miércoles, 20 de enero de 2016

CAPITULO 32

Tramposas.

GIMENA miró a LALI y esta asintió levemente con la cabeza mientras se metía un poco de ese delicioso pastel de frutilla en la boca. Era, si no se equivocaba, la segunda porción que se estaba comiendo. Y es que no podía parar. Al parecer su bebé había adquirido cierta obsesión por las frutillas. Cada vez que sus ojos veían la fruta, su estomago se retorcía por comer un po...co. Pero sabía que debía controlarse. No quería terminar como una vaca al final de su embarazo.
—Veintinueve —cantó el número GIMENA.
—¡Bingo! —exclamó la morena por quinta vez.
—No es posible —se quejó VICO mientras tiraba de mala gana sus cartones.
—Estoy segura de que hacen trampa —dijo CANDE.
—¿Qué? —inquirió LALI —Claro que no. Ustedes son unos malos perdedores.
—No, no es así —sonrió PETER —Tú eres una tramposa. Y yo sé quien es tu cómplice.
Todas las miradas viajaron hasta TGIMENA. Indignada, abrió la boca como para decir algo, pero NICO L le ganó.
—No intentes decir que no es así, mi amor —le pidió —Todos sabemos que has estado cantando los números de LALI para que ella ganara.
—Oooh, no puedo creer que sean tan malos perdedores —dijo —LALI ganó limpiamente.
—Sí, seguro —dijo PETER.
Entonces todos empezaron a reír. LALI se metió una frutilla en la boca y rió divertida. Todos la miraron en con ternura. Ella dejó de comer.
—Perdón —se disculpó al darse cuenta —Pero creo que me vuelvo muy poco civilizada cuando se tratan de frutillas. Es como si algo dentro de mí no quisiera parar de comerlas…
—Es normal en tu estado, cielo —le dijo GIMENA —Todas las embarazadas tienen un antojo. Al parecer el tuyo son las frutillas.
—Mañana voy a comprarte una bolsa enorme que vi en el supermercado —le dijo CANDE.
—Eso sería genial —aseguró la morena.
PETER que observaba como las mujeres conversaban, intercambio una mirada con su hermano menor. VICO le entregó una leve sonrisa.
—Tú y yo tenemos que hablar muy seriamente —dijo VICO.
—¿Por qué? —preguntó algo confundido.
—Porque hay algo que no le estás queriendo decir a la familia. No creas que no me doy cuenta, hermano. Que me haga el idiota, no significa que lo sea.
—No tengo idea de que demonios estás hablando…
—Ay, hermano —suspiró y apoyó la mano sobre su hombro —Algún día vas a venir y vas a decirme: ¿sabes qué? Tenías razón. Y yo te diré: te lo dije.
—Deja de confundirme —murmuró por lo bajo. Miró la hora en su reloj y se sorprendió de que ya eran pasadas las doce —Creo que debemos irnos…
Las mujeres y NICO L dejaron de hablar para mirarlo.
—¿Ya? —inquirió GIMENA.
—Sí, mamá. Es algo tarde y LALI tiene que descansar…
—Tampoco es para tanto —aseguró la morena.
—¿Recuerdas lo que dijo el médico? —le preguntó. Ella hizo una mueca pensadora.
—Sí, lo recuerdo.
—Entonces, nos vamos. Creo que hoy no hiciste nada de reposo.
—Bueno, yo…
CANDE rió levemente.
—Vete acostumbrando al lado sobreprotector de PETER. A veces es muy pesado el pobre, pero lo hace porque se preocupa de verdad.
—Que chistosa eres, sonrisita —ironizó el moreno.
—Pero ya —sonrió LALI —Tiene razón, ya es algo tarde. Y mañana será un largo día para mí…
—¿Por qué? —preguntó NICO L.
—Voy a empezar a buscar un nuevo departamento… quiero mudarme.
PETER la miró bien. ¿Qué es lo que había dicho? Sacudió la cabeza y volvió a concentrarse en ella.
—Dijiste que ibas a pensarlo —le recordó. Todos lo miraron.
LALI le entregó una sonrisa sin dientes.
—Ya lo pensé —aseguró mirándolo amenazadoramente. No quería empezar a discutir de nuevo con él frente a su familia.
—Pues… no lo pensaste demasiado, ¿no te parece?
—¿Qué te parece si lo discutimos luego, PETER? —le sonrió con tanto sarcasmo que hasta dolía.
—Bien —dijo apretando los dientes —Pero nos vamos ya. Ahora.
