Tercera oportunidad.
PETER se sentó frente a MERY en silencio. Estaba algo sorprendido de que haya ido a buscarlo. Él tenía pensado ir a verla por la tarde, para intentar terminar de hablar. La miró fijo a los ojos. ¿Qué era lo que sentía por ella en ese momento? No estaba realmente seguro.
—¿De cuanto tiempo está… ella? —preguntó increíblemente calmada, rompiendo en tenso silencio....
—Un poco más de dos meses —contestó él.
La castaña suspiró, PETER vio el brillo de lágrimas en sus ojos. No quería lastimarla más, le mataba estar haciéndolo.
—¿Estás realmente seguro de que ese bebé es tuyo? —inquirió. PETER frunció el ceño.
—Claro que sí, es mío.
—¿Cómo estás tan seguro? Me dijiste que fue cosa de una noche, la conociste y listo… ¿y ahora un bebé? ¿Realmente la conoces, PETER?
—MERY, el bebé es mío, no hay vuelta que darle. Sé que esto es difícil para ti, sé que quieres negarlo de alguna manera. La realidad es que no lo busqué, jamás se me cruzó por la cabeza ser padre en este momento. Pero… pasó. Cada vez que pienso en ello, sonrió. Me intriga saber como va a ser, si va a tener algo de mí… Amo a ese bebé.
—¿Y a la madre? —preguntó mientras las lágrimas escapaban de ella —¿Amas la madre?
PETER no contestó al instante. Las cosas que le pasaban con LALI no podía explicarlas. Ni él mismo las comprendía. Entonces miró a MERY.
—No, MERY —suspiró —No amo a LALI. Pero si la respeto y admiro. Es una buena mujer, y no ha tenido una vida fácil a pesar de su procedencia. Ella tampoco deseó quedar embarazada, fue un descuido de ambos. Pero…
Se quedó callado, con la mirada algo perdida.
—Pero, ¿Qué? —lo incitó.
—No estoy arrepentido, MERY —le fue sincero. Por lo menos con eso sería algo sincero. Ella asintió levemente —Sí, te pido perdón porque te fallé. Pero no volvería el tiempo atrás si pudiera hacerlo…
—Me duele mucho, PETER —aseguró y se secó las lágrimas —Jamás pensé que viviría esto. Es una pesadilla. Pero… te amo, PETER, te amo y me rehúso a perderte. No quiero perderte.
LANZANI no sabía como sentirse. Ella lo estaba perdonando. Entonces volvió a pensar en LALI. Tendría que olvidarse de sus confusiones.
¿Y sí mejor le contaba lo que le pasaba, lo que sentía? No. No podía. Ya la había lastimado demasiado.
—Yo también te amo, MERY —se forzó a decirle —Y estoy dispuesto a seguir con lo nuestro si puedes perdonarme.
—¿Y qué pasará con ella? —preguntó. No podía decir su nombre… odiaba su nombre.
—LALI es mi responsabilidad ahora. Y hasta que nazca el bebé, ella… vivirá conmigo.
—¿Es una broma? —dijo sin poder creerlo.
—No, y sé que crees que ella es esto y aquello. Pero te aseguro que entre nosotros no hay nada.
—Sí que lo hay —aseguró dolida —Hay un hijo. Ella siempre va a estar entre tú y yo, porque ella tiene un hijo tuyo… No sé si podré soportarlo.
—Intentémoslo, MERY… por favor —le pidió.
—Es muy difícil.
—Lo sé, y te entiendo. Pero todo va a estar bien – dijo en un susurró y tocó su rostro. Ella lo miró a los ojos.
—¿Qué piensan tus padres de esto? —preguntó.
—Ellos están… bien, lo tomaron bien. Ya sabes como son, jamás me darían la espalda.
—Y seguro que tus hermanos están deseando que me dejes por la tal LALI, ¿verdad?
—Linda, no se trata de mis padres o mis hermanos. Se trata de nosotros, yo quiero seguir contigo.
Ella lo miró fijo, estaba tan abrumada por todo. Primero PABLO y ahora ¿esto? Definitivamente la vida la odiaba o ella había hecho las cosas mal. Pero se negaba a dejarlo, no iba a hacerlo.
—Te amo, PETER… y no voy a pederte —le dijo y se puso de pie para acercarse a él y besarlo.
PETER la abrazó algo confundido. Debería estar contento, pero no. Simplemente se sentía peor que antes. Ella se alejó un poco y le sonrió.
