miércoles, 3 de mayo de 2017

CAPITULO 44

- Escucha bien more, tenemos un serio trabajo aquí y necesito de toda tu ayuda ¿está bien?- el asiente mirándome fijamente- pero antes de proceder, recuerda que solo lo haremos esta vez, si vuelve a ocurrir, tendremos que ingeniárnosla nuevamente.

- Entendido- dijo, sus ojos brillando de diversión, este niño y yo haremos cosas grandes.

- Eso es- junte mis manos y baje la voz al volver a hablar- ¿tenemos todo?

- Si mami.

- Entonces ¡vamos! No podemos perder más tiempo

Me había tomado diez minutos antes un poco de tiempo enseñarle a Gabriel caminar como espía, pegados a las paredes sin hacer el menor ruido, sonreí orgullosa cuando lo hizo perfectamente. Después de unos minutos, llegamos hasta nuestro destino si ser percibidos, nos colocamos junto a él agachados e hicimos las pruebas para ver si despertaba. Aunque no fue así.

Esta mañana al despertar, no encontré a PETER en la habitación, y, después de buscarlo por toda la planta alta, baje a mirar las habitaciones y lo encontré tirado en el sofá, con una botella de bourbon a sus pies. Vacía. 

Antes de que me diera cualquier ataque y decidiera matarlo lo pensé mejor, después de ver si despertaba de su tranquilo y al parecer muy bueno sueño, cuando no lo hizo, subí lo mas rápido que pude las escaleras y busque a mi secuaz. 

Había un plan que preparar.

Ahora, estábamos en silencio, esperando a ver si no despertaba para empezar nuestra labor. Después de algunos minutos más, nos miramos y con un asentimiento empezamos la operación: Marcando territorio.

- Jugo- dije en un susurro.

- Jugo- repitió PETER pasándome el zumo de fresas, siempre había que tenerlo cerca.

- Marcador- dije al dejar el vaso a un lado.

- Marcador- al pasármelo, de una vez empecé a realizar mi trabajo, con toda la lentitud que me fue posible, no queríamos que despertara.

- Sudor- dije después de unos minutos.

- Sudor- me reí en voz baja ante los intentos de Gabriel de pasarme una toalla de papel por la frente, lo estaba induciendo al dramatismo.

- Listo- dije luego. Nos retiramos un paso para ver mi obra de arte- ¡perfecto!- es tu turno.

- ¿crees que pueda?- me pregunto.

- Claro precioso- sonreí- eres un buen estudiante- sonrió pasando por mi lado y tomando uno de los marcadores, uno rosa. 

Malos no somos, por supuesto que no.

Salimos disparados o por lo menos lo intente antes de que PETER se despertara, fuimos hasta la cocina y escondidos detrás de la isla, soltamos las carcajadas que íbamos aguantando en todo el rato.

Duramos tanto esperando que despertara que nos aburrimos y nos pusimos a desayunar, cuando casi habíamos terminado, PETER entro sin emitir sonido alguno al caminar, fue directo al congelador y saco una botella de agua. SANTI y yo nos miramos mientras ambos aguantábamos las carcajadas que amenazaban con armar una guerra.

Nos miro a ambos de arriba abajo, nosotros hicimos lo mismo, pues se veía fabuloso con sus nuevos tatuajes. No es que hiciéramos ningún daño psicológico, por supuesto que no, mis dibujos eran inocentes al igual que los de Gabriel, aunque se lo merecía, no hicimos nada que afectara mas su humor.

Sabía que ya tenía bastante con lo de ir a ver a su madre.

- Buenos días- dijo disimulando una sonrisa.
- Buenas- conteste prestando atención nuevamente a lo que quedaba de mi desayuno.

- ¿se divirtieron?

- Si- chillo Gabriel, para luego llevarse las manos a la boca, mientras yo trataba de aparentar seriedad.

- No tanto como tu al parecer- dije entornando mis ojos hacia él.

- ¿perdón?- se atrevió a parecer desconcertado.

- SANTI, cariño-dije mirándolo- ¿terminaste ya?

- Necesitas que me valla ¿verdad?- era demasiado inteligente.

- Así es, te cuento en un rato.

Salto del taburete y corrió en dirección a las escaleras, suspire resignada, el no dejaría de correr nunca; después de sonreír como estúpida al verlo marchar. Puse una de mis preferidas caras de maldita y mire a SANTI, que estaba muy tranquilo tomando una botella de agua.

- ¿paso algo?- pregunto una vez que se fijo en mi mirada.

- Dime tu- respondí cortante.

- ¿Por qué yo?

- Será porque eres el que acaba de despertar de un coma por alcohol, inútil ¿Por qué demonios seria?

- No tenía ningún como de alcohol.

