lunes, 28 de diciembre de 2015

CAPITULO 2

El dúo dinámico.

—¡Ya basta, MERY! —gruñó él —Me cansé de discutir.
Colgó y apagó el celular. ...
¡Era tan complicado! ¡Todo era tan una… mierda! Ella ya no era la misma. O quizás era él el que había cambiado. Pero verdaderamente ya estaba cansado de que fueran todos los días discusiones. Se veían y discutían. No podían entablar una conversación porque terminaban con una pelea de por medio.
¡Ni siquiera estaban juntos y seguían peleando! Técnicamente no estaban juntos. Él le había pedido un tiempo… exactamente hacía dos meses.
Ya no era lo mismo. Ella ya no lo divertía como hacía dos años atrás. Ya no lo mimaba, ya no se sentaban a hablar de cómo sería la casa que construirían en medio del campo en donde envejecerían juntos.
¿Se terminó el amor? ¿Era correcto utilizar aquella expresión? Él la amaba, o eso creía. Ella era todo lo que él necesitaba, o eso creía. Quizás lo sentía así porque ella fue la primera mujer que le causó algo más que atracción física. Es más… ni siquiera había sentido atracción física la primera vez que se habían visto. Todo empezó un tiempo después cuando ya eran amigos.
Con ella él se sentía bien. Era una buena mujer. Y sí, la amaba. Pero no podía continuar en aquella relación si solo entre ellos habían discusiones, gritos y más discusiones.
MERY DEL CERRO era importante para él
Importante… ¿no es un poco… grande esa palabra?
Frunció el ceño al escuchar a su voz interior. Soltó un suspiro y le dio un sorbo a su vaso de agua.
—¿Agua? ¿Estás cargándome? —le preguntó.
Se giró a verlo y esbozó una pequeña sonrisa. Su mejor amigo quería sacarlo de los confusos sentimientos siempre. Aunque en realidad quería sacar a MERY de su vida. Era frustrante ver que su novia y su mejor amigo se odiaban tanto que no podían ni verse. Según NICO ella no era la mujer que él creía. Y según MERY, NICO era una mala influencia.
—Te dije que no pienso tomar alcohol —le dijo.
—PETER,… hace más de dos meses que terminaste con la bruja…
—No la llames así —le pidió divertido —Y no terminé con ella. Solo nos tomamos un tiempo.
—Terminaste con ella, fin del asunto —aseguró su amigo.
PETER lo pensó un poco. Tal vez NICO tenía razón, y todo había terminado. En los dos meses en los que estuvieron ‘distanciados’ habían discutido mucho más de lo normal. Supuestamente la distancia era para extrañarse y necesitarse. Cosa que no había funcionado. Negó levemente con la cabeza. Él no quería que terminara ¿o si?
—Estamos tratando de arreglar las cosas.
—Pero eso no significa que no puedes tomar un poco de alcohol —le colocó un vaso de wishky en frente —O divertirte.
PETER lo miró directamente a los ojos. Había diversión en aquella mirada tan parecida a la suya. NICO RIERA era su mejor amigo, un hermano de alma. Se habían conocido en los primeros problemáticos años de la secundaría y desde entonces eran el dúo dinámico. Y era la persona más cínica y sincera del mundo. Un casanova que no creía para nada en el amor. O eso era lo que él decía siempre. Pero PETER estaba seguro, mucho más que seguro, de que su mejor amigo encontraría el amor en una persona muy parecida a él.
—Nada de mujeres, y de nada, NICO —dijo firme.
—No vinimos a esta fiesta para que tomes agua, maldita sea —dijo en tono bajo pero completamente amenazador.
PETER sabía que no. NICO lo había vuelto loco todo el día para que aceptara ir con él a aquella fiesta de inauguración del Bar de un amigo que ellos tenían. Primero se había mantenido firme y le dijo que no. Pero luego terminó aceptando cuando NICO empezó a lloriquear lo mal amigo-hermano que era.
—Tú no viniste para eso —le aclaró —Yo sí.
Le mostró una sonrisa llena de soberbia. NICO resopló, y se puso de espaldas para apoyarse contra la barra en la que estaban.
—Eres un maldito calzonudo —espectó.
—Y tú eres un cabezota —le dijo y se encogió de hombros.
Tomó un sorbo del wishky que estaba frente a él. No tenía intención de hacerlo, pero por algo no pudo evitarlo. La cara bebida le quemó la garganta, despertando así todo su cuerpo.
—Acaban de entrar dos caramelitos por la puerta —murmuró NICO.
PETER no iba a mirar, pero el suspiro de su amigo lo tentó. Giró un poco la cabeza para mirar sobre su hombro. Su mirada se posó en aquella chica rubia… nada le provocó. Era linda, sí, pero no le movió ni un pelo. Lo malo fue cuando la chica rubia se hizo a un lado y sus ojos se posaron en aquella morena. La piel de la nuca se le erizó.
