El accidente.
PETER cerró la puerta con cuidado para no despertarla. Luego de haber
compartido aquella hermosa frase, habían compartido varios besos y
suaves caricias, mientras ella se acurrucaba contra él. Se había quedado
dormida a la mitad de una anécdota que él le estaba contando sobre su
infancia. La observó unos cuantos minutos dormir, y luego decidió
levantarse para charlar co...n Tina. Necesitaba averiguar un par de cosas sobre ALEJO ESPOSITO.
Soltó un suspiro cuando la puerta estuvo cerrada. Era increíble todo lo
que esa mujer y esa panza le hacían sentir. Comenzó a caminar hacia la
cocina y tocó sus bolsillos en busca de su celular, pero recordó que aun
estaba en su auto, ya que había bajado tan rápido que se olvidó de casi
todo. Se encogió de hombros, no iría a buscarlo. Era mejor así. Nadie
estaría molestándolo, ni llamándolo a cada segundo.
Al entrar a la
cocina, se detuvo al ver a Tina parada frente al horno y a un hombre
algo mayor sentado a la mesa. Ambos se giraron a verlo.
—PETER —habló la mujer —¿Se durmió LALI?
—Sí, así es —asintió él —Estaba cansada.
—Esa niña no para ni un segundo —dijo el hombre sonriendo.
—Oh, no los he presentado —le dijo Tina mientras se secaba las manos
—Tom, él es PETER, el padre de la bebe de LALI. PETER, él es Tom, el
capataz.
—Mucho gusto —dijo PETER y le tendió la mano. El hombre la tomó.
—Igualmente.
—Tome asiento, muchacho —le pidió Tina —¿Quiere un café?
—Un café estaría bien —dijo mientras tomaba asiento.
El silencio reinó en el lugar mientras Tina preparaba el café y Tom
hojeaba una revista. PETER tenía ganas de preguntar, pero no sabía como.
—El señor ESPOSITO estuvo aquí hoy —habló Tina al fin. PETER la miró y ella apoyó una taza frente a él.
—Lo sé, LALI me lo ha contado. Fue extraño, ¿verdad?
—Más que eso —aseguró ella —El señor ESPOSITO está muy distinto. No sé
muy bien que fue lo que habló con LALI, pero sí sé que la afectó.
—Dime, Tina… ¿El abuelo de LALI siempre fue duro con ella?
—Cuando ella era niña no tanto —dijo con nostalgia —Siempre venían aquí
los fines de semana. Él era atento y jugaba con ella. Pero mientras más
crecía, más distancia ponía entre ambos.
—¿Por qué crees que lo hizo? —inquirió.
—Él se ha equivocado —dijo Tom entrando en la conversación. PETER lo miró —Pensó que LALI iba a ser igual que su padre.
—¿Robert? —inquirió.
—Sí, no supo ver la diferencia que había entre su hijo y su nieta. Los metió a ambos en la misma bolsa…
—¿Por qué ALEJO odia a su hijo?
—Le echa la culpa de la muerte de su esposa —contestó Tina.
—¿Qué? —dijo él bastante sorprendido.
—Rebecca ESPOSITO, era una mujer increíble y encantadora —le contó ella
—El señor ESPOSITO la amaba con locura. Robert siempre fue un muchacho
rebelde, al que le gustaba meterse en problemas. Cuando tenía quince
años… se metió en las drogas. Rebecca estaba desesperada por sacarlo de
ese estado. El señor ESPOSITO le había sugerido que lo internaran en
rehabilitación pero ella no quería saber nada de eso. Un día fue a
buscarlo a la casa de uno de sus amigos, lo encontró drogado. Lo forzó a
subirse al coche y empezaron a discutir… era de noche y ella perdió el
control del vehículo. Murió al instante, mientras que Robert quedó
inconsciente a un costado de la carretera.
—El jefe jamás volvió a
ser el mismo después de esa noche —aseguró Tom —Y si la relación con su
hijo era mala antes de eso, después fue muchísimo peor.
PETER
empezaba a comprender un poco todo lo que rodeaba a aquella familia. Se
preguntó si LALI sabría la historia completa de la muerte de su abuela.
—Vaya que es una historia… complicada —dijo LANZANI.
—Sí —dijo Tina —Pero eso no justifica los errores que ambos hombres han
cometido con LALI. Principalmente Robert. Él ha sido un pésimo padre.
—Lo sé… he tenido el desagrado de conocerlo y enfrentarme con él dos veces. Pero bueno, muchas gracias por contarme esto.
—Sabemos lo importante que es usted para la niña —dijo Tom —Le brillan los ojos cada vez que lo nombra.
—¿En serio? —inquirió divertido.
—Sí, le brillan los ojos, pero también aparece un poco de tristeza en
ellos —remarcó Tina. PETER asintió. Sabía muy bien el motivo: MERY y la
maldita boda.
—Todo va a mejorar, Tina —le aseguró —Te lo prometo.
Se despertó y sintió decepción al no encontrarlo a su lado. Miró a su
alrededor y se dio cuenta de que la noche ya había llegado al campo.
Soltando un bostezo, se incorporó y se puso de pie. Al instante apoyó
sus manos sobre su vientre.
—¿Ya no estás enojada? —le preguntó.
Por suerte su panza ya no estaba dura como una roca y ya no había
rastros de dolor. Sintió una pequeña patadita y sonrió —Bien, me alegro
de que no tengamos más problemas, preciosa. Prometo no caminar tanto a
partir de hoy.
