sábado, 27 de febrero de 2016

CAPITULO 84

LALI ya estaba acomodada en una habitación común y que gracias a Dios no olía a suero. Tenía una enorme ventana que daba a un hermoso parque que el hospital tenía para salir a respirar. Sabía que había sido GAS el que había mandado a darle aquel cuarto. 
Estaba realmente agotada, sentía un sueño que jamás había sentido en su vida. Era como si cada poro de su piel le g...ritara que se sumiera en las profundidades del cansancio. Pero no podía dormir, no sin volver a tener a su hija en brazos.
La puerta se abrió y una enfermera ingresó, empujando una pequeña cuna que estaba decorada con una manta rosa clarito. LALI se