—Gracias —dijo él.
—De nada —volvió a besarlo, para luego sentarse en su lugar —Me gustaría poder hablar con ella, y pedirle perdón por como la traté ayer…
—Eso sería estupendo —sonrió PETER.
MERY sonrió fingida, y tomó su mano. Sí, sería muy buena idea hablar con ella. Principalmente para dejarle en claro un par de cosas.
LALI observó como su primo hablaba animadamente con Antonieta. Estaba segura de que si CANDE estuviera allí, habría miradas de celos. Hacían una bonita pareja, a pesar de que ella era siete años mayor que él.
Antonieta no parecía tener la edad que tenía. Aquella chispa infantil y alegre, era algo que LALI había tenido cuando pensaba que su vida era perfecta.
—Te juro que a veces me pregunto si de verdad tiene veintiséis años —le dijo GAS sentándose a su lado. LALI lo miró con una pequeña sonrisa.
—¿Por qué? —preguntó —Es encantadora…
—Lo sé —asintió orgulloso y miró a su hermana —Tiene una forma de ver la vida, de tomar la cosas con tanta calma que… la envidio.
—Usted también parece una persona con calma —aseguró la morena. Él la miró.
—Por favor, no me trates de usted… me pone nervioso.
—Solo si no me trata de usted a mí —sonrió.
—Trato hecho —dijo divertido —Bien, trato de ser tranquilo. Pero tengo un trabajo algo exigente. No es fácil.
—No, seguro que no lo es —le dio la razón —¿Por qué eligió ser obstetra?
Él suspiró y se quedó con la mirada fija en su hermana. Luego volvió a mirarla. LALI se sintió nerviosa. Su mirada verde era transparente, intensa.
—Cuando tenía quince años, estaba viajando en tren hacia la casa de mi abuela. A mi lado había una mujer embarazada, su panza era enorme —sonrió como si estuviera recordándolo —Yo no podía dejar de mirarle la panza, era increíble. Y de repente ella comenzó a sentirse mal, y al mirar a sus pies vi un pequeño charco de agua. Había roto bolsa. Me desesperé, comencé a pedir ayuda, la gente comenzó a alborotarse, ayudé a la mujer a acostarse en los asientos, mientras el tren se detenía en la siguiente estación y pedían una ambulancia. Pero la ambulancia no llegaba y la mujer comenzó a pujar. Un policía llegó y ayudó a la mujer… no podían moverla, iba a tener al bebé ahí. Ella empezó a pujar y tomó mi mano. Yo presencié todo, y fue como… mágico. Cuando vi a ese bebé nacer y cuando su llanto llegó a mis oídos… me dije que yo quería hacer esto. Y lo hice.
—Que increíble —murmuró la morena asombrada. GAS rió por lo bajo.
—¿Qué te parece si vamos a comer algo? Sigues algo pálida. Hay una confitería muy bonita aquí al lado.
—Suena bien —asintió ella.
Ambos se pusieron de pie, y se acercaron a AGUS y Antonieta.
—Vamos a ir a comer algo, ¿vienen? —preguntó GAS.
—Oh, yo no puedo —dijo Antonieta —Tengo que terminar de arreglar un par de cosas antes de que la gente entre.
—Yo me quedaré a ayudarla —sonrió AGUS. LALI asintió.
—Venimos en un ratito —informó la morena.
Se acercaron a la puerta y GAS la abrió para luego darle el paso. Salieron de allí y comenzaron de caminar. Apenas habían dado unos cuantos pasos cuando él le ofreció el brazo. Ella lo miró a la cara algo sorprendida.
—Es por precaución —sonrió divertido —No quiero que termines en el suelo otra vez…
LALI rió levemente, y con un poco de duda tomó su brazo. GAS se abrió paso, muy tranquilamente, entre la gente.
El sonido de los tacos de LALI resonaba con fuerza contra el frío mármol, mientras caminaba al lado de semejante hombre. Otra vez notó como las mujeres se quedaban tontas al mirarlo. Sonrió.
Pronto llegaron a la pequeña, pero muy elegante, confitería/restaurante. GAS buscó con la mirada una mesa y encontró una contra el enorme ventanal que daba hacia la calle. Se encaminaron hacia allí y tomaron asiento, mientras DALMAU llamaba al mozo con una mano.
—Mmm… no sé que voy a pedir —dijo pensativa mientras leía el menú.
—¿No tienes ningún antojo? —preguntó.
—No… Bueno, en realidad sí. Pero es algo tonto.
