Capitulo 70: Como dos niños.
Estaban caminando de la mano. ¡Por Dios, como si aquello fuera lo más normal del mundo! Ella no podía dejar de pensar en MERY, y en que estaban haciendo muy mal las cosas. Pero sentir la mano de él entrelazada a la suya era simplemente… perfecto.
Luego de estar un rato más sentados en el parque, habían decidido ir de compras. Las primeras compras para su bebé.
—¿E...n qué piensas? —le preguntó él.
—En nada —respondió. PETER sonrió de costado y la miró.
—Mentirosa, sí estas pensando en algo… ¿quieres que adivine?
LALI se encogió de hombros, como restándole importancia.
—Como quieras —le dijo. PETER se golpeó el mentón con la mano libre, en forma pensativa. Ella lo miraba fascinada, era tan lindo.
—Estabas pensando en los besos que voy a darte —dijo él. LALI rió divertida.
—No, no estaba pensando en eso —le aseguró.
—¿No piensas en mis besos? —preguntó haciendo un leve puchero.
Ella sintió un suave calor en la boca del estomago. Ahora que él lo mencionaba puede que se pusiera a pensar en ello.
—No, no pienso en ello —mintió. Tampoco quería que él supiera cuanto la afectaba realmente. Eso no era bueno.
—Lástima —dijo y luego apretó los labios —Porque había pensado que podía dártelos ahora.
LALI detuvo sus pasos, deteniendo los de PETER. Él se giró a verla con una sonrisa.
—Tengo miedo —admitió. La sonrisa de él se fue haciendo más suave. Levantó la mano y tocó su mejilla que estaba algo fría por el viento.
—También yo —aseguró. Ella cerró los ojos y disfrutó de la suave caricia en su rostro —Pero por primera vez después de mucho tiempo, me siento bien.
La acercó a él y la abrazó contra su pecho. LALI aspiró su varonil aroma. Su pequeña panza de cuatro meses se interponía entre ellos. PETER acarició despacio su espalda, y buscó a ciegas el perfume de su cabello.
—Es mentira lo que te dije de GAS y yo —habló ella sin soltarlo. PETER sonrió sin abrir los ojos, y luego depositó un pequeño beso en su sien.
—Ya lo sé —le dijo.
—¿Cómo? —quiso saber ella.
—Antes de que llegaras al consultorio estuve hablando con él, y me dio a entender que entre ustedes no pasaba nada.
—Maldito traidor —dijo entre dientes.
PETER rió, luego se alejó para mirarla a los ojos. Volvió a tocar sus mejillas, pero con ambas manos, acercándola un poco más a él. LALI cerró los ojos, esperando su beso.
—¿Por qué me mentiste? —preguntó. Ella abrió los ojos y lo miró con decepción ya que no la había besado.
—Creí que sería una buena idea…
—¿Pensaste que eso me iba a mantener alejado?
—Algo así —asintió.
—¿No pensaste que tal vez eso me iba a hacer estar más pegado a ti por los celos? —inquirió. Ella frunció los labios y luego sonrió lentamente.
—¿Estabas celoso de GAS? —quiso saber.
—Hasta médula —aseguró.
Ella elevó los brazos y los dejó caer alrededor de su cuello.
—¿Por qué dejamos que todas estas cosas pasaran, PETER?
—Porque fuimos unos idiotas… principalmente yo. Pero aun estamos a tiempo y lo sabes, ¿verdad? —ella asintió —Solo nosotros y nuestra hermosa bebé.
—Me muero por tenerla…
—Y yo —sonrió.
Él bajó un poco la cabeza y rozó aquellos suaves labios que lo venían volviendo loco desde la primera vez que los había visto.
—PETER… —murmuró ella.
—Sí, sé que quieres que lo haga.
Tomó su boca con el mayor cuidado del mundo. LALI suspiró y se colgó de su cuello como si su vida pendiera de ello. Abrió los labios, dándole la cálida bienvenida. PETER la envolvió con un brazo, mientras con la mano libre la sujetaba de la nuca.
