Estoy asustado.
Luego de salir del departamento de LALI, se había dirigido al taller.
Había decidido ponerse a trabajar un poco, pero no había tenido
demasiado éxito con las constantes preguntas de NICO. Así que cuando su
reloj marcaba las 5 de la tarde había decidido ir a hablar con sus
padres.
Pero ahora que estaba a punto de hacerlo, no estaba del todo seguro. ¿Y si sus padres... le daban la espalda? Sacudió la cabeza, no eso no iba a ser así. Dio un paso más hacia la puerta y buscó las llaves.
Abrió, un gran silencio reinaba en la gran casa de los LANZANI. Recordó
que cuando era niño tenía miedo de quedarse solo en su casa.
Principalmente por el gran silencio que había. Le daba escalofríos
recordarlo. Y simplemente ahora se sentía como un niño de nuevo. Miró a
su alrededor, no recordaba que su casa fuera tan grande. Pero no era
lujosa y ostentosa. Era familiar. NICO L la había comprado con la ayuda
de un préstamo y su sueldo.
Escuchó un par de risas provenientes
del patio. Sin dudarlo dirigió sus pasos hacia allí. Entonces los vio,
sus padres estaban sentados en la vieja hamaca paraguaya, que su padre
había traído de Latinoamérica cuando era piloto. Ellos estaban hablando y
riendo. Se los veía tan bien juntos. PETER admiraba el amor que ellos
tenían. Siempre le gustó la idea de encontrar uno así como el de ellos.
VICO decía que era un cursi de alma.
De repente David levantó la vista y lo descubrió mirando. GIMENA también se giró a verlo. Se puso rápidamente de pie.
—PETER, mi vida —dijo ella y comenzó a acercarse.
PETER salió del todo al patio.
—Hola, ma —la saludó y la abrazó cuando estuvo frente a él.
—¿Qué haces aquí, mi vida? —le preguntó cuando lo soltó —No nos dijiste que vendrías.
NICO L se acercó hasta ellos.
—Hola, campeón —dijo y palmeó su hombro.
—¿Qué pasó, PETER? —preguntó GIMENA ya preocupada.
PETER la miró a los ojos. Conocía perfectamente el instinto materno de
GIMENA. Jamás fallaba. Con el simple hecho de ver a uno de sus hijos,
ella ya sabía si había algo bueno o malo.
—Necesito hablar con ustedes.
—Vamos adentro —dijo ella y los tres ingresaron.
El sol ya se estaba ocultando en las afueras de la ruidosa cuidad de
Nueva York. Entraron a la cocina. GIMENA y NICO L se sentaron uno al
lado del otro, y PETER tomó asiento frente a ellos.
—¿Cómo están? —les preguntó para poder comenzar a sacar conversación.
—En este momento muy ansiosa y preocupada —contestó ella.
—Yo estoy bien —dijo NICO L.
—Me alegro —sonrió PETER y colocó sus manos sobre la mesa para comenzar
a jugar con sus dedos. No miraba a sus padres, pero sabía que ellos lo
miraban fijamente —¿Y VICO?
—Salió con unos amigos —dijo GIMENA.
—¿Y CANDE? —preguntó.
Necesitaba retrasarse lo más posible.
—Está con AGUS —volvió a contestar su madre —Y ahora deja de dar vueltas, PETER ¿Qué sucede?
Él suspiró, sabiendo que ya no podía retrasarlo.
—Es un poco complicado —comenzó a hablar —No sé por donde empezar.
—Por el principio estaría bien —asintió NICO L.
—NICO L… —dijo GIMENA por lo bajo. PETER sonrió levemente.
—Sí, lo sé, papá —se rascó la nuca —¿Recuerdan aquella noche en que me quedé a cenar y también estaba EUGE?
—Sí —asintió GIMENA.
—¡Ya sé! —exclamó NICO L, sobresaltando a su esposa e hijo —¡Te gusta el novio de tu hermana!
—¡NICO L! —lo retó GIMENA sin poder creerlo. PETER simplemente rió. ¿De dónde demonios su padre había sacado aquella idea?
—Perdón —dijo NICO L —Fue lo primero que se me vino a la cabeza —miró a
PETER y le sonrió, pero volvió a ponerse serio —No es eso, ¿cierto?
—No, papá —sonrió divertido —No soy gay, si eso es lo que te preocupa.
—Bien, eso me deja más tranquilo —aseguró. GIMENA lo miró asesinamente y
él volvió la vista a PETER —Pero no significa que no te apoyaría si lo
fueras.
—Ya deja hablar a nuestro hijo, NICOLAS —le pidió. Miró a PETER —Continua, cariño.
