Casi me matas’
MERY cerró la puerta de su casa y luego se giró a verlo. Desde hacía dos meses que no tenía contacto con él. PABLO se había alejado de repente. Sin darle motivos o explicaciones. Para ella eso era perfecto porque ya no tenía que preocuparse por él.
—Es extraño verte —le habló luego de unos segundos.
—Lo sé —asintió él....
—Toma asiento —le pidió —¿Quieres tomar algo?
—No, gracias —sonrió él levemente —Solo vine para que hablemos.
Ella asintió y se sentó frente a él.
—Bueno, te escucho.
—MERY, necesito que me digas la verdad…
—¿De qué? —preguntó al instante.
—¿No recuerdas nada de lo que sucedió antes de que estuvieras internada?
Ella se quedó en silencio, mirándolo fijamente a los ojos. Luego apartó la mirada y se puso de pie. PABLO la observó caminar pensativa de aquí para allá. Sabía que ella estaba mintiendo sobre todo desde que había despertado. Lo presentía.
—¿Qué es lo que realmente quieres, PABLO? —le dijo al fin, volviendo a mirarlo.
—Fui yo el que te encontró aquí, MERY —dijo él. Los ojos de la castaña se abrieron sorprendidos.
—No… no sé de que estás hablando —dijo nerviosa.
PABLO se puso de pie y se acercó a ella en un instante. La tomó de las muñecas y las hizo girar para que estuvieran a la vista. Unas largas líneas sobresalían de ambos lados. Aun estaban rojizas por ser tan recientes. Él la miró a los ojos.
—Sí lo sabes, MERY —dijo muy seguro —Sabes lo que hiciste, sabes que intentas matarte luego de que PETER te dejara…
La vio tragar saliva, sus pupilas estaban dilatadas y su respiración comenzó a acelerarse.
—Suéltame, PABLO —le exigió e intentó salir de su agarre. Pero él la tomó con más fuerza, atrayéndola hacia él.
—No tienes ni idea de lo que sentí cuando te encontré tirada rodeada de sangre —murmuró con los ojos humedecidos —Pensé que estabas muerta, MERY, ¿Por qué lo hiciste?
Ella logró soltarse y se alejó de él rápidamente, frotándose las muñecas.
—Una vez te dije que prefería morir antes que dejar a PETER…
—¿No te das cuenta de que no te ama?
—¡No me importa! —exclamó perdiendo el control —No me importa si tengo que tenerlo de esa manera, PABLO.
—Yo te amo…
—¡Cállate! —gritó tapándose los oídos – No puedes amarme, PABLO…
—Sí que lo hago, bonita —murmuró y dio unos pasos hacia ella —Y te amo de verdad, desde aquí —se tocó el pecho —Jamás te lastimaría, ni jugaría con tus sentimientos. PETER tiene su vida en otro lado, y lo sabes…
—_LALI solo tiene un bebé…
—Pero es de ambos, y ha logrado unirlos de una manera que no te imaginas —sonrió con pesar. MERY negó con la cabeza —¿Dónde está él ahora?
—Fue a verla —contestó.
Él le había dicho la verdad esa mañana antes de partir en su coche. Iría a verla, ya que LALI se había hacia dos meses al campo de su familia. La noticia no le cayó para nada bien, pero aceptó con una pequeña sonrisa. Aunque ella dijera que no, él iría igual.
—¿Por qué finges que no recuerdas nada?
—Porque así él se quedará conmigo, y nos casaremos.
—¿Qué piensas que pasará cuando sepa la verdad, MERY? La verdad sobre esto, la verdad sobre nosotros…
—Voy a odiarte por el resto de mi vida, si te atreves a decirle, PABLO, y voy a volver a intentar terminar con mi vida.
Él maldijo entre dientes. Se pasó una mano entre el cabello y se acercó a ella.
—Cuando te des cuenta de cómo son las cosas, sabes donde buscarme, MER —le dijo. Se inclinó y la besó suavemente en los labios. Ella alejó la cabeza hacia atrás.
—Eso no pasará, POLI —le aseguró. Él sonrió levemente.
—Ya lo veremos.
Se fue de allí, dejando a MERY con el corazón acelerado. Miró a su alrededor y buscó su celular. Iba a llamar a PETER para saber que estaba haciendo con la maldita embarazada.