- ¿entonces qué?

- Solo no podía dormir y baje al salón, es todo.

- Entonces, un alma del infierno subió hasta aquí, se sentó a tu lado y se tomo toda una botella de bourbon mientras te observaba dormir ¿estoy en lo correcto?

- No digas estupideces LALI- dramatice estar dolida por sus palabras- lo siento, solo es que no es como estar por el almuerzo con mi madre.

- No por eso tenias que tomarte una botella.

- Creí que era necesario.

- Pues ya ves que no- exclame- no te libro de un almuerzo con tu madre.

- Lo sé.

- ¡bien!- dije levantándome- iré a reír un poco con el enano, mientras tu limpias aquí.

- Mandona.

- ¿dijiste algo?

- Nada, subiré en unos minutos.

- Perdedor- susurre alejándome.

*****

Vestido suelto a cuadros azules, sandalias bajas, labial rosa, coleta alta y lista, estaba preparada para el bendito almuerzo con la mama de PETER en el bendito club. Encogiéndome de hombro y dándome un último vistazo Salí al encuentro de mis hombres para poder irnos.

SANTI se había empeñado en que su papi debía de ayudarlo a escoger lo que se pondría, esta mañana, después del drama inicial del día, tuvimos esa importante charla con él sobre su abuela y como siempre, el nos acribillaba con sus preguntas, cosa que no nos hacia la vida más fáciles.

Además de su interrogatorio sobre porque la abuela no estaba viviendo con el abuelo y de cómo el tenia otra señora. Nos pregunto sobre nuestra inminente reconciliación, a lo que Salí corriendo murmurando una estúpida excusa, que PETER se hiciera cargo.

Entre en su habitación para ver a PETER tratando de alcanzar a Gabriel para ponerle los zapatos, mientras este correteaba por toda la habitación, lo deje sufrir algunos minutos. Verlo tan feliz hacia que las mariposas de mi estomago amenazaran con escapar de mi cuerpo, tenía una sonrisa esplendida que iluminaba todo su rostro. Era de las mejores cosas que tenía el placer de ver... de tener.

- SANTINO- dije en tono de amenazador, al momento se quedo paralizado mirándome.

- Si mami- dijo en tono inocente.

- Deja de correr- entorne los ojos.

- Si mami- susurro- lo siento papi, era muy divertido.

- Lo era- rio PETER, mientras le colocaba los Adidas blancos.

- Listo- dijo luego.

Me quede observándolos cuando se pusieron de pie, eran hermosos, pero se veían mas que perfectos; ambos llevaban shorts con camisetas de Ralph Lauren, aunque se diferenciaban en colores, era tan ridículamente lindo verlos que no pude evitar sentirme patética. Me quede embobada viéndolos salir de la habitación con mi estúpida sonrisa en la cara, eso antes de fijarme en lo malditamente bien que se le acoplaba el pantalón a PETER.

- Alto- dije deteniendo su salida.

- ¿pasa algo more?- pregunto 

- ¿Eres consciente de cómo te queda ese pantalón? 

- ¿Por qué?

- Si o no PETER- dije entre dientes.

- Supongo que sí, creo que me queda bien.

- Demasiado bien-sisee- ¿te atienes a la consecuencias?

- Siempre mirada al frente y sin movimientos que puedan ocasionar ningún tipo de problemas- dijo después de reflexionar sobre lo que sus pantalones causarían en las mujeres que nos encontráramos- ¿está bien para ti?

- Supongo—trate de aparentar indiferencia—serás el primero en morir, solo recuérdalo.

- Si señora.

Llegar hasta el club María Lozano, nos tomo toda una hora, se encontraba bastante lejos. La entrada estaba franqueada de hermosos pinos altos que hacían que el camino fuera fantástico, después de cruzar las puertas de la entrada, me quede pasmada y asombrada por lo magnifico que se veía todo, eso que aun no llegábamos bien. 

Encontramos a Elizabeth observando a algunos niños jugando tenis en una terraza del restaurant principal del lugar, aun trataba de mantener la boca cerrada mientras mis ojos absorbían la magnificencia de todo el lugar. Era realmente asombroso, lujoso y por consiguiente caro, asquerosamente caro. De seguro ser miembro de este club valía más de lo que alguna vez gastaría. Pero para todas las personas que veía aquí, seguro que no era un problema.

Cuando estuvimos relativamente cerca de Elizabeth, detuve nuestra caminata y me gire para mirar a PETER, intentaba aparentar estar tranquilo aunque sus ojos proclamaban lo nervioso que se encontraban, sonreí para tranquilizarlo y él me regreso el gesto.

- No pasara nada- dije sin dejar de sonreír- ella solo quiere acercarse mas a ti.

- Lo sé more- suspiro- es que no se qué pensar aun.

