PETER miró a su padre, para tratar de descubrir cual era su jugada, pero NICO L tenía una buena cara de poker.
—¿Alguien da más? —preguntó NICO al levantar su última carta.
—Pongo diez dólares más —dijo NICO L.
—Yo cinco… —PETER colocó el billete en medio de la mesa.
—Yo me bajo —dijo RIERA. ...
—Que gallina —sonrió PETER.
—Solo voy a lo seguro —le aseguró su amigo.
—Bien, PETER, tira tú primero, hijo…
PETER sonrió orgulloso de sí mismo y enseñó su jugada.
—En tu cara, padre, tengo cuatro ases…
Iba a tomar todo el dinero que allí había, pero NICO L lo detuvo colocando su mano sobre la de él. PETER lo miró fijo a los ojos.
—¿Por qué cantas victoria? —le preguntó —Toma esto, hijo… tengo flor corrida.
—¡Diablos! —exclamó él.
—¡Ja! Dijo NICO —te dije que yo iba a lo seguro.
Los tres escucharon un gran ruido proveniente del primer piso.
—Dios santo, ¿Qué le estarán haciendo a mi casa?
LALI, EUGE, CANDE, GIMENA, VICO y AGUS, llevaban allí arriba más de unas dos horas. La morena le había prohibido a Zayn subir hasta que todo estuviera listo.NICO se quedó para terminar un arreglo de auto y NICO L se quedó con la excusa de que estaba algo cansado y de qué le iba a hacer compañía a su hijo mayor.
Así que las mujeres habían arrastrado a los dos jóvenes que quedaban disponibles, escaleras arriba, para mover todos los muebles.
—Creo que la están tirando abajo —dijo Ni.
—Ahora estoy un poco asustado… no creo que haya sido tan buena idea decir: puedes hacerle lo que quieras a mi casa.
—¿Le dijiste eso? —preguntó su padre sin poder creerlo.
—¿Acaso no sabes que eso es lo peor que puedes decirle a una mujer? —dijo NICO.
—Imagínate si la vuelve una casa de muñecas…
PETER se quedó callado durante varios segundos, analizando aquello. Él había visto como era la casa de LALI, y para nada era una casa de muñecas. Simplemente era acogedora y armoniosa y combinable.
—Ay, hermano —suspiró NICOl —Creo que te haz metido en un buen lío…
—¿Eso crees, NICOl? —dijo GIMENA entrando por la puerta. Los tres se giraron a verla.
—¿Ya terminaron? —preguntó PETER mientras se ponía de pie. Simplemente ahora le había entrado la súper curiosidad.
—Ya casi —sonrió su madre.
—¿Y cómo quedó todo? —quiso saber.
—Ya lo verás, entusiasmado —dijo divertida y le acarició el rostro.
Un celular comenzó a sonar. PETER miró a su alrededor para ver que era el suyo. Se acercó a la mesa y lo tomó.
MERY, llamando…
Un nudo se instaló en medio de su estomago. Se había olvidado de que tenía que llamarla hoy. Respiró profundamente.
—Por favor, no hagan ruidos —pidió antes de contestar —Hola, linda…
—Hola, cielo —dijo ella —¿Cómo estás?
—Muy bien, ¿y tú? —preguntó.
—Cansada —suspiró —Las juntas y reuniones me tienen como loca…
—Me imagino que si, amor… ¿Cuándo vuelves?
—Aun no lo sé —contestó —Ronald no me ha dicho nada aun…
—Me avisas bien cuando te lo diga, ¿si?
—Ajá —volvió a suspirar —Te extraño…
El nudo se hizo más pesado en él. Iba a decírselo, pero se lo pensó mejor. ¿Qué clase de persona le diría a su novia: cariño, dejé embarazada a otra mujer, por teléfono? Solo un idiota sin corazón, claro que sí.
—Y yo a ti —suspiró —Cariño, debo colgar… tengo gente.
—Esta bien, hermoso —dijo —Hablamos mañana… te amo.
—Y yo… —susurró.