La brisa de la tarde los envolvía mientras ambos estaban sentados en aquella antigua mecedora que colgaba del porche trasero de la casa. Habían recorrido todo el lugar, tomados de la mano. LALI le contaba cada historia y anécdota que había vivido allí de niña. PETER la escuchaba con atención y reía de vez en cuando.
Después de un buen rato decidieron sentarse a descansar, y que mejor lugar que la mecedora blanca. El sol se filtraba entre los árboles, llegando hasta allí con suma delicadeza. LALI estaba recostada contra el costado de PETER, apoyando la cabeza en su hombro. Él los hamacaba con sus pies. Ese lugar estaba lleno de paz. Allí no había problemas.
—Viviría así por siempre —habló él. LALI sonrió.
—Sí, es muy tranquilo. Es perfecto —dijo. El canto de un pájaro llamó su atención. Ella trató de buscarlo con la mirada pero no había nada allí —¿Cuándo es la boda?
Él cerró los ojos. No quería hablar de ello. Pensar en que iba a casarse con MERY, de alguna forma le daba pánico.
—No lo sé con exactitud… ella es la que se encarga de todo.
—¿Estás asustado? —quiso saber mientras con una mano le acariciaba el pecho.
—¿Tú que crees? —inquirió algo divertido —Me da pánico, LALI. Y sé que ese día voy a decir que no frente al altar.
Ella se quedó en silencio pensando un poco en aquello. Se imaginó la escena. Una iglesia llena de personas. PETER parado frente al altar, con NICO y su padre parados detrás de él, haciendo de padrinos. La música nupcial comenzaría a sonar, entonces la novia se asomaría. Pero la novia no era MERY. Era ella. Todo el mundo se puso de pie y le entregaban sonrisas llenas de felicidad mientras ella iba colgada del brazo de MARIANO. Miró entre los invitados y divisó a sus compañeras y amigas de la universidad, un par de profesores y más conocidos. Todos sonreían a la flamante novia. Volvió la vista al frente y cada vez estaba más cerca del novio. Se veía tan hermoso, con el cabello peinado hacia atrás, dejando ver aun más sus perfectos ojos azules. Cuando llegó hasta él, MARIANO miró a PETER y le dijo que la cuidara. El azulino le sonrió y le juró que lo haría con su vida. Se miraron fijo, mientras la magia a su alrededor los envolvía.
—¿LALI? —la llamó él.
La morena sacudió la cabeza y se incorporó un poco. PETER la miró extrañado.
—Lo siento —se disculpó —Me metí demasiado en mis pensamientos…
Él sonrió levemente y se puso de pie. Le tendió una mano.
—Vamos a dentro… empezó a refrescar, no quiero que te enfermes.
LALI asintió y tomó su mano. Pero cuando se levantó un punzante dolor la dejó totalmente paralizada. La respiración abandonó su cuerpo. Cerró los ojos con fuerza.
—¡LAI! —exclamó Zayn al instante tomándola de los hombros —¿Qué sucede, mi amor? ¿Qué pasa?
Ella trató de pensar con claridad mientras el dolor aumentaba en su vientre. Intentó sentarse, pero PETER la alzó en brazos al instante y entró corriendo con ella a la casa. Llamó a los gritos a Tina, quien apareció tras él al instante.
—¡¿Qué pasó?! —preguntó nerviosa mientras LALIse retorcía de dolor en los brazos de PETER y maldecía entre dientes.
—No lo sé —dijo él entrando en pánico —Voy a llevarla a su habitación. Necesito que llames al doctor DALMAU y me lo pases.
—Enseguida —aseguró y se fue corriendo hacia la cocina.
PETER corrió hacia el cuarto y apoyó a LALI en la cama. Ella se colocó rápidamente en posición fetal. Él se inclinó a su lado y comenzó a acariciar sus cabellos y a murmurarle palabras tranquilizadoras. La morena mantuvo los ojos fuertemente cerrados y respiraba trabajosamente. El dolor comenzaba a dimitir.
—LALI, mi amor, ¿Qué pasa? —preguntó él. Ella no dijo nada, no podía hablar, estaba aterrada. Su bebé no podía nacer aun, no. Tina entró al cuarto echa un rayo. Le tendió el teléfono a PETER.