—¿Qué quieres comer? —inquirió curioso.
—Desde que entré al salón de tu hermana… quiero comerme una enorme copa de helado de chocolate, con salsa de chocolate y trozos de chocolate.
GAS rió divertido.
—Eso no es para nada sano.
—Lo sé —exclamó —Pero quiero comerlo. No querrá que mi bebé salga con forma de helado…
—Eso es una completa mentira —dijo entre risas —Lo de los antojos es un mito de nuestras bisabuelas. Tu hija no va a salir con forma de helado, ni nada por el estilo.
Ella se quedó completamente quieta y sin habla. Sus ojos sin cerrarse, lo miraron asombrada. ¿Acababa de decir hija? GAS la miró algo preocupado.
—¿Dijiste hija? —le preguntó. Él tragó.
—Lo siento, se me escapó… olvidé que no querías saberlo aun.
—¿Va a ser una niña? —inquirió con un hilo de voz.
—Sí, estoy seguro de que va a ser una niña —asintió él.
—Oh, Dios mío —dijo ella llevándose la mano a la boca. Las emociones invadieron su cuerpo. ¡UNA NIÑA! Iba a tener una niña. Una estúpida sonrisa curvó sus temblorosos labios y miró con ojos vidriosos a GAS.
—Lo siento tanto, LALI —dijo preocupado —No quería arruinarte la sorpresa… soy un estúpido, se me escapó.
—No, no —negó efusivamente —No te preocupes… Yo, estoy muy feliz… Es, muy hermoso saberlo. Yo… muchas gracias.
—Va a ser una hermosa niña —le aseguró —Si sale la mitad de linda que su madre…
Ella lo miró y sonrió emocionada, para luego morderse el labio inferior. Su corazón latía muy rápido, estaba desconcertada. Una niña, una princesa, su bebé.
—Bueno ya —se pasó las manos por los ojos para alejar las lágrimas —Hay que festejar. Quiero mi helado.
—Hagamos una cosa —dijo él —Primero comes conmigo un poco de carne con papas, y luego pedimos ese helado.
—Mmm… no sé —dijo entrecerrando los ojos. Luego sonrió —Está bien, acepto.
El mozo llegó justo a tiempo con una pequeña libretita en su mano.
—
PETER se sentó frente a MERY en silencio. Estaba algo sorprendido de que haya ido a buscarlo. Él tenía pensado ir a verla por la tarde, para intentar terminar de hablar. La miró fijo a los ojos. ¿Qué era lo que sentía por ella en ese momento? No estaba realmente seguro.
—¿De cuanto tiempo está… ella? —preguntó increíblemente calmada, rompiendo en tenso silencio....
—Un poco más de dos meses —contestó él.
La castaña suspiró, PETER vio el brillo de lágrimas en sus ojos. No quería lastimarla más, le mataba estar haciéndolo.
—¿Estás realmente seguro de que ese bebé es tuyo? —inquirió. PETER frunció el ceño.
—Claro que sí, es mío.
—¿Cómo estás tan seguro? Me dijiste que fue cosa de una noche, la conociste y listo… ¿y ahora un bebé? ¿Realmente la conoces, PETER?
—MERY, el bebé es mío, no hay vuelta que darle. Sé que esto es difícil para ti, sé que quieres negarlo de alguna manera. La realidad es que no lo busqué, jamás se me cruzó por la cabeza ser padre en este momento. Pero… pasó. Cada vez que pienso en ello, sonrió. Me intriga saber como va a ser, si va a tener algo de mí… Amo a ese bebé.
—¿Y a la madre? —preguntó mientras las lágrimas escapaban de ella —¿Amas la madre?
PETER no contestó al instante. Las cosas que le pasaban con LALI no podía explicarlas. Ni él mismo las comprendía. Entonces miró a MERY.
—No, MERY —suspiró —No amo a LALI. Pero si la respeto y admiro. Es una buena mujer, y no ha tenido una vida fácil a pesar de su procedencia. Ella tampoco deseó quedar embarazada, fue un descuido de ambos. Pero…
Se quedó callado, con la mirada algo perdida.
—Pero, ¿Qué? —lo incitó.
—No estoy arrepentido, MERY —le fue sincero. Por lo menos con eso sería algo sincero. Ella asintió levemente —Sí, te pido perdón porque te fallé. Pero no volvería el tiempo atrás si pudiera hacerlo…
—Me duele mucho, PETER —aseguró y se secó las lágrimas —Jamás pensé que viviría esto. Es una pesadilla. Pero… te amo, PETER, te amo y me rehúso a perderte. No quiero perderte.