Apretó el botón rojo de su celular y respiró profundamente. No podía sentirse peor, porque aquello no podía ser peor. Giró y se quedó quieto al ver como sus padres y mejor amigo lo miraban en silencio.
—Era MERY, ¿verdad? —preguntó GIMENA.
—Sí —asintió —Quería saber como estaba…
—¿Cuándo vuelve? —preguntó David.
—Aun no lo sabe…
—Y cuando vuelva… esto nos va a explotar en la cara —aseguró NICO.
LALI miró con orgullo a su alrededor. Aquella casa ahora sí que era una linda casa. Cuando había entrado la primera vez, hacía solo un par de horas, se había dado cuenta del verdadero poco sentido de la decoración que PETER tenía. Simplemente aquella casa estaba completamente desamueblada, para el gran tamaño que tenía. Y casi ningún mueble quedaba bien en la forma y lugar en el que estaba puesto.
—Esto quedó increíble —dijo CANDE.
—¿Lo crees? —preguntó LALI mientras se paraba a su lado.
—Claro que sí —asintió —Esta casa jamás se vio mejor… PETER va a quedar impresionado.
La morena esperaba que eso fuera así. Por alguna tonta razón lo único que le importaba era la opinión del moreno. Si él lo aprobaba entonces ella estaría completamente feliz.
Y si no… le echaría la culpa a él mismo por haberle dicho: puedes hacerle lo que quieras.
—Bueno, ¿hay algo más para hacer? —preguntó AGUS.
—¿Acaso queda más? —inquirió VICO —Ya no, LALI, me agotaste…abusaste de tus poderes de cuñadita y así no se puede.
Ella puso los ojos en blanco.
—Que no soy tu cuñada, VICO—le dijo —Y si sigues insistiendo con eso voy a golpearte con algo…
—Yo que tú, tomo enserio esa amenaza —le dijo EUGE —No hay nada peor que una LALI enojada, y no me quiero ni imaginar lo que es una LALI_ EMBARAZADA enojada… debe ser peor que el increíble Hulk
—Ya quisiera verla —rió él.
—Bueno, LALI —le habló EUGE —Ya todo está listo. La cocina, el baño principal, tu nueva habitación, esta sala, la biblioteca e incluso el cuarto de PETER…
—¿Entonces ya podemos traer a la bestia? —preguntó CANDE.
—No le digas así a tu hermano —rió LALI.
EUGE se acercó a la puerta y salió. Los que estaban dentro escucharon como gritaba: ¡Ya puedes subirlos, GIMENA!
La rubia volvió a entrar y se quedó quieta al ver que todos la miraban extrañados.
—No cambias más, ¿verdad, LALI? —le dijo LALI.
—¿Qué? ¿Qué hice?
—No estás en una cancha de fútbol americano para gritar de esa manera…
—Bueno —dijo poniendo los ojos en blanco —Solo fui práctica… no quería bajar.
—Tienes mejores pulmones que los de un nadador olímpico —le dijo AGUS.
—Muchas gracias —sonrió ella con orgullo.
—¡Ahí vienen! —exclamó CANDE mientras se acercaba a su novio.
Todos se pusieron uno al lado del otro, al estilo los decoradores del programa ‘Extreme makeover’
LALI movía las manos nerviosa. ¡Por Dios, sí que estaba nerviosa! Necesitaba que aquello le gustara a PETER. No sabía el por qué.
La puerta se abrió y GIMENA entró con NICO L al lado. Luego entró NICO, que miró atónito a su alrededor y al final de todo estaba PETER.
Él entró despacio, mirando atento lo que allí había. Su boca estaba levemente abierta y sus ojos como platos. Parecía impresionado.
LALI se lamió los labios, nerviosa. ¿Aquel gesto era bueno o malo? Tragó varias veces, hasta que el seco de la garganta se le fue.
—Dios mío… —dijo RIERA —¡Esto es increíble! Me siento como la gente del programa ese donde le hacen la casa en siete días y entran y ven todo PUM… totalmente cambiado.
PETER seguía caminando como estúpido, a paso lento, mirando todo detenidamente. Todas las miradas se posaron en él.
—¿Y bien, PETER? —le dijo su madre —¿Qué te parece?
