La fiesta sorpresa.
LALI le sonrió a PETER, mientras este le abría la pequeña puerta del ascensor de su casa. Ella ya le había dicho que podía subir perfectamente por las escaleras. O sea…, solo era un piso. Pero no, él era tan exagerado.
Habían estado sonriendo y hablando del bebé desde que habían salido del consultorio del doctor. Cada tema de conversación derivaba en el bebé. Hasta había surgido hablar de ciertos nombres…
—¿Estabas bromeando con eso de llamarlo Arnaldo, verdad? —le preguntó ella. PETER rió divertido.
—Sí, estaba bromeando —asintió —Pobre niño, jamás podría llamarlo así.
—Menos mal —aseguró soltando un suspiro —Pero ¿sabes? —dijo pensativo.
El ascensor se detuvo en el piso marcado. PETER le volvió a abrir la puerta para salir y le dio el paso.
—¿Qué? —preguntó él.
—Si es niño… ¿no te gustaría que se llamara JUAN?
PETER se quedó quieto en su sitio. LALI se giró a verlo. Él parecía consternado. Ella se mordió levemente el labio, algo nerviosa. Tal vez no había sido una buena idea decirle aquello. Pero en realidad llevaba varios días pensándolo. Y había pensado que sería muy lindo ponerle así a su hijo, para que su padre pudiera ‘recordar’ más a su abuelo.
—¿Le pondrías Simón? —habló él al fin, su mirada había quedado en la nada, pero la enfocó en ella.
—A mí me gusta ese nombre… y para ti es importante – asintió – Es más, también había pensado en usar el nombre de tu padre… JUANPABLO LANZANI ESPOSITO
Ella sacó las llaves y se acercó a abrir. PETER la miraba anonadado. ¿Podía ella volverse más perfecta cada vez que pasaba el tiempo? En esos días que llevaban conviviendo había aprendido que LALI era una mujer a la que le gustaba dar… y no se quejaba si no recibía nada a cambio. Era una mujer inteligente, y se había adaptado perfectamente a él y al trabajo en el taller. En menos de dos días había organizado todo, haciendo quedar a NICO como un idiota, ya que él había apostado que no iba a lograrlo.
—LALI, yo…
Ella abrió la puerta y entró, dejándolo con la palabra en la boca. Él reaccionó un poco tarde, pero la siguió. Tenía ganas de decirle algo, pero no sabía que.
Desnúdate, y vamos a mi cama…
Se paralizó ante las palabras que salieron de su mente. ¿Cómo iba a decirle una cosa así? Sacudió la cabeza. Tenía que concentrarse, no podía sentirse excitado, ni pensar en sexo, solo por la forma de ser de ella, no. Llevó sus pasos hacía el living…
—¡SORPRESA! —exclamaron de repente.
PETER miró confundido a su alrededor y se sorprendió al ver allí a sus padres y hermanos. También estaban AGUS, NICO y EUGE. Buscó a la morena con la mirada y estaba parada al lado de GIMENA.
—¿Qué es todo eso? —preguntó al fin.
—Tu fiesta sorpresa, estúpido —le dijo VICO y se acercó a él para abrazarlo. PETER le respondió el gesto, pero lo apretó un poco más para cobrarle aquel pequeño insulto.
—Con que fiesta sorpresa, eh… —él miró a LALI. Ella sonrió levemente.
—Saca esa cara, tonto —lo retó su hermana y también lo abrazó —LALI organizó todo, con mucho esfuerzo. Así que… sé amable.
—O te golpearé —aseguró EUGE y lo abrazó. PETER rió. Cuando la rubia lo soltó, su cuñado le tendió la mano.
—Feliz cumpleaños, PETER —le dijo.
—Muchas gracias, SIERRA.
—Ay, mi bebé —dijo GIMENA mientras NICO L y ella se acercaban hasta él —Estás tan grande, mi vida, que no puedo creerlo.
Lo abrazó con fuerza y PETER sonrió divertido. Luego NICO L lo apretujó.
—Mi hijo, ya es todo, pero todo un hombre…
Lo soltaron y PETER se quedó parado quieto en medio de todos. Solo faltaba NICO. Este lo miraba algo serio. PETER arqueó una ceja.
