CAPITULO 30:
Mi antigua habitación.
Tensión. Sí, en aquella mesa. Demasiada. Ni LALI, ni él emitían palabra alguna. Solo se tiraban miradas desafiantes de vez en cuando. La morena comía despacio y con mucho cuidado. PETER se dijo que ni siquiera un pájaro podría llenarse con lo poco que ella estaba comiendo. Debería sentarla en su regazo y obligarla a comer como si de una niña rebelde que no... quiere comer sus verduras, se tratara.
¿Cómo es que habían llegado a aquella situación? No lo sabía bien. Pero lo que sí sabía era que él tenía la culpa de todo. Principalmente por casi haberla besado en la sala. Realmente estaba agradecido de que su hermano llegara para salvarlo…
LALI volvió a mirarlo, enfrentándolo una vez más. Realmente estaba confundida. Y no quería estarlo. ¿Por qué casi había permitido que la besara? ¿Por qué él casi la había besado?
Tragó el bocado en su boca. Ella no era una cualquiera, aunque él creyera lo contrario. Él tenía una pareja, y tenía que respetarla.
PETER le sostuvo la mirada todo el tiempo, esperando a que le dijera algo. Pero al parecer no iba a hacerlo.
LALI, linda, ¿pasa algo con la comida? —le preguntó GIMENA —Tal vez tengas antojo de otra cosa…
—No, GIMENA —le sonrió —Estoy bien. La comida está deliciosa.
—¿Segura? —inquirió.
—Segurísima. Solo… ¿podría ir al baño?
—Claro que sí. En el primer piso, segunda puerta a la derecha —le indicó.
—Permiso —sonrió levemente y se puso de pie.
Todos observaron como desaparecía por la puerta y escucharon como subía las escaleras. Al instante todas las miradas volvieron a él. Miradas acusadoras.
—¿Se puede saber que es lo que pasa contigo? —le preguntó CANDE.
—¿Qué? —dijo PETER encogiéndose de hombros.
—Te comportaste como todo un troglodita —aseguró GIMENA —Yo no te enseñé esas cosas, PETER.
—¿Acaso esto es un ‘todos contra PETER’? —dijo sintiéndose indignado.
—Además —habló NICO L —Me parece que algo le hiciste antes de que vinieran a cenar. Podía ver a cientos de millas lo tensa que estaba.
—¡Yo no le hice nada! —exclamó él.
—Mentiroso —lo acusó VICO.
—Tú cállate —le advirtió PETER.
—Cuando fui a buscarlos, los encontré…
—VICO… —dijo amenazadoramente.
—…a punto de besarse. En sí, era PETER el que estaba casi encima de la pobre LALI.
—Eres un maldito chismoso —aseguró mirándolo asesinamente —Ya vas a venir a buscar ayuda, no te la daré nunca más.
—Mira como tiemblo —se burló su hermano.
—PETER —lo llamó su madre —¿A qué estás jugando?
—No estoy jugando a nada, madre.
—Dijiste que no tenías nada con ella…
—¡No tengo nada con ella! —aseguró.
—¿Y por qué ibas a besarla, eh, eh? —dijo VICO.
—Es… complicado —dijo apretando los dientes.
—Está claro que aquí pasa algo —NICO L habló.
—Sí, PETER —sonrió CANDE —¿Te gusta LALI?
—Yo no… lo que pasa es que… tal vez debería… pero no, no —dijo apresuradamente. Los miembros de su familia sonrieron entre sí —¡No sonrían así! No pasa nada. LALI solo es la madre de mi hijo, nada más. Y solo quiero cuidarla y velar por su salud y la de mi hijo. ¿Quedó claro? Y más les vale mantener la boca cerrada y no decirle nada fuera de lugar, sino voy a enojarme —les aseguró —Voy a ir a buscarla.
Se puso de pie y salió de allí casi corriendo. Su familia lo volvía loco. Subió las escaleras de dos en dos, mientras pensaba qué cosas iba a decirle a LALI. En realidad no lo sabía. Pero sí sabía que tenía que aclarar el incidente de la sala. No podía haber confusiones entre ellos.
Cuando llegó al primer piso se acercó a la puerta del baño, estaba por golpear pero esta se abrió. Se encontraron de frente. Ella lo miró bien.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó.