Estaban en medio de la vereda, la gente pasaba por su lado, pero a ninguno de los dos parecía importarle. Daban un lindo espectáculo.
Fue ella la que se alejó un poco. PETER se quejó e intentó volver a besarla. LALI rió por lo bajo y colocó un dedo sobre los labios masculinos.
—Estamos en medio de la calle…
—No importa —murmuró él e intentó besarla. Ella echó la cabeza hacia atrás y siguió riendo.
—PETER, debemos ir a comprar —intentó calmar su risa. Él comenzó a besar su cuello, causándole cosquillas —¡No, no hagas eso!
—¿Qué se supone que están haciendo? —preguntó una voz realmente cerca.
Ambos se alejaron al instante para mirar a una desconcertada EUGE, que estaba de la mano con NICO que tenía la boca abierta y su mandíbula casi tocaba el suelo.
—¡EUGE! —dijo la morena, su voz había sonado más aguda de lo normal. Carraspeó un poco y miró nerviosa a PETER —Emmm… ¿Qué hacen aquí?
—LALI, ustedes dos estaban besándose —dijo su amiga sin poder creerlo aun. NICO no emitía palabra alguna —¿¡Quieres decirme que diablos significa eso!?
—¿Quieres correr? —murmuró PETER.
—Sí —asintió ella.
Él tomó su mano y echaron a correr como si de dos niños pequeños que acababan de hacer una travesura y su madre los hubiese descubierto, se tratara. Dejaron de correr luego de que se metieron en un centro comercial… se miraron y estallaron en risas.
—Ella va a matarnos luego —aseguró PETER.
—Ya lo creo —dijo divertida.
Se besaron sin dejar de reír, para luego volver a tomarse de la mano y comenzar a recorrer el lugar en buscar de locales con ropa de bebé. Estuvieron aproximadamente dos horas caminando de aquí para allá. LALI había recibido el llamado de EUGE a su celular… su mejor amiga estaba en estado de shock. Aquello era muy gracioso. LALI se disculpó con ella diciéndole que después hablarían y colgó. Realmente no quería que nadie interrumpiera aquel momento.
Con diez bolsos en las manos, PETER se detuvo frente a la gran mansión en la que LALI se había quedado las últimas dos semanas. La casa de MARIANO era impresionante. Ella se giró a verlo, y le entregó una sonrisa.
—Gracias por traerme —le dijo.
—De nada —le devolvió la sonrisa —Pero me debes una, mira todo lo que me hiciste comprar.
—¡Es que no pude evitarlo! —exclamó —Amo la ropa de bebes… es muy tierna.
—Sí, tienes razón, esos vestiditos fueron mi perdición.
—¿Quieres pasar a tomar algo? —le preguntó.
—No, solo voy a entrar a dejar las bolsas.
Ella asintió y entraron. El silencio reinaba en la casa, y se debía a que MARIANO y EMILIA se habían ido a pasar unos días al campo. LALI estaba sola allí. PETER observó detenidamente a su alrededor.
—Puedes dejarlas en el sillón —le indicó ella —Yo después voy a sacar la ropita y voy a ponerla a lavar. Según mi madre siempre hay que lavarla, aunque sea nueva.
PETER la miró, ella sintió un escalofrío bajar por su columna. Él dio dos pasos hacia ella y se inclinó para besarla. No fue un beso cargado de pasión como anteriormente… este era un beso tierno, un beso de despedida. Se alejó de ella despacio.
—¿Vas a estar sola? —preguntó.
—Seguramente —susurró.
—Bien —sonrió y se alejó de ella para caminar hacia la puerta —Voy a venir a verte esta noche… ¿Por qué no cocinas algo rico?
—¿Por qué debería hacerlo? —sonrió ella.
—Una cena… ¿Qué tiene eso de malo?
Ella se mordió el labio inferior.
—PETER… aun no has hablado con MERY.
—Ahora mismo voy a hacerlo —sentenció.
Ella lo miró sorprendida y nerviosa.
—¿Qué? ¿Tan rápido? —inquirió.
