sábado, 6 de mayo de 2017

CAPITULO 48

PETER

Cuando conocí a LALI ESPOSITO la vi como una chica engreída y fastidiosa, aunque no puedo negar que su arrogancia al pelear conmigo por su teléfono descompuesto fue entretenida. Por esos días mi vida era más que aburrida, trabajo-casa y viceversa todos los días, bueno y un fin de semana de vez en cuando que veía a una chica en algún club.

Volver a verla la mañana siguiente fue y en algún tiempo no lo habría admitido lo mejor en mucho tiempo, estaba acostumbrado a tener todo de todos solo con chasquear los dedos, pero esa señorita con su manera de ser y su altanería cambiaron eso en mi oficina y en mi vida. En ocasiones creía que la jefa era ella y no yo, por la forma en que me trataba.

Viéndola dormir mientras estuvo en su coma inducido no puede evitar recordar por todas las cosas locas y estúpidas que hemos pasado en el tiempo que llevamos de conocernos. Fue la primera en verme roto después de tantos años por motivos que ahora encuentro estúpidos y distantes. Pero a pesar de que ella no me soportaba estuvo ahí para mi todas y cada una de las veces en las que eso paso.

Sonrío al recordar la vez, que después del incidente en el elevador y unas horas más tarde en la joyería cuando fuimos por el regalo de la interesada de Mónica- aunque no cambiaria esa experiencia- ver lo fantástico que fue todo, la valentía que presento en momento me hizo admirarla un poco más.

Y es su forma de ser por la que estoy enamorado de ella como si mi vida dependiera de ello; por sus manías con el dramatismo, por la forma en que cuida de todos los que le importan sin tener en cuenta lo que eso pueda acarrear; esta su manera tan peculiar en que expresa su amor con insultos y todo lo que se le ocurra. Pero sobre todo por la manera en que sobrepasa todas las dificultades... pudiera seguir pero lo resumo en una palabra. Ideal. 

Si me hubiesen dicho un año atrás o poco más que nosotros estaríamos así ahora, con dos enanos perfectos y en nuestra hermosa casa viviendo juntos, soportándonos, creo que aun a esta fecha estuviera partido de la risa. Pero no podemos decir nunca que no, al parecer.

Gracias al cielo, después de dos semanas de hospital, con su típico y nauseabundo olor a desinfectante, además de su horrible café ¡por fin! Podemos irnos todos a casa. Y es que, la recuperación en observación de LALI duraba una semana, lo que no fue nada bueno con su temperamento, agregándole el hecho de que no podía estar mucho tiempo con ninguno de los niños, eso, para después esperar una semana más para la pequeña ALLE, que tenía que permanecer un tiempo más aun en cuidados médicos.

Para mí nunca fue una opción pensar que mi nena no podría sobrevivir al accidente que sufrieron ella y su madre, eso nunca paso por mi cabeza, pero el alivio llego a mí completamente, en el momento en que pude tenerla en mis brazos, sentí la misma presión en el pecho del día en que conocí a SANTI.

Sus ojos aun me impresionaban sobre manera y ver lo feliz que era LALI al recordar a una mujer tan importante en su vida, me hacían sentir orgulloso de mi pequeña eso y que se parecía mucho a su madre, aunque ella jurara que era a mí.

Íbamos de camino a casa en el coche justo ahora, cada vez que tenía la oportunidad miraba por el retrovisor a mi bella familia, ALLE y SANTI iban durmiendo, la primera en brazos de su madre y SANTI se aferraba a ella todo lo que el cinturón le permitía. 

Los moretones de LALI iban desapareciendo, pasaron de horribles golpes a pequeñas marcas rosas en algunas partes de su cuerpo- por suerte le quitaron la escayola antes de salir, porque si no, tendrían que enterrarme pronto- los puntos se los habían removido al igual que las vendas de su cabeza, aunque dijera lo contrario la veía igual de hermosa.

Un semáforo se puso en rojo lo que me dio tiempo para girarme y verlos, pensaba bromear hasta que vi la seria mirada que LALI me estaba dando.

- ¿ocurre algo amor?- pregunte preocupado.
- Estuvimos de acuerdo en dejar todas las cosas de la niña para el último mes de mi embarazo ¿cierto?- dijo frunciendo el ceño.

- Si claro ¿Qué pasa?

- No tenemos listo la habitación de la minimi- siseó entre dientes, eso significaba que mis golpes llegarían de un momento a otro, no pude evitar sonreír- ¿de qué rayos te ríes? 

- De nada en especial- dice volviendo a conducir- la próxima vez, dejaremos todo preparado desde que sepamos el sexo del bebe.

- ¿próxima?- se burlo- soñar nunca ha costado nada.