—Necesito que hablemos…
—¿De qué? No tenemos nada de qué hablar. Todo está bien.
—No, no está bien, LALI —negó efusivamente. Ella apartó la mirada de él. PETER soltó un lento suspiro —Ven conmigo —estiró su mano para que ella la tomara.LALI miró su mano y luego lo miró a los ojos —Por favor, solo quiero mostrarte mi antigua habitación.
—Bien —suspiró ella.
En silencio llegaron hasta la última puerta del pasillo. PETER la abrió e ingresaron. LALI entrecerró los ojos para poder ver en la oscuridad, pero al instante una luz se prendió sobre sus cabezas.
Ella observó atentamente a su alrededor. Aquel era un perfecto cuarto de hombre, pero con una horrible decoración. Había una cama de una plaza que para el gusto de la morena tenía un horrible cobertor color arena. A un costado había una especie de escritorio, que tenía de todos menos libros. Las paredes estaban pintadas de un feo, horrible y demasiado llamativo rojo. A su derecha divisó un mural lleno de posters de autos, motos, camiones, y más autos.
Las cortinas simplemente eran… lo peor que ella había visto en su vida. ¡Dios santo! Aquello era un insulto para la decoración de interiores.
—¿Y bien? —dijo él con cierto tono orgulloso —¿Qué te parece?
—¿Quieres la verdad o la mentira? —inquirió ella y lo miró sobre su hombro. Él sonrió.
—La mentira.
—¡Es encantadora! —exclamó y se acercó a la cama —Jamás en mi vida había visto un cobertor tan lindo. Me encanta la elección de los colores. Tiene tanta armonía. Simplemente es… genial.
PETER soltó una sonora carcajada. LALI se le unió sintiéndose contagiada.
—Eres muy mala, ¿lo sabías?
—¿Tú crees?
—Malísimamente mala.
—¿Y ahora quieres la verdad?
—¿Realmente? —inquirió —No.
—De todos modos voy a decírtela —sonrió con soberbia —Es una de las peores decoraciones y combinaciones que vi en mi vida…
—Oh, discúlpame, señorita tengo-tanto-gusto-para-dec orar-súper-bien…
—Para tu información, señorito me-gustan-tanto-los-autos- que-tengo-una-pared-aspest ada-de-maquinas-que-ni-siq uiera-tienen-sentido,
estudié decoración de interiores… y esto es un insulto para mis
estudios. Pero ahora dime, que estoy muerta de la curiosidad. ¿Quién
decoró todo eso?
PETER bajó la mirada como si de un niño que acababa de ser regañado por su padre se tratara. Ella se aguantó una sonrisa.
—Mamá nos dejaba decorar nuestros cuartos cuando cumplíamos los trece años. Y sí, fui yo el que decoró todo esto.
Ella se acercó a él y apoyó la mano sobre su hombro, en un inocente gesto de consuelo.
—Tranquilo, prometo ayudarte a tener mejores gustos.
—¿De verdad? —preguntó esperanzado.
—Sí —asintió.
—La primera chica que traje a este lugar se rió. Yo no entendía bien por qué… hasta que me di cuenta que en la puerta tenía pegado un poster de un hombre musculoso y casi desnudo. VICO lo había pegado allí para hacerme pasar vergüenza.
—Mentira —sonrió ella.
—Lo juro —dijo alzando ambas manos —Creo que ese día fue uno de los días más vergonzosos de mi vida.
—Me imagino que sí.
—Perdón por lo que pasó en la sala, LALI —dijo de repente.
Ella se sorprendió ante el brusco cambio de tema. Se puso tensa. No tenía muchas ganas de hablar sobre aquello. Principalmente porque no sabía como sentirse.
—No te preocupes más por eso, PETER, todo está bien —volvió a repetir aquellas palabras.
—Y también siento lo que pasó en la mesa. Yo… yo no quería ponerme terco, pero soy así… a veces me sale un lado algo posesivo.
—Sí —sonrió ella —Me di cuenta.
—Pero por nada del mundo quiero hacerte enojar. ¿Me perdonas?
—Sí, tonto —volvió a sonreír. Él era muy tierno —Te perdono.