LANZANI no sabía como sentirse. Ella lo estaba perdonando. Entonces volvió a pensar en LALI. Tendría que olvidarse de sus confusiones.
¿Y sí mejor le contaba lo que le pasaba, lo que sentía? No. No podía. Ya la había lastimado demasiado.
—Yo también te amo, MERY —se forzó a decirle —Y estoy dispuesto a seguir con lo nuestro si puedes perdonarme.
—¿Y qué pasará con ella? —preguntó. No podía decir su nombre… odiaba su nombre.
—LALI es mi responsabilidad ahora. Y hasta que nazca el bebé, ella… vivirá conmigo.
—¿Es una broma? —dijo sin poder creerlo.
—No, y sé que crees que ella es esto y aquello. Pero te aseguro que entre nosotros no hay nada.
—Sí que lo hay —aseguró dolida —Hay un hijo. Ella siempre va a estar entre tú y yo, porque ella tiene un hijo tuyo… No sé si podré soportarlo.
—Intentémoslo, MERY… por favor —le pidió.
—Es muy difícil.
—Lo sé, y te entiendo. Pero todo va a estar bien – dijo en un susurró y tocó su rostro. Ella lo miró a los ojos.
—¿Qué piensan tus padres de esto? —preguntó.
—Ellos están… bien, lo tomaron bien. Ya sabes como son, jamás me darían la espalda.
—Y seguro que tus hermanos están deseando que me dejes por la tal LALI, ¿verdad?
—Linda, no se trata de mis padres o mis hermanos. Se trata de nosotros, yo quiero seguir contigo.
Ella lo miró fijo, estaba tan abrumada por todo. Primero PABLO y ahora ¿esto? Definitivamente la vida la odiaba o ella había hecho las cosas mal. Pero se negaba a dejarlo, no iba a hacerlo.
—Te amo, PETER… y no voy a pederte —le dijo y se puso de pie para acercarse a él y besarlo.
PETER la abrazó algo confundido. Debería estar contento, pero no. Simplemente se sentía peor que antes. Ella se alejó un poco y le sonrió.
—Gracias —dijo él.
—De nada —volvió a besarlo, para luego sentarse en su lugar —Me gustaría poder hablar con ella, y pedirle perdón por como la traté ayer…
—Eso sería estupendo —sonrió PETER.
MERY sonrió fingida, y tomó su mano. Sí, sería muy buena idea hablar con ella. Principalmente para dejarle en claro un par de cosas.
LALI observó como su primo hablaba animadamente con Antonieta. Estaba segura de que si CANDE estuviera allí, habría miradas de celos. Hacían una bonita pareja, a pesar de que ella era siete años mayor que él.
Antonieta no parecía tener la edad que tenía. Aquella chispa infantil y alegre, era algo que LALI había tenido cuando pensaba que su vida era perfecta.
—Te juro que a veces me pregunto si de verdad tiene veintiséis años —le dijo GAS sentándose a su lado. LALI lo miró con una pequeña sonrisa.
—¿Por qué? —preguntó —Es encantadora…
—Lo sé —asintió orgulloso y miró a su hermana —Tiene una forma de ver la vida, de tomar la cosas con tanta calma que… la envidio.
—Usted también parece una persona con calma —aseguró la morena. Él la miró.
—Por favor, no me trates de usted… me pone nervioso.
—Solo si no me trata de usted a mí —sonrió.
—Trato hecho —dijo divertido —Bien, trato de ser tranquilo. Pero tengo un trabajo algo exigente. No es fácil.
—No, seguro que no lo es —le dio la razón —¿Por qué eligió ser obstetra?
Él suspiró y se quedó con la mirada fija en su hermana. Luego volvió a mirarla. LALI se sintió nerviosa. Su mirada verde era transparente, intensa.
—Cuando tenía quince años, estaba viajando en tren hacia la casa de mi abuela. A mi lado había una mujer embarazada, su panza era enorme —sonrió como si estuviera recordándolo —Yo no podía dejar de mirarle la panza, era increíble. Y de repente ella comenzó a sentirse mal, y al mirar a sus pies vi un pequeño charco de agua. Había roto bolsa. Me desesperé, comencé a pedir ayuda, la gente comenzó a alborotarse, ayudé a la mujer a acostarse en los asientos, mientras el tren se detenía en la siguiente estación y pedían una ambulancia. Pero la ambulancia no llegaba y la mujer comenzó a pujar. Un policía llegó y ayudó a la mujer… no podían moverla, iba a tener al bebé ahí. Ella empezó a pujar y tomó mi mano. Yo presencié todo, y fue como… mágico. Cuando vi a ese bebé nacer y cuando su llanto llegó a mis oídos… me dije que yo quería hacer esto. Y lo hice.