—¿Y a ti que te sucede, RIERA? —le preguntó —¿No piensas abrazar a tu mejor amigo en todo el mundo?
—No —sentenció él.
—¿Por qué no? —preguntó divertido.
—Porque aun me debes mi último regalo de cumpleaños —le reprochó. EUGE lo golpeó levemente en el brazo —¿Qué? Es cierto… me debe mi regalo.
—Ven aquí, RIERA—le dijo el azulino abriendo los brazos —Yo soy tu mejor regalo, amigo.
—Eres un asco —le aseguró mientras se acercaba a él y lo abrazaba.
—Pero no puedes vivir sin mí.
Todos rieron levemente y PETER se alejó de su mejor amigo. Él volvió a mirar a LALI.
—Menos mal que dije que no quería hacer nada…
—Ay, no seas tonto —sonrió ella —Es solo una pequeña reunión.
—¡Y hay regalos! —exclamó GIMENA. Todos volvieron a reír. PETER se entusiasmó, hacía mucho que no recibía muchos regalos – Pero antes… queremos saber como les fue en el doctor…
—Fue hermoso —dijo PETER. Su madre lo miró con ternura —Es una cosita diminuta y su corazón hace un ruido increíble…
—Y tenemos un DVD con la ecografía —les contó LALI.
—¡Yo la quiero! —exclamaron EUGE y CANDE a la vez. Se miraron entre sí.
—Yo la pedí primero —dijo la niña mimada de los LANZANI.
—Pues yo soy la mejor amiga de la mamá —dijo la rubia.
—Pero yo soy la tía directa —sonrió con gloria CANDE.
—Ya, ya —rió LALI —Luego la vemos todos juntos. Ahora vamos a comer algo… hay de todo un poco.
—¿Se puede saber en qué momento hiciste todo esto? —le preguntó PETER. Ella lo miró.
—Todos tenemos secretitos, LANZANI —le dijo ella.
—Ya lo creo, LALI, ya lo creo.
LALI le sonrió a PETER, mientras este le abría la pequeña puerta del ascensor de su casa. Ella ya le había dicho que podía subir perfectamente por las escaleras. O sea…, solo era un piso. Pero no, él era tan exagerado.
Habían estado sonriendo y hablando del bebé desde que habían salido del consultorio del doctor. Cada tema de conversación derivaba en el bebé. Hasta había surgido hablar de ciertos nombres…
—¿Estabas bromeando con eso de llamarlo Arnaldo, verdad? —le preguntó ella. PETER rió divertido.
—Sí, estaba bromeando —asintió —Pobre niño, jamás podría llamarlo así.
—Menos mal —aseguró soltando un suspiro —Pero ¿sabes? —dijo pensativo.
El ascensor se detuvo en el piso marcado. PETER le volvió a abrir la puerta para salir y le dio el paso.
—¿Qué? —preguntó él.
—Si es niño… ¿no te gustaría que se llamara JUAN?
PETER se quedó quieto en su sitio. LALI se giró a verlo. Él parecía consternado. Ella se mordió levemente el labio, algo nerviosa. Tal vez no había sido una buena idea decirle aquello. Pero en realidad llevaba varios días pensándolo. Y había pensado que sería muy lindo ponerle así a su hijo, para que su padre pudiera ‘recordar’ más a su abuelo.
—¿Le pondrías Simón? —habló él al fin, su mirada había quedado en la nada, pero la enfocó en ella.
—A mí me gusta ese nombre… y para ti es importante – asintió – Es más, también había pensado en usar el nombre de tu padre… JUANPABLO LANZANI ESPOSITO
Ella sacó las llaves y se acercó a abrir. PETER la miraba anonadado. ¿Podía ella volverse más perfecta cada vez que pasaba el tiempo? En esos días que llevaban conviviendo había aprendido que LALI era una mujer a la que le gustaba dar… y no se quejaba si no recibía nada a cambio. Era una mujer inteligente, y se había adaptado perfectamente a él y al trabajo en el taller. En menos de dos días había organizado todo, haciendo quedar a NICO como un idiota, ya que él había apostado que no iba a lograrlo.