Estaban caminando de la mano. ¡Por Dios, como si aquello fuera lo más normal del mundo! Ella no podía dejar de pensar en MERY, y en que estaban haciendo muy mal las cosas. Pero sentir la mano de él entrelazada a la suya era simplemente… perfecto.
Luego de estar un rato más sentados en el parque, habían decidido ir de compras. Las primeras compras para su bebé.
—¿E...n qué piensas? —le preguntó él.
—En nada —respondió. PETER sonrió de costado y la miró.
—Mentirosa, sí estas pensando en algo… ¿quieres que adivine?
LALI se encogió de hombros, como restándole importancia.
—Como quieras —le dijo. PETER se golpeó el mentón con la mano libre, en forma pensativa. Ella lo miraba fascinada, era tan lindo.
—Estabas pensando en los besos que voy a darte —dijo él. LALI rió divertida.
—No, no estaba pensando en eso —le aseguró.
—¿No piensas en mis besos? —preguntó haciendo un leve puchero.
Ella sintió un suave calor en la boca del estomago. Ahora que él lo mencionaba puede que se pusiera a pensar en ello.
—No, no pienso en ello —mintió. Tampoco quería que él supiera cuanto la afectaba realmente. Eso no era bueno.
—Lástima —dijo y luego apretó los labios —Porque había pensado que podía dártelos ahora.
LALI detuvo sus pasos, deteniendo los de PETER. Él se giró a verla con una sonrisa.
—Tengo miedo —admitió. La sonrisa de él se fue haciendo más suave. Levantó la mano y tocó su mejilla que estaba algo fría por el viento.
—También yo —aseguró. Ella cerró los ojos y disfrutó de la suave caricia en su rostro —Pero por primera vez después de mucho tiempo, me siento bien.
La acercó a él y la abrazó contra su pecho. LALI aspiró su varonil aroma. Su pequeña panza de cuatro meses se interponía entre ellos. PETER acarició despacio su espalda, y buscó a ciegas el perfume de su cabello.
—Es mentira lo que te dije de GAS y yo —habló ella sin soltarlo. PETER sonrió sin abrir los ojos, y luego depositó un pequeño beso en su sien.
—Ya lo sé —le dijo.
—¿Cómo? —quiso saber ella.
—Antes de que llegaras al consultorio estuve hablando con él, y me dio a entender que entre ustedes no pasaba nada.
—Maldito traidor —dijo entre dientes.
PETER rió, luego se alejó para mirarla a los ojos. Volvió a tocar sus mejillas, pero con ambas manos, acercándola un poco más a él. LALI cerró los ojos, esperando su beso.
—¿Por qué me mentiste? —preguntó. Ella abrió los ojos y lo miró con decepción ya que no la había besado.
—Creí que sería una buena idea…
—¿Pensaste que eso me iba a mantener alejado?
—Algo así —asintió.
—¿No pensaste que tal vez eso me iba a hacer estar más pegado a ti por los celos? —inquirió. Ella frunció los labios y luego sonrió lentamente.
—¿Estabas celoso de GAS? —quiso saber.
—Hasta médula —aseguró.
Ella elevó los brazos y los dejó caer alrededor de su cuello.
—¿Por qué dejamos que todas estas cosas pasaran, PETER?
—Porque fuimos unos idiotas… principalmente yo. Pero aun estamos a tiempo y lo sabes, ¿verdad? —ella asintió —Solo nosotros y nuestra hermosa bebé.
—Me muero por tenerla…
—Y yo —sonrió.
Él bajó un poco la cabeza y rozó aquellos suaves labios que lo venían volviendo loco desde la primera vez que los había visto.
—PETER… —murmuró ella.
—Sí, sé que quieres que lo haga.
Tomó su boca con el mayor cuidado del mundo. LALI suspiró y se colgó de su cuello como si su vida pendiera de ello. Abrió los labios, dándole la cálida bienvenida. PETER la envolvió con un brazo, mientras con la mano libre la sujetaba de la nuca.
Estaban en medio de la vereda, la gente pasaba por su lado, pero a ninguno de los dos parecía importarle. Daban un lindo espectáculo.