- Lo sé- la convencería tarde o temprano- la pondremos en la habitación con SANTI mientras.

- Pero que bobo somos- mascullo ella- ¡eres mala influencia para mí!

- Somos mal influencia juntos y de la misma manera mal influiremos a nuestros enanos.

- Lo lamento por ellos.

No pude evitar reír, aunque tuve que ahogar las carcajadas, dos niños enojados no son buenos en un auto en movimiento. Eso estaba en cualquier libro de padres. Estar en la aburrida sala de espera de la doctora de LALI daba sus frutos.

Deje a LALI con su ceño fruncido todo el camino, también cuando llegamos a casa, después de que despertara del coma inducido me obligo a ir a casa y "adecentar me un poco" según sus palabras encontrándome con su misma inquietud. El tiempo que no estaba en el hospital o poniéndome al corriente en la empresa lo utilice para arreglar la habitación, lo que me llevo tres días con la ayuda de maría y de MERY.

Estaba agradecido por tenerlos, por lo que tenía que hacer todo por merecerlos.

LALI

Eran las ocho de la noche y no me había sentido tan cansada en mi vida como ahora, cinco horas atrás habíamos llegado del hospital después de siglos allí. Llegamos a casa con un solo pensamiento: tirarnos todos en una misma cama a descansar.

Pero como nunca, NUNCA pasa lo que nos proponemos, terminamos con planes, podríamos decir, más moviditos.

En casa encontramos la celebración del año, literalmente. Estaban todas nuestras personas más cercanas tomando, comiendo y bailando en la magnífica sala de la casa. Fulmine a PETER con la mirada cuando nadie nos prestaba atención, pero la sabia de esto tanto como yo. 

Lo que era aun más irritante.

Después de una hora en ella supimos que las causantes eran mis amigas, como no, por un momento el golpe de mi cabeza me hizo olvidar lo mucho que amamos celebrar hasta cuando no deberíamos.

Superado el cansancio disfrutamos de la fiesta, por lo menos PETER y yo, los enanos estaban fuera de combate y me alegraba por eso, aunque también tenía ganas de asesinar a PETER, pero eso cuando todos los visitantes se fueran. No me gustaría compartir la experiencia con nadie.

A veces era egoísta.

La razón, me hizo pasar todo el camino maquinando en como dormiría la pequeña al no haber dejado una habitación lista, cuando el, con ayuda de "mi amiga" MERY lo hicieron. Y de maravilla, tenía que admitir, pintaron la habitación de un hermoso lila y colocaron muebles blancos como quería, agradecía el gesto de que no colocaran tantas cosas rosas, me ponía los pelos de punta. 

Dejaría la habitación así, aunque PETER insistía en que si quería cambiar algo que lo hiciera, pero simplemente la encontraba perfecta así. El sabía lo que hacía, en ocasiones no era tan inútil.

Suspire mientras abandonaba la habitación de la pequeña, revisando por enésima vez que todo estuviera bien, desde su respiración, hasta el comunicador de habitaciones que gracias al cielo, a PETER se le ocurrió instalar en las habitaciones de los niños.
Podía volver a repetirlo, no era tan inútil.

Cerré la habitación con sumo cuidado, para no despertarla, tenía pensado acostarme hasta mañana a las doce del medio día, dejando que PETER se hiciera cargo de ellos toda la mañana. Seria merecido, después de todos.

Caminando sentí al pisar algo bajo mis pies, sonreí ante lo que veía, era una rosa roja preciosa o lo era antes de pisarla, de seguro PETER la dejo caer llevándola hasta la habitación. 

Eso creía hasta que encontré todo un rastro por el pasillo medio iluminado. Fui recogiéndolas por todo el corredor hasta que llegue a mi ventana favorita, donde regularmente me sentaba a pasar mis limbos personales, había un jarrón con más rosas rojas igual de hermosas. Entre ellas, había una nota escrita, con la cursiva letra de PETER.

Paso 1: deposita las flores aquí, una vez realizado, sal por la ventana.

No te preocupes, no caerás.

PETER.

Reí al leer, si creía que con esto se salvaba ¡que equivocado estaba!

Siguiendo las instrucciones de mi inútil personal, Salí por la ventana encontrándome con una péquela pasarela de madera. Había pasado suficiente tiempo aquí para saber que era nuevo, otra sorpresa mas por lo que veía. Mirando por todas las direcciones y al no encontrar nada, volví a mirar al piso, encontrándome con otra rosa, pero esta vez, blanca, junto a esta había otra nota.

Pasó 2: ¡felicidades! Tu ventana personal ha sido renovada cómo pudiste ver, ahora, olvida tu cansancio y sube las escaleras de tu izquierda, con cuidado.

PETER.

