domingo, 7 de febrero de 2016

CAPITULO 61





He vuelto por ti.
PETER comenzó a toser, no pudo evitarlo, su garganta se había cerrado impidiéndole respirar o incluso pensar.
MERY se puso rápidamente de pie, y se acercó a él para palmear su espalda. Él se lo agradeció en silencio, pero la tos no la abandonó.
Ella corrió a buscar un poco de agua, pero él decidió ayudarse con el vino que residía en su vaso. El líquido, un tanto amargo, le recorrió la garganta, aliviando su ahogo. Apoyó el vaso con algo de fuerza sobre la mesa. La castaña volvió a sentarse frente a él, con rostro preocupado.
—¿Te sorprendí mucho? —preguntó ella.
—Sí… es decir no… en realidad demasiado.
—Sabía que sería así —sonrió levemente —Mi hermana me dijo que si no te desmayabas sería un milagro.
PETER se quedó en silencio, estaba en shock. Miró una vez más el anillo, y volvió la vista a MERY. ¿Casarse? ¿Ella quería casarse? ¿Cómo demonios habían terminado en eso?
—MERY, yo…
—No es necesario que me lo contestes ahora – lo interrumpió – Puedes pensarlo.
—Es que…
—No te digo que nos casemos ya, PETER —prosiguió —Podemos empezar a organizar todo con calma y casarnos dentro de cuatro o cinco meses.
—Es muy pronto —murmuró él más para sí mismo, que para ella. Pero no fue lo suficientemente bajo.
—Soy una estúpida —aseguró MERY.
—No, MER…
—Ya no me voy a seguir humillando ante ti, PETER…
—Me tomaste por sorpresa, ¿si? —trató de solucionar aquello —Han pasado muchas cosas en estos últimos meses… y me esperaba cualquier cosa, menos esto.
—¿No me amas? —preguntó ella.
Él no respondió al instante.
—Sabes que no es eso… hemos pasado por muchas crisis juntos…
—Entonces cásate conmigo —sentenció ella.
El portero eléctrico sonó, salvándolo. Agradeció en silencio, y se paró para responder.
—Está abierto —indicó sin siquiera preguntar quien era. En realidad no le importaba si era el mismísimo diablo, mientras le evitara tener que responderle a MERY.
—¿Quién era? —quiso saber ella.
—No sé —le respondió —Ahora seguramente va a subir.
Lo que sonaba ahora era el timbre. PETER salió de la cocina, esperando encontrarse con NICO, VICO o incluso LALI.
Abrió rápidamente la puerta y se encontró de frente con un hombre que estaba ataviado en un traje negro de etiqueta, a leguas se le notaba lo caro. No era más alto que PETER, pero si más rubio y sus ojos eran de un verde oscuro.
—¿Buscas a alguien? —preguntó el azulino.
—Sí, estoy buscando a LALI ESPOSITO —contestó e intentó mirar hacia el interior de la casa, pero PETER le impedía la vista.
—¿Para que la necesitas? —quiso saber con algo de recelo.
—Bien, me parece que primero tengo que presentarme. Yo soy…
—¿BENJAMI? —inquirió una voz femenina en la entrada de las escaleras.
Ambos hombres se giraron a ver, para encontrarse con una LALI casi tan blanca como una hoja de papel. El rubio sonrió.
—_LALI… —dijo y dio un paso hacia ella, pero esta retrocedió.
—No te me acerques —le advirtió. PETER los observó en silencio, tratando de entender quien era ese tipo —¿Qué haces aquí?
—Volví, encanto —respondió —Me di cuenta de que hice todo mal y volví por ti.
—Eres un cínico —aseguró ella sin poder creerlo.
—He hablado con tu abuelo, y me ha contado todo lo que ha pasado en estos meses que no estuve —miró hacia su vientre.
LALI se llevó las manos a la panza, horrorizada. Se sentía mareada y amenazada. ¿Qué demonios hacía él allí? Jamás se imaginó que iba a encontrarse a su ex en la puerta de la casa del hombre que la confundía tanto.
Estaba aturdida… verlo a JBENJAMI era como revivir la noche en la que él la había llamado y le había roto el corazón por teléfono.
Su corazón latía rápido, demasiado. Ella había amado a ese hombre, y hubiese dado todo por él. pero ahora nada quedaba de ese amor, y eso, en cierto modo, la lastimaba.
—¿Por qué volviste? —quiso saber —¿Se te terminó el dinero y pensaste que tal vez yo, la tonta LALI, iba a dártelo? Quiero que sepas, BENJAMI, ya no soy heredera de nada.
—Ya te lo dije, preciosa —sonrió —Volví por ti.
—Eres un enfermo —dijo LALI en un susurro.
—LALI, linda —comenzó a hablar él con calma. No había intentado acercarse a ella de nuevo – Sé por todo lo que has tenido que pasar desde que me fui…
—No, no tienes ni idea —le aseguró ella.
—Estoy realmente arrepentido —dijo con toda seriedad. LALI tenía muchas ganas de llorar, él no comprendía el dolor que le había causado —Por eso mismo, mi amor, estoy dispuesto a retomar lo nuestro —volvió a mirar su vientre —Yo puedo hacerme cargo de ese bebé, no me importa si no tiene mi sangre —ella lo miró con los ojos bien abiertos —Todo el mundo va a creer que sí es mío. Salvaré tu herencia, volverás a tus comodidades, a tu verdadera vida…
PETER, que hacía unos varios instantes había entendido quien era el rubio, pero se había mantenido en silencio solo para ver hasta donde llegaba, comenzó a ver todo rojo y la sangre le empezó a recorrer las venas con más fuerza.
—Eres un infeliz, BENJAMI —le aseguró LALI con las lágrimas a punto de resbalar de sus ojos.
BENJAMI se iba a acercar a ella, pero sintió un par de dedos tocando su hombro. Al darse vuelta, solo fue consciente del gran puño que aterrizó en medio de su rostro.
—¡No! —exclamó LALI horrorizada. MERY salió al escuchar el alboroto, y se encontró con su novio encima de un hombre.
—¡Ya para, PETER! —trató de detenerlo, pero era casi imposible, parecía poseído.
LANZANI tomó al rubio de la ropa y lo puso de pie. BENJAMI logró soltarse y retrocedió unos pasos. Y justo cuando PETER iba a arremeter de nuevo contra él, LALI se puso en su camino.
—Basta, por favor —le pidió angustiada.
PETER la miró agitado, su pecho subía y bajaba por la rabia que lo consumía. Dirigió su vista a BENJAMI, que se refugiaba detrás de la morena.
—¡Hijo de puta, tú no vas a hacerte cargo de mi hija! —le gritó.
BENJAMI se tocó el labio y luego miró sus dedos para encontrar un poco de su propia sangre allí. Sonrió levemente.
—Con que tú eres el padre… —miró a LALI —Mi amor, te hacía de mejores gustos.
PETER iba a lanzarse de nuevo hacia él, pero MERY lo sostenía de la cintura y LALI seguía frente a él.
—No más, PETER —murmuró la morena – BENJAMI… vamos a hablar a otro lugar.

