sábado, 27 de febrero de 2016

CAPITULO 82

PABLO se acercó a la puerta. Acababa de ver a su madre salir de allí. Ella estaba sola. Aquella era su oportunidad para hablarle, antes de que hiciera aquella locura de casarse con alguien que no lo amaba y jamás iba a amarla. Si ella solo pudiera entenderlo, de la manera en la que él lo entendía. Él sería capaz de darle hasta la vida, si ella se lo pedía. Pero no, ...era más fuerte el maldito capricho por PETER.
Soltando un suspiro se aproximó hacia la puerta. Sin siquiera tocar, ingresó.
MERY, algo sorprendida, se giró a verlo. Su rostro se palideció. No, él no podía estar allí en ese momento.
—Vete —le dijo al instante y se dio la vuelta.
PABLO no podía ni moverse. Ella se veía simplemente perfecta en ese vestido de novia.
—MERY, no lo hagas… No te cases con él —le pidió.
—¿Para eso has venido, PABLO? —preguntó sin mirarlo. Se acercó al pequeño tocador que había allí y se sentó. Comenzó a retocarse el maquillaje —¿A perder tu tiempo?
—Por favor…¿puedes escucharme? —se acercó un poco a ella desde atrás. MERY lo miró a través del espejo.
—¿Cuándo vas a entenderlo? PETER es el hombre de mi vida…
—PETER no te ama, MERY…
—¡Cállate! —exclamó y se puso de pie. Se giró a verlo con la mirada llena de furia. Nadie iba a arruinarle el día —Él me ama, se va a casar conmigo, vamos a ser muy felices.
PABLO la miró con lástima. Ella estaba enferma, completamente fuera de sí. Y aun así, él seguiría siendo capaz de darle todo. Maldita sea que la amaba.
—Vas a arruinar tu vida. Tarde o temprano, él va a dejarte.
—Vete, PABLO —dijo apretando los dientes —Vete porque gritaré y diré que intentaste abusar de mí. PETER jamás va a perdonarte algo como eso…
—PETER no va a casarse contigo, MER —le dijo lo más calmado del mundo.
—Jamás voy a amarte, PABLO, ¿entiendes eso? Jamás.
PABLO se encaminó hacia la puerta. Se giró a verla una vez más, antes de abrir el picaporte. Soltó un suspiro y le entregó una pequeña sonrisa.
—PETER jamás va a amarte, MERY, ¿entiendes eso? Jamás.
Salió de allí dejándola con el corazón en la boca. Cerró los ojos y contó mentalmente hasta diez. Nada iba a arruinar el día más importante de su vida. Nada iba a salir mal. Se acomodó el cabello y se volvió para mirarse en el espejo. Se sonrió a sí misma. Estaba realmente increíble. Iba a ser la novia más hermosa del mundo.
Una vez que el cura dijera: los declaro, marido y mujer. Ella estaría completamente en paz. Miró la hora sobre el reloj de pared que allí había. En menos de media hora sería la señora de LANZANI y nada podría impedirlo.