LALI volvió a tragar.
—Yo… —dejó de hablar.
—¿Qué? —le preguntó la morena —¿Estás desilusionado? Quedó horrible, ¿verdad? No es lo que esperabas… ¡Bueno, lo siento! ¡Perdón! Yo no quise que…
—Me encanta —la interrumpió. Ella cerró la boca al instante.
—¿Te gusta? —preguntó algo asombrada.
Él soltó una pequeña risita y volvió a mirar a su alrededor.
—LALI… esto es… más que increíble —ella sintió que el alivio recorría su cuerpo, y se relajó por completo —Mi casa quedó como las casas esas de las revistas… es genial.
—Me alegro que te guste —musitó ella.
Él se le acercó, dejando de lado de que habían más personas allí. La miró fijo a los ojos, con una leve sonrisa en los labios. ¿Cómo no iba a gustarle? Claro que le gustaba… Sacudió la cabeza… estaba pensando en la casa, ¿verdad?
—Muchas gracias – le dijo. Ella frunció el ceño.
—¿Por qué? —preguntó divertida —Yo no he hecho casi nada… solo he dado las órdenes de los lugares… nadie me dejó levantar nada.
—Y está bien —aseguró él —Yo mismo dije que no te dejaran levantar nada… conociéndote, estoy seguro de que serías capaz de querer mover ese enorme mueble tu sola.
—Entonces —dijo por lo bajo —¿De verdad te gusta?
—Claro que sí…
EUGE acomodó su garganta y ambos la miraron. Se percataron de lo cerca que estaban y de lo bajo que estaban hablando.
—Emmm, ¿Por qué no ves el resto de la casa? —le dijo ella.
—Seguro —asintió él y se fue para dentro con NICO, siguiéndolo como un niño.
EUGE se acercó a LALI, mientras el resto de las personas comenzaban a hablar. LALI evitó la mirada de su mejor amiga.
—LALI, mírame —le ordenó ella.
—¿Qué? —dijo encogiéndose de hombros y sin mirarla.
—Que me mires —le dijo.
Entonces la miró. EUGE se quedó callada.
—Tú y yo vamos a tener una seria charla de mejores amigas —le advirtió.
—¿Qué? —exclamó —¿Por qué? ¿Qué hice?
—Por no decirme las cosas…
—¿Qué cosas?
—Ya verás, MARIANA ELIZABETH ESPOSITO ….cuando estemos solas… vas a tener que soltar la lengua…
—Pero, EUGE, no sé de que estás hablando —dijo sin entender.
—Bueno, ya lo sabrás…
Se alejó de ella dejándola totalmente desconcertada. ¿De qué cosas estaba hablando esa loca? Y después la que tenía problemas era ella verdad.
Soltó un suspiro y miró a todos.
—¿Quieren tomar algo? —les preguntó.
—Sí, LALI, vamos a traer algo… yo te ayudo —le dijo su primo.
Se acercó a ella y juntos caminaron hacia la cocina.
—¿Estas cansado? —le preguntó ella.
—No, para nada —le aseguró – Solo estoy muerto de sed… —ella abrió la heladera y sacó un par de botellas con jugo —De verdad, LALI, deberías buscarte un trabajo como decoradora de interiores… eres genial.
—¿Tú crees? —inquirió mientras comenzaba a servir.
—Déjame hablar con mamá, estoy seguro de que algo puede conseguirte. Sus amigas siempre están queriendo redecorar todo…
—Eso sería estupendo, primito.
Su panza gruñó del hambre, ella sonrió. Era hora de comer algo. Tanto ella como su bebé estaban famélicos. Abrió de nuevo la heladera y buscó un par de frutillas que CANDE le había traído. Entonces lo recordó. Todavía no había sacado turno con el nuevo obstetra… y el tiempo seguía pasando. Y si no se equivocaba el viernes próximo ella cumpliría dos meses de embarazo.
Miró la hora en el reloj de pared de la cocina… Ya era algo tarde, pero no perdería nada con intentar llamar y conseguir un turno.
Sí, eso iba a hacer ahora mismo.
—¿Alguien da más? —preguntó NICO al levantar su última carta.