—Bueno, como les decía, esa noche AGUS habló sobre su prima, ¿lo recuerdan?
—Sí, la muchacha de la revista —asintió su madre —¿Qué pasa con ella?
—¿Recuerdan que dije que la conocía? —inquirió. Ambos asintieron con el ceño fruncido.
—No sé a donde quieres llegar, campeón —dijo NICO L —Pero será mejor que te apresures porque a tu madre va a darle un ataque.
—No es cierto —se apresuró a decir ella —Tómate tu tiempo, mi vida. Tu padre solo exagera.
—Conocí a LALI ESPOSITO en una fiesta hace un mes y medio. Y nosotros… —dejó de hablar y tragó saliva —Tuvimos algo.
NICO L y GIMENA alzaron ambas cejas en un simple gesto de sorpresa.
—Eso no es malo —dijo NICO L encogiéndose de hombros.
—Claro que es malo —lo contradijo GIMENA —¿Y MERY?
—En ese momento no estábamos bien —dijo PETER —Pero ese no es el asunto.
—¿Y cual es el asunto? —quiso saber su madre. Realmente comenzaba a ponerse nerviosa.
—LALI está embarazada y yo soy el padre del bebé —soltó al fin.
Ambos se quedaron tiesos, mirándolo con los ojos bien abiertos. Ninguno
dijo nada, ni mostró alguna reacción. Y PETER comenzó a sentirse
nervioso. Odiaba no saber que más decir o como reaccionar. Entonces los
ojos de GIMENA se poblaron de lágrimas. PETER maldijo por lo bajo.
—¿Qué? —murmuró ella con un hilo de voz.
—Eso mamá —asintió él —Voy a tener un hijo.
—¿Voy a ser abuelo? —murmuró NICO L.
—Sé perfectamente que esto no es para nada lo que esperaban. Tampoco
yo. Pero voy a hacerme cargo de esto. Ustedes siempre me enseñaron como
asumir las consecuencias de mis actos. Y ahora tengo una gran
responsabilidad entre manos y… —los miró un segundo en silencio —Solo me
gustaría tener su apoyo, pero voy a entender si se enojan y no están de
acuerdo. Sé que fue irresponsable de mi parte, no lo planeé, solo
sucedió. Y la verdad es que yo… —sonrió nervioso —Estoy asustado…
—Oh, mi amor… —lloró GIMENA y se puso de pie rápidamente.
Rodeó la mesa y en un segundo acunaba a PETER contra su pecho.
El moreno cerró los ojos y se quedó en silencio abrazado a su mamá,
sintiendo que se había sacado una parte del gran peso que tenía encima.
Escuchaba el leve llanto de GIMENA. Ella acarició su rostro y besó su
cabeza. Su bebé era todo un hombre, y un hombre de bien. Jamás iba a
darle la espalda a uno de sus hijos, ellos lo eran todo en su vida. Pero
de todas las cosas en el mundo, no se le había cruzado por la cabeza
que fuera eso. Luego de unos cuantos minutos, GIMENA dejó de llorar,
soltó a PETER y besó su frente para volver a sentarse al lado de NICO L.
—¿Y bien? ¿Quieren decirme algo más? —les preguntó. GIMENA se secó las
lágrimas y miró a NICO L. Él todavía no había emitido palabra.
—La verdad, campeón —habló al fin —No sé por dónde empezar…
—Por el principio estaría bien —repitió las mismas palabras de su padre. David rió.
—Estoy muy orgulloso de ti, PETER —le dijo serio. PETER también adoptó
esa postura. Que su padre le dijera eso le llenaba el alma —Estoy
orgulloso del hombre en el que te has convertido. Me llena de orgullo
saber que eduqué bien a mis hijos. Y jamás quiero que se te vuelva a
pasar por la cabeza la posibilidad de que no te apoyemos. Somos tus
padres, para eso estamos aquí. No íbamos a cerrarte la puerta en la cara
por esto, PETER. Ya tienes 25 años, eres plenamente capaz de manejar tu
vida, pero si tienes dudas o miedos… aquí vamos a estar siempre.
—Gracias, papá —murmuró él.
—¿Y MERY, PETER? —preguntó ella. Él la miró.
—MERY, MERY, MERY —dijo y se masajeó el puente de la nariz —Me enteré
de esto… ayer y todavía no tuve el valor de hablarlo con ella.
—Es
tu deber decirle toda la verdad —aseguró GIMENA —¿Y qué es lo que tienes
con la prima de AGUS? ¿Hace cuanto sales con ella y engañas a tu novia?
