Ya no te tengo miedo.
PETER observaba atentamente los movimientos del hombre que estaba sentado frente a él. Llevaban un poco más de diez minutos allí sentados, sin siquiera cruzar palabra. Lo ponía algo nervioso. Era como estar sentado frente al padre de LALI. Sí, él había podido observar el amor que ese hombre tenía por la morena. Era amor de padre. LALI jamás le había hablado ...de él, pero había visto en ella mucho cariño. ¿Quién era en realidad?
Tomó su taza de café y bebió un poco. MARIANO, tenía la mirada en el diario que amablemente le había pedido a la camarera. PETER acomodó su garganta.
—¿Trabajas, muchacho? —le preguntó sin dejar de leer.
PETER frunció un poco el ceño y se removió nervioso en su asiento.
—Tengo… —tragó con fuerza —Tengo mi propia empresa.
MARIANO sacó la mirada del diario y lo observó. Dejó el periódico a un lado y se sentó erguidamente.
—Ah, ¿si? —inquirió —Cuéntame un poco…
—Antes me gustaría que nos presentáramos formalmente.
—Oh, sí, claro —asintió —Soy MARIANO TORRES, abogado y amigo de EMILIA de toda la vida. Soy el padrino de LALI…
Allí estaba la clave, pensó el moreno. Era su padrino. Podría llamarlo como un segundo padre. Sus nervios aumentaron.
—Bueno, mi nombre es PETER LANZANI, tengo 25 años. Vivo a las afueras de la cuidad, no demasiado lejos, son solo quince minutos en auto. Vivo solo desde los 20, y trabajo con mi mejor amigo, en sociedad, en un taller mecánico de autos, señor.
—¿Un taller de autos? —preguntó, gratamente sorprendido.
MARIANO se había imaginado que era un ejecutivo, un estafador, un mentiroso. Alguien que se quería aprovechar de LALI. Pero no veía esas cosas en este muchacho.
—Sí, verá… —se rascó la nuca —Tengo un gran pasión por los autos… de toda la vida. Cuando era adolescente, me la pasaba metido en el garaje de mi abuelo arreglando su vieja chata. Descubrí que era lo mío y… comencé a trabajar a los 18 años, luego la empresa se expandió y cuando cumplí 20, pude comprarme un taller y una casa. En la que vivo actualmente… con… con LALI.
—¿La amas? —le preguntó.
PETER abrió la boca para decirle algo, pero las palabras no salieron. ¿Cómo diablos le iba a explicar que LALI y él no eran pareja, y que todo había pasado por… un pequeño descuido?
MARIANO miró sobre el hombro de PETER como una enfermera se acercaba a uno de los guardias. Entrecerró los ojos para tratar de escuchar algo de lo que le decía, pero no tuvo éxito. La enfermera le señaló hacia el pasillo, y entonces MARIANO supo que algo no andaba bien.
PETER lo miró confundido y luego siguió el rumbo de su mirada. Frunció el ceño al ver como el guardia asentía mientras llamaba a otro de sus compañeros por radio.
—¿Habrá pasado algo? —dijo sin dejar de mirar la escena.
—Creo de deberíamos volver —dijo John.
—Está bien —asintió y ambos se pusieron de pie.
LALI cerró con cuidado la puerta detrás de sí, mientras se armaba de valor y llenaba su cabeza de respuestas para atacarlo. Se le llenó el cuerpo de impotencia. Ojala ella tuviera la suficiente fuerza como para hacerle todo lo que él le había hecho a su madre.
—¿Qué haces tú aquí? —preguntó él.
No se le acercó. Ella agradeció aquello. Con solo verlo sentía unas terribles ganas de vomitar. Le daba asco.
—Esa pregunta debería hacerla yo, bastardo…
—¿Cómo me dijiste? —inquirió atónito.
—Bastardo —repitió ella sin tartamudear —Eso eres Robert ESPOSITO, un mal nacido, hijo de puta —susurró cada una de las palabras con odio —Jamás… —respiró profundamente. Sus pies estaban firmes en el suelo, protegiendo la puerta de él —Jamás en tu vida vas a volver a tocarla.
—Sal de mi camino, estúpida —espectó —Nadie tiene derecho de sacar a mi mujer de su casa. Ella estaba muy bien allí… y me la voy a llevar.
—¡NO TE ME ACERQUES! —le gritó. Él retrocedió.
—No quiero perder la paciencia, LALI…, sal de mi camino, porque voy a hacerte daño si es necesario. Poco me importa que estés embarazada. Para mí es mejor si muere ese bastardito.
—Infeliz, poco hombre… vas a pudrirte en una cárcel —los ojos de Robert llamearon de furia. Sus fosas nasales se dilataron —Yo misma voy a meter allí, con mucho gusto. Esto no va a quedar así… casi la matas, y vas a pagarlo, vas a pagarlo muy caro…
Él comenzó a caminar hacia ella. LALI se tensó.