LALI miró angustiada a su alrededor. Todo parecía demasiado calmo para ser sábado…
Estaba a punto de sufrir una crisis de nervios. No sabía que hacer. No sabía si caminar o quedarse quieta. Y lo peor de todo era que se había olvidado su maldito celular en casa de su madre. Nada podía ser peor.
El corazón le latía con fuerza, estaba aterrada. No quería tener a su hija en medio de la calle y sola. Decidió caminar, pero al llegar a una cuadra se detuvo agitada y a punto de largarse a llorar. Una pequeña contracción la paralizó.
¡Nooo, no podía nacer ya!
Divisó frente a ella un viejo auto que estaba estacionado sobre la vereda. Había dos hombres mayores delante de él, charlando tranquilamente. Se acercó a ellas sin hacer demasiado ruido. El hombre más alto fue el primero en notar su presencia.
—Por favor… —dijo agitada —Acabo de romper bolsa. Necesitaría algún teléfono para pedir ayuda…
—Por Dios, niña… Tardarán demasiado en llegar, ¿quiere que la llevemos al hospital? Acabamos de terminar de arreglar a la vieja chata.
Los ojos de LALI se iluminaron, y una voz en su cabeza gritó ¡Sí!
—¿Harían eso por mí? —inquirió.
—Claro que sí —dijo el hombrecito más bajo y se acercó a ella para ayudarla a caminar. LAI le agradeció por lo bajo y caminó colgada de su brazo.
—Suba al auto —dijo el otro y abrió la puerta.
LALI se sentó con un poco de dificultad en la parte trasera, agarrándose con firmeza el vientre.
—¿Tienen un teléfono celular? —les preguntó —Necesito avisarle a alguien de todos modos.
—Si, niña —el hombre alto sacó un pequeño celular y se lo tendió —¿Cómo es su nombre?
—LALI —respondió apretando los dientes. Otra contracción acababa de acudir a ella.
—Él es Carl y yo soy Paul —dijo el hombre más bajo mientras se sentaba frente al volante.
—No pierda la calma, pronto estaremos en el hospital —dijo Carl.
—Gracias —murmuró y con manos temblorosas comenzó a marcar el único número que en ese momento tenía en mente. Sonó una, sonó dos…
—GASTON DALMAU —contestó al fin.
—GAS —susurró ella.
—¿LALI? —inquirió algo confundido.
—GAS… acabo de romper bolsa en la calle.
—Oh, Diablos ¿Dónde estás? —preguntó preocupado.
—Unos señores muy amables están llevándome al hospital —le contó —GAS, tengo miedo… no quiero que nazca sin cuidados.
—Tranquila… Si sientes contracciones, necesito que respires como lo hemos practicado. Eso te ayudará a controlarlos. Yo salgo ya mismo para el hospital…
Los ojos de la morena se llenaron de lágrimas. El auto en donde estaba metida se puso en marcha. Un tembloroso suspiro salió de sus labios.
—LAI, preciosa, no llores —le pidió él —Yo sé que estás asustada, pero por favor, no llores…
—No tenía que nacer hoy, GAS —lloriqueó.
—Lo sé.
—No este día, no hoy —las lágrimas salieron de sus ojos sin ningún control —Él no podrá estar y te juro que lo necesito tanto…
—Shhh —intentó calmarla —Él estará ahí, te lo juro.
—¿Sí? —inquirió mientras se sorbía la nariz.
—Sí —asintió —Ahora necesito que me digas cada cuanto tienes contracciones…
—Creo que cada quince minutos…
—Dios —susurró él y ella escuchó que buscaba algo y se abría una puerta.
—¿Es muy malo? —quiso saber.
—No, no, no —dijo rápidamente —Solo estate tranquila, LALI… Los nervios no ayudan a la bebé.
—Está bien —suspiró y cerró los ojos —Carl y Paul me están llevando al hospital – miró a los dos ancianos —Son señores muy bien parecidos…
Carl se giró a verla y le entregó una arrugada sonrisa.
—Lo mismo pensamos de usted, niña… Me recuerda a mi nieta Soledad. Solo puedo verla una vez al año. Vive con su madre en Latinoamérica.
—Eso es, LALI, mantén la mente ocupada… conversa con ellos, sonríe. Eres hermosa cuando lo haces —le dijo GAS —Pronto tendrás a tu hija en brazos.
Ella sonrió con los ojos cerrados. Era cierto… Al fin tendría lo que tanto quería.