—¡DALMAU! —exclamó angustiado —DALMAU, no sé que le pasa… se puso de pie y de repente un dolor la invadió…
—Tranquilo, PETER —lo calmó él —Primero debes mantener la calma, así LALI puede calmarse también.
—Está bien, está bien —asintió y la miró —Pero necesito ayuda…
—Pregúntale como fue el dolor —pidió. LANZANI se acercó un poco más a LALI.
—Amor —le acarició la frente —Necesito saber como fue el dolor.
LALI respiró profundamente y sin abrir los ojos le describió con voz agitada lo que había sentido al ponerse de pie.
—Bien —asintió GAS —No hay nada que temer… es solo que ALLEGRITA se ha revelado contra su madre…
—¿Qué? —inquirió PETER confundido.
—Verás, PETER, cuando un embarazo ya está avanzado, como lo es el de LALI, los bebés comienzan a ponerse exigentes. Y cuando algo no les gusta, resuelven llamar la atención contrayendo el útero de sus madres, poniéndolos duros como rocas. Es muy parecido a una contracción pero no llega a ser una…
—Entonces, ¿no va a nacer, verdad? —inquirió aun asustado.
—No, aun no —rió GAS levemente —Solo que LALI debe dejar de moverse tanto de aquí para allá y tirarse en una cama con las piernas levantadas. Eso les agradas a los bebés.
—Bien —asintió PETER —Yo mismo me encargaré de que no vuelva a salir de esta cama. Muchas gracias, DALMAU.
—No es nada, PETER —aseguró —Ahora te dejo y cualquier cosa llámame.
—Así será. Adiós.
Colgó y miró a la morena una vez más. Sus ojos seguía cerrados, pero su respiración era más suave.
—No hace falta que me digas nada —murmuró ella —Sé lo que ha pasado, GAS me lo dijo… He hecho enojar a nuestra hija.
—Exactamente —asintió PETER —Y a mí casi me matas.
Al fin abrió los ojos y lo miró. Se acomodó boca arriba y levantó la mano para acariciar su mandíbula.
—Lo siento, no fue mi intención —aseguró. Tina entró corriendo al cuarto con un vaso de agua. Se lo entregó a LALI.
—¿Qué le dije yo? —preguntó la mujer —Te dije que tu bebé iba a revelarse.
—Lo sé, lo sé —asintió —Pero ya pasó… ahora cumpliré más sus demandas. Pero aun así no voy a quedarme todo el día encerrada, no señor.
—Bueno, no todo el día… pero sí lo que queda de esta tarde. Yo ayudaré a Tina a preparar la cena mientras tú duermes un rato, ¿quieres?
LALI miró a su ama de llaves. Al instante la mujer comprendió que necesitaban estar solos. Se disculpó y salió de allí.
PETER la miró fijo por incontables segundos, y cuando ella estuvo a punto de decir algo, gimió de dolor una vez más y volvió a aquella posición fetal. Él se inclinó a su lado.
—Duele —murmuró ella con voz ahogada.
PETER levantó la mano y tocó su vientre. Parecía una roca. Hizo que LALI se acomodará de costado y levantó la remera dejando la piel al descubierto. Apoyó las manos allí.
—Princesa… hija —le habló y comenzó a acariciar el vientre —Yo sé que estás molesta con mami porque ha estado caminando todo el día, pero no debes ponerte así, cariño. Prometo que voy a hacer que LALI camine menos cada día, así estás más cómoda —acercó el rostro hasta que su nariz tocó el ombligo —Papi está aquí, debes relajarte. Mamá ya aprendió su lección…
Para la sorpresa de LALI la panza comenzó a relajarse, el dolor punzante ahora era un simple recuerdo en sus músculos. Miró a PETER levantando un poco la cabeza.
—Eres increíble —le aseguró. Él sonrió orgulloso de sí mismo y se puso de pie hasta que su rostro quedó cerca del de ella.
—Lo sé, soy encantador —dijo pegado a sí mismo. LALI se recostó contra las almohadas y elevó los brazos para rodear su cuello.
—Te amo, PETER —le dijo.
El corazón de él dejó de latir en ese preciso momento, mientras estaba perdido en sus ojos, mientras aquellas preciosas palabras inundaban su cerebro y su alma. Se inclinó y capturó sus labios, acarició su rostro. Se apartó solo un poco.
—Yo también te amo, hermosa.