- No tienes que pensar nada- dije- solo compórtate para que toda esta rica gente no vea como te rompa los huesos.

- Si señora.

Le di un casto beso y sonriendo nuevamente caminamos hasta donde ya estaba Gabriel de súper encantador y carismático con su abuela. Ese niño era un amor.

- ¡hola!- dijo dándome un sorpresivo abrazo- me alegra que pudieran venir.

- Gracias por la invitación.

- Hola PETER- vi en sus ojos la duda en cuanto a acercarse a él.

- Hola madre- dijo dándole un beso en la mejilla, no era el mejor saludo pero era progreso.

- Pasemos a la mesa, deben de tener hambre, el viaje es muy largo.

- ¿Qué?- pregunte cuando todos me miraron fijamente- ¿Qué pasa si como mucho?

- Nada- se apresuro PETER a decir- vamos, la verdad es que si tenemos hambre.

Seguimos a Elizabeth hasta una mesa cercana, daba a un ventanal desde el que podía ver los intentos que hacia una rubia por darle a la pelota de tenis, mientras le sonreía como poseída a un chico a su izquierda. Buena posición para mí.

SANTI se hizo notar a lo largo del almuerzo, haciendo preguntas de toda clase a su abuela, cuando no entendía algo, me miraba inquisitivo hasta que yo aclaraba sus dudas y PETER... bueno el trataba de entrar, aunque el pequeño se robara todas las atenciones.

A cada momento la tensión se iba disipando, le contamos entre los dos sobre lo dramático que fue nuestro primer encuentro y un poco de cómo nos fuimos conociendo, hasta minimi, recordar todo de esa manera me hizo reír como desquiciada. Nuestra relación sí que tenía que contar.

Aunque entre cuento y cuento me acordaba de algunas cosas que tenía que hacerle pagar al inútil de mi ex -jefecito. 

Duro y contra el muro.

Cuando terminamos de comer, Elizabeth llevo a Gabriel a los juegos de niños pequeños y por nuestra parte, hice, por no decir que obligue a PETER, a sentarse conmigo en una banqueta para criticar los pésimos juegos de la rubia que aun estaba intentando jugar. Me daba mucha pena verla.

- Gracias more- dijo llevándome a su regazo.

- ¿Por qué bobo?- pregunte desconcertada.

- No habría podido hacerlo sin ti, lamento todo lo sucedido, antes de llegar a este punto, no fui muy comprensivo la verdad.

- Es algo que ya sabía- susurre feliz.

- Por lo menos hazme creer lo contrario- dijo riendo- no sabes lo mucho que te amo, tu eres y serás siempre lo mejor de mi vida.

- Y los enanos- pregunte sonriendo como posesa.

- Y los enanos también- no me dio tiempo a decir palabra mas, pues sus labios chocaron con los míos dulcemente, recordándome con cada roce lo mucho que él me amaba y que era real, todo lo que teníamos era real.

- También te amo- susurre sin despegar mis labios de los suyos.

Permanecimos un rato mas así, mirando lo mal que jugaban los que estaban en la cancha, cuando el enano y su abuela aparecieron ya eran las cinco de la tarde y PETER quería que regresáramos. Maldito padre protector.

Como si tuviese un imán o algo parecido Gabriel siguió a Elizabeth cuando fue en busca de sus cosas, también había decidido irse. Por su parte, PETER no dejaba de abrazarme posesivamente, como si alguno de los tantos y apetecibles hombres del lugar, buscarían una embarazada. Pero no me quejaba.

Aunque a mi manera también hacia lo mismo, ese pantalón le quedaba desgraciadamente bien como para pasar inadvertido, había visto ya a algunas mujeres viéndolo descaradamente. Mientras yo sonreía con suficiencia, era todo para mi solita.

Volvía a besarme nuevamente, me separe al escuchar unos jadeos detrás de mí. Mire hacia el lugar y yo también jadee, las cosas no podían ponerse mejor. O eso pensaba.

SANTI llego corriendo a donde estábamos, gritándome mami para que le prestara atención, al llegar, se tiro a los brazos de su padre y muy feliz iba contando sobre que su abuela le había regalado caramelos, yo solo tenía la mirada en otra cosa.

De todas las personas, que no eran pocas, que trabajaban en la empresa, teníamos que encontrarnos con el club del chisme de la misma, mejor conocidas como las chicas de mercadeo. 

Aun nadie en la empresa sabia de nuestra relación y por las caras que traían ellas, era lo mejor que ha ocurrido, el chisme estaría más que bueno, por suerte susan aun estaba ahí, para contarme los sórdidos detalles.

1 comentario:

  1. Ajjaja los sórdidos detalles jajaj
    Gracias por este cap

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