—Escúchame bien, mocosa…
—SI LE PONE UN DEDO ENCIMA, VOY A ACABAR CON USTED —rugió él. LALI creyó que iba a desfallecer del alivio al escuchar su heroica voz. Giró la cabeza para ver como PETER llegaba casi corriendo hacia ellos. Se acercó rápidamente a LALI y se puso frente a ella, protegiéndola. Miró a Robert —Nunca en su miserable vida, vuelva a acercarse a ella o a intentar hacerle daño —dio un paso hacia él. Robert retrocedió —Porque yo soy civilizado, señor ESPOSITO —aquel ‘señor’ fue muy irónico —Pero cuando lastiman a los que me importan, a mi gente y mucho más a la madre de mi bebé… pierdo el control, y no creo que usted quiera que le rompa todos los huesos, ¿verdad?
LALI apoyó una mano sobre el hombro del moreno, dándole su apoyo. Sintió una agradable sensación de orgullo recorrer su cuerpo. Robert comenzó a reírse. Ella lo miró con odio. Era un maldito cínico.
—¿Es broma, verdad, LALI? —le preguntó —¿Ahora tienes guardaespaldas? Ay, hija mía, me has hecho reír, después de mucho tiempo —miró a PETER —Mejor, guárdate tus amenazas, muchacho, yo no te tengo miedo. Tú deberías temerme a mí… no sabes quien soy y lo que soy capaz de hacer.
—No, él no lo sabe, pero yo sí…
Robert giró para enfrentarse a aquella voz, pero al instante recibió un golpe en medio de la cara y cayó al suelo.
—Hijo de… —MARIANO no pudo terminar la frase, ya que recibió otro golpe mientras intentaba levantarse.
—VOY A ACABAR CONTIGO, HIJO DE PUTA —gritó MARIANO, mientras descargaba toda su furia sobre el causante del dolor de su amada. Jamás iba a ser suficiente dolor para ese mal parido, hijo de perra.
—Haz algo, PETER —pidio LALI algo afligida. PETER la miró y tomó su rostro con ambas manos.
—Quiero que entres al cuarto con tu madre, y te quedes allí con ella hasta que yo entre y te diga que todo esta bien, ¿si? —ella asintió enérgicamente y entró a la habitación.
PETER giró para ver como los guardias del hospital llegaban y separaban a MARIANO de Robert.
—¡Van a tener que acompañarnos los dos! —exclamó un policía.
—No, no, por favor —dijo PETER y se acercó a ellos —No se lleven a este hombre… él no ha hecho nada más que justicia…
—Esa no es una excusa, jovencito.
—El joven tiene razón —dijo una de las enfermeras acercándose – El señor TORRES se ha controlado desde el momento que llegó al hospital con la señora ATTIAS… Ella ha sido golpeada salvajemente por alguien, y ese alguien es su marido.
—¡No puede comprobarlo! —aseguró Robert, mientras intentaba secar la sangre que salía de su nariz.
—Voy a matarte, lo juro, ESPOSITO —dijo MARIANO e intentó soltarse del guardia. PETER se acercó a él y palmeó su pecho.
—Tranquilo, MARIANO —le pidió. TORRES lo miró —Ellas te necesitan tranquilo, ¿lo entiendes?
—Tienes razón —suspiró y se relajó. El guardia lo soltó —En este momento quiero levantar cargos contra este hombre…
—Entonces ahora sí va a tener que acompañarnos a la comisaría, señor —dijo el policía.
—Lo haré con mucho gusto.
—¡No puedes hacer eso! —gritó Robert. Quiso soltarse del guardia —¡EMILIA! ¡EMILIA, SAL DE AHÍ! ¡EMILIA, NO PERMITAS QUE ME LLEVEN! ¡DILES QUE YO NO TE HE HECHO NADA, QUE SOLO FUE UN ACCIDENTE!
—Cobarde —murmuró PETER mientras veía como los policías lo arrastraban por el pasillo. Miró a MARIANO que estaba inmóvil a su lado —Ya está, MARIANO…
—Necesito que te quedes con ellas, por favor, muchacho —le dijo sin mirarlo.
—Aquí estaré. Me quedaré hasta que regreses.
Al fin lo miró. Una suave sonrisa se curvó en sus labios. Palmeó su hombro.
—LALI tuvo mucho suerte al encontrarte, hijo —dijo sin dejar de sonreírle. PETER simplemente se quedó callado —Hacía mucho tiempo que necesitaba un hombre de verdad en su vida… alguien que cuide de ella, que le muestre lo mucho que vale, y que si existe amor para ella.