—¡No! —gruñó el moreno.
AMADEO se acomodó el saco y paró erguidamente, para luego acercarse a las escaleras y comenzar a bajarlas.
—Yo estaré adentro —informó MERY y desapareció.
LALI levantó la vista hacia PETER, sintiéndose mucho peor que cuando había llegado y se había encontrado a BENJAMIN ahí. Ninguno dijo nada, hasta que ella decidió hablar.
—No tuviste que haber hecho eso —le dijo.
—Él no va a hacerse cargo de mi hija, LALI, ¿escuchaste? —dijo apretando los dientes.
Ella rió quedamente, fue lo único que pudo hacer… era eso o largarse a llorar como una estúpida.
—Se nota que no me conoces —meneó la cabeza decepcionada. Sus palabras la lastimaron, porque ella jamás sería capaz de hacer una cosa así.
—Puedes hacer lo que quieras con él, pero que no se meta con mi hija…
—Yo sé que hacer con la vida de mi bebé, PETER —aseguró clavándole la mirada decidida, aunque se estaba desmoronando por dentro —Y sé perfectamente que hacer con la mía… ¿Tú sabes que hacer con la tuya? —PETER no respondió nada —Eso me imaginaba, PETER.
Él observó como ella se iba, y tuvo muchas ganas de romper todo. Decididamente las cosas entre ellos jamás podrían estar del todo bien, siempre iba a haber algún problema. Y la verdad era que no estaba seguro de poder con eso.
Ingresó a su casa y cerró la puerta con fuerza. MERY estaba sentada en uno de los sillones, y lo miró de manera inquisidora.
—MERY —la llamó.
—¿Qué? —preguntó ella.
—Acepto casarme contigo.

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