martes, 29 de diciembre de 2015

CAPITULO 7

Menos mal que me dijiste...
Llegó a su casa y tiró su campera sobre la mesa. Se dirigió a la cocina, prendió el agua de la pava y luego entró al baño. Estaba de mal humor. Sí, de un muy malo, feo, horrible y exasperante mal humor. Y todo se lo debía a aquella pequeña enana candente.

¿Cómo fue que él terminó así?...

No tenía ninguna intención de involucrarse con ninguna mujer mientras las cosas con MERY estaban entre 'se terminó' y 'aun te amo'

La había traicionado. Saber aquello fue un golpe bajo. A pesar de muchas cosas, MERY, no se merecía aquello. Ella lo quería. Él la quería…

Golpeó la pared del baño con fuerza. Se sentía un completo mal nacido. Se maldijo a si mismo, maldijo a LALI y maldijo haberla deseado tanto.

Maldita lujuria, solo sirve para hacer que uno se convierta en un asqueroso y perverso sexopata.

Abrió la ducha y se metió bajo el agua fría. Era eso lo que él necesitaba para calmarse. Eso y un buen café.

Tomó el jabón y estaba dispuesto a pasárselo, pero se detuvo. Se detuvo porque percibió el suave aroma de LALI en su piel.

Con ella había perdido todo lo que no había perdido con otra mujer. La cabeza, el control, el amor por MERY. Todo… absolutamente todo. En aquellas horas de desenfreno él no había sido el de siempre.

¿Cómo podía una mujer que ni siquiera conocía o lo conocía a él, hacerlo sentir de aquella manera? ¿Por qué la lujuria y el deseo habían sobrepasado lo que él le tenía a MERY? ¿Acaso había algo más en todo eso?

No, no había nada. Sacudió la cabeza y se enjabonó. Ya no quería nada que le recordara su traición. Por suerte, LALI, había sido sensata y lo había echado. Tal vez si ella no hubiese reaccionado así… ahora estaría metido en un lío aun mayor.

Pero a una parte de él le hubiese gustado quedarse y conocerla más. Físicamente ya lo había hecho. Y sintió que necesitaba haberla conocido de otra manera. Pero por algo no había sido así. Por algo todo había quedado en solo la mejor noche de sexo de toda su vida. Ese era el destino de ellos dos… haberse conocido tanto, pero nada a la vez.

Apagó el agua cuando terminó de enjuagarse. Ya no tenía sentido que siguiera pensando en esa mujer. Jamás volvería a verla y con el tiempo la olvidaría. Seguramente ella haría lo mismo. Y todos felices y contentos.

Entró a su cuarto y se tiró pesadamente en la cama. Colocó sus brazos detrás de su cabeza y miró fijamente el techo. ¿Iba a poder olvidarse de ella dentro de tres horas cuando MERY viniera a reclamarle que le había colgado anoche?

Una media sonrisa se dibujó en su rostro. No, no iba a poder. Se puso de pie y se fue a cambiar. Dentro de cualquier momento NICO lo iba a llamar para decirle que ya estaba abajo en el taller.

Sí, su casa estaba sobre su taller mecánico. Se levantaba, bajaba unas escaleras y ya estaba trabajando. Le encantaba lo que hacía.

Fue a la cocina y se preparó un café. Eso lo ayudaría a pasar un poco mejor el día. El dolor de cabeza lo estaba matando. Escuchó que alguien tocaba la puerta.

—¡Esta abierto! —gritó mientras le daba un sorbo a su taza.

—¡Buenos días, hermano! —un contentísimo NICO entró. PETER arqueó una ceja. Casi siempre cuando era sábado y había que trabajar, NICO, estaba de mal humor.

Entró a la cocina y se detuvo para mirar a PETER. El moreno tenía cara de no haber dormido mucho. Niall se preguntó por qué.

—¿Por qué tan contento, RIERA? —quiso saber PETER.

—Conocí a alguien especial anoche —sonrió y se acercó a donde estaba su amigo para prepararse un café también —Creo que estoy enamorado…

PETER casi se atraganta con el café. ¿Era NICO RIERA el que acababa de de decir la palabra enamorado?

—¿Por una noche ya estás enamorado? —inquirió y fue a sentarse a la mesa. NICO se encogió de hombros.

—Ella es más que especial. Dulce, de buen carácter,… risueña. Y tiene los ojos más bonitos que alguna vez vi en mi vida.

—¿Cómo se llama? —le preguntó.

Era muy interesante ver la cara de idiota enamorado que NICO tenía.