PETER observaba atentamente los movimientos del hombre que estaba sentado frente a él. Llevaban un poco más de diez minutos allí sentados, sin siquiera cruzar palabra. Lo ponía algo nervioso. Era como estar sentado frente al padre de LALI. Sí, él había podido observar el amor que ese hombre tenía por la morena. Era amor de padre. LALI jamás le había hablado ...de él, pero había visto en ella mucho cariño. ¿Quién era en realidad?
Tomó su taza de café y bebió un poco. MARIANO, tenía la mirada en el diario que amablemente le había pedido a la camarera. PETER acomodó su garganta.
—¿Trabajas, muchacho? —le preguntó sin dejar de leer.
PETER frunció un poco el ceño y se removió nervioso en su asiento.
—Tengo… —tragó con fuerza —Tengo mi propia empresa.
MARIANO sacó la mirada del diario y lo observó. Dejó el periódico a un lado y se sentó erguidamente.
—Ah, ¿si? —inquirió —Cuéntame un poco…
—Antes me gustaría que nos presentáramos formalmente.
—Oh, sí, claro —asintió —Soy MARIANO TORRES, abogado y amigo de EMILIA de toda la vida. Soy el padrino de LALI…
Allí estaba la clave, pensó el moreno. Era su padrino. Podría llamarlo como un segundo padre. Sus nervios aumentaron.
—Bueno, mi nombre es PETER LANZANI, tengo 25 años. Vivo a las afueras de la cuidad, no demasiado lejos, son solo quince minutos en auto. Vivo solo desde los 20, y trabajo con mi mejor amigo, en sociedad, en un taller mecánico de autos, señor.
—¿Un taller de autos? —preguntó, gratamente sorprendido.
MARIANO se había imaginado que era un ejecutivo, un estafador, un mentiroso. Alguien que se quería aprovechar de LALI. Pero no veía esas cosas en este muchacho.
—Sí, verá… —se rascó la nuca —Tengo un gran pasión por los autos… de toda la vida. Cuando era adolescente, me la pasaba metido en el garaje de mi abuelo arreglando su vieja chata. Descubrí que era lo mío y… comencé a trabajar a los 18 años, luego la empresa se expandió y cuando cumplí 20, pude comprarme un taller y una casa. En la que vivo actualmente… con… con LALI.
—¿La amas? —le preguntó.
PETER abrió la boca para decirle algo, pero las palabras no salieron. ¿Cómo diablos le iba a explicar que LALI y él no eran pareja, y que todo había pasado por… un pequeño descuido?
MARIANO miró sobre el hombro de PETER como una enfermera se acercaba a uno de los guardias. Entrecerró los ojos para tratar de escuchar algo de lo que le decía, pero no tuvo éxito. La enfermera le señaló hacia el pasillo, y entonces MARIANO supo que algo no andaba bien.
PETER lo miró confundido y luego siguió el rumbo de su mirada. Frunció el ceño al ver como el guardia asentía mientras llamaba a otro de sus compañeros por radio.
—¿Habrá pasado algo? —dijo sin dejar de mirar la escena.
—Creo de deberíamos volver —dijo John.
—Está bien —asintió y ambos se pusieron de pie.
LALI cerró con cuidado la puerta detrás de sí, mientras se armaba de valor y llenaba su cabeza de respuestas para atacarlo. Se le llenó el cuerpo de impotencia. Ojala ella tuviera la suficiente fuerza como para hacerle todo lo que él le había hecho a su madre.
—¿Qué haces tú aquí? —preguntó él.
No se le acercó. Ella agradeció aquello. Con solo verlo sentía unas terribles ganas de vomitar. Le daba asco.
—Esa pregunta debería hacerla yo, bastardo…
—¿Cómo me dijiste? —inquirió atónito.
—Bastardo —repitió ella sin tartamudear —Eso eres Robert ESPOSITO, un mal nacido, hijo de puta —susurró cada una de las palabras con odio —Jamás… —respiró profundamente. Sus pies estaban firmes en el suelo, protegiendo la puerta de él —Jamás en tu vida vas a volver a tocarla.
—Sal de mi camino, estúpida —espectó —Nadie tiene derecho de sacar a mi mujer de su casa. Ella estaba muy bien allí… y me la voy a llevar.
—¡NO TE ME ACERQUES! —le gritó. Él retrocedió.
—No quiero perder la paciencia, LALI…, sal de mi camino, porque voy a hacerte daño si es necesario. Poco me importa que estés embarazada. Para mí es mejor si muere ese bastardito.
—Infeliz, poco hombre… vas a pudrirte en una cárcel —los ojos de Robert llamearon de furia. Sus fosas nasales se dilataron —Yo misma voy a meter allí, con mucho gusto. Esto no va a quedar así… casi la matas, y vas a pagarlo, vas a pagarlo muy caro…
Él comenzó a caminar hacia ella. LALI se tensó.
