Vamos a sincerarnos.
Ella había tenido un sueño realmente hermoso. Uno en el cual ella corría libremente por un campo lleno de flores, su panza enorme. El sol le daba de lleno en el resto. Se sentía en paz. Se sentía tranquila. La felicidad que había sentido en ese sueño era tal, que aun sonreía con los ojos cerrados. ...
Estaba muy cómoda, muy relajada. Hacía demasiado tiempo que no dormía tanto. Se estiró suspirando y abrió sus ojos. Frunció el ceño levemente, mientras se sentaba despacio. Miró a su alrededor. No era la casa de su madre, tampoco la de EUGE, y mucho menos la de PETER. Miró aun más a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en un sillón.
Entonces sonrió levemente, luego frunció el ceño y por ultimo se preocupó. ¡Se había quedado dormida en el sillón de su obstetra!
—¿GAS? —lo llamó mientras bajaba los pies al suelo.
No obtuvo respuesta. Miró el gran ventanal que daba a la enorme cuidad, se restregó los ojos, mientras el sol matutino la saludaba. Respiró profundamente y su mirada se encontró con un pedazo de papel frente a ella en la pequeña mesita. La tomó al instante.
‘Te quedaste dormida, no tuve el valor de despertarte. Tuve que ir al hospital a atender una urgencia. Siéntete como en tu casa, come algo, mira tele. Volveré en seguida’
Sonriendo nuevamente, dejó la nota en su lugar. Se encontró con sus zapatos a un costado. Ella no recordaba habérselos quitado. Se dio cuenta de que también tenía una almohada y una frazada…
El sonido de llaves llamó su atención. Al instante en que levantó la mirada, la puerta se abrió dándole el paso a un ojeroso GASTON.
—Buenos días —la saludó con una pequeña sonrisa.
—Hola —dijo ella con algo de timidez.
GAS llevaba puesto un uniforme celeste de hospital. Apoyó su abrigo y una bolsa sobre la mesa principal.
—¿Cómo dormiste? —quiso saber él.
—GAS yo… tuviste que haberme despertado…
—¿Por qué? No tenías a dónde ir —dijo encogiéndose de hombros —No podía pedirte que te fueras si no estabas segura de dónde querías estar.
Ella se mordió los labios, no muy segura de aquello.
—¿Qué hora es? —inquirió. El rubio miró su muñeca.
—Las once de la mañana…
—¡Por Dios, es tardísimo! —exclamó poniéndose de pie.
—Tranquila, LALI —sonrió él. LALI volvió a sentarse —Hoy es domingo… además traje medialunas para que desayunemos.
—Te ves cansado…
—Puede ser —asintió —Pero estoy feliz.
—¿Por qué? —quiso saber, curiosa.
—Tuve una emergencia. Me llamó mi secretaría para avisarme que una de mis pacientes tenía una pequeña complicación… Y vaya que era una complicación. Por suerte pude ayudarla. Fue una larga noche, pero valió la pena.
—¿Sí? —inquirió.
—Sí —sonrió con los labios sellados —La señora Gutiérrez decidió ponerle GASTON a su bebé… Dijo que yo era como un ángel de la guarda de su bebé. Es por cosas como esas que amo mi trabajo.
—Eso es hermoso —dijo ella enternecida.
—Bien, no me dijiste como has dormido…
—Creo que hacía mucho que no dormía tan bien – le aseguró.
—Me alegro —le dijo —¿Tienes hambre?
—Sí, un poco… —su estomago gruñó.
—Entonces, desayunemos.
GAS entró a la cocina y LALI se puso de pie para ir tras él.
—Bueno, pero después me iré para que duermas tranquilo —le dijo.
—Para mi no es molestia que te quedes el tiempo que necesites, LALI. Sé que algo pasó entre PETER y tú, y por eso no has querido volver a tu casa…
—No es mi casa —dijo al instante —Y no fue exactamente con él, pero a la vez si tiene que ver… —sacudió la cabeza —Es complicado.
GAS tomó asiento en la mesa y le indicó en dónde estaban las cosas para preparar café.