MERY cerró la puerta de su casa y luego se giró a verlo. Desde hacía dos meses que no tenía contacto con él. PABLO se había alejado de repente. Sin darle motivos o explicaciones. Para ella eso era perfecto porque ya no tenía que preocuparse por él.
—Es extraño verte —le habló luego de unos segundos.
—Lo sé —asintió él....
—Toma asiento —le pidió —¿Quieres tomar algo?
—No, gracias —sonrió él levemente —Solo vine para que hablemos.
Ella asintió y se sentó frente a él.
—Bueno, te escucho.
—MERY, necesito que me digas la verdad…
—¿De qué? —preguntó al instante.
—¿No recuerdas nada de lo que sucedió antes de que estuvieras internada?
Ella se quedó en silencio, mirándolo fijamente a los ojos. Luego apartó la mirada y se puso de pie. PABLO la observó caminar pensativa de aquí para allá. Sabía que ella estaba mintiendo sobre todo desde que había despertado. Lo presentía.
—¿Qué es lo que realmente quieres, PABLO? —le dijo al fin, volviendo a mirarlo.
—Fui yo el que te encontró aquí, MERY —dijo él. Los ojos de la castaña se abrieron sorprendidos.
—No… no sé de que estás hablando —dijo nerviosa.
PABLO se puso de pie y se acercó a ella en un instante. La tomó de las muñecas y las hizo girar para que estuvieran a la vista. Unas largas líneas sobresalían de ambos lados. Aun estaban rojizas por ser tan recientes. Él la miró a los ojos.
—Sí lo sabes, MERY —dijo muy seguro —Sabes lo que hiciste, sabes que intentas matarte luego de que PETER te dejara…
La vio tragar saliva, sus pupilas estaban dilatadas y su respiración comenzó a acelerarse.
—Suéltame, PABLO —le exigió e intentó salir de su agarre. Pero él la tomó con más fuerza, atrayéndola hacia él.
—No tienes ni idea de lo que sentí cuando te encontré tirada rodeada de sangre —murmuró con los ojos humedecidos —Pensé que estabas muerta, MERY, ¿Por qué lo hiciste?
Ella logró soltarse y se alejó de él rápidamente, frotándose las muñecas.
—Una vez te dije que prefería morir antes que dejar a PETER…
—¿No te das cuenta de que no te ama?
—¡No me importa! —exclamó perdiendo el control —No me importa si tengo que tenerlo de esa manera, PABLO.
—Yo te amo…
—¡Cállate! —gritó tapándose los oídos – No puedes amarme, PABLO…
—Sí que lo hago, bonita —murmuró y dio unos pasos hacia ella —Y te amo de verdad, desde aquí —se tocó el pecho —Jamás te lastimaría, ni jugaría con tus sentimientos. PETER tiene su vida en otro lado, y lo sabes…
—_LALI solo tiene un bebé…
—Pero es de ambos, y ha logrado unirlos de una manera que no te imaginas —sonrió con pesar. MERY negó con la cabeza —¿Dónde está él ahora?
—Fue a verla —contestó.
Él le había dicho la verdad esa mañana antes de partir en su coche. Iría a verla, ya que LALI se había hacia dos meses al campo de su familia. La noticia no le cayó para nada bien, pero aceptó con una pequeña sonrisa. Aunque ella dijera que no, él iría igual.
—¿Por qué finges que no recuerdas nada?
—Porque así él se quedará conmigo, y nos casaremos.
—¿Qué piensas que pasará cuando sepa la verdad, MERY? La verdad sobre esto, la verdad sobre nosotros…
—Voy a odiarte por el resto de mi vida, si te atreves a decirle, PABLO, y voy a volver a intentar terminar con mi vida.
Él maldijo entre dientes. Se pasó una mano entre el cabello y se acercó a ella.
—Cuando te des cuenta de cómo son las cosas, sabes donde buscarme, MER —le dijo. Se inclinó y la besó suavemente en los labios. Ella alejó la cabeza hacia atrás.
—Eso no pasará, POLI —le aseguró. Él sonrió levemente.
—Ya lo veremos.
Se fue de allí, dejando a MERY con el corazón acelerado. Miró a su alrededor y buscó su celular. Iba a llamar a PETER para saber que estaba haciendo con la maldita embarazada.