Resople, cuando lo viera le tocaba y duro, eso lo tenía más que claro, mirando a mi izquierda divise las escalera, las que si tuviesen luz fueran mas motivadoras. Las escaleras eran estrechas estaban pegadas a la pared, de forma que solo podía pasar una persona a la vez. Seguía sorprendiéndome.

Me lo tome con calma, aun tenía que cuidarme por la intervención quirúrgica que sufrí, subí lo más calmado que pude, tratando con todas mis fuerzas de suprimir las ganas de subir tres escalones a la vez.

Por suerte, no era tan largo el camino y una vez arriba me quede pasmada por dos razones. La primera, necesitaba aire, la segunda, esta última sorpresa era lo mejor.

Parpadee algunas veces para asimilar lo que tenia ante mí. Había una especie de quiosco pequeño allí arriba en madera oscura, estaba iluminado, por la luz de la luna que se veía espectacular el día de hoy; y a parte de ella, pequeñas velas le daban un toque cálido al lugar. Había rosas, muchísimas más rosas, blancas y rojas por el lugar.

En el centro del quiosco había una mesa con mantel de lino blanco y un pequeño arreglo- por si las otras no eran bastantes- de rosas en el centro, junto a algunas velas. 

Junto a esta mesa, había una más pequeña, donde reposaba una cubitera con champan, copas y lo que de seguro era la cena- sonreí como el gato maniático aquel- y el postre. 

Una música suave llego a mis oídos y lamente no reconocerla, pero es que era obvio, era blues, de los años en que yo solo veía dibujos animados en la tv ¿Cómo conocerlos? Aunque no podía negar que de vez en vez, me encantaba escucharlo con PETER y también bailarlo. Era muy divertido.

Hablando del individuo en cuestión, logre localizarlo en una esquina de la planta, junto a lo que de seguro era el equipo de música. No pude evitar devolverle la sonrisa cuando me observo. Se veía irresistible, llevaba una de sus camisetas blancas de estar en casa que tan bien le quedaban con pantalones jeans ajustados, reí al verlo descalzo y no dude en imitarlo al momento. Sentir el piso frio se sentía bien.
Se acerco lentamente a mí, trazando pasos de bailes graciosos en el camino, este tenía una misión y no dudaba en que la cumpliría a la perfección.

- Bailas conmigo- me pregunto al llegar hasta donde me encontraba aun.

- Por supuesto- dije sonriendo como maniática.

No era una experta en este baile, en dominicana no se usa mucho eso y dado que mi infancia fue allá, lo conocí al crecer; yo era mas de merengue, salsa y bachata, aunque esta última no me gustara. Pero en lo que llevaba viviendo con PETER había aprendido a bailarlo bastante bien.

Por lo que no fue difícil movernos por el amplio lugar, era magnifico estar aquí arriba y no pude evitar preguntarme ¿Por qué no se nos había ocurrido antes? Hubiésemos pasado muchas noches interesantes aquí, aunque eso no tuviera importancia ya.

Cuando la canción término nos dirigimos al quiosco, PETER abrió la botella y lleno las copas ofreciéndome una con zumo de naranja, no podía tomar mucho alcohol por mis medicamentos aun, pero no tenia de que más preocuparme, no podía amamantar a la pequeña debido a ellos. 

- ¿y todo esto?- pregunte después de tomar.

- Necesitábamos una celebración solos tu yo- contesto abrazándome.

- Pero los niños abajo- dije preocupándome, teníamos que estar muy pendientes de la nena aun.

- No te preocupes- dijo restándole importancia, al tiempo que me indicaba mirar hacia una un poste del quiosco, allí estaba el comunicador que conectaba con el de las dos habitaciones- cualquier cosa que pase lo sabremos en un momento.

- En ese caso, celebremos- dije dándole un pequeño beso.

- Antes cenemos, debes de estar agotada, repongamos fuerzas- dijo sonriendo de lado, en sus ojos brillaba una diversión que me informaba que esta noche, dormiría muy, pero que muy poco.

Reí a carcajadas al ver la cena y es que el no podía ser más original, me estaba dando lo que tanto me gustaba y yo no podía estar mas agradecida, por lo que me abalance a besarlo, pero solo un poco. Tenía que agradecerle la hermosa yaroa que tenía enfrente. 

Cenamos entre bromas, a PETER le dio por recordar el día del altercado en la joyería y no pude evitar reírme al recordarlo, parece que pasaron siglos después de eso, en ese tiempo no hubiese creído que estaría ahora aquí junto a mi inútil jefecito. 

- Había algo de lo que quería hablarte- dijo mientras retiraba los platos.

- A parte de cómo conspiraste con este lugar- dije burlonamente.

- Si aparte de eso- dijo poniéndose un poco nervioso.

- ¿pasa algo?- pregunte alarmada.

