua era suave, sus labios calientes. Le gustó saber que él tendría la boca roja luego, a causa de la pasión y de su lápiz labial.
Entraron al departamento sin separar sus bocas. Él cerró la puerta detrás de ellos, con un pie. Solo quería encontrar algún lugar en donde poder desnudarla y desnudarse para luego sentir su cuerpo pegado al suyo.
—¿Dónde está la habitación? —le preguntó agitado.
—Por el pasillo… la última puerta.
Al instante la alzó en brazos. LALI envolvió sus piernas alrededor de su caderas. Gimió al sentirlo tan intimo.
PETER comenzó a caminar a la vez que tomaba su boca. Sus manos las sostenían desde el trasero. Ella le mordió el labio, él jadeó.
—Maldita gatita buscona —murmuró y le dio un golpe en la nalga derecha. LALI saltó sobre sus caderas. Era increíble que se excitara por qué él le daba una zurra
—¿Te gusta que te zurre, cierto? —le preguntó sobre los labios.
—Sísísí, me gusta… me gusta —asintió.
—Eres especial, muy especial…
Llegar al cuarto no fue difícil para ZPETER. Ella era liviana. Difícil fue que soltara su boca para dejarla caer sobre la cama. Se alejó un poco, dio unos pasos hacia atrás y la contempló.
—Ven aquí, mecánico.
—Dios, como te deseo —musitó mientras la miraba fijamente a la cara. Tenía aquella sexy expresión de lujuria en el rostro.
—¿Me parece a mí o estás yendo algo lento, mecánico? —le preguntó mientras se ponía de pie y caminaba hasta él —Lo quiero rápido ¿entiendes?
—No, tengo que ser amable —recordó él.
—No, no lo quiero amable —comenzó a desabrochar los botones de su camisa —No quiero que seas amable…
Si ella continuaba hablando él iba a perder el control y podía asustarla. No quería eso. Él no era un salvaje. No iba a poseerla como una bestia.
LALI llegó al último botón y luego metió la mano dentro de la prenda. Suspiró al sentir los fuertes músculos bajo su mano. Él era increíble. Le quitó la camisa y se mordió el labio al contemplarlo. Pura fibra,… rocoso y firme. Era un pecado que él estuviera suelto sobre la tierra. Era una tentación imposible de no querer probar.
PETER contuvo el aliento mientras ella lo miraba y su pequeña mano acariciaba su abdomen. Tragó saliva… ¡Dios, él también necesitaba acariciarla!
Soltando un gruñido se acercó un poco más a ella y le quitó aquel pequeño vestido negro de un solo tirón. Jadeó al observar que no llevaba sostén, y un pequeño culotte negro cubría su parte más intima. Se veía sexy como el infierno con aquellos zapatos negros de tacón.
Claro que sí, iba a disfrutar mucho de esa morena.
Levantó su mano y acarició el costado de uno de sus pechos. Ella jadeó.
—No lo quiero despacio… por favor —le dijo agitada.
Y en ese momento él se abalanzó sobre ella capturando sus labios. La sensación de sus pechos contra el suyo fue increíble. Él quería devorarla, aquella necesidad era apabullante.
Cayeron en la cama, él encima de ella. LALI gimió al sentirlo más cerca.
¿Cuándo fue la vez que su puta interior salió al ataque? Nunca.
Con él se sentía salvaje, descontrolada. Quería hacer todas las cosas malas y sucias que se podían hacer con un hombre.
¿Era el alcohol el causante de aquel comportamiento? Sí, definitivamente sí.
Los besos de PETER soltaron su boca para bajar por su mentón, cuello, clavícula. Ella se agitó y hundió los dedos en sus castaños cabellos. Él iba a enloquecerla, de eso estaba completamente segura. Un casto beso en uno de sus pezones le hizo abrir los ojos. Levantó la cabeza y se encontró con su cristalina mirada. Se relamió los labios.
PETER volvió a tomar su pezón con la boca. Ella aguantó la respiración. Él lo mordió despacio, mandando fuego a cada parte de ella.
—Tus pechos son el cielo —le dijo con voz áspera. Ella se sintió increíblemente mojada. PETER tomó uno con la mano y lo apretó suavemente. Un suspiro escapó de los labios de LALI. Quería más de él, necesitaba más —¿Los puedo besar?
—Ajá —dijo agitada.
—¿Quieres que los bese? —preguntó.
—Dios santo, sí —exclamó.
—¿Quién quieres que los bese? —siguió él, y está vez le pellizcó un pezón.
LALI se arqueó hacia él, no solo encontrándose con la carga de aquella caricia, sino que con el increíble bulto que estaba entre sus piernas.