Salió de la habitación y un suave aroma a comida le
entró por la nariz. Sin pensarlo dos veces se encaminó hacia la cocina.
Entró y divisó la mesa puesta, con dos platos, dos vasos, dos pares de
cubiertos y un juego de velas en medio. Levantó la mirada y ahí estaba
él, dando vuelta algo dentro del horno.
PETER se puso de pie y miró hacia la puerta al escuchar el sonido de alguien ingresando. Sonrió abiertamente al verla allí.
—Buenas noches —la saludó y se acercó para besarla cortamente en los labios.
—Hola —dijo ella algo boba —¿Qué haces?
—Tina y Tom se han ido a comer afuera. Según ella hoy había un show de
no recuerdo qué en el pueblito más cercano y casi amenazó a Tom para que
fuera con ella. Y yo estoy preparando la cena para nosotros.
—Huele delicioso —aseguró y se alejó de él para tomar asiento —Muero de hambre.
—En cinco minutos va a estar listo —sonrió él y se sentó frente a ella —Has dormido bastante, preciosa.
—Sí, ¿verdad? No sé por qué, pero me siento muchísimo mejor.
—Eso es muy bueno, amor…
—Me hace sentir culpable que me llames así —dijo sin mirarlo a los
ojos. PETER estiró una mano y colocando un dedo debajo de su mentón, la
hizo mirarlo.
—No, no quiero nada de culpas en esto. Ya no más. Es inevitable lo que sentimos, LALI. No tenemos la culpa. Así es la vida.
—Pareces muy seguro…
—Me cansé de sentirme culpable, LALI. Y por favor, no arruinemos esto
hablando de lo que pasó, de lo que se viene y todo lo demás. Solo déjame
mirarte y saber que me amas tanto como te amo yo.
Ella se mordió el labio inferior, para luego sonreír y acercarse a él para juntar sus labios. Se alejó levemente.
—¿Sabes? Voy a tener que prenderle una vela o algo así al ser milagroso que me hizo ir a esa fiesta ese día y conocerte.
—¿No será a EUGENIA a la que tienes que prenderle esa vela? – inquirió divertido.
—Me parece que sí —asintió y volvieron a besarse.
PETER se alejó de ella a regañadientes ya que la comida iba a pasarse.
Luego de cinco minutos colocó frente a la morena un enorme plato con una
riquísima lasaña casera.
—Mi especialidad —dijo él orgulloso de sí mismo.
—Creí que solo sabías hacer omelet de jamón y queso —dijo ella y comenzó a cortar la comida.
—Bueno, mamá me estuvo enseñando un par de cosas nuevas. Dijo que es
inadmisible que un padre no sepa cocinar para su hija. Espero haberlo
hecho bien.
—Está riquísimo —aseguró ella una vez que tragó el
primer bocado. PETER también comenzó a comer. Hablaron de cosas simples y
triviales. Rieron de NICO y EUGENIA, con sus constantes peleas por
cosas sin sentido. Entonces él decidió preguntarle.
—LALI, ¿Qué sabes de la muerte de tu abuela? —le preguntó.
—¿De mi abuela Rebecca? —inquirió mientras terminaba de comer su postre.
—Sí, de ella —asintió.
—No mucho —contestó encogiéndose de hombros —Solo sé que murió en un
accidente hace muchos años, cuando Robert era un adolescente. ¿Por qué?
—Tu padre iba en el mismo auto cuando tu abuela murió.
Ella lo miró fijo sin emitir palabra.
—¿Qué quieres decir?
—Al parecer tu padre estaba metido en las drogas cuando tenía quince
años. Tu abuela estaba desesperada por hacer algo por él. Intervino
yendo a buscarlo a uno de esos lugares en dónde se frecuentaba con gente
de ese tipo. Era de noche y ella manejaba a toda velocidad. Al parecer
discutieron, ella perdió el control del auto y chocaron contra otro… Tu
abuela murió al instante, mientras que tu padre solo sufrió un par de
heridas y perdió la consciencia.
—No puedo creerlo —murmuró sorprendida.
—Según Tina, la relación entre tu padre y tu abuelo se volvió
insostenible después de eso. Él le echa la culpa de que Rebecca haya
muerto.
—Por eso lo odia —susurró para ella misma —¿Quién te dijo todo esto?
—Tina y Tom —contestó.
—¿Por qué no me lo dijeron a mí? Se supone que es mi familia.
—Según Tina nunca preguntaste nada…
—Es verdad —asintió —Toda la vida me dijeron que había sido un
accidente y que no tenía otra explicación. Ahora no sé que pensar.
—¿Te gustaría hablar con tu padre, LALI?
—No —contestó al instante —No quiero hablar con él, no quiero verlo.
Para mí está muerto, PETER. No tengo padre… Pero sí me gustaría ir a
hablar con ALEJO.
—Bien, si quieres mañana podemos ir juntos a la cuidad.
—Aun no estoy lista para ir —sonrió levemente —Dame un mes más…
—¿Un mes, LALI? ¿Qué voy a hacer un mes sin ti?
—¿Extrañarme? —inquirió divertida.
—Eres malvada —aseguró.
—Solo serán 30 días. Van a pasar volando, ya lo verás.
Oh me da ternura peter pero a na vez cólera porque aunque lali este ahí lejos esta triste, y él no hace nada para terminar con mery. Que no le de esperanzas a lali si va a seguir con mery --
ResponderEliminarYo deseo con todo mi corazon q el dia de la boda lali rompa bolsa!
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