—LALI, yo…
Ella abrió la puerta y entró, dejándolo con la palabra en la boca. Él reaccionó un poco tarde, pero la siguió. Tenía ganas de decirle algo, pero no sabía que.
Desnúdate, y vamos a mi cama…
Se paralizó ante las palabras que salieron de su mente. ¿Cómo iba a decirle una cosa así? Sacudió la cabeza. Tenía que concentrarse, no podía sentirse excitado, ni pensar en sexo, solo por la forma de ser de ella, no. Llevó sus pasos hacía el living…
—¡SORPRESA! —exclamaron de repente.
PETER miró confundido a su alrededor y se sorprendió al ver allí a sus padres y hermanos. También estaban AGUS, NICO y EUGE. Buscó a la morena con la mirada y estaba parada al lado de GIMENA.
—¿Qué es todo eso? —preguntó al fin.
—Tu fiesta sorpresa, estúpido —le dijo VICO y se acercó a él para abrazarlo. PETER le respondió el gesto, pero lo apretó un poco más para cobrarle aquel pequeño insulto.
—Con que fiesta sorpresa, eh… —él miró a LALI. Ella sonrió levemente.
—Saca esa cara, tonto —lo retó su hermana y también lo abrazó —LALI organizó todo, con mucho esfuerzo. Así que… sé amable.
—O te golpearé —aseguró EUGE y lo abrazó. PETER rió. Cuando la rubia lo soltó, su cuñado le tendió la mano.
—Feliz cumpleaños, PETER —le dijo.
—Muchas gracias, SIERRA.
—Ay, mi bebé —dijo GIMENA mientras NICO L y ella se acercaban hasta él —Estás tan grande, mi vida, que no puedo creerlo.
Lo abrazó con fuerza y PETER sonrió divertido. Luego NICO L lo apretujó.
—Mi hijo, ya es todo, pero todo un hombre…
Lo soltaron y PETER se quedó parado quieto en medio de todos. Solo faltaba NICO. Este lo miraba algo serio. PETER arqueó una ceja.
—¿Y a ti que te sucede, RIERA? —le preguntó —¿No piensas abrazar a tu mejor amigo en todo el mundo?
—No —sentenció él.
—¿Por qué no? —preguntó divertido.
—Porque aun me debes mi último regalo de cumpleaños —le reprochó. EUGE lo golpeó levemente en el brazo —¿Qué? Es cierto… me debe mi regalo.
—Ven aquí, RIERA—le dijo el azulino abriendo los brazos —Yo soy tu mejor regalo, amigo.
—Eres un asco —le aseguró mientras se acercaba a él y lo abrazaba.
—Pero no puedes vivir sin mí.
Todos rieron levemente y PETER se alejó de su mejor amigo. Él volvió a mirar a LALI.
—Menos mal que dije que no quería hacer nada…
—Ay, no seas tonto —sonrió ella —Es solo una pequeña reunión.
—¡Y hay regalos! —exclamó GIMENA. Todos volvieron a reír. PETER se entusiasmó, hacía mucho que no recibía muchos regalos – Pero antes… queremos saber como les fue en el doctor…
—Fue hermoso —dijo PETER. Su madre lo miró con ternura —Es una cosita diminuta y su corazón hace un ruido increíble…
—Y tenemos un DVD con la ecografía —les contó LALI.
—¡Yo la quiero! —exclamaron EUGE y CANDE a la vez. Se miraron entre sí.
—Yo la pedí primero —dijo la niña mimada de los LANZANI.
—Pues yo soy la mejor amiga de la mamá —dijo la rubia.
—Pero yo soy la tía directa —sonrió con gloria CANDE.
—Ya, ya —rió LALI —Luego la vemos todos juntos. Ahora vamos a comer algo… hay de todo un poco.
—¿Se puede saber en qué momento hiciste todo esto? —le preguntó PETER. Ella lo miró.
—Todos tenemos secretitos, LANZANI —le dijo ella.
—Ya lo creo, LALI, ya lo creo.
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