jueves, 4 de mayo de 2017

CAPITULO 45

Estar embarazada mientras preparabas una boda, no era lo mejor del mundo.

Había llegado a la etapa en la que mis pies desnudos, de por si parecían botas para el invierno, y no cualquier invierno, estábamos hablando de algo para polo norte o Mongolia. Era lo que me imagine que parecería meses atrás; el titanic.
 

O una ballena amargada, pero eso estaba a opción de mi estado de ánimo.

Hoy era el día que entre todas denominamos; caos entre telas, pues había llegado el santo día de la prueba de los vestidos. Por esa razón llevábamos toda la bendita mañana moviéndonos de un lado a otro en una tienda para novias, por suerte la dependiente era nuestra amiga y nuestra cuarta dama.

La boda seria al estilo de los 80's ¿Por qué? Idea de NICO, a lo que EUGE no pudo negarse y nosotras, encantadas por lo diferente que seria. Los vestidos que Karen había diseñado eran preciosos, para EUGE, un hermoso vestido de cola en color perla lleno de encaje, con el escote en v pero nada vulgar; para nosotras, unos vestidos increíblemente hermosos y delicados hasta las rodillas rosa pastel. Era todo de lo más romántico.

Tanto, que si MERY seguía con sus suspiros la tendría que golpear y solo basto con lanzarle una mirada a caro para saber que pensaba lo mismo.

Aun le faltaban algunas cosas a los vestidos, estábamos hoy por lo de dejar todo a medida, corrigiendo algunas cosas y en mi caso haciendo la falda más ancha porque minimi pronto no me dejaría caminar.

- Bien, estoy de regreso –dijo Karen volviendo a la sala donde nos encontrábamos- necesito su ayuda aquí.

- No me volverás a poner ese vestido para pincharme- refunfuño caro.

- No, eso ya está listo- dijo riendo, la verdad era que hasta yo que soy la mas "buena" llegue a pensar que los pinchazos eran a posta –aun no habíamos definido la forma de los sombreros.

- ¡genial, sombreros!- grito MERY emocionada.

- Lo que faltaba- dijimos caro y yo al tiempo.

- Permiso- dijo la asistente de Karen al llegar.

Traía cuatro cajas en sus manos, por suerte eran pequeñas y por lo que veía nada pesada, porque sino ya se abría ido de bruces. Las coloco a un lado en una mesita que hacia centro en los sillones en que nos encontrábamos y con una sonrisa Karen se dispuso a abrirlas.

Mirándola de cerca era una de esas chicas que nacía para hacer su trabajo, ella ha disfrutado más que EUGE, creo, la organización de la boda, se emocionaba con cualquier pequeño detalle, era una romántica empedernida igual a MERY. Aunque al parecer ella no se acordaba de eso cuando se molestaba o irritaba, cuando eso sucedía era una perra del infierno. Igual a nosotras.

Dios las hace y ellas se juntan

De la primera caja saco un delicado sombrerito de la época, pequeño y coqueto de un tono blanco arena, el que nos tocaba; tenía una decoración con perlas y tela de gaza del mismo color del vestido se veía tan hermoso que al instante, no me molesto tener que llevarlo, aunque para mantenerlo tendría que ponerlo con muchas horquillas.

Cada caja contenía uno, los otros tres eran exclusivos para la novia, pues traían una especie de velo que solo cubría la parte delantera pero eran increíblemente hermosos también. EUGE con la ayuda de mar eligió uno del mismo color de su vestido, este tenía incrustado unas pequeñas perlas rosas para estar todas en armonía.

Era todo perfecto.

Después de termina allí y aun con mis pies matándome tuve que ir, y no muy feliz a la consulta de la doctora por control como ella lo llamaba. Tenía mi cita para las 3:00PM por lo que resoplé al llegar 20 minutos antes al hospital. Odiaba esa sala de espera.


- Está bien, llegare en un momento estoy cerca.

- Gracias more.

Colgué y empecé a maldecir, lo último que quería era ir a la empresa, no después que todos sabían de mi relación con PETER.

Y no era que me sintiera al menos de ella ni mucho menos, era que odiaba los cuchicheos de esa empresa. Había pasado una semana después de que nos encontráramos con la chicas en el club y por lo que me habían contado MERY y susan, habían muchas teorías de cómo y porque tenía una relación con PETER.