Fue ella la que se alejó un poco. PETER se quejó e intentó volver a besarla. LALI rió por lo bajo y colocó un dedo sobre los labios masculinos.
—Estamos en medio de la calle…
—No importa —murmuró él e intentó besarla. Ella echó la cabeza hacia atrás y siguió riendo.
—PETER, debemos ir a comprar —intentó calmar su risa. Él comenzó a besar su cuello, causándole cosquillas —¡No, no hagas eso!
—¿Qué se supone que están haciendo? —preguntó una voz realmente cerca.
Ambos se alejaron al instante para mirar a una desconcertada EUGE, que estaba de la mano con NICO que tenía la boca abierta y su mandíbula casi tocaba el suelo.
—¡EUGE! —dijo la morena, su voz había sonado más aguda de lo normal. Carraspeó un poco y miró nerviosa a PETER —Emmm… ¿Qué hacen aquí?
—LALI, ustedes dos estaban besándose —dijo su amiga sin poder creerlo aun. NICO no emitía palabra alguna —¿¡Quieres decirme que diablos significa eso!?
—¿Quieres correr? —murmuró PETER.
—Sí —asintió ella.
Él tomó su mano y echaron a correr como si de dos niños pequeños que acababan de hacer una travesura y su madre los hubiese descubierto, se tratara. Dejaron de correr luego de que se metieron en un centro comercial… se miraron y estallaron en risas.
—Ella va a matarnos luego —aseguró PETER.
—Ya lo creo —dijo divertida.
Se besaron sin dejar de reír, para luego volver a tomarse de la mano y comenzar a recorrer el lugar en buscar de locales con ropa de bebé. Estuvieron aproximadamente dos horas caminando de aquí para allá. LALI había recibido el llamado de EUGE a su celular… su mejor amiga estaba en estado de shock. Aquello era muy gracioso. LALI se disculpó con ella diciéndole que después hablarían y colgó. Realmente no quería que nadie interrumpiera aquel momento.
Con diez bolsos en las manos, PETER se detuvo frente a la gran mansión en la que LALI se había quedado las últimas dos semanas. La casa de MARIANO era impresionante. Ella se giró a verlo, y le entregó una sonrisa.
—Gracias por traerme —le dijo.
—De nada —le devolvió la sonrisa —Pero me debes una, mira todo lo que me hiciste comprar.
—¡Es que no pude evitarlo! —exclamó —Amo la ropa de bebes… es muy tierna.
—Sí, tienes razón, esos vestiditos fueron mi perdición.
—¿Quieres pasar a tomar algo? —le preguntó.
—No, solo voy a entrar a dejar las bolsas.
Ella asintió y entraron. El silencio reinaba en la casa, y se debía a que MARIANO y EMILIA se habían ido a pasar unos días al campo. LALI estaba sola allí. PETER observó detenidamente a su alrededor.
—Puedes dejarlas en el sillón —le indicó ella —Yo después voy a sacar la ropita y voy a ponerla a lavar. Según mi madre siempre hay que lavarla, aunque sea nueva.
PETER la miró, ella sintió un escalofrío bajar por su columna. Él dio dos pasos hacia ella y se inclinó para besarla. No fue un beso cargado de pasión como anteriormente… este era un beso tierno, un beso de despedida. Se alejó de ella despacio.
—¿Vas a estar sola? —preguntó.
—Seguramente —susurró.
—Bien —sonrió y se alejó de ella para caminar hacia la puerta —Voy a venir a verte esta noche… ¿Por qué no cocinas algo rico?
—¿Por qué debería hacerlo? —sonrió ella.
—Una cena… ¿Qué tiene eso de malo?
Ella se mordió el labio inferior.
—PETER… aun no has hablado con MERY.
—Ahora mismo voy a hacerlo —sentenció.
Ella lo miró sorprendida y nerviosa.
—¿Qué? ¿Tan rápido? —inquirió.
Por fin todo va a estar como tiene que estar
ResponderEliminarOhhh
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