—A mí me gustaría saber por qué no están juntos —dijo algo pensativo —Se nota que hay algo fuerte entre ustedes.
—No hay nada entre nosotros —aseguró ella —Bueno, está nuestra hija… pero nada más.
—No pareces muy segura, LALI —dijo divertido.
LALI no lo miró mientras revolvía el café energéticamente. Era raro que alguien estuviera diciendo que se notaba que había algo entre PETER y ella. EUGE ya no le hablaba del tema, había desistido.
—Es complicado —suspiró.
—Puedes contármelo. Soy bueno escuchando…
Ella lo miró. Observó detenidamente su rostro. Las ojeras se notaban bajo sus lindos ojos verdes. En su mandíbula residía una pequeña barba de dos días. GAS despertaba una confianza en ella que hacía mucho tiempo no sentía por un hombre. La confianza de un amigo. Sabía que podía contar con él, que de una u otra forma iba a formar parte de su vida por mucho tiempo…
—Está bien —le dijo mientras se disponía a terminar el desayuno y contarle su larga y complicada historia con el padre de su bebé.
PETER estaba que se lo llevaba el mismísimo diablo. Caminaba de un lado al otro, mientras su casa estaba atestada de gente que hablaba y hablaba. Todos estaban allí. Sus padres, que habían decidido volver antes de su viaje. Sus hermanos, EUGE y NICO. Y también AGUS, EMILIA y MARIANO. Y todos sacaban conclusiones de en dónde podía estar metida LALI. Iba a volverse completamente loco si seguía así. EUGE había encontrado a BENJAMI, y lo había amenazado de muerte si no le decía en dónde estaba su mejor amiga. Pero BENJAMI no sabía nada. Según le había dicho a EUGE, LALI se había ido sola del bar en el que habían estado hablando.
¿Podía aquello ser peor de lo que era? No, no podía.
Y todo era su culpa. Por ser un cabrón, un impulsivo. Jamás iba a perdonarse si algo le pasaba a ella o a su hija. Jamás.
—PETER—le habló su madre —Creo que vamos a hacer la denuncia…
Se le encogió el estomago. Esa era la última opción que quería manejar. Tal vez la habían secuestrado, tal vez la tenían encerrada. Eso lo ponía aun peor.
—Sí, es lo mejor que podemos hacer —habló EMILIA, que tenía los ojos rojos e hincados de tanto llorar —He hablado con todos nuestros conocidos, y nadie sabe nada…
PETER miró la hora… ya eran más de la una de la tarde. No podía dejar pasar más tiempo.
—Bien —asintió —Llamemos.
Luego de unas horas, LALI volvió a la casa.
—¿Dónde estabas metida? —preguntó AGUS.
LALI miró sobre su hombro a GAS que seguía parado detrás de ella, sin emitir sonido alguno.
—No sé que es lo que pasó, y por qué están todos aquí… pero no me pasó nada malo. Él es GASTON DALMAU, mi obstetra —lo presentó.
—¿Le pasó algo a la bebé? —preguntó GIMENA.
—No, ella está bien —contestó y se tocó el vientre —Ambas estamos bien…
Buscó con la mirada a PETER, hasta que lo encontró parado en la puerta de la cocina. Se le encogió el estomago al ver su rostro cansado, angustiado, preocupado. Sin decir nada, él entró a la cocina. LALI miró a todos.
—LALI, yo me voy… —informó GAS. Se acercó un poco más a ella, para que solo ella pudiera escuchar —Ve a hablar con él… sería bueno que le dijeras todo lo que me contaste a mí. Es hora de ser sincera, pequeña —ella lo miró y asintió. DALMAU miró a todos y esbozó una sonrisa —Hasta luego.
—Adiós —contestaron al unísono.
LALI tiró sus cosas sobre uno de los sillones y se encaminó hacia la cocina. GAS tenía mucha razón. Era hora de ser sincera con PETER…
Por fin se va a sincerar
ResponderEliminarAl fin! Masss
ResponderEliminarPaso mucho tiempo incomunicada y era obvio que estén preocupados, y peter a verla con gas estará que muere de cólera. Y siiii que se sinceren de una vez! Mas
ResponderEliminar