Los LANZANI se miraron entre sí, sin entender muy bien el motivo por el cual iban a discutir luego. LALI se puso de pie y se acercó al pequeño perchero en donde estaban sus cosas. En un absoluto silencio, PETER comenzó a ponerse su abrigo. Se miraban entre sí, desafiantes.
¿Es que acaso ella no había entendido nada de todo lo que él le había estado diciendo? Al parecer LALI ESPOSITOera más terca que una mula.
Todos caminaron en silencio hacia la puerta. PETER la abrió y luego giró para ver a su familia.
—Muchas gracias por la cena, estuvo deliciosa —les aseguró.
Se acercó a abrazar a sus padres, besó la frente de su hermana, y luego palmeó el hombro de su hermano. Salió hacia el exterior y comenzó a caminar hacia el auto.
LALI se quedó quieta observando su andar. Caminaba dando grandes zancadas, parecía molesto. Sabía que cuando estuvieran solos, discutirían. Ese hombre, al parecer, no aceptaba un NO como respuesta. Suspiró y miró al resto de los LANZANI.
—Muchas gracias por todo —les dijo —La verdad es que estaba algo aterrada de venir y… conocerlos.
—Somos una familia algo alocada, pero no mordemos, ni nada por el estilo —sonrió VICO.
—No, lo sé —sonrió LALI —Jamás creí eso, con todas las cosas maravillosas que PETER me ha dicho de ustedes, no podía imaginarlos como ‘malos’
—LALI —la llamó GIMENA —Fue un gusto enorme conocerte, cielo. Eres hermosa, en todos los sentidos.
—Tú también, GIMENA —dijo y se acercó a ella para abrazarla —PETER babea por ti cada vez que te nombra —dijo sin soltarla —Me hubiese encantado tener una madre como tú.
GIMENA se sintió emocionada y la abrazó un poco más.
—Puedes adoptarme si quieres, por aquí hay mucho espacio. Y prometo hacerte más tortas con frutillas.
—Por Dios, sí —asintió divertida. Se alejó de ella y miró a NICO L —Señor LANZANI, prometo venir a escuchar sus fantásticas historias de viajes.
—Aquí te esperamos, LALI —sonrió NICO L —Desde ahora nuestra casa, es tu casa. No lo dudes. Y por favor, no me llames señor LANZANI… me haces sentir un abuelo.
Ella sonrió y se tocó el vientre. Todos rieron. Pero entonces el sonido de una bocina llegó hasta ellos. LALI miró sobre su hombro y era PETER el que estaba haciendo aquel escándalo.
Estaba apurándola con ese infernal sonidito.
—Creo que está apurado —informó CANDE.
—Pues que espere —aseguró LALI. Se acercó a la novia de su primo y la abrazó sin dudarlo. CANDE le respondió el gesto —Mañana te llamaré para que vengas a con AGUS, así me ayudan con la mudanza.
—Claro que sí —dijo contenta.
Se alejaron y la morena miró a VICO. Este tomó su mano y la besó como cuando había llegado. LALI sonrió.
—Un placer enorme conocerte, cuñadita…
—No soy tu cuñadita —dijo ella avergonzada.
—Eso ya lo veremos —sonrió él.
—VICO, basta —dijo NICO L.
—¿Qué? —se encogió de hombros —Solo digo la verdad. Esta chica va a tener de rodillas a PETER en menos de lo que esperan. Tiene carácter, él no puede manejarla…
—Eres terrible —le aseguró la morena.
—Lo sé —sonrió orgulloso.
Los bocinazos llegaron de nuevo. LALI suspiró enojada.
—Llama cuando quieras, hija —le dijo GIMENA —Como dijo NICO L, esta ahora también es tu casa y tienes las puertas abiertas a cualquier hora y cualquier día. Cuídate mucho, y cuida a ese pedazo de cielo que llevas dentro.
Le palmeó el vientre. LALI le sonrió. Y otra vez la maldita bocina. La morena puso los ojos en blanco y tomó con firmeza su cartera. Iba a darle muchos carterazos a ese arrogante.
—Lo haré —susurró —Adiós a todos y gracias de nuevo.
Los LANZANI dijeron adiós al unísono y la vieron caminar sin prisas hacia el auto de PETER.
Ella llegó, se subió a su lado y cerró con firmaza. Miró por la ventana y vio como se cerraba la puerta de la cual acababa de salir. Y ahora que la guerra comenzara…

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