—No engañé a MERY, mamá —dijo nervioso —Con LALI estuve una sola vez y no la volví a ver hasta ayer.
—¿Dejaste embarazada a una desconocida? —preguntó ella sin poder creerlo.
—GIMENA —la calmó NICO L —Lo haces sonar como algo muy malo. Si PETER
estuvo con esa muchacha, ya no se la considera una desconocida.
—Además LALI es la mejor amiga de la novia de NICO.
—¿Y eso la hace menos desconocida? —inquirió GIMENA.
—Mamá, ella es una buena mujer… está pasando por un momento de mucha
angustia. Por si se te olvida es la que lleva el bebé dentro y también
soy un ‘desconocido’ para ella. Necesita contención. No la obtendrá de
sus padres, no tiene una buena relación con ellos.
—Pero en la revista dice que…
—En esas revistas solo el 20% de lo que dicen es cierto, mamá —la
interrumpió —Con las únicas personas que cuenta LALI son EUGE y AGUS.
Ahora cuenta conmigo… pero me gustaría que le dieran una oportunidad y
la apoyen también.
—Claro que si, campeón —sonrió NICO L y se puso de pie —Ven aquí y dale un abrazo a tu viejo. ¡Diablos, vas a hacerme abuelo!
PETER sonrió y se levantó. Se acercó a su padre y compartieron un calido abrazo.
—De verdad, pa, muchas gracias —le dijo en voz baja.
—No me agradezcas más, campeón. Ahora que vas a ser padre, vas a comprender por qué uno da todo por sus hijos.
—Solo espero poder ser la mitad del buen padre que tú has sido —lo abrazó con más fuerza.
—Serás mucho mejor…
PETER dejó de abrazar a su padre y miró a su madre. Ella estaba sentada en su sitio, con una pequeña sonrisa en los labios.
—¿Qué pasa, mami? —le preguntó.
—Voy a ser abuela —sonrió con lágrimas en los ojos.
—¿Me quieres dar un abrazo? —dijo él —Siento como si tuviera 5 años de
nuevo. Estoy tan asustado como cuando vimos la película del payaso
asesino.
Ella rió ahogadamente y se levantó para abrazar a su bebé.
Ella había tenido a PETER con apenas 20 años. Y aunque su hijo tenía 5
años más que ella, a la hora de ser padre, sabía perfectamente lo que
estaba sintiendo. Le besó el hombro y se separó de él para tomar su
rostro con las manos.
—¿Cuándo vas a traerla? Quiero conocerla…
—Tal vez es muy pronto —dijo él —Ella aun no habla con su familia y creo que necesita tomarlo con calma.
—¿Cuándo tiempo tiene? —preguntó entusiasmada.
—Me dijo que tenía… ¿6 semanas? Sí exactamente 6 semanas —asintió.
GIMENA sonrió y entonces el celular de PETER comenzó a sonar. Lo buscó y
se sorprendió al ver que era EUGE. Por ahí era NICO llamándolo desde
el celular de su novia porque él se había quedado sin crédito.
—¿Hola? —atendió.
—Hola, PETER, soy EUGE —dijo ella.
—Hola, EUGE, ¿Cómo estas? —preguntó.
—Bien, bien —dijo apresurada. PETER la notó nerviosa —LALI va a matarme cuando sepa que te llamé, pero creo que es necesario.
—¿Le pasó algo malo a LALI? —inquirió preocupado.
Sus padres se pusieron alertas.
—No… bueno, todavía no. Su padre acaba de enterarse de que está
embarazada. Y no fue por boca de LALI. Creo que se avecina una gran
tormenta. Ella no va a poder sola… Sí supieras como es Robert, lo
entenderías.
—¿Dónde está ella? —quiso saber.
—En su casa. Yo
aun estoy en la oficina. Hay una gran conmoción aquí. Porque no solo se
enteró su padre. Sino que su abuelo y toda la empresa. No me
sorprendería que en cualquier momento salga en las noticias o algo como
eso. Lo que sí sé es que Robert salió hacia casa de LALI.
—Bien, voy a ir para allá —le aseguró.
EUGE suspiró.
—Muchas gracias, PETER.
—No, no es nada, EUGE —colgó.
Miró a sus padres.
—¿Qué sucedió? —preguntó ella.
—Nada, nada malo, mamá.
—¿Estás seguro? —dijo NICO L.
—Sí, estoy seguro. Solo que LALI me necesita para enfrentar a su padre.
Al parecer se enteró del embarazo y no por boca de ella.
—Uuuh, eso me huele a problemas —aseguró NICO L.
—Sí—suspiró PETER —También a mí
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