Ella era la cosita más candente que él había visto en su vida. Bajita, sensual, de cabellos tan oscuros como la noche, metida en aquel apretado vestido negro sin mangas… mostrando sus hombros desnu-dos. Cada centímetro de aquel vestido se pegaba perfectamente a su cuerpo lleno de curvas. Sus pechos no eran grandes ni pequeños. Perfectos.
La garganta se le secó. Él tenía que ver sus ojos. En ese momento sus pestañas se levantaron hacia él. Sintió que le ardía el estomago. Seguro que era por el alcohol.
Aquellos ojos marrones eran simples, comunes. Pero lo cautivaron. Bajó la mirada a su nariz, pequeña. Al parecer todo en ella era de esa forma. Miró sus labios, pintados de un rojo intenso, seguro eran tan calientes como el infierno.
Tragó saliva y volvió la vista a la barra. Él no podía estar pensando así por una mujer que acababa de ver. Bebió un largo trago del vaso de wishky.
—¿Qué te parece si nos vamos, NICO? —le dijo a su amigo. NICO no contestó… siguió sin contestar. PETER lo miró. Sus ojos azules estaban abiertos como platos. La boca también la tenía levemente abierta —Imbécil, ¿Qué te pasa? —preguntó y lo empujó un poco para que reaccionara.
NICO sacudió la cabeza como si acabara de salir de una especie de trance. Miró a PETER.
—¿Te quieres ir? —le preguntó. PETER asintió —Vete —el castaño lo miró sin poder creerlo —Eres el único imbécil que intentaría salvar una relación con la loca esa. Yo me iré a divertir con aquella rubia. Me ha hecho pensar en muchas cosas indecorosas en menos de dos segundos.
Luego de aquellas hoscas palabras se incorporó de la barra y se dirigió hacia el centro del bar. PETER se quedó pasmado. NICO a veces eran frontal, pero esta vez había sido demasiado.
Bien… iba a hacer lo que quería hacer. Se iba a ir.
Se puso de pie y comenzó a caminar hacia la salida. Pero de repente la música comenzó a sonar en el bar, la gente festejó y todos se pusieron de pie.
Demonios..
Ya no tenía espacio para caminar tranquilo. Se sintió aplastado, atrapado, etc. Comenzó a moverse entre la gente, empujando un poco a todo lo que se ponía en su camino. Estaba extrañamente molesto. No con NICOl. Consigo mismo. Entonces alguien lo chocó de frente.
—¡Lo siento! —dijo ella. Él bajó un poco la mirada para buscar la voz que se acababa de disculpar —¡Hay tanta gente!
Sus ojos se encontraron y a PETER se le aceleró el pulso. Era ella. La morena candente. Abrió la boca para disculparse también pero alguien lo empujó de atrás haciendo que se acercara más a ella. LALI retrocedió un poco, sintiéndose intimidada por aquel hombre. Pero no pudo ir muy lejos, había tantas personas por todos lados. Quedaron hiper pegados.
La gente bailaba a su alrededor como si nada más importara. Ella casi pierde el equilibrio. Él fue rápido y la tomó de la cintura. Su perfume lo rodeó. La piel de la nuca volvió a erizársele. Su mirada quedó atrapada en sus labios. Sintió mucho calor.
LALI no sabía como reaccionar ante semejante hombre. Él la sujetaba de la cintura de manera delicada, pero ella sabía que lo hacía porque sino iba a caerse.
—¡Yo también lo siento, no te había visto! —le dijo él en voz alta, ya que era imposible hablar bien por la música.
—¡No hay problema! —le aseguró. Se quedaron callados. La gente seguía bailando. Los empujaron un poco más. La frente de ella quedó cerca de los labios de él.
—¡Creo que deberíamos salir! —aconsejó el moreno.
—¡También yo! —entonces LALI divisó un pequeño pasillo de gente detrás de PETER —¡Por ahí!
PETER miró sobre su hombro y respiró aliviado. Soltó la cintura de la morena, pero la tomó del bazo para que no se perdiera. Era tan… chiquitita que fácilmente podría perderse. Caminaron entre todos pidiendo disculpas cada vez que chocaban con alguien. Hasta que lograron salir. PETER la soltó y se giró a verla.
—Soy PETER —se presentó y estiró su mano hacia ella.
—_LALI —dijo ella y tomó su mano.
La soltó al instante murmurando un suave ‘ouch’ ya que él le había dado electricidad. PETER rió algo nervioso.
—A veces soy algo chocante —dijo. Ella soltó una suave risita —Intentémoslo de nuevo.
Volvió a tenderle la mano, ella la tomó. Esta vez no hubo carga. Pero ambos sabían que había algo mucho más intenso que eso.

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