—Tú… tú —jadeó.
—Di mi nombre —exigió y volvió a pellizcarla, pero está vez un poco más fuerte.
El placer y el dolor se mezclaron de una forma asombrosa, y ella volvió a gemir.
—PETER… PETER —repitió su nombre.
Eso fue increíble para él. Escuchar su nombre en aquellos labios fue casi tan placentero como escucharla gemir. Y no pudo evitarlo, se movió contra ella. La caricia íntima fue tan potente que ambos gimieron. Y volvió a moverse a la vez que ella alzaba las caderas.
—Diablos —murmuró él entre dientes.
LALI no se quedó quieta, siguió buscándolo, tentándolo más y más. Quería que él se liberara. Sabía que se estaba aguantando algo… ella lo quería todo.
—Me estorba tu ropa, por Dios. Sácate estos malditos… pantalones. Necesito sentirte más cerca… más piel…
Él no quería perder el control. Pero estaba tan cerca. Ella lo alteraba. Se alejó solo un poco para poder desabrocharse los pantalones.
Pronto sintió una suave mano ayudándolo. Levantó la mirada y se encontró con sus ojos. Aquella vista lo abrumó. Ella parecía una hermosa ninfa que se había acercado a él para enloquecerlo. Sus mejillas estaban levemente enrojecidas, sus ojos llenos de deseo, sus labios hinchados y más rojos que antes por sus besos. Todo eso lo cautivó de una manera rara y la piel se le erizó más que la primera vez que la vio.
Se inclinó y tomó sus labios de manera suave. LALI le respondió el beso de la misma forma y continuó desabrochando los botones por si sola. Se separó apenas un poco de los besos masculinos, para respirar.
Terminó con la labor de los botones y empujó sus vaqueros hacia abajo. Con una habilidad que sorprendió a PETER, ella los hizo girar sobre el colchón y quedó sentada a horcajadas sobre sus piernas.
Aquella vista de LALI sobre él, despeinada, caliente y mirando fijamente su erección, pudo llevarlo tranquilamente al borde. Ella sonrió de costado y volvió la vista a la suya.
—Eres enorme —dijo.
—Así parece —jadeó él. LALI extendió su mano para acariciar su pecho. PETER respiró profundamente. Ella se inclinó y besó una de sus tetillas. PETER hundió los dedos en sus largas ondas, atrayéndola más cerca. Ella comenzó a descender sobre su torso. Él aguantó la respiración. Sus suaves labios se abrían y cerraban sobre su piel, dejando un camino de besos mojados sobre su abdomen. La nombró suavemente. LALI le acarició los brazos.
Ella se incorporó para observarlo. Los ojos de PETER brillaban en la oscuridad de la habitación. De repente dudó un poco. Sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, pero no le importaba.
—Eres la cosita más caliente que vi en mi vida —le dijo él.
—¿Eso crees? —preguntó risueña.
—Sí… eso creo.
Ella sonrió y descendió más sobre él. Terminó de quitarle el resto de la ropa. Y lo volvió a observar allí. Era más grande que antes. Se mordió los labios.
—Dios mío —susurró como si no pudiera creerlo. Iba a ser grandioso tener sexo con ese hombre —Eres… magnífico.
—Ya me lo habías di…
PETER se quedó sin aliento cuando LALI lo tomó con su mano. Fue una caricia suave… y volvió a repetirla haciendo un poco más de presión. Ella quedó fascinada con el poder que sintió al tenerlo a su merced. Con su pulgar acarició la punta. Él siseó y sus caderas se levantaron un poco. LALI sonrió.
—Mmm… me gustas así, mecánico —ronroneó y siguió acariciándolo —Estas todo entregado y es para mí… eso realmente me gusta.
Un leve sudor cubrió el cuerpo de PETER. Su respiración salía agitada, su pecho se elevaba. Gruñó, maldijo, apretó los dientes mientras ella movía la mano de arriba a bajo sobre su virilidad. Él no iba a durar mucho si ella continuaba así.
—_LALI… —dijo agitado. Ella se mordió los labios —Voy a acab…
—No, no —lo interrumpió —Todavía no… porque vas a hacerlo cuando yo te diga y va a ser dentro de mí.
Entonces ella se inclinó un poco hasta que sus labios besaron castamente la punta de su sexo. Aquello fue demasiado para él…
—Mier-da… —gruñó, se incorporó, la tomo del brazo y la jaló hacia arriba.
LALI soltó una pequeña risita nerviosa.
Con un simple movimiento, PETER, la atrapó bajo su cuerpo. Ella soltó un suspiro de asombro y levantó la mirada para enfrentar la suya. Sintió un suave cosquilleo en la boca del estomago ante aquella intensa mirada.