—EUGE… la rubia que entró al bar cuando te dije algo como: Acaban de entrar dos caramelitos por la puerta.

PETER se tensó. Esa chica seguramente era conocida de LALI. Más probable… amiga de la morena.

—Que bien —murmuró y volvió a tomar café. NICO sonrió y buscó en una de las cajoneras un paquete de galletitas.

—Estuvimos un rato en el bar… luego la convencí de ir a dar una vuelta por el muelle. Estuvimos caminando de la mano hasta que amaneció.

Yo estuve teniendo sexo hasta que amaneció…

PETER se aguantó una sonrisa. ¡Maldita sea que se sentía extraño! Por un lado odiaba lo que había hecho. Pero por el otro, se sentía tremendamente bien.

—¿La volverás a ver? —quiso saber PETER.

—Claro que sí —aseguró —Por nada del mundo me perdería la oportunidad de volver a ver aquella sonrisa.

A LANZANI le molestó la felicidad de NICO. A él también le hubiese gustado haber quedado bien con la morena… en cambio la había tratado como a una cualquiera y se había ido de su casa como un patán. Jamás le pareció bien que un hombre utilizara a una mujer solo para el acto sexual. Él lo había hecho. Y la culpa lo llenó. Quizás debería ir y buscarla. Pedirle perdón, decirle que él no la veía como a una cualquiera… o quizás no.

—¿Ya hay gente abajo? —le preguntó a NICO para cambiar de tema.

Su amigo se giró a verlo con la taza de café con leche en la mano. Lo miró fijo y luego miró su cuello.

—¿Volviste con MERY? —preguntó. PETER frunció el ceño.

—No, ¿Por qué?

—Tienes una marca demasiado… sospechosa para ser un golpe.

Al instante el moreno se llevó la mano al cuello. Se puso de pie y corrió hacia el baño. NICO lo siguió intrigado… Si ese chupón no lo había hecho MERY, entonces había sido alguien más. Casi sonrió al saber aquello.

Maldijo entre dientes cuando se miró al espejo y vio aquella morada marca que estaba en el nacimiento de su cuello. La tocó un par de veces.

—Diablos —dijo PETER apretando los dientes.

Si MERY llegaba a ver aquel chupón se pondría como loca. ¿Y qué iba a inventarle él? Mi amor, me choqué con la punta de la mesa… sí, justo en el cuello.

Sacudió la cabeza. Aquello era completamente absurdo.

NICO se apoyó contra el marco de la puerta, con una media sonrisa en el rostro y su taza de café con leche en la mano.
—¿A dónde te fuiste anoche, PETER? —le preguntó y tomó un sorbo. PETER lo miró asesinamente. NICO iba a comenzar a sacar sus malditas conclusiones.

—No me molestes, RIERA —le advirtió. NICO soltó una estrepitosa carcajada.

—¡Ese chupón no te lo hizo, MERY! —rió —¿Quién fue? ¿Con quien te fuiste?

PETER volvió a maldecir. No iba a poder mentirle a NICO. El maldito siempre lograba averiguar cuando le estaba mintiendo. Y si no le decía algo iba a estar molestándolo todo el día.

—Me fui con… con una chica.

—Ah ¿si? No me digas… Pensé que eras gay —dijo con sarcasmo.

El moreno miró mal a su amigo, luego cerró los ojos y respiró profundamente. A alguien tenía que contarle eso… solo para sacarse un peso de encima. Todavía no estaba seguro si se lo iba a decir a MERY, como para no sentirse peor aun.

—Me fui con la amiga de la chica con la que pasaste toda la noche —le dijo al fin.

La mandibula de NICO casi toca el suelo. EUGE había estado toda la noche diciéndole que estaba preocupada porque había perdido de vista a su mejor amiga. Y resulta que la muy bonita muchacha estaba revolcándose con PETER… eso era increíble.

—¿Te fuiste con LALI? —le dijo sin poder creerlo.

—¿Cómo sabes su nombre? —preguntó PETER mirándolo a través del espejo.

—EUGE me habló mucho de ella. Ambas son como hermanas, se aman con todo el corazón. Hasta no me resultaría extraño decirte que están secretamente enamoradas una de la otra.

PETER se aguantó la risa.
Aquello no tenía que parecerle gracioso… pero NICO, ¡maldito fuera su mejor amigo! Jamás podía ponerse serio con él.

—Bueno, ya lo sabes… me fui con ella —dijo al fin. Volvió a tocarse la marca del cuello.

—Menos mal que me dijiste que no querías ni alcohol, ni diversión, amigo —dijo divertido.

—Ya cállate, RIERA.

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