viernes, 5 de febrero de 2016

CAPITULO 54


 Celos, celos, celos.

PETER se detuvo frente a la casa de MERY. Ella se giró a verlo y le sonrió. Él también lo hizo, pero con cierta tensión.
—Esta noche iré a tu casa —le informó ella.
—Bien, ¿vendrás a comer? —preguntó....
—Sí, a eso de las nueve estaré por ahí —asintió. Se acercó a él y lo besó cortamente en los labios —Te amo.
—Y yo… —murmuró.
MERY le sonrió una vez más y se bajó. Aparentando una calma que no tenía, él esperó a que ella ingresara a su casa. Cuando estuvo totalmente solo, soltó un suspiro y apoyó la frente en el volante. Las cosas comenzaban a calmarse, y era lo mejor para todos.
Luego de unos cuantos segundos tratando de calmarse a sí mismo, prendió marcha. A diferencia de él, MERY no vivía a las afueras de la cuidad. Ella estaba muy cerca del centro, y PETER odiaba con su alma esa zona. Dobló en una esquina, llegando a una cuadra totalmente congestionada de autos. Maldijo y golpeó su guantera. El ruido de la cuidad despertó un repentino mal humor en él.
¿Qué le pasaba? ¿Por qué actuaba así? Era solo una cuidad, era solo lo cotidiano.
Entonces lo supo. Estaba así porque no estaba siendo sincero con MERY, ni con él mismo, ni con LALI. Sí seguía adelante con todo, no solo lastimaría a su novia y a la madre de su hijo, sino que a él mismo.
De repente lo invadieron unas terribles ganas de llegar pronto a su casa y ver si ella ya había llegado. Necesitaba hablar con ella, necesitaba descubrir que era lo que pasaba entre ellos. Decidió calmarse de verdad, poniéndose así no llegaría a ningún lado.
Su mirada se distrajo con la vereda, mientras esperaba paciente a que el semáforo cambiara. La gente caminaba apurada, empujándose acelerada, porque la hora del almuerzo se les pasaba volando. Entonces su vista se posó en una pareja que estaba sentada dentro de un bar, pegada al gran ventanal. Ambos reían mientras compartían una enorme copa de helado. PETER los observó por incontables segundos, la mujer le resultaba demasiado familiar. Hasta que pudo reconocerla. No, no podía ser ella. ¿Era ella? ¿Realmente era ella?
Sacudió la cabeza y volvió a mirarlos. Maldita sea, sí era ella. Miró al hombre, y solo le llevó medio segundo más saber quien era. El agradable y demasiado amable Doctor DALMAU. Su respiración comenzó a agitarse, la sangre le hirvió, las ganas de romper algo lo invadieron.
Él le hablaba y ella lo escuchaba muy animadamente, y sonreía por todo. Al parecer el doctor acababa de decir algo muy gracioso, porque ella estalló en carcajadas. Luego, sin dejar de reír, estiró la mano, y tomó la de él que estaba sobre la mesa.
La ira invadió a PETER y sin pensarlo dos veces se desabrochó en cinturón para poder bajar y golpear a ese mal nacido…
Las bocinas lo sacaron de su cólera, miró hacia atrás y una larga fila de autos esperaba furiosos a que él arrancara. Miró de nuevo al frente y vio que el semáforo ya había cambiado.
Miró una vez más al bar. LALI seguía sonriendo. Maldijo entre dientes y arrancó.
Aceleró tanto que estuvo a punto de pisar a un hombre que caminaba con un enorme carro lleno de bolsas. Escuchó el insulto que le profirió, y estuvo a punto de detenerse, bajar y golpearlo, solo para aplacarse. Pero no lo hizo. Solo siguió manejando, como si lo llevara el diablo. La imagen de LALI con su doctor se repetía una y otra vez en su mente. Jamás en su vida había sentido algo parecido a eso. El verla tocando a otro, había sido como recibir un puñetazo en medio del estomago. Aun respiraba algo agitado.
Se puso a pensar un momento en aquello… Ella le había mentido. Supuestamente había ido con AGUS, pero no estaba con él.
Tal vez estaba en el baño…
La voz de su conciencia resonó. No, no estaba en el baño.
¿Porque entonces por qué no le dijo que también iría su doctor? ¿Acaso tenía algo con él? ¿Por qué no se lo había dicho? Si mal no recordaba, ella le había casi gritado… No, no, no, le había gritado que no quería enamorarse, que no volvería a hacerlo.
Sacudió la cabeza de nuevo, tal vez se estaba apresurando demasiado. Tal vez el doctor era solo un amigo. Entonces ¿Por qué no le había contado nada?
Casi echando humo por las orejas se detuvo frente a su casa y bajó. Dio un firme portazo al auto y caminó hacia el taller.
Al entrar, se dirigió directamente a un auto, y sin siquiera sacarse el abrigo comenzó a arreglarlo.
NICO se incorporó del suelo, en donde estaba buscando un tornillo que se le había caído, al escuchar un ruido. Frunció el ceño al ver a PETER allí, con la cabeza metida en el capot.
—Oye, ¿Qué haces? —le preguntó.
PETER no contestó, y con enojo siguió atornillando. NICO resopló y se acercó, hasta colocarse a su lado. Se inclinó para poder mirarlo a la cara. LANZANI estaba tan rojo como un tómate, parecía a punto de explotar. NICO sonrió.
—No sonrías, maldita sea —dijo entre dientes el moreno.
—Es que tendrías que ver tu cara —aseguró divertido RIERA.
PETER se incorporó y miró a su alrededor. Frunció el ceño y suspiró.
—¿Dónde está PABLO? —preguntó por su primo, ya que no lo veía por ningún lado.
—Se fue —contestó NICO —Dijo que tenía que hacer un par de cosas.
—Maldita sea, necesito un baño —dijo y soltó las herramientas para dirigirse a las escaleras de su casa.
—¿Qué pasó con MERY? —le preguntó su amigo.
—Todo está bien —dijo sin dejar de caminar.
—Entonces, ¿Por qué estás tan enojado? —quiso saber.
—No estoy enojado —le aseguró.
—LANZANI, te conozco —dijo divertido. PETER se detuvo y se giró a verlo.
—Cuando llegue LALI, avísame —le pidió y volvió a caminar.
NICO apretó los labios para no reírse, mientras escuchaba los fuertes pasos de PETER al subir las escaleras. Al parecer los problemas con MERY no eran nada con los que tenía con LALI.