La brisa de la tarde los envolvía mientras ambos estaban sentados en aquella antigua mecedora que colgaba del porche trasero de la casa. Habían recorrido todo el lugar, tomados de la mano. LALI le contaba cada historia y anécdota que había vivido allí de niña. PETER la escuchaba con atención y reía de vez en cuando.
Después de un buen rato decidieron sentarse a descansar, y que mejor lugar que la mecedora blanca. El sol se filtraba entre los árboles, llegando hasta allí con suma delicadeza. LALI estaba recostada contra el costado de PETER, apoyando la cabeza en su hombro. Él los hamacaba con sus pies. Ese lugar estaba lleno de paz. Allí no había problemas.
—Viviría así por siempre —habló él. LALI sonrió.
—Sí, es muy tranquilo. Es perfecto —dijo. El canto de un pájaro llamó su atención. Ella trató de buscarlo con la mirada pero no había nada allí —¿Cuándo es la boda?
Él cerró los ojos. No quería hablar de ello. Pensar en que iba a casarse con MERY, de alguna forma le daba pánico.
—No lo sé con exactitud… ella es la que se encarga de todo.
—¿Estás asustado? —quiso saber mientras con una mano le acariciaba el pecho.
—¿Tú que crees? —inquirió algo divertido —Me da pánico, LALI. Y sé que ese día voy a decir que no frente al altar.
Ella se quedó en silencio pensando un poco en aquello. Se imaginó la escena. Una iglesia llena de personas. PETER parado frente al altar, con NICO y su padre parados detrás de él, haciendo de padrinos. La música nupcial comenzaría a sonar, entonces la novia se asomaría. Pero la novia no era MERY. Era ella. Todo el mundo se puso de pie y le entregaban sonrisas llenas de felicidad mientras ella iba colgada del brazo de MARIANO. Miró entre los invitados y divisó a sus compañeras y amigas de la universidad, un par de profesores y más conocidos. Todos sonreían a la flamante novia. Volvió la vista al frente y cada vez estaba más cerca del novio. Se veía tan hermoso, con el cabello peinado hacia atrás, dejando ver aun más sus perfectos ojos azules. Cuando llegó hasta él, MARIANO miró a PETER y le dijo que la cuidara. El azulino le sonrió y le juró que lo haría con su vida. Se miraron fijo, mientras la magia a su alrededor los envolvía.
—¿LALI? —la llamó él.
La morena sacudió la cabeza y se incorporó un poco. PETER la miró extrañado.
—Lo siento —se disculpó —Me metí demasiado en mis pensamientos…
Él sonrió levemente y se puso de pie. Le tendió una mano.
—Vamos a dentro… empezó a refrescar, no quiero que te enfermes.
LALI asintió y tomó su mano. Pero cuando se levantó un punzante dolor la dejó totalmente paralizada. La respiración abandonó su cuerpo. Cerró los ojos con fuerza.
—¡LAI! —exclamó Zayn al instante tomándola de los hombros —¿Qué sucede, mi amor? ¿Qué pasa?
Ella trató de pensar con claridad mientras el dolor aumentaba en su vientre. Intentó sentarse, pero PETER la alzó en brazos al instante y entró corriendo con ella a la casa. Llamó a los gritos a Tina, quien apareció tras él al instante.
—¡¿Qué pasó?! —preguntó nerviosa mientras LALIse retorcía de dolor en los brazos de PETER y maldecía entre dientes.
—No lo sé —dijo él entrando en pánico —Voy a llevarla a su habitación. Necesito que llames al doctor DALMAU y me lo pases.
—Enseguida —aseguró y se fue corriendo hacia la cocina.
PETER corrió hacia el cuarto y apoyó a LALI en la cama. Ella se colocó rápidamente en posición fetal. Él se inclinó a su lado y comenzó a acariciar sus cabellos y a murmurarle palabras tranquilizadoras. La morena mantuvo los ojos fuertemente cerrados y respiraba trabajosamente. El dolor comenzaba a dimitir.
—LALI, mi amor, ¿Qué pasa? —preguntó él. Ella no dijo nada, no podía hablar, estaba aterrada. Su bebé no podía nacer aun, no. Tina entró al cuarto echa un rayo. Le tendió el teléfono a PETER.
—¡DALMAU! —exclamó angustiado —DALMAU, no sé que le pasa… se puso de pie y de repente un dolor la invadió…
—Tranquilo, PETER —lo calmó él —Primero debes mantener la calma, así LALI puede calmarse también.
