Oh, Dios, la seducción. Ella intentó mantener los labios firmemente sellados
contra el asedio de su lengua, pero él burló con facilidad aquella exigua barrera. Le
buscaba la lengua, desplazándose por dentro de su boca, robándole todo asomo de
razón. Ella respiró su aroma, paladeó su sabor y su tacto, y se obligó a no responder.
Entonces de pronto él la soltó, y ella cayó de espaldas sobre la litera. Esperaba que él
cayera sobre ella, pero no lo hizo. Para su sorpresa y su satisfacción, le lanzó una
mirada de hastiada indiferencia y empezó a ponerse los pantalones.
—¿Por qué me estáis haciendo esto? —preguntó ella, desquiciada—. ¿Es que
disfrutáis corrompiendo monjas?
Él sonrió torvamente.
—Pues no lo sé, nunca lo he intentado. Como ya he dicho antes, tú puedes
proporcionarme entretenimiento. Ya debes saber que no siento ningún amor por los
españoles. ¿Por qué iba a importarme lo que le ocurra a una monja española? O a una
mujer que dice ser monja... —Se colocó la espada en el cinto y se detuvo un instante
en la puerta—. Estate preparada para bajar hoy a tierra, un poco más tarde. Mi casa
te va a gustar mucho más que ese lóbrego convento del que vienes, si es que es
verdad que vienes de algún convento.
Isla de Andros
LALI estaba mirando por la escotilla cuando la isla de Andros apareció en el
horizonte. Contempló cómo maniobraba el Vengador pata meterse por un canal de
aguas profundas entre dos islas de vegetación profusa. Cuando viraban hacia
Andros, vislumbró un río que dividía el bosque hasta llegar al mar. En cierto punto
habría jurado que iban a chocar contra el acantilado, pero luego las rocas se abrieron
en un puerto natural, lo bastante ancho como para acoger tres o cuatro barcos al
mismo tiempo. A LALI el corazón le palpitó de esperanza cuando vio que había otro
barco anclado a poca distancia de la orilla. Allí no había atracadero de ningún tipo,
pero vio a hombres blancos y hombres de piel morena que se ocupaban de diversas
tareas en la orilla.
Al poco de que el Vengador echara el ancla, PETER fue a buscar a LALI. Se
subieron en uno de los botes, en compañía de varios miembros de la tripulación, que
se ocupaban de los remos, y otros cuantos marineros los descolgaron hasta el mar. El
agua estaba del azul más transparente que LALI había visto jamás, y cuando la rozó
con la mano la encontró cálida. Lanzó una exclamación admirativa al descubrir una
bandada de aves zancudas con las patas metidas en el agua a lo largo de la línea
costera. Su espléndido plumaje rosa contrastaba vividamente con el exuberante
follaje verde y las aguas azules. Una nube de pájaros silvestres de todas las especies
alzó el vuelo por encima de los mangroves que se extendían a lo largo de la orilla.
—Esos son flamencos —la informó PETER, señalando hacia los lustrosos
pájaros rosas—. Ponen los huevos en Andros y se alimentan de quisquillas. Aquí hay
cientos de especies de aves, pero ningún animal salvaje digno de mención. La
Arboleda de la Loma está subiendo esa cuesta.
—¿La Arboleda de la Loma?
—Ese es el nombre de mi plantación.
—¿Qué tipo de plantación es? ¿Qué se puede cultivar en esta tierra?
—Árboles, hermana LALI. Pino caribeño, para ser precisos. Talamos y
exportamos madera de pino a Inglaterra. Ya ves que crece en abundancia por todas
partes. Los indios además bucean para coger esponjas, de las que hay muchas por
estas islas. Se venden muy bien en Inglaterra y en Europa.
La levantó sin esfuerzo del bote y la depositó en la arena blanca cubierta de
cientos de conchas de colores de todos los tipos y tamaños. La mirada de Lucía fue a
posarse sobre el barco que estaba anclado al lado del Vengador.
—¿Qué barco es ése? —preguntó, tratando de esconder la emoción. Quizá su
capitán quisiera ayudarla a escaparse.
—Ese es uno de mis barcos. Transporta madera a Inglaterra y a la vuelta nos
trae artículos de primera necesidad. Tengo varios como ése en mi flota. El Vengador es
el único que uso en mis trabajos de corsario.
Ella sintió una aguda decepción. ¿Es que no había modo de escaparse del
Diablo?
—Quédate aquí mientras yo hablo con el señor RIERA —le ordenó PETER,
cuando vio a su contramaestre desembarcar de un segundo bote. Se apresuró a
alejarse, y LALI concentró de inmediato la atención en lo que la rodeaba. Con aquella
vegetación frondosa y aquellas aguas cristalinas, la isla habría sido un paraíso en
cualquier otra circunstancia.
PETER hizo señas a RIERA y lo alcanzó junto a la orilla a unas pocas yardas
de donde LALI se hallaba.
—¿Qué ordenáis, Capitán? —preguntó RIERA.
—Nos va a costar un buen par de meses dejar el Vengador en tan buenas
condiciones como estaba. Poned a los hombres al trabajo inmediatamente. Aquí
tienen madera más que suficiente para todas las reparaciones. Que cuando lo tengan
varado en la playa le carenen el casco. Entre tanto, tengo un encargo especial para
vos, amigo.
—¿Qué encargo puede ser ése, PETER? ¿No tendrá nada que ver con la
hermana LALI, verdad?
—Exactamente —dijo PETER, lanzando una mirada subrepticia hacia LALI,
que se había arrodillado en la arena para examinar las conchas—. Quiero que vayáis
en el Gloria de la Reina a Cuba y que averigüéis todo lo posible sobre el Santa Cruz y
sus pasajeros. Sin duda la tripulación superviviente ya habrá sido rescatada por
algún barco de los que pasan por allí, y ya habrán informado del hundimiento.
Quiero saber cómo ha reaccionado don MARIANO a la noticia de la muerte de su
prometida. Enteraos de todo lo posible y luego volved para informarme.
—¿Debo marcharme ahora mismo? —preguntó RIERA, deseoso de cumplir
las órdenes de su capitán
Uy se va enterar
ResponderEliminar