—Escúchame bien, mocosa…
—SI LE PONE UN DEDO ENCIMA, VOY A ACABAR CON USTED —rugió él. LALI creyó que iba a desfallecer del alivio al escuchar su heroica voz. Giró la cabeza para ver como PETER llegaba casi corriendo hacia ellos. Se acercó rápidamente a LALI y se puso frente a ella, protegiéndola. Miró a Robert —Nunca en su miserable vida, vuelva a acercarse a ella o a intentar hacerle daño —dio un paso hacia él. Robert retrocedió —Porque yo soy civilizado, señor ESPOSITO —aquel ‘señor’ fue muy irónico —Pero cuando lastiman a los que me importan, a mi gente y mucho más a la madre de mi bebé… pierdo el control, y no creo que usted quiera que le rompa todos los huesos, ¿verdad?
LALI apoyó una mano sobre el hombro del moreno, dándole su apoyo. Sintió una agradable sensación de orgullo recorrer su cuerpo. Robert comenzó a reírse. Ella lo miró con odio. Era un maldito cínico.
—¿Es broma, verdad, LALI? —le preguntó —¿Ahora tienes guardaespaldas? Ay, hija mía, me has hecho reír, después de mucho tiempo —miró a PETER —Mejor, guárdate tus amenazas, muchacho, yo no te tengo miedo. Tú deberías temerme a mí… no sabes quien soy y lo que soy capaz de hacer.
—No, él no lo sabe, pero yo sí…
Robert giró para enfrentarse a aquella voz, pero al instante recibió un golpe en medio de la cara y cayó al suelo.
—Hijo de… —MARIANO no pudo terminar la frase, ya que recibió otro golpe mientras intentaba levantarse.
—VOY A ACABAR CONTIGO, HIJO DE PUTA —gritó MARIANO, mientras descargaba toda su furia sobre el causante del dolor de su amada. Jamás iba a ser suficiente dolor para ese mal parido, hijo de perra.
—Haz algo, PETER —pidio LALI algo afligida. PETER la miró y tomó su rostro con ambas manos.
—Quiero que entres al cuarto con tu madre, y te quedes allí con ella hasta que yo entre y te diga que todo esta bien, ¿si? —ella asintió enérgicamente y entró a la habitación.
PETER giró para ver como los guardias del hospital llegaban y separaban a MARIANO de Robert.
—¡Van a tener que acompañarnos los dos! —exclamó un policía.
—No, no, por favor —dijo PETER y se acercó a ellos —No se lleven a este hombre… él no ha hecho nada más que justicia…
—Esa no es una excusa, jovencito.
—El joven tiene razón —dijo una de las enfermeras acercándose – El señor TORRES se ha controlado desde el momento que llegó al hospital con la señora ATTIAS… Ella ha sido golpeada salvajemente por alguien, y ese alguien es su marido.
—¡No puede comprobarlo! —aseguró Robert, mientras intentaba secar la sangre que salía de su nariz.
—Voy a matarte, lo juro, ESPOSITO —dijo MARIANO e intentó soltarse del guardia. PETER se acercó a él y palmeó su pecho.
—Tranquilo, MARIANO —le pidió. TORRES lo miró —Ellas te necesitan tranquilo, ¿lo entiendes?
—Tienes razón —suspiró y se relajó. El guardia lo soltó —En este momento quiero levantar cargos contra este hombre…
—Entonces ahora sí va a tener que acompañarnos a la comisaría, señor —dijo el policía.
—Lo haré con mucho gusto.
—¡No puedes hacer eso! —gritó Robert. Quiso soltarse del guardia —¡EMILIA! ¡EMILIA, SAL DE AHÍ! ¡EMILIA, NO PERMITAS QUE ME LLEVEN! ¡DILES QUE YO NO TE HE HECHO NADA, QUE SOLO FUE UN ACCIDENTE!
—Cobarde —murmuró PETER mientras veía como los policías lo arrastraban por el pasillo. Miró a MARIANO que estaba inmóvil a su lado —Ya está, MARIANO…
—Necesito que te quedes con ellas, por favor, muchacho —le dijo sin mirarlo.
—Aquí estaré. Me quedaré hasta que regreses.
Al fin lo miró. Una suave sonrisa se curvó en sus labios. Palmeó su hombro.
—LALI tuvo mucho suerte al encontrarte, hijo —dijo sin dejar de sonreírle. PETER simplemente se quedó callado —Hacía mucho tiempo que necesitaba un hombre de verdad en su vida… alguien que cuide de ella, que le muestre lo mucho que vale, y que si existe amor para ella.
Me encanta como peter se preocup por peter
ResponderEliminarQue lindo que le aya defendido :)
ResponderEliminarMe encanta!!!
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