El otro.
Ella miró la hora una vez más. Soltó un suspiro y miró a su alrededor. Ya eran más de las 11, y él no había llegado. Lo llamó un millón de veces al taller, nadie había contestado. Lo llamó un millón de veces al celular, lo tenía apagado.
Se puso de pie y miró con tristeza la mesa para dos que había preparado. La vela que puso como centro decorativo, se consumía poco a poco.... ¡Maldito fuera!
La apagó de un soplido y se dispuso a juntar todo. El teléfono comenzó a sonar. Sonrió, seguro que ese era él. Corrió a contestar.
—¿PETER? —inquirió al levantar el tubo.
—No, no soy PETER —dijo él. MERY se tensó. ¿Por qué no la dejaba en paz de una buena vez?
—¿Qué quieres, PABLO? —le preguntó.
Escuchó que él reía levemente. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. ¡Diablos! Aun temblaba a causa de su profunda risa burlona.
—¿Por qué tan alterada, hermosa? —quiso saber —¿Otra vez mi primo te dejó plantada?
—No —mintió apresuradamente —Estoy perfectamente bien con PETER.
—No parece, hermosa… Sí quieres podemos repetir lo de hace un año.
MERY cerró los ojos y se masajeó la nuca. Maldecía lo que había pasado hacía un poco más de un año.
—Cállate, PABLO —le dijo —No quiero seguir hablando contigo.
—Tranquila, hermosa, no te alteres —dijo divertido —Que te hayas tirado a los brazos del primo de tu novio no es nada malo…
—Infeliz…
—¿Crees que algún día PETER sepa que fuimos amantes durante los cinco meses que estuve por allí?
—¿Para qué llamaste, PABLO? —preguntó ya cansada.
—Quería contarte que dentro de dos meses estoy por allí de nuevo. Conseguí un trabajo en una prestigiosa empresa. Y se me había ocurrido que podemos repetir lo que hicimos.
—Vete a la mierda, MARTINEZ…
Cortó y resopló nerviosa. ¿Por qué demonios había aceptado tener algo con él? ¿Qué carajo había estado mal con ella?
Tal vez se merecía que PETER la dejara plantada cada dos por tres. Solo esperaba que jamás supiera lo de PABLO. No podría soportar perderlo por ese imbécil.
LALI se despertó algo sobresaltada. Sentándose en la cama, miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en un hospital, de que ella y su bebé estaban bien, y que había tenido un horrible sueño. En donde su padre la obligaba a dejar a su hijo. Y el sentimiento de perdida había sido tan real, que aun le latía el corazón con algo de dolor.
—¿Estás bien? —preguntó él con la voz grave y rasposa a causa del sueño.
Ella bajó la mirada y allí estaba PETER mirándola con un solo ojo. Se sorprendió al ver que había dormido incómodamente en aquel sillón, y que el mueble estaba casi pegado a su cama.
—Sí, sí, estoy bien —le contestó.
PETER se sentó haciendo una mueca de dolor. Ella se sintió culpable. Había dormido allí por su culpa. Él miró la hora.
—Es muy temprano aun, morena —dijo y bostezó —¿Quieres que vaya a ver si ya está tu alta para irnos a desayunar?
El estomago de ella gruñó y PETER sonrió.
—Sí, al parecer tenemos hambre —asintió divertida.
El moreno se puso de pie en un salto y acomodó el sillón en su lugar. Entró al baño para lavarse la cara y despertarse un poco más. En ese momento alguien tocó la puerta. LALI dio el permiso para que ingresara y el doctor se asomó.
—Buenas días —la saludó él.
—Hola, doctor —sonrió ella. PETER salió del baño y se sorprendió un poco al verlo allí.
—Justo estaba por ir a buscarlo para ver si ya está nuestra alta —le contó.
—A eso mismo vine —aseguró el médico —Ya firmé el alta, así que pueden irse cuando quieran.
—¿Sí? —inquirió la morena.
—Así es —sonrió y le tendió a LALI una pequeña tarjeta —¿Ya tiene un obstetra, señorita LALI? —le preguntó.
Ella tomó lo que él le había tendido y leyó: Doctor GASTIN DALMAU, obstetra.
—Mmm… sí, tengo una… aunque había pensado en cambiarla, ¿Por qué?
—Porque me gustaría mucho que pidiera turno con el doctor DALMAU. Es de mi entera confianza y es un gran profesional. Va a ser un gran médico para usted…
LALI miró la tarjeta y miró de nuevo al doctor.