—Pongo diez dólares más —dijo NICO L.
—Yo cinco… —PETER colocó el billete en medio de la mesa.
—Yo me bajo —dijo RIERA. ...
—Que gallina —sonrió PETER.
—Solo voy a lo seguro —le aseguró su amigo.
—Bien, PETER, tira tú primero, hijo…
PETER sonrió orgulloso de sí mismo y enseñó su jugada.
—En tu cara, padre, tengo cuatro ases…
Iba a tomar todo el dinero que allí había, pero NICO L lo detuvo colocando su mano sobre la de él. PETER lo miró fijo a los ojos.
—¿Por qué cantas victoria? —le preguntó —Toma esto, hijo… tengo flor corrida.
—¡Diablos! —exclamó él.
—¡Ja! Dijo NICO —te dije que yo iba a lo seguro.
Los tres escucharon un gran ruido proveniente del primer piso.
—Dios santo, ¿Qué le estarán haciendo a mi casa?
LALI, EUGE, CANDE, GIMENA, VICO y AGUS, llevaban allí arriba más de unas dos horas. La morena le había prohibido a Zayn subir hasta que todo estuviera listo.NICO se quedó para terminar un arreglo de auto y NICO L se quedó con la excusa de que estaba algo cansado y de qué le iba a hacer compañía a su hijo mayor.
Así que las mujeres habían arrastrado a los dos jóvenes que quedaban disponibles, escaleras arriba, para mover todos los muebles.
—Creo que la están tirando abajo —dijo Ni.
—Ahora estoy un poco asustado… no creo que haya sido tan buena idea decir: puedes hacerle lo que quieras a mi casa.
—¿Le dijiste eso? —preguntó su padre sin poder creerlo.
—¿Acaso no sabes que eso es lo peor que puedes decirle a una mujer? —dijo NICO.
—Imagínate si la vuelve una casa de muñecas…
PETER se quedó callado durante varios segundos, analizando aquello. Él había visto como era la casa de LALI, y para nada era una casa de muñecas. Simplemente era acogedora y armoniosa y combinable.
—Ay, hermano —suspiró NICOl —Creo que te haz metido en un buen lío…
—¿Eso crees, NICOl? —dijo GIMENA entrando por la puerta. Los tres se giraron a verla.
—¿Ya terminaron? —preguntó PETER mientras se ponía de pie. Simplemente ahora le había entrado la súper curiosidad.
—Ya casi —sonrió su madre.
—¿Y cómo quedó todo? —quiso saber.
—Ya lo verás, entusiasmado —dijo divertida y le acarició el rostro.
Un celular comenzó a sonar. PETER miró a su alrededor para ver que era el suyo. Se acercó a la mesa y lo tomó.
MERY, llamando…
Un nudo se instaló en medio de su estomago. Se había olvidado de que tenía que llamarla hoy. Respiró profundamente.
—Por favor, no hagan ruidos —pidió antes de contestar —Hola, linda…
—Hola, cielo —dijo ella —¿Cómo estás?
—Muy bien, ¿y tú? —preguntó.
—Cansada —suspiró —Las juntas y reuniones me tienen como loca…
—Me imagino que si, amor… ¿Cuándo vuelves?
—Aun no lo sé —contestó —Ronald no me ha dicho nada aun…
—Me avisas bien cuando te lo diga, ¿si?
—Ajá —volvió a suspirar —Te extraño…
El nudo se hizo más pesado en él. Iba a decírselo, pero se lo pensó mejor. ¿Qué clase de persona le diría a su novia: cariño, dejé embarazada a otra mujer, por teléfono? Solo un idiota sin corazón, claro que sí.
—Y yo a ti —suspiró —Cariño, debo colgar… tengo gente.
—Esta bien, hermoso —dijo —Hablamos mañana… te amo.
—Y yo… —susurró.
Apretó el botón rojo de su celular y respiró profundamente. No podía sentirse peor, porque aquello no podía ser peor. Giró y se quedó quieto al ver como sus padres y mejor amigo lo miraban en silencio.
—Era MERY, ¿verdad? —preguntó GIMENA.