Él sudaba y estaba jadeando.
—Ups, te dejé cerquita… mecánico.
PETER maldijo y la besó. Ella suspiró entre sus labios y le echó los brazos al cuello acercándolo hasta que casi no pasaba ni el aire entre sus cuerpos.
Como le gustaba que le gruñera. Era el sonido más masculino que había escuchado en su vida. Y sabía que no iba a poder olvidarlo tan fácilmente. PETERsoltó su boca.
—Vas a pagar por eso, morena.
El taxi se detuvo frente a un gran edificio. PETER bajó torpemente y se rió. Giró y la ayudó a bajarse. Ella parecía una gatita en busca de cariño. Se acercó un poco a él y se agarró de su brazo para no caerse.
—Estamos bastante ebrios —le dijo él. Ella sonrió.
Él le gruñó. LALI se lamió los labios. Le gustaba que le gruñera. Era tan… sensual.
—Lo sé —murmuró —Pero aun así yo quiero que tú…
—Shhh —la calló colocando torpemente un dedo sobre su boca.
LALI abrió un poco los labios para morderlo. PETER la miró embobado. Si ella llegaba a decir algo excitante él no se aguantaría y le haría cosas muy malas ahí afuera. Está era la primera vez que él se iba con una mujer que apenas conocía, con el fin de acostarse con ella.
—Eres el primer hombre con el que hago esto —le confesó y se alejó de él para empezar a caminar hacia la puerta del edificio. Él frunció el ceño… ¿era la primera vez que hacía esto?
LALI buscó las llaves en su bolso.
—¿Eres virgen? —le preguntó confundido, y dio unos pasos hacia donde estaba ella. LALI lo miró sobre su hombro.
—¿Tengo cara de serlo? —inquirió arqueando una ceja —Dije que eres el primer hombre que apenas conozco con el que voy a acostarme.
Aquella información hizo que PETER se sintiera emocionado. Dando grandes zancadas se acercó a ella y la abrazó por la espalda. Le besó la nuca. Ella se estremeció.
—También eres la mía —susurró él contra su piel —Jamás me había ido con una mujer que me pestañeara un poco.
Ella sonrió y abrió la puerta. Sentir su fuerte cuerpo apresándola era increíble.
—Yo no te pestañeé —dijo ella.
—Sí que lo hiciste, morena —aseguró.
Entraron a las risas, y se dirigieron hacia los ascensores.
—Ni siquiera sé tu apellido —dijo divertida. Apretó el botón número cuatro.
—LANZANI —su voz ronca era el paraíso —PETER LANZANI.
Oh, Diablos, hasta su nombre era excitante.
—Yo soy LALI ESPOSITO… es un gusto conocerte, PETER —dijo en tono pícaro.
—Vas a decir mi nombre muchas veces esta noche, LALI. —le gruñó contra el oído. Ella cerró los ojos. Y luego sintió que él le agarraba el trasero. Se mordió los labios —Vas a gemirlo y gritarlo…
—Sí… —suspiró agitada.
Llegaron al piso marcado por la morena. Las puertas del ascensor se abrieron. Bajaron tontamente. PETER seguía abrazándola por atrás, mordisqueando su cuello. Se acercaron a la puerta y ella se desesperó por abrirla. Cuando se abrió, no entró. Giró lentamente entré sus brazos y lo miró a los ojos.
—Entra —gruñó él.
—Vamos a ver que tan bueno eres, mecánico.
Eso lo excitó aun más. La forma en la que ella lo había llamado había sido extremadamente caliente.
Y entonces sus bocas al fin se encontraron. Sus labios se abrieron más para él y para su lengua. Exigente boca tenía el hombre. Abrumadora y dominante. Sus piernas temblaron. Su sabor era magnifico. Enterró las manos en sus castaños cabellos y lo acercó un poco más.
Él la envolvió entre sus brazos y disfrutó del sabor de sus labios. Mierda, ella sabía mejor de lo que se había imaginado. Su lengua era suave, sus labios calientes. Le gustó saber que él tendría la boca roja luego, a causa de la pasión y de su lápiz labial.
Entraron al departamento sin separar sus bocas. Él cerró la puerta detrás de ellos, con un pie. Solo quería encontrar algún lugar en donde poder desnudarla y desnudarse para luego sentir su cuerpo pegado al suyo.
—¿Dónde está la habitación? —le preguntó agitado.
—Por el pasillo… la última puerta.
Al instante la alzó en brazos. LALI envolvió sus piernas alrededor de su caderas. Gimió al sentirlo tan intimo.