Mi antigua habitación.
Tensión. Sí, en aquella mesa. Demasiada. Ni LALI, ni él emitían palabra alguna. Solo se tiraban miradas desafiantes de vez en cuando. La morena comía despacio y con mucho cuidado. PETER se dijo que ni siquiera un pájaro podría llenarse con lo poco que ella estaba comiendo. Debería sentarla en su regazo y obligarla a comer como si de una niña rebelde que no... quiere comer sus verduras, se tratara.
¿Cómo es que habían llegado a aquella situación? No lo sabía bien. Pero lo que sí sabía era que él tenía la culpa de todo. Principalmente por casi haberla besado en la sala. Realmente estaba agradecido de que su hermano llegara para salvarlo…
LALI volvió a mirarlo, enfrentándolo una vez más. Realmente estaba confundida. Y no quería estarlo. ¿Por qué casi había permitido que la besara? ¿Por qué él casi la había besado?
Tragó el bocado en su boca. Ella no era una cualquiera, aunque él creyera lo contrario. Él tenía una pareja, y tenía que respetarla.
PETER le sostuvo la mirada todo el tiempo, esperando a que le dijera algo. Pero al parecer no iba a hacerlo.
LALI, linda, ¿pasa algo con la comida? —le preguntó GIMENA —Tal vez tengas antojo de otra cosa…
—No, GIMENA —le sonrió —Estoy bien. La comida está deliciosa.
—¿Segura? —inquirió.
—Segurísima. Solo… ¿podría ir al baño?
—Claro que sí. En el primer piso, segunda puerta a la derecha —le indicó.
—Permiso —sonrió levemente y se puso de pie.
Todos observaron como desaparecía por la puerta y escucharon como subía las escaleras. Al instante todas las miradas volvieron a él. Miradas acusadoras.
—¿Se puede saber que es lo que pasa contigo? —le preguntó CANDE.
—¿Qué? —dijo PETER encogiéndose de hombros.
—Te comportaste como todo un troglodita —aseguró GIMENA —Yo no te enseñé esas cosas, PETER.
—¿Acaso esto es un ‘todos contra PETER’? —dijo sintiéndose indignado.
—Además —habló NICO L —Me parece que algo le hiciste antes de que vinieran a cenar. Podía ver a cientos de millas lo tensa que estaba.
—¡Yo no le hice nada! —exclamó él.
—Mentiroso —lo acusó VICO.
—Tú cállate —le advirtió PETER.
—Cuando fui a buscarlos, los encontré…
—VICO… —dijo amenazadoramente.
—…a punto de besarse. En sí, era PETER el que estaba casi encima de la pobre LALI.
—Eres un maldito chismoso —aseguró mirándolo asesinamente —Ya vas a venir a buscar ayuda, no te la daré nunca más.
—Mira como tiemblo —se burló su hermano.
—PETER —lo llamó su madre —¿A qué estás jugando?
—No estoy jugando a nada, madre.
—Dijiste que no tenías nada con ella…
—¡No tengo nada con ella! —aseguró.
—¿Y por qué ibas a besarla, eh, eh? —dijo VICO.
—Es… complicado —dijo apretando los dientes.
—Está claro que aquí pasa algo —NICO L habló.
—Sí, PETER —sonrió CANDE —¿Te gusta LALI?
—Yo no… lo que pasa es que… tal vez debería… pero no, no —dijo apresuradamente. Los miembros de su familia sonrieron entre sí —¡No sonrían así! No pasa nada. LALI solo es la madre de mi hijo, nada más. Y solo quiero cuidarla y velar por su salud y la de mi hijo. ¿Quedó claro? Y más les vale mantener la boca cerrada y no decirle nada fuera de lugar, sino voy a enojarme —les aseguró —Voy a ir a buscarla.
Se puso de pie y salió de allí casi corriendo. Su familia lo volvía loco. Subió las escaleras de dos en dos, mientras pensaba qué cosas iba a decirle a LALI. En realidad no lo sabía. Pero sí sabía que tenía que aclarar el incidente de la sala. No podía haber confusiones entre ellos.
Cuando llegó al primer piso se acercó a la puerta del baño, estaba por golpear pero esta se abrió. Se encontraron de frente. Ella lo miró bien.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó.