- Nada de lo que preocuparse, espero- término bajando la voz.

- ¿entonces?- pregunte impaciente.

- Tengo algo para ti- dijo sacando una pequeña caja de regalo de la parte baja de la mesa que contenía la cena- ábrelo.

- Cuento misterio para un regalo- masculle entre dientes, mientras lentamente retiraba el lazo plateado asquerosamente lindo que mantenía cerrada la caja. Mi respiración me abandono en el instante en que lo abrí y es que era lo último que me esperaba, trate de respirar mientras me decía una y otra vez que debía controlarme- ¿e... PETER?- tartamudee.

- Si nena- dijo y deje de observar la caja para verlo a él, se había trasladado, ya no estaba frente a mí sino a mi lado. De rodillas- debimos haber empezado por aquí ¿no crees?- rio claramente nervioso- pero lo importante es que estamos aquí ahora.

- PETER yo...- no me dejo termina y en vez de enojarme por ello, me sentí mas emocionada aun.

- Déjame terminar amor- respiro profundo- desde que te conocí mi vida ha cambiado completamente, me ayudaste a ver la vida de manera diferente en muchos sentidos, me enseñaste a ser mas espontaneo, a reír más a menudo, a perdonar, pero sobre todo a que podía amar a una persona más que a mi propia vida. Te amo desde hace mucho tiempo y con cada cosa que pasamos juntos, ese amor no hace más que crecer y crecer, no sabes lo feliz que me siento de que hayas aceptado a SANTI como a tu hijo y de que tengamos a la pequeña ALLE con nosotros también, quiero que sepas que la mejor decisión que he tenido en años es la de haberte llevado a new york a mi viaje de negocios, donde todo lo que había empezado entre nosotros encontró su punto principal. Todo esto ya lo sabes y por esa razón quería preguntarte- volvió a respirar profundo- ¿me harías el honor de seguir viviendo esta aventura que llamamos vida juntos, pero cansándote conmigo?

No me había dado cuenta de lo mucho que eso me emocionaría hasta este momento y es que casarme no era uno de mis puntos claves en mi vida ideal, pero como dijo PETER, una vez el estuvo en mi vida la mía también cambio para siempre. No me sorprendió nada encontrar lagrimas rodando por mis mejillas y menos la sonrisa que abarcaba todo mi rostro. Esto era sin duda la mejor de las sorpresas. 

Coloque la pequeña caja en la mesa con la vista de PETER dirigiéndose a cada cosa que hacía. Retire la silla e imite a PETER en su posición, dejándolo claramente sorprendido, una lagrima se escapo de uno de sus hermosos ojos azules mientras me contemplaba. Y mientras se la retiraba no pude evitar preguntarle dulcemente.

- Y tú ¿me haría el honor de soportarme por el resto de tu vida?

- Es lo que más deseo en este mundo ¿eso es un sí?- pregunto esperanzado.

- Eso es más que un sí- dije abalanzándome por segunda vez a besarlo, el sabor de las lagrimas se confundía con el dulce y delicado beso que nos mantenía ocupados a ambos, sus manos fueron a mis caderas pegándome más a él, a donde fui sin rechistar, llevaba dos semanas sin tener más que besos, eso podía explicarlo todo. 

- Gracias. Gracias. Gracias- decía entre besos y cuando nos separamos continuo- siempre lo haces pero definitivamente hoy me haces más que feliz more.

- Igual tu a mi moii, nunca pensé que llegaría tan lejos y mírame, comprometida y con dos lindos niños.

- Te amo

- También te amo more hermoso.

Una vez dejamos de besarnos me coloco el hermoso anillo, era un zafiro, la suficientemente grande para mi gusto y para no parecer demasiado presuntuoso, era lo perfecto, como todo en mi vida lo era ahora. 

Después de bromear un poco sobre eso y una vez las lágrimas dejaron de salir silenciosas proclamando mi felicidad, nos sentamos en unos cojines al otro lado del quiosco que aun no había visto, desde donde disfrutamos de un gracioso postre.

Un gran bol de golosinas y chocolates. 

La inquietud de cómo estarían los niños paso a segundo plano, pues obligue a PETER a darles un vistazo y subió sin ningún contratiempo.

La noche pasaba lentamente a la luz de la luna y de las pequeñas velas, el champan se iba agotando a medida que pasaba el tiempo y este, junto a lo que quedaba de postre fueron desplazados a un segundo plano al igual que la ropa que llevábamos puesta.

Mi inútil me hizo el amor en el techo de nuestra casa después de pedirme que fuera su esposa. Convirtiendo este precioso momento inolvidable, en algo digno de apreciar.

1 comentario:

  1. Ohh que lindo momento, nos debes un cap d ayer y uno d hoy aun jaja

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