—Sí —asintió —Quería saber como estaba…
—¿Cuándo vuelve? —preguntó David.
—Aun no lo sabe…
—Y cuando vuelva… esto nos va a explotar en la cara —aseguró NICO.
LALI miró con orgullo a su alrededor. Aquella casa ahora sí que era una linda casa. Cuando había entrado la primera vez, hacía solo un par de horas, se había dado cuenta del verdadero poco sentido de la decoración que PETER tenía. Simplemente aquella casa estaba completamente desamueblada, para el gran tamaño que tenía. Y casi ningún mueble quedaba bien en la forma y lugar en el que estaba puesto.
—Esto quedó increíble —dijo CANDE.
—¿Lo crees? —preguntó LALI mientras se paraba a su lado.
—Claro que sí —asintió —Esta casa jamás se vio mejor… PETER va a quedar impresionado.
La morena esperaba que eso fuera así. Por alguna tonta razón lo único que le importaba era la opinión del moreno. Si él lo aprobaba entonces ella estaría completamente feliz.
Y si no… le echaría la culpa a él mismo por haberle dicho: puedes hacerle lo que quieras.
—Bueno, ¿hay algo más para hacer? —preguntó AGUS.
—¿Acaso queda más? —inquirió VICO —Ya no, LALI, me agotaste…abusaste de tus poderes de cuñadita y así no se puede.
Ella puso los ojos en blanco.
—Que no soy tu cuñada, VICO—le dijo —Y si sigues insistiendo con eso voy a golpearte con algo…
—Yo que tú, tomo enserio esa amenaza —le dijo EUGE —No hay nada peor que una LALI enojada, y no me quiero ni imaginar lo que es una LALI_ EMBARAZADA enojada… debe ser peor que el increíble Hulk
—Ya quisiera verla —rió él.
—Bueno, LALI —le habló EUGE —Ya todo está listo. La cocina, el baño principal, tu nueva habitación, esta sala, la biblioteca e incluso el cuarto de PETER…
—¿Entonces ya podemos traer a la bestia? —preguntó CANDE.
—No le digas así a tu hermano —rió LALI.
EUGE se acercó a la puerta y salió. Los que estaban dentro escucharon como gritaba: ¡Ya puedes subirlos, GIMENA!
La rubia volvió a entrar y se quedó quieta al ver que todos la miraban extrañados.
—No cambias más, ¿verdad, LALI? —le dijo LALI.
—¿Qué? ¿Qué hice?
—No estás en una cancha de fútbol americano para gritar de esa manera…
—Bueno —dijo poniendo los ojos en blanco —Solo fui práctica… no quería bajar.
—Tienes mejores pulmones que los de un nadador olímpico —le dijo AGUS.
—Muchas gracias —sonrió ella con orgullo.
—¡Ahí vienen! —exclamó CANDE mientras se acercaba a su novio.
Todos se pusieron uno al lado del otro, al estilo los decoradores del programa ‘Extreme makeover’
LALI movía las manos nerviosa. ¡Por Dios, sí que estaba nerviosa! Necesitaba que aquello le gustara a PETER. No sabía el por qué.
La puerta se abrió y GIMENA entró con NICO L al lado. Luego entró NICO, que miró atónito a su alrededor y al final de todo estaba PETER.
Él entró despacio, mirando atento lo que allí había. Su boca estaba levemente abierta y sus ojos como platos. Parecía impresionado.
LALI se lamió los labios, nerviosa. ¿Aquel gesto era bueno o malo? Tragó varias veces, hasta que el seco de la garganta se le fue.
—Dios mío… —dijo RIERA —¡Esto es increíble! Me siento como la gente del programa ese donde le hacen la casa en siete días y entran y ven todo PUM… totalmente cambiado.
PETER seguía caminando como estúpido, a paso lento, mirando todo detenidamente. Todas las miradas se posaron en él.
—¿Y bien, PETER? —le dijo su madre —¿Qué te parece?
LALI volvió a tragar.
—Yo… —dejó de hablar.