LALI rió divertida al terminar de escuchar en chiste por parte de su primo. El auto se detuvo y EUGE giró la cabeza para mirarlos. Acababan de dejar a Antonieta en su casa. Habían pasado toda la tarde los cuatro juntos, viendo y apreciando las obras de arte de la hermana de DALMAU. Luego él se había ofrecido a llevarlos. Al principio LALI se había negado, pero ante la insistencia de Antonieta, accedió.
—Ese fue uno de los peores chistes que escuché en mi vida —le aseguró GAS divertido. Más que nada reía por la risa de LALI.
—Claro que no —aseguró Jonas sin dejar de reír —A LALI le pareció genial.
—No, espera —dijo ella entre risas —Sin duda es el peor chiste del mundo, pero… pero por algún motivo me resulta extremadamente gracioso.
AGUS miró la hora en su reloj y maldijo entre dientes.
—Siento tener que arruinar la diversión, pero ya debemos bajar, Luciérnaga. Le prometí a CANDE que iríamos al cine.
—Oh por Dios, vamos —dijo ella.
SIERRA estiró la mano hacia delante para saludar a GAS.
—Un placer conocerte, GAS —le aseguró —Me alegro de que mi prima tenga como doctor a alguien tan profesional.
—Muchas gracias —sonrió el rubio —Y el gusto fue mío.
AGUS abrió la puerta y se bajó. GAS miró a LALI.
—Muchas gracias por traernos —habló ella.
—No es nada —aseguró despreocupado. Miró hacia fuera, para ver como SIERRA hablaba efusivamente por teléfono —¿No le has dicho que va a tener una sobrinita?
Ella negó ansiosamente y también miró hacia fuera. Desde que se habían encontrado con GAS, se había olvidado de todo el drama y los problemas. Se sentía feliz con la hermosa noticia que él le había dado.
—No, un no le dije nada. Primero quiero que PETER lo sepa —dijo contenta.
—Te apuesto lo que quieras que se va a poner loco de contento… Y puede que algo más protector. Los hombres tienden a creer que cuando el bebé es una niña, el embarazo es más delicado y frágil.
—¿Más protector? —inquirió —Que Dios me ayude.
Ambos rieron.
—No olvides que tienes mi número por cualquier emergencia —le recordó. Ella asintió levemente —Y por favor no dejes de comer.
—No lo haré —aseguró y se acercó un poco para poder besar su mejilla. Cuando se alejó, GAS la miraba algo confundido. Ella volvió a sonreír – Gracias por todo.
—Ya dije que no es nada —dijo pensativo.
—Hasta luego —se despidió ella y se bajó.
Vio como el auto de DALMAU arrancaba y se giró a ver a su primo que acababa de colgar. GAS suspiró.
—GAS está por asesinarme —le contó él —Dice que hace horas que está esperándome.
—Solo exagera —dijo ella divertida.
—Bueno, ya me voy, Luciérnaga —se acercó a ella y besó su frente, para luego abrazarla contra su pecho —Me divertí mucho contigo hoy. Debemos repetir más salidas.
—Claro que sí —dijo ella y se apretó más con su pecho.
—Me cayó muy bien tu doctor… Si no fuera por PETER te diría que salgas con él.
Ella lo soltó y se alejó para mirarlo a la cara.
—¿Qué tiene que ver PETER? —le preguntó. AGUS sonrió, y le besó la mano para comenzar a alejarse.
—No importa…
—AGUSTIN SIERRA, ven aquí.
Él rió sin dejar de alejarse.
—Entra ya que hace frío. Luego te llamo.
—¡Me las vas a pagar! —le aseguró alzando la voz mientras se acercaba a la puerta de la casa. Miró la hora en su celular y se sorprendió al ver que ya eran las seis de la tarde.
¡Había estado casi todo el día fuera!
Soltando un suspiro se acercó a abrir la puerta, pero luego miró la del taller. Esa estaba abierta, así que caminó hacia allí. Al entrar no divisó a nadie, hasta que repentinamente NICO se incorporó.
—Hola, enana —le sonrió mientras se secaba las manos con una toalla. NICO siempre sonreía con picardía —¿Cómo estás? ¿Cómo te fue?
—Muy bien, NICO —se acercó a él y lo saludó —Lo pase lindo, me divertí.
—Me alegro mucho.
—¿PETER está? —le preguntó.
—Sí, creo que estaba dormido.
Ella sonrió.
—Voy a verlo.
—Yo que tú primero veo como está su humor.
—¿Por qué? —preguntó frunciendo el ceño.
—Llegó medio exaltado… Fue a ver a MERY para terminar de ‘hablar’
Una perfecta o se formó en los labios de LALI. Le sonrió una vez más a NICO y se acercó a las escaleras
—Entonces tendré cuidado de no enojarlo más… Gracias por la información.

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