Al llegar al edificio y después de volver a colocarme las sandalias, inspire varias veces para entrar. La verdad es que no sabía porque me molestaba en pensar en esas cosas, lo que dijeran de mí nunca me había traído con cuidado y me propuse hacer que esta no fuera la excepción.

Salude al portero al entrar y a todos los que me encontraba en el camino como hacia cuando trabajaba aquí, aunque algunos me saludaban de la misma manera, otros mantenían las distancias. Pero me di cuenta de que me daba lo mismo.

Subí a ascensor y sin que terminara de pararse bien, me había apresurado a llegar a donde susan. La verdad era que la había echado de menos muchísimo, aunque hablábamos de vez en cuando, ella era alguien muy especial.

- Dichoso los ojos que te ven- dijo después de abrazarme- estas espléndida.

- ¿Estas segura?- dije señalando mis pies- he estado a poco de botar las sandalias por la ventanilla del auto.

- De igual manera te sienta bien el embarazo. Pero no te entretengo, PETER dijo que pasaras de una vez, aunque hoy no es su mejor día.

- Lo pude notar- dije entre dientes- hablamos en un rato.

Como dueña y señora de casa- sin tocar- entre a la oficia de PETER, y al pasar el umbral cientos de recuerdos llegaron a mi cabeza. Hemos pasado muchas cosas raras juntos.

PETER estaba hablando por teléfono y estaba molesto, se le notaba por todas las gesticulaciones que hacía, era muy expresivo. Había una chica muy clara y por lo visto de una edad parecida a la mía, anotando en una libreta cosas como si la vida se le fuera en ello. Al escucharme cerrar la puerta levantó la vista hasta posarla en la mía y me sonrió para después mirar a PETER.

Me encogí de hombros para ella, sabía lo que era tener que soportar a PETER cuando estaba molesto por algo.

- Se lo que se siente- le susurre.

- Trato de comprenderlo señora- contesto amablemente

- Llámame LALI

- Soy ROCIO, la nueva asistente, me habían hablado mucho de usted.

- Me imagino- dije entre dientes.

- ¿terminaron?- dijo PETER en tono molesto.

- ¿algún problema?- dije arqueando una ceja, ni siquiera sabía porque se molestaba en tratar de intimidarme.

- Ninguno- mascullo- pero ya que se llevan también, las dejare para que hagan algo productivo, ROCIO, explícale a LALI de que se trata.

Mientras salía de la oficina no pude evitar pensar en cuando demonios los papeles se intercambiaron, se supone que la maldita y desgraciada era yo en esta relación. Tenía que ver que estaba mal en mi y que había hecho que PETER estuviera así.

Ni siquiera se despidió de mí.

ROCIO era una chica muy eficiente, trabajaba con rapidez y eficacia, al tiempo que me contaba de su vida. Era la mayor de tres hermanos, los cuales Vivian con ella y su tía en un apartamento a ocho cuadras de la empresa. A medida que me iba diciendo esas cosas me iba dando cuenta de su gran personalidad y carisma. Definitivamente nos juntaríamos y yo, como siempre, sería una mala influencia.
Me encantaba ser mala influencia.

Lo que tenía tan molesto y frustrado a PETER era una insignificante cosa, que desde su punto de vista, era lo peor que podría hacer una persona: ineficiencia. Al parecer habían adquirido una nueva empresa, una agencia de viajes para ser precisos y la ineptitud- según sus palabras, contadas por ROCIO- y la incompetencia entre los trabajadores era asombrosamente grande. Lo que era motivo de suicidio para alguien como PETER.

Nuestro trabajo era hacer lo que ellos no podían, una estrategia, con los pronósticos del departamento de ventas y de las chismosas, digo chicas de marketing, ayudamos a los perdidos en sus negligencias y dimos con lo que la empresa necesitaba. 

Amaba a susan pero en el momento en que la vi, en la puerta, mirándonos en el suelo tiradas como marginadas, sabía que la amaba más. 

Traía bolsas de comida de la cafetería de la esquina.

Del amor de mi vida, al que aun venia de vez en cuando.

Hicimos una pausa para comer, tenía un hermoso, delicioso y apetitoso sándwich de pollo para mí solita y en ese momento compartí un momento íntimo con ROCIO. Le hable de amor a mi merienda. 