PETER comenzó a caminar a la vez que tomaba su boca. Sus manos las sostenían desde el trasero. Ella le mordió el labio, él jadeó.
—Maldita gatita buscona —murmuró y le dio un golpe en la nalga derecha. LALI saltó sobre sus caderas. Era increíble que se excitara por qué él le daba una zurra
—¿Te gusta que te zurre, cierto? —le preguntó sobre los labios.
—Sísísí, me gusta… me gusta —asintió.
—Eres especial, muy especial…
Llegar al cuarto no fue difícil para ZPETER. Ella era liviana. Difícil fue que soltara su boca para dejarla caer sobre la cama. Se alejó un poco, dio unos pasos hacia atrás y la contempló.
—Ven aquí, mecánico.
—Dios, como te deseo —musitó mientras la miraba fijamente a la cara. Tenía aquella sexy expresión de lujuria en el rostro.
—¿Me parece a mí o estás yendo algo lento, mecánico? —le preguntó mientras se ponía de pie y caminaba hasta él —Lo quiero rápido ¿entiendes?
—No, tengo que ser amable —recordó él.
—No, no lo quiero amable —comenzó a desabrochar los botones de su camisa —No quiero que seas amable…
Si ella continuaba hablando él iba a perder el control y podía asustarla. No quería eso. Él no era un salvaje. No iba a poseerla como una bestia.
LALI llegó al último botón y luego metió la mano dentro de la prenda. Suspiró al sentir los fuertes músculos bajo su mano. Él era increíble. Le quitó la camisa y se mordió el labio al contemplarlo. Pura fibra,… rocoso y firme. Era un pecado que él estuviera suelto sobre la tierra. Era una tentación imposible de no querer probar.
PETER contuvo el aliento mientras ella lo miraba y su pequeña mano acariciaba su abdomen. Tragó saliva… ¡Dios, él también necesitaba acariciarla!
Soltando un gruñido se acercó un poco más a ella y le quitó aquel pequeño vestido negro de un solo tirón. Jadeó al observar que no llevaba sostén, y un pequeño culotte negro cubría su parte más intima. Se veía sexy como el infierno con aquellos zapatos negros de tacón.
Claro que sí, iba a disfrutar mucho de esa morena.
Levantó su mano y acarició el costado de uno de sus pechos. Ella jadeó.
—No lo quiero despacio… por favor —le dijo agitada.
Y en ese momento él se abalanzó sobre ella capturando sus labios. La sensación de sus pechos contra el suyo fue increíble. Él quería devorarla, aquella necesidad era apabullante.
Cayeron en la cama, él encima de ella. LALI gimió al sentirlo más cerca.
¿Cuándo fue la vez que su puta interior salió al ataque? Nunca.
Con él se sentía salvaje, descontrolada. Quería hacer todas las cosas malas y sucias que se podían hacer con un hombre.
¿Era el alcohol el causante de aquel comportamiento? Sí, definitivamente sí.
Los besos de PETER soltaron su boca para bajar por su mentón, cuello, clavícula. Ella se agitó y hundió los dedos en sus castaños cabellos. Él iba a enloquecerla, de eso estaba completamente segura. Un casto beso en uno de sus pezones le hizo abrir los ojos. Levantó la cabeza y se encontró con su cristalina mirada. Se relamió los labios.
PETER volvió a tomar su pezón con la boca. Ella aguantó la respiración. Él lo mordió despacio, mandando fuego a cada parte de ella.
—Tus pechos son el cielo —le dijo con voz áspera. Ella se sintió increíblemente mojada. PETER tomó uno con la mano y lo apretó suavemente. Un suspiro escapó de los labios de LALI. Quería más de él, necesitaba más —¿Los puedo besar?
—Ajá —dijo agitada.
—¿Quieres que los bese? —preguntó.
—Dios santo, sí —exclamó.
—¿Quién quieres que los bese? —siguió él, y está vez le pellizcó un pezón.
LALI se arqueó hacia él, no solo encontrándose con la carga de aquella caricia, sino que con el increíble bulto que estaba entre sus piernas.
—Tú… tú —jadeó.
—Di mi nombre —exigió y volvió a pellizcarla, pero está vez un poco más fuerte.
El placer y el dolor se mezclaron de una forma asombrosa, y ella volvió a gemir.
—PETER… PETER —repitió su nombre.
Eso fue increíble para él. Escuchar su nombre en aquellos labios fue casi tan placentero como escucharla gemir. Y no pudo evitarlo, se movió contra ella. La caricia íntima fue tan potente que ambos gimieron. Y volvió a moverse a la vez que ella alzaba las caderas.