AGUS se acomodó la corbata mientras estaba parado detrás de PETER, con NICOl y VICO al lado de él. Miró a su novia del lado del frente. Se veía preciosa con ese vestido tan bonito. CANDE lo miró y le entregó una sonrisa sin alegría. Él la entendía. Ninguno de los dos podía creer aun como era que PETER estaba a punto de casarse con la loca de MERY. Miró a su alrededor en busca de su prima. Divisó a EUGE, pero LALI no estaba junto a ella.
Que raro, pensó. Luego se encogió de hombros, diciéndose a sí mismo que era obvio que ella no estuviera allí.
AGUS volvió la vista a PETER. El hombre parecía a punto de explotar. No había ninguna expresión de emoción en él. Estaba tan serio y callado que AGUS se preguntaba si alguna vez, ese había sido el molesto y guardabosques, cuñado, que protegía a su hermana. También lo entendía a él… estaba a punto de mandar su vida a la mierda.
La música nupcial comenzó a sonar. Todas las personas en la iglesia se pusieron de pie. En la entrada apareció un hombre casi calvo, que llevaba a una elegante MERY colgada de su brazo. Ellos comenzaron a caminar, acercándose cada vez más a PETER. Miró de nuevo a LANZANI. Ni siquiera sonrió al ver a su futura esposa.
Al fin la molesta música dejó de sonar y la novia llegó a su destino. Ella sonrió emocionada, tenía los ojos vidriosos. Miró a PETER con demasiado amor… más bien locura.
—Bien —empezó a hablar el cura —Estamos reunidos aquí, para unir en sagrado matrimonio a esta joven pareja enamorada… El matrimonio es un pacto de amor para toda la vida. La unión sagrada entre dos almas en la tierra del señor…
Un celular comenzó a sonar a todo volumen en medio de la iglesia. Al instante todas las miradas se posaron en él. AGUS se dio cuenta que era el suyo. Maldita sea, se había olvidado de ponerlo en silencio. El cura lo miró con desaprobación.
SIERRA buscó en sus bolsillos con rapidez. Iba a apagar el infernal aparato, pero se extrañó al ver que era GAS.
—Lo siento mucho, debo contestar… prosigan con la boda, por favor —le dijo al cura y salió de allí dando grandes pasos.
Una vez que estuvo fuera de la iglesia, remarcó el número de DALMAU.
—¡Gracias a Dios que me llamas! —exclamó GAS al atender – Eras el único número que tenía agendado…
—¿Qué pasó? —preguntó AGUS —Estaba en medio de la iglesia…
—LALI rompió bolsa, AGUSTIN, está siendo llevada por dos ancianitos al hospital, ya que la muy loca decidió salir a la calle y a la niña se le ocurrió romper bolsa allí —dijo con nerviosismo.
—¡Por todos los cielos! —casi gritó —Ya… —miró a su alrededor y se tomó la cabeza —Ya mismo le aviso a PETER, ya mismo vamos todos para allá.
—Está bien, pero por favor, sé prudente…
AGUS colgó antes de comprender las palabras del obstetra. Ingresó a la iglesia corriendo desesperadamente.
—Me da mucho orgullo ver gente tan joven, con ganas de formar una familia en el seno del señor… —decía el cura mientras AGUS entraba. Todos se giraron a verlo nuevamente.
—PETER… —le habló agitado —LALI rompió bolsa.
Muchos murmullos se hicieron presentes. GIMENA y NICO L se pusieron de pie al instante. PETER abrió los ojos como platos.
—¿Qué? —le preguntó.
—GAS acababa de llamarme, para decirme que LALI rompió bolsa en medio de la calle y unos señores la están llevando al hospital… —AGUS miró a MERY que estaba blanca —ALEGRA va a nacer, cuñado.
PETER empezó a correr hacia la salida.
—¡PETER! —gritó MERY. Él ni siquiera se detuvo. Ella comenzó a seguirlo… ¡No, no y no! ¡Él no podía irse en ese momento! Lo alcanzó en la puerta —¡No puedes dejarme así, PETER!
Él se giró a verla por un segundo.
—No puedo casarme contigo, MERY… lo siento mucho por tu vida, pero no puedo —le dijo y se echó a correr nuevamente.
Ella se quedó quieta en su lugar, observando como él se alejaba a toda velocidad. Entonces las palabras de PABLO acudieron a su cabeza.
‘Él jamás va a amarte, MERY, ¿entiendes eso? Jamás’

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