—Si usted lo dice entonces lo llamaré —aseguró.
—Perfecto —se acercó a la cama y le dio la mano —Que tengan un buen día, y por favor a cuidarse mucho.
—Claro que sí —asintió ella.
—Muchas gracias por todo, doc —dijo PETER y le dio la mano también.
—Los dejos tranquilos —dijo y salió de allí dejándolos en silencio.
El moreno suspiró y se giró a verla.
—Voy a salir un segundo así te cambias tranquila, ¿te parece?
—No, me puedo cambiar en el baño —dijo y se puso de pie.
—¿Segura?
—Sí, PETER. Además necesito lavarme un poco la cara y ver como está mi pelo —rió levemente y apoyó los pies en el frío suelo —No voy a tardar nada…
Buscó la ropa que EUGE le había traído y entró al baño.
Cuando se miró al espejo, se observó detenidamente. Había algo diferente en ella, pero no era conciente de que cosa era. Sacudió la cabeza y se apresuró a arreglarse. Cuando salió, Zayn estaba tirado boca arriba en la cama. Podría decirse que casi se cayó de ella cuando intentó ponerse rápidamente de pie.
—¿Vamos? —le preguntó algo nervioso. Ella se aguantó una sonrisa.
—Vamos, muero de hambre.
—También yo —aseguró él.
Salieron del cuarto, se despidieron de un par de enfermeras y dejaron el asfixiante hospital, para salir a la clara luz de una perfecta mañana de otoño. Aquella fría, pero agradable brisa, les golpeó el rostro a ambos. LALI tembló levemente por el pequeño chucho de frío que recorrió su cuerpo. PETER estiró su mano y tomó la de ella, para entrelazar sus dedos y meter ambas manos dentro de su abrigada campera.
Ella estaba algo conmocionada con la acción, pero no le dijo nada. Se limitó a caminar a su lado, sintiendo el calor que él le brindaba. Era agradable la sensación. La áspera mano que estaba entrelazada con la suya le daba seguridad. Caminaron en silencio, despacio, disfrutando de la mañana y de los cantos de un par de pájaros.
Llegaron a una esquina en donde una pequeña cafetería abría recién sus puertas. Zayn le preguntó si aquel lugar le parecía bien para desayunar, y ella asintió sin problemas. En ese momento cualquier lugar sería genial. Necesitaba comer, estaba famélica.
Eligieron una mesa para dos cerca del ventanal.
Una camarera se acercó a ellos y tomó su pedido. LALI pidió un licuado de banana, con un tostado de jamón y queso, y dos medialunas de manteca. PETER pidió exactamente lo mismo.
—Se nota que estás hambrienta —sonrió él.
—Siempre me pasa a la mañana —aseguró ella cuando el desayuno llegó y le dio un mordisco a su tostado. Sintió placer al comer y cerró levemente los ojos —Siento que puedo comerme una vaca entera sin explotar…
Escuchó que PETER reía por lo bajo y abrió los ojos para ver como la miraba divertido. Ella se aguantó la risa y siguió comiendo. Comenzaron a charlar, sin prestarle demasiada atención a que la hora pasaba.
—Oye —le habló él. Ella lo miró mientras terminaba de tomar su licuado —¿Te gustaría ir a cenar conmigo hoy a la casa de mis padres?
Ella comenzó a toser, ya que se había ahogado con el licuado. PETER se puso de pie rápidamente y se acercó a ella para palmearle la espalda con cuidado. Cuando al fin dejó de toser, volvió a su lugar.
—¿Conocer a tus padres? —preguntó con la voz algo aguda. Acomodó la garganta y agarró el pequeño vasito de agua que les habían traído. Lo bebió rápidamente —¿No te parece que es algo pronto?
—Yo ya conocí a tu padre… —dijo él —Además de que mi madre se muere por conocerte…
—Bueno, por ahí… sí, puede que sí —dijo no del todo segura.
—Ya conoces a CANDE, será todo más fácil…
—Pero tu hermana no sabe nada aun.
—Ya debe saberlo —aseguró él —Mamá no es una persona que mantengan los secretos muy guardados.
LALI rió levemente y luego suspiró.
—Está bien, acepto ir a casa de tus padres.
—¡Perfecto! —exclamó contento.