—Diablos —murmuró él entre dientes.
LALI no se quedó quieta, siguió buscándolo, tentándolo más y más. Quería que él se liberara. Sabía que se estaba aguantando algo… ella lo quería todo.
—Me estorba tu ropa, por Dios. Sácate estos malditos… pantalones. Necesito sentirte más cerca… más piel…
Él no quería perder el control. Pero estaba tan cerca. Ella lo alteraba. Se alejó solo un poco para poder desabrocharse los pantalones.
Pronto sintió una suave mano ayudándolo. Levantó la mirada y se encontró con sus ojos. Aquella vista lo abrumó. Ella parecía una hermosa ninfa que se había acercado a él para enloquecerlo. Sus mejillas estaban levemente enrojecidas, sus ojos llenos de deseo, sus labios hinchados y más rojos que antes por sus besos. Todo eso lo cautivó de una manera rara y la piel se le erizó más que la primera vez que la vio.
Se inclinó y tomó sus labios de manera suave. LALI le respondió el beso de la misma forma y continuó desabrochando los botones por si sola. Se separó apenas un poco de los besos masculinos, para respirar.
Terminó con la labor de los botones y empujó sus vaqueros hacia abajo. Con una habilidad que sorprendió a PETER, ella los hizo girar sobre el colchón y quedó sentada a horcajadas sobre sus piernas.
Aquella vista de LALI sobre él, despeinada, caliente y mirando fijamente su erección, pudo llevarlo tranquilamente al borde. Ella sonrió de costado y volvió la vista a la suya.
—Eres enorme —dijo.
—Así parece —jadeó él. LALI extendió su mano para acariciar su pecho. PETER respiró profundamente. Ella se inclinó y besó una de sus tetillas. PETER hundió los dedos en sus largas ondas, atrayéndola más cerca. Ella comenzó a descender sobre su torso. Él aguantó la respiración. Sus suaves labios se abrían y cerraban sobre su piel, dejando un camino de besos mojados sobre su abdomen. La nombró suavemente. LALI le acarició los brazos.
Ella se incorporó para observarlo. Los ojos de PETER brillaban en la oscuridad de la habitación. De repente dudó un poco. Sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, pero no le importaba.
—Eres la cosita más caliente que vi en mi vida —le dijo él.
—¿Eso crees? —preguntó risueña.
—Sí… eso creo.
Ella sonrió y descendió más sobre él. Terminó de quitarle el resto de la ropa. Y lo volvió a observar allí. Era más grande que antes. Se mordió los labios.
—Dios mío —susurró como si no pudiera creerlo. Iba a ser grandioso tener sexo con ese hombre —Eres… magnífico.
—Ya me lo habías di…
PETER se quedó sin aliento cuando LALI lo tomó con su mano. Fue una caricia suave… y volvió a repetirla haciendo un poco más de presión. Ella quedó fascinada con el poder que sintió al tenerlo a su merced. Con su pulgar acarició la punta. Él siseó y sus caderas se levantaron un poco. LALI sonrió.
—Mmm… me gustas así, mecánico —ronroneó y siguió acariciándolo —Estas todo entregado y es para mí… eso realmente me gusta.
Un leve sudor cubrió el cuerpo de PETER. Su respiración salía agitada, su pecho se elevaba. Gruñó, maldijo, apretó los dientes mientras ella movía la mano de arriba a bajo sobre su virilidad. Él no iba a durar mucho si ella continuaba así.
—_LALI… —dijo agitado. Ella se mordió los labios —Voy a acab…
—No, no —lo interrumpió —Todavía no… porque vas a hacerlo cuando yo te diga y va a ser dentro de mí.
Entonces ella se inclinó un poco hasta que sus labios besaron castamente la punta de su sexo. Aquello fue demasiado para él…
—Mier-da… —gruñó, se incorporó, la tomo del brazo y la jaló hacia arriba.
LALI soltó una pequeña risita nerviosa.
Con un simple movimiento, PETER, la atrapó bajo su cuerpo. Ella soltó un suspiro de asombro y levantó la mirada para enfrentar la suya. Sintió un suave cosquilleo en la boca del estomago ante aquella intensa mirada.
Él sudaba y estaba jadeando.
—Ups, te dejé cerquita… mecánico.
PETER maldijo y la besó. Ella suspiró entre sus labios y le echó los brazos al cuello acercándolo hasta que casi no pasaba ni el aire entre sus cuerpos.
Como le gustaba que le gruñera. Era el sonido más masculino que había escuchado en su vida. Y sabía que no iba a poder olvidarlo tan fácilmente. PETERsoltó su boca.
—Vas a pagar por eso, morena.
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