—Está bien, está bien —asintió y la miró —Pero necesito ayuda…
—Pregúntale como fue el dolor —pidió. LANZANI se acercó un poco más a LALI.
—Amor —le acarició la frente —Necesito saber como fue el dolor.
LALI respiró profundamente y sin abrir los ojos le describió con voz agitada lo que había sentido al ponerse de pie.
—Bien —asintió GAS —No hay nada que temer… es solo que ALLEGRITA se ha revelado contra su madre…
—¿Qué? —inquirió PETER confundido.
—Verás, PETER, cuando un embarazo ya está avanzado, como lo es el de LALI, los bebés comienzan a ponerse exigentes. Y cuando algo no les gusta, resuelven llamar la atención contrayendo el útero de sus madres, poniéndolos duros como rocas. Es muy parecido a una contracción pero no llega a ser una…
—Entonces, ¿no va a nacer, verdad? —inquirió aun asustado.
—No, aun no —rió GAS levemente —Solo que LALI debe dejar de moverse tanto de aquí para allá y tirarse en una cama con las piernas levantadas. Eso les agradas a los bebés.
—Bien —asintió PETER —Yo mismo me encargaré de que no vuelva a salir de esta cama. Muchas gracias, DALMAU.
—No es nada, PETER —aseguró —Ahora te dejo y cualquier cosa llámame.
—Así será. Adiós.
Colgó y miró a la morena una vez más. Sus ojos seguía cerrados, pero su respiración era más suave.
—No hace falta que me digas nada —murmuró ella —Sé lo que ha pasado, GAS me lo dijo… He hecho enojar a nuestra hija.
—Exactamente —asintió PETER —Y a mí casi me matas.
Al fin abrió los ojos y lo miró. Se acomodó boca arriba y levantó la mano para acariciar su mandíbula.
—Lo siento, no fue mi intención —aseguró. Tina entró corriendo al cuarto con un vaso de agua. Se lo entregó a LALI.
—¿Qué le dije yo? —preguntó la mujer —Te dije que tu bebé iba a revelarse.
—Lo sé, lo sé —asintió —Pero ya pasó… ahora cumpliré más sus demandas. Pero aun así no voy a quedarme todo el día encerrada, no señor.
—Bueno, no todo el día… pero sí lo que queda de esta tarde. Yo ayudaré a Tina a preparar la cena mientras tú duermes un rato, ¿quieres?
LALI miró a su ama de llaves. Al instante la mujer comprendió que necesitaban estar solos. Se disculpó y salió de allí.
PETER la miró fijo por incontables segundos, y cuando ella estuvo a punto de decir algo, gimió de dolor una vez más y volvió a aquella posición fetal. Él se inclinó a su lado.
—Duele —murmuró ella con voz ahogada.
PETER levantó la mano y tocó su vientre. Parecía una roca. Hizo que LALI se acomodará de costado y levantó la remera dejando la piel al descubierto. Apoyó las manos allí.
—Princesa… hija —le habló y comenzó a acariciar el vientre —Yo sé que estás molesta con mami porque ha estado caminando todo el día, pero no debes ponerte así, cariño. Prometo que voy a hacer que LALI camine menos cada día, así estás más cómoda —acercó el rostro hasta que su nariz tocó el ombligo —Papi está aquí, debes relajarte. Mamá ya aprendió su lección…
Para la sorpresa de LALI la panza comenzó a relajarse, el dolor punzante ahora era un simple recuerdo en sus músculos. Miró a PETER levantando un poco la cabeza.
—Eres increíble —le aseguró. Él sonrió orgulloso de sí mismo y se puso de pie hasta que su rostro quedó cerca del de ella.
—Lo sé, soy encantador —dijo pegado a sí mismo. LALI se recostó contra las almohadas y elevó los brazos para rodear su cuello.
—Te amo, PETER —le dijo.
El corazón de él dejó de latir en ese preciso momento, mientras estaba perdido en sus ojos, mientras aquellas preciosas palabras inundaban su cerebro y su alma. Se inclinó y capturó sus labios, acarició su rostro. Se apartó solo un poco.
—Yo también te amo, hermosa.
Haaa q romaticos.... SEGUI POR FAVOR
ResponderEliminarMe CAGE!! MASSS
ResponderEliminarHayyyyyy moriii
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