—¿Qué? —le preguntó la morena —¿Estás desilusionado? Quedó horrible, ¿verdad? No es lo que esperabas… ¡Bueno, lo siento! ¡Perdón! Yo no quise que…
—Me encanta —la interrumpió. Ella cerró la boca al instante.
—¿Te gusta? —preguntó algo asombrada.
Él soltó una pequeña risita y volvió a mirar a su alrededor.
—LALI… esto es… más que increíble —ella sintió que el alivio recorría su cuerpo, y se relajó por completo —Mi casa quedó como las casas esas de las revistas… es genial.
—Me alegro que te guste —musitó ella.
Él se le acercó, dejando de lado de que habían más personas allí. La miró fijo a los ojos, con una leve sonrisa en los labios. ¿Cómo no iba a gustarle? Claro que le gustaba… Sacudió la cabeza… estaba pensando en la casa, ¿verdad?
—Muchas gracias – le dijo. Ella frunció el ceño.
—¿Por qué? —preguntó divertida —Yo no he hecho casi nada… solo he dado las órdenes de los lugares… nadie me dejó levantar nada.
—Y está bien —aseguró él —Yo mismo dije que no te dejaran levantar nada… conociéndote, estoy seguro de que serías capaz de querer mover ese enorme mueble tu sola.
—Entonces —dijo por lo bajo —¿De verdad te gusta?
—Claro que sí…
EUGE acomodó su garganta y ambos la miraron. Se percataron de lo cerca que estaban y de lo bajo que estaban hablando.
—Emmm, ¿Por qué no ves el resto de la casa? —le dijo ella.
—Seguro —asintió él y se fue para dentro con NICO, siguiéndolo como un niño.
EUGE se acercó a LALI, mientras el resto de las personas comenzaban a hablar. LALI evitó la mirada de su mejor amiga.
—LALI, mírame —le ordenó ella.
—¿Qué? —dijo encogiéndose de hombros y sin mirarla.
—Que me mires —le dijo.
Entonces la miró. EUGE se quedó callada.
—Tú y yo vamos a tener una seria charla de mejores amigas —le advirtió.
—¿Qué? —exclamó —¿Por qué? ¿Qué hice?
—Por no decirme las cosas…
—¿Qué cosas?
—Ya verás, MARIANA ELIZABETH ESPOSITO ….cuando estemos solas… vas a tener que soltar la lengua…
—Pero, EUGE, no sé de que estás hablando —dijo sin entender.
—Bueno, ya lo sabrás…
Se alejó de ella dejándola totalmente desconcertada. ¿De qué cosas estaba hablando esa loca? Y después la que tenía problemas era ella verdad.
Soltó un suspiro y miró a todos.
—¿Quieren tomar algo? —les preguntó.
—Sí, LALI, vamos a traer algo… yo te ayudo —le dijo su primo.
Se acercó a ella y juntos caminaron hacia la cocina.
—¿Estas cansado? —le preguntó ella.
—No, para nada —le aseguró – Solo estoy muerto de sed… —ella abrió la heladera y sacó un par de botellas con jugo —De verdad, LALI, deberías buscarte un trabajo como decoradora de interiores… eres genial.
—¿Tú crees? —inquirió mientras comenzaba a servir.
—Déjame hablar con mamá, estoy seguro de que algo puede conseguirte. Sus amigas siempre están queriendo redecorar todo…
—Eso sería estupendo, primito.
Su panza gruñó del hambre, ella sonrió. Era hora de comer algo. Tanto ella como su bebé estaban famélicos. Abrió de nuevo la heladera y buscó un par de frutillas que CANDE le había traído. Entonces lo recordó. Todavía no había sacado turno con el nuevo obstetra… y el tiempo seguía pasando. Y si no se equivocaba el viernes próximo ella cumpliría dos meses de embarazo.
Miró la hora en el reloj de pared de la cocina… Ya era algo tarde, pero no perdería nada con intentar llamar y conseguir un turno.
Sí, eso iba a hacer ahora mismo.
Poco a poco ese amor va creciendo me encanta
ResponderEliminarQuiero momentos laliter.
ResponderEliminarSubí mas
Me encantó 😍
ResponderEliminarMe encantó 😍
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