Entonces recordó que su celular aun estaba apagado. Llamó a la camarera, pagó todo y salieron de allí. El sonido de una bocina los hizo girar a ambos, y se sorprendieron de ver a EUGE en el auto de NICO. Se acercaron hasta ella.
—¿Qué haces con el auto de NICO ? —preguntó PETER sin poder creerlo. RIERA jamás le había dado/prestado su auto a nadie. Antes preferiría morir.
—Me lo prestó —aseguró la rubia —Bueno, en realidad le dije que si quería que lo perdonara por comportarse como un idiota ayer… que me diera el auto. Pero ya, entren que está refrescando.
PETER se subió en la parte del copiloto, mientras que LALI fue a la parte trasera. El reconfortante calor del auto los envolvió a ambos.
—¿Cómo supiste que estábamos aquí? —le preguntó la morena.
Snow puso en marcha el auto y se encogió de hombros.
—En realidad fui a buscarlos primero al hospital, pero me habían dicho que ya no estaban. Así que había decidido irme… pero entonces los divisé saliendo del barcito. Les toqué bocina y aquí estamos —contó la historia —¿Cómo estás? ¿Te sientes bien?
—Estoy bien —asintió LALI.
—Me alegro mucho —sonrió —Oh, casi lo olvido… NICO te manda estos chocolates.
Le tendió la caja y LALI la tomó divertida.
—¡Que bien! —aseguró —Cumple con su palabra…
Abrió la caja y tomó un chocolate.
PETER observó divertido como ella saboreaba el chocolate.
Más que una mujer parecía una niña dulce. Y le gustaba…
Negó mentalmente y sacó su celular para encenderlo. Al instante se le llenó de mensajes de llamadas perdidas, y de un mensaje de voz. Se apresuró a escucharlo.
—No sé dónde estás, tienes el teléfono apagado y tampoco nadie me contesta en el taller. Estoy algo preocupada. A última hora llamé a tus padres y me dijeron que seguramente estabas con NICO. Llamé a ese imbécil y tampoco me atendió. No sé que habrá pasado, PETER… Por ahí te olvidaste de que habíamos quedado que vendrías a casa… pero no importa. Solo espero que estés bien. Me voy a las 10 de la mañana, espero poder verte antes de eso. Te amo.
—Maldición —dijo él entre dientes cuando el mensaje terminó. Vio que LALI lo miraba con un gesto interrogativo —EUGE, ¿te molesta si me dejas en otro lugar? recordé que tengo que hacer una cosa.
—Claro —aseguró la rubia.
Él le dio la dirección y luego miró la hora… eran las 9.30, solo esperaba poder llegar a tiempo. ¿Cómo mier-da pudo olvidarse de que había quedado en ir a verla?
—¿Pasó algo malo? —preguntó LALI, sacándolo de sus pensamientos.
Él la miró algo nervioso. No quería decirle lo que pasaba, sabía que ella iba a sentirse culpable. Le entregó una leve sonrisa para ‘evadirla’
—No, no pasa nada —le aseguró.
LALI asintió y volvió a concentrarse en sus chocolates. EUGE se detuvo en una esquina.
—Llegamos —le informó.
—Excelente —dijo él y abrió la puerta. Pero antes de bajar se giró a ver a LALI. Ella dejó de masticar el chocolate que estaba comiendo —Te pasaré a buscar a las 7.
—Bueno —asintió nerviosa. Él sonrió y se bajó.
—Las veo luego —dijo y cerró la puerta para comenzar a caminar rápidamente. Ambas vieron como desparecía de la esquina. EUGE se giró a ver a LALI. La morena también la miró.
—Me sorprende su forma de ser —le dijo a su amiga como si supiera que EUGE iba a preguntarle algo —Todavía estoy esperando que reaccioné de mala manera con respecto al embarazo.
—Eso no va a pasar. PETER no es esa clase de hombre —aseguró la rubia.
—Quiere que vaya a cenar con él a casa de sus padres —contó asustada.
—Típico de PETER —sonrió divertida y se puso en marcha.
—¿Qué cosa? —quiso saber ella.
—Todo lo que forma o va a formar parte de su vida tiene que ser conocido por sus padres.
—¿Y eso es malo? —inquirió.
—No realmente —dijo pensativa —Los LANZANI son una gran familia, LALI. Y estoy segura de que te recibirán con los brazos abiertos…
Por dios que deje a mery ya y se vaya con lali
ResponderEliminarMas por favor estoy intrigada
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