—Que increíble —murmuró la morena asombrada. GAS rió por lo bajo.
—¿Qué te parece si vamos a comer algo? Sigues algo pálida. Hay una confitería muy bonita aquí al lado.
—Suena bien —asintió ella.
Ambos se pusieron de pie, y se acercaron a AGUS y Antonieta.
—Vamos a ir a comer algo, ¿vienen? —preguntó GAS.
—Oh, yo no puedo —dijo Antonieta —Tengo que terminar de arreglar un par de cosas antes de que la gente entre.
—Yo me quedaré a ayudarla —sonrió AGUS. LALI asintió.
—Venimos en un ratito —informó la morena.
Se acercaron a la puerta y GAS la abrió para luego darle el paso. Salieron de allí y comenzaron de caminar. Apenas habían dado unos cuantos pasos cuando él le ofreció el brazo. Ella lo miró a la cara algo sorprendida.
—Es por precaución —sonrió divertido —No quiero que termines en el suelo otra vez…
LALI rió levemente, y con un poco de duda tomó su brazo. GAS se abrió paso, muy tranquilamente, entre la gente.
El sonido de los tacos de LALI resonaba con fuerza contra el frío mármol, mientras caminaba al lado de semejante hombre. Otra vez notó como las mujeres se quedaban tontas al mirarlo. Sonrió.
Pronto llegaron a la pequeña, pero muy elegante, confitería/restaurante. GAS buscó con la mirada una mesa y encontró una contra el enorme ventanal que daba hacia la calle. Se encaminaron hacia allí y tomaron asiento, mientras DALMAU llamaba al mozo con una mano.
—Mmm… no sé que voy a pedir —dijo pensativa mientras leía el menú.
—¿No tienes ningún antojo? —preguntó.
—No… Bueno, en realidad sí. Pero es algo tonto.
—¿Qué quieres comer? —inquirió curioso.
—Desde que entré al salón de tu hermana… quiero comerme una enorme copa de helado de chocolate, con salsa de chocolate y trozos de chocolate.
GAS rió divertido.
—Eso no es para nada sano.
—Lo sé —exclamó —Pero quiero comerlo. No querrá que mi bebé salga con forma de helado…
—Eso es una completa mentira —dijo entre risas —Lo de los antojos es un mito de nuestras bisabuelas. Tu hija no va a salir con forma de helado, ni nada por el estilo.
Ella se quedó completamente quieta y sin habla. Sus ojos sin cerrarse, lo miraron asombrada. ¿Acababa de decir hija? GAS la miró algo preocupado.
—¿Dijiste hija? —le preguntó. Él tragó.
—Lo siento, se me escapó… olvidé que no querías saberlo aun.
—¿Va a ser una niña? —inquirió con un hilo de voz.
—Sí, estoy seguro de que va a ser una niña —asintió él.
—Oh, Dios mío —dijo ella llevándose la mano a la boca. Las emociones invadieron su cuerpo. ¡UNA NIÑA! Iba a tener una niña. Una estúpida sonrisa curvó sus temblorosos labios y miró con ojos vidriosos a GAS.
—Lo siento tanto, LALI —dijo preocupado —No quería arruinarte la sorpresa… soy un estúpido, se me escapó.
—No, no —negó efusivamente —No te preocupes… Yo, estoy muy feliz… Es, muy hermoso saberlo. Yo… muchas gracias.
—Va a ser una hermosa niña —le aseguró —Si sale la mitad de linda que su madre…
Ella lo miró y sonrió emocionada, para luego morderse el labio inferior. Su corazón latía muy rápido, estaba desconcertada. Una niña, una princesa, su bebé.
—Bueno ya —se pasó las manos por los ojos para alejar las lágrimas —Hay que festejar. Quiero mi helado.
—Hagamos una cosa —dijo él —Primero comes conmigo un poco de carne con papas, y luego pedimos ese helado.
—Mmm… no sé —dijo entrecerrando los ojos. Luego sonrió —Está bien, acepto.
El mozo llegó justo a tiempo con una pequeña libretita en su mano.
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