sábado, 29 de agosto de 2015

CAPITULO 54

  Vivir sin PETER se me hace difícil. Duro e insoportable.
  Me he acostumbrado a verlo pulular por la oficina y por mi casa y estar sola me
descompone.
  Antes de marcharse, quiso decirle a mi jefa la verdad sobre nuestra relación, pero
yo se lo prohibí. Odio los cuchicheos, y aunque sé que los habrá cuando todo el
mundo se entere, cuanto más tarde mejor.
  El mismo día que se marcha, me llama veinte veces. Necesita hablar conmigo y
me recuerda que piense en su proposición sobre vivir en Alemania. Me necesita y
me necesita ya.
  El día de la operación, Sonia me llama y me indica que todo ha salido bien, pero
que el humor de PETER es pésimo. Es un mal enfermo. Pasan los días y le comento a
Sonia la posibilidad de ir yo a Alemania. Ella lo consulta con PETER y su respuesta es
no.
  PETER se niega. No quiere que lo vea mal. Intento convencerla, pero ella me
recuerda que ya me avisó de que su hijo era un mal enfermo y que en un momento
así era mejor no llevarle la contraria.
  Desesperada, llamo a mi padre y le explico lo que ocurre.
  Como puede, el hombre me tranquiliza y me ordena que me vaya a la cama a
descansar. Al día siguiente, cuando llego de trabajar me encuentro a mi padre y a
mi hermana esperándome en mi casa. Entre lágrimas e hipos les explico lo que le
ocurre a PETER.
  Veo la tristeza en sus ojos. Soy testigo de cómo se miran sin saber qué decirme.
Pero, como siempre, no me fallan. Me animan y me aseguran que PETER es un
hombre fuerte y que, pase lo que pase, regresará a mi lado. Yo quiero creer en ello.
Necesito creer en ello.
   De madrugada, mi padre y yo hablamos. Le comento la posibilidad de
marcharme a vivir a Alemania con PETER y Flyn y él parece aceptarlo. Entiende y me
anima a vivir mi vida junto a la persona que quiero y me ama. Papá es el ser más
comprensivo del mundo y, a pesar del dolor que siente por saber que me marcho
lejos de él, cree en el amor y en la necesidad de vivir el momento.
   Una semana después, mi padre regresa a Jerez. Tiene que atender su negocio,
pero mi hermana continúa pendiente de mí. Es maravillosa. La quiero con toda mi
alma y, a pesar de que a veces me saque de mis casillas, es la mejor hermana del
mundo.
   De: PETER LANZANI
   Fecha: 17 de octubre de 2012 20.38
   Para: LALI ESPOSITO
   Asunto: Te echo de menos.
   Odio el tratamiento y a mi hermana. Me pone de muy mala leche.
   En cuanto a Flyn, no sé qué hacer con él.
   Te echo de menos.
   Te quiero.
   PETER
   De: LALI ESPOSITO
   Fecha: 17 de octubre de 2012 20.50
   Para: PETER LANZANI
   Asunto: Re: Te echo de menos.
   ¿Tú de mala leche?
   ¿Seguro?
   No te creo... ¡imposible!
   Un hombre como tú no conoce lo que es eso.
   Sobre Flyn, dale tiempo. Es un niño demasiado pequeño.
  Te quiero... te quiero... te quiero...
 LALI
  De: LALI ESPOSITO
  Fecha: 18 de octubre de 2012 23.12
  Para: PETER LANZANI
  Asunto: Holaaaaaaaaaa
  Hola, ¡¡¡soy tu novia!!!
  ¿Cómo está hoy mi cariño?
  Espero que un poquito mejor. Venga, sonríe, que seguro que tienes el ceño
fruncido. Y vaaaaaaaale, ya he entendido la indirecta de que no quieres que vaya a
verte. Me aguantaré.
  Aquí en Madrid comienza a hacer frío. Hoy en la oficina ha sido un día de locos
y he llegado hace poquito a casa. Tengo tanto trabajo que casi no tengo tiempo ni
para respirar.
  Espero que Flyn te lo esté poniendo fácil.
  Besos, cariño, que pases una buena noche. Te quiero. ¿Me contestarás mañana?
  Tu morenita
  De: PETER LANZANI
  Fecha: 19 de octubre de 2012 08.19
  Para: LALI ESPOSITO
  Asunto: Hola
  Odio que trabajes tanto.
  ¿Qué horas son ésas de llegar a casa? Cuando regrese a Madrid, hablaré muy
seriamente con la idiota de tu jefa.
  Te quiero, morenita.
  PETER
  De: LALI ESPOSITO
  Fecha: 19 de octubre de 2012 20.21
  Para: PETER LANZANI
  Asunto: No te metas en mi trabajo
  Como te he puesto en el asunto, ¡no te metas en mi trabajo! El que sea tu novia
no te da derecho a inmiscuirte en mis temas laborales.
  ¡Ah!, y por cierto... Yo te quiero más.
  LALI
  De: PETER LANZANI
  Fecha: 19 de octubre de 2012 22.16
  Para: LALI ESPOSITO
  Asunto: Soy tu jefe
  No vuelvas a decirme que no me meta en tu trabajo. SOY TU JEFE.