A medida que el tiempo pasaba y después de hablar con maría para que dejaran el niño en casa de mis amigas hasta que terminara, no pude evitar sentirme preocupada por PETER, tenía sus impulsos, es cierto, pero llevábamos más de tres horas aquí.

Se digno aparecer faltando un cuarto para las ocho, después de tanto tiempo sin hacer ningún trabajo, estar a estas horas no era lo mejor y que hablar de la hinchazón de mis pies, que seguía y seguía, aunque a esta altura de juego y con todas las formas que he adoptado para acomodarme, ya ni recordaba donde había lanzado mis sandalias.

Desde el momento que lo vi supe donde y con quien había estado toda la tarde; MARIANO. No porque hubiera tomado, al parecer no estaba borracho, pero si por la cara de arrepentimiento que traía como grapada a su rostro. Bipolar inepto.

- ¿Qué hacen el suelo?- pregunto al vernos

- Jugar a las muñecas- dije sarcástica- ¿me ayudas?

- Venga, levanta- hizo un gran esfuerzo al ayudarme, agradecí que hubiese llegado, sino la pobre ROCIO hubiese muerto en el intento- ¿te duelen mucho?

- Un poco- dije también lanzando una mirada a mis pies- pero hemos terminado, si es que es de tu agrado.

- Siento muchísimo como las he tratado- suspiro frustrado- demasiada presión. 

- Te recuerdo que ella no soy yo- reí rememorando- tienes que controlar tus impulsos.

- Lo es y lo siento ROCIO. Ya puedes irte a casa, mañana seguimos.

- Gracias señor y no se preocupe- me sorprendí cuando me abrazo- gracias LALI, espero volver a vernos.

- En no siendo aquí, encantada.

Nos despedimos y cuando ella salió de la oficina, antes de que pudiera reaccionar, tenia los labios de PETER en los míos, con la punta de su lengua acaricio mi labio inferior, como si me pidiera permiso para entrar y yo se lo concedí. Me olvide literalmente de todas las sandeces que quería gritarle, por dejarnos así, por no despedirse, por lo estúpido que estaba actuando. Me olvide de todo con su beso y era que, era uno de esos que me dejaban sin habla, sin huesos en mis piernas para sostenerme, uno de esos que me recordaban cuanto el me amaba.

Y me hacia amarlo un poco más, si podía.

- Lamento haberte pedido que vinieras estando así- dijo sin despegar sus labios de los míos.

- Me alegra que me tomes en cuenta, pero no deberías de tomar tus cosas con nosotras more, no me hagas tener que poner orden en esta relación

- ¿orden?- pregunto alejándose.

- Si orden- me puse a jugar con su corbata negra- se supone que la mala soy yo, no se pueden cambiar los papeles.

- No me había percatado- se burlo- vamos. Te preparare un baño de espumas.

- Es lo mínimo que puedes hacer.

Pasamos por casa de mis amigas y ni siquiera ose salir del auto, PETER subió y regreso al instante con SANTI dormido en sus brazos, se veía tan bien que no pude evitar imaginarme cuando tuviese que cargar también a la minimi, sería tan lindo con los dos niños que suspiraba sin darme cuenta.

Patético.

Cuando llegamos a casa PETER cumplió su cometido, me preparo un baño caliente con espumas, cosa que mis pies agradecieron más que mi boca. El no entro conmigo, alegando que tenía que llamar a alguien salió dejándome sola en el inmenso cuarto de baño.

Y yo que tenía varias cosas en mi mente.

Todas volvieron cuando algunos minutos después, PETER volvió a entrar en la habitación, se despojo de su ridículamente caro traje y una vez desnudo se acomodo a mis pies. Sin una palabra tomo uno de ellos y empezó a masajearlos delicadamente y yo solo podía suspirar por lo bien que se sentía, era una sensación grandiosa.

Después de un día tan movido, estar así, en una bañera con el hombre que jamás pensé tener en mi corazón, dándome un maravilloso masaje en mis pies se sentía muy bien, pero mucho mejor fue cuando se coló entre mis piernas y empezó a besarme, sabia a donde llegaría esto y lo dispuesta que ya me encontraba.

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