—Necesito que hablemos…
—¿De qué? No tenemos nada de qué hablar. Todo está bien.
—No, no está bien, LALI —negó efusivamente. Ella apartó la mirada de él. PETER soltó un lento suspiro —Ven conmigo —estiró su mano para que ella la tomara.LALI miró su mano y luego lo miró a los ojos —Por favor, solo quiero mostrarte mi antigua habitación.
—Bien —suspiró ella.
En silencio llegaron hasta la última puerta del pasillo. PETER la abrió e ingresaron. LALI entrecerró los ojos para poder ver en la oscuridad, pero al instante una luz se prendió sobre sus cabezas.
Ella observó atentamente a su alrededor. Aquel era un perfecto cuarto de hombre, pero con una horrible decoración. Había una cama de una plaza que para el gusto de la morena tenía un horrible cobertor color arena. A un costado había una especie de escritorio, que tenía de todos menos libros. Las paredes estaban pintadas de un feo, horrible y demasiado llamativo rojo. A su derecha divisó un mural lleno de posters de autos, motos, camiones, y más autos.
Las cortinas simplemente eran… lo peor que ella había visto en su vida. ¡Dios santo! Aquello era un insulto para la decoración de interiores.
—¿Y bien? —dijo él con cierto tono orgulloso —¿Qué te parece?
—¿Quieres la verdad o la mentira? —inquirió ella y lo miró sobre su hombro. Él sonrió.
—La mentira.
—¡Es encantadora! —exclamó y se acercó a la cama —Jamás en mi vida había visto un cobertor tan lindo. Me encanta la elección de los colores. Tiene tanta armonía. Simplemente es… genial.
PETER soltó una sonora carcajada. LALI se le unió sintiéndose contagiada.
—Eres muy mala, ¿lo sabías?
—¿Tú crees?
—Malísimamente mala.
—¿Y ahora quieres la verdad?
—¿Realmente? —inquirió —No.
—De todos modos voy a decírtela —sonrió con soberbia —Es una de las peores decoraciones y combinaciones que vi en mi vida…
—Oh, discúlpame, señorita tengo-tanto-gusto-para-dec
—Para tu información, señorito me-gustan-tanto-los-autos-
PETER bajó la mirada como si de un niño que acababa de ser regañado por su padre se tratara. Ella se aguantó una sonrisa.
—Mamá nos dejaba decorar nuestros cuartos cuando cumplíamos los trece años. Y sí, fui yo el que decoró todo esto.
Ella se acercó a él y apoyó la mano sobre su hombro, en un inocente gesto de consuelo.
—Tranquilo, prometo ayudarte a tener mejores gustos.
—¿De verdad? —preguntó esperanzado.
—Sí —asintió.
—La primera chica que traje a este lugar se rió. Yo no entendía bien por qué… hasta que me di cuenta que en la puerta tenía pegado un poster de un hombre musculoso y casi desnudo. VICO lo había pegado allí para hacerme pasar vergüenza.
—Mentira —sonrió ella.
—Lo juro —dijo alzando ambas manos —Creo que ese día fue uno de los días más vergonzosos de mi vida.
—Me imagino que sí.
—Perdón por lo que pasó en la sala, LALI —dijo de repente.
Ella se sorprendió ante el brusco cambio de tema. Se puso tensa. No tenía muchas ganas de hablar sobre aquello. Principalmente porque no sabía como sentirse.
—No te preocupes más por eso, PETER, todo está bien —volvió a repetir aquellas palabras.
—Y también siento lo que pasó en la mesa. Yo… yo no quería ponerme terco, pero soy así… a veces me sale un lado algo posesivo.
—Sí —sonrió ella —Me di cuenta.
—Pero por nada del mundo quiero hacerte enojar. ¿Me perdonas?
—Sí, tonto —volvió a sonreír. Él era muy tierno —Te perdono.
Mas por favor esta buena me encantan
ResponderEliminarAww que amoooor siguee
ResponderEliminarHay si maas. Haz una maraton !!
ResponderEliminarMas porfavor me gusta
ResponderEliminarCuando vas a subir mas estoy emocionada me gusta
ResponderEliminarSubí mas haz maratón!
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