  Y en referencia a quién quiere más al otro, ¡ya te lo demostraré yo!
  PETER
  De: LAL ESPOSITO
  Fecha: 19 de octubre de 2012 22.19
  Para: PETER LANZANI
  Asunto: Mmmmm
  Y digo yo, ¿por qué no me llamas por teléfono en vez de escribirme? ¿No tienes
ganas de oír mi voz? Yo me muero por escuchar aunque sean tus gruñidos.
Anda...venga... sé bueno y llámame, JEFE.
  Y en cuanto a lo de querer... ¡demuéstramelo!
  LALI
   Le doy a enviar y espero... espero y espero y, como dice el refrán, ¡desespero!
   Ni llama. Ni me escribe. Nada.
   A las once de la noche opto por hacerme algo de cenar. No tengo mucha hambre,
por lo que me hago una tortilla francesa pero, cuando la veo tan desangelada en el
plato, decido echarle un ingrediente secreto que a mi sobrina luz le encanta:
¡lacasitos! Tortilla con lacasitos.
   ¡Buena cena!
   Cojo el plato y, junto a una Coca-Cola, lo llevo hasta la mesita. Enciendo la
televisión y, para variar, aparece un programa de cotilleo. Lo observo durante unos
minutos y al final cambio. Cuando llego al canal Divinity veo que dan la serie
Cinco hermanos y lo dejo aquí, porque esta serie me gusta mucho. Abro la Coca-
Cola, doy un trago y suena la puerta.
   Me extraño y miro el reloj. Las once y veintiuno. Me levanto, miro por la mirilla
y de pronto grito: «¡PETER!». Abro la puerta y sin decir nada me lanzo a sus brazos.
   —¡Ehhh, cuidadoooooooo!
   Pero ¡ni cuidado ni leches!
   PETER está allí. ¡No me lo puedo creer!
   Me lo como a besos mientras él ríe y me mantiene entre sus brazos. Cuando me
deja en el suelo, pletórica de felicidad, saludo sin aliento.
   —Hola.
   —Hola, cariño.
   Vuelve a abrazarme y yo cierro los ojos. Aún no me puedo creer que él esté
delante de mí. En mi casa. En mi salón. Entre mis brazos.
   Cuando consigo separarme de él, lo miro y veo su cara cansada y sus ojos
enrojecidos. Entonces me arrepiento de mi efusividad.
   —¡Ay, cariño...! Qué bruta soy, ¡lo siento!
   PETER sonríe y se acerca de nuevo a mí.
   —No lo sientas. Es lo que necesitaba de ti, tu naturalidad.
   Con cariño y deleite le agarro la cara con mis manos.
   —¿Cómo estás?
   —Bien... mucho mejor ahora que estoy contigo.
   —¿Qué tal Flyn?
   Tuerce el gesto.
   —Bien, lo dejé bien. Veamos cuánto dura.
   Sonrío. No me imagino a PETER  bregando con un niño de nueve años.
   —¿Por qué no me has dicho que venías?
   —Era una sorpresa. Además, ¿no me has dicho hace unos minutos que te
llamara aunque fuera para escuchar mis gruñidos? Pues aquí me tienes en carne y
hueso.
   Ambos reímos.
   —¿Qué tal si me invitas a pasar a tu casa?
   Cierro la puerta, le quito el pesado abrigo azul que trae y lo llevo hasta el sofá.
Al sentarme frente a él, me percato de que está más delgado, pero su aspecto en
general es bueno. Deseo achucharlo pero caigo en la cuenta de que no es el
momento de demasiados achuchones. No quiero agobiarlo.
   —¿Quieres beber algo?
   —Un poco de agua.
   Rápidamente me levanto, cojo una jarra, la lleno y voy hasta el comedor. Cuando
me siento a su lado, me mira y señala el plato.
   —¿Qué es eso?
   —Mi cena, ¿quieres?
   —¿Y qué sé supone que es?
   Divertida por cómo mira el plato respondo:
   —Tortilla con lacasitos.
   —¿Tortilla con lacasitos?
   Yo me río. Debe de pensar que estoy como una regadera.
   —Cuando me quedo con mi sobrina Luz a veces no quiere cenar. Y descubrí
hace tiempo que si le pongo lacasitos en vez de patatas fritas o arroz se come la
tortilla. Y hoy, como no tenía muchas ganas de cocinar, decidí imitarla. Fin del
cuento.
   —Dios, nena —murmura, sonriendo—, ¡cuánto te he echado de menos!
   —Y yo a ti... y yo a ti...
   PETER me mira, yo no puedo apartar mis ojos de él.
  —¿Por qué no me abrazas?
  —No quiero agobiarte.
  —Ven aquí. Estoy bien, tonta... muy bien.
  Me hace sentar sobre él y comienza a repartir cientos de besos sobre mi cuello.
  —Agóbiame y bésame. ¡Eres mi mejor medicina!
  Minutos después, desnudos sobre mi sofá, PETER me muestra las ansias que tiene
de mí y lo mucho que me ha echado de menos haciéndome dos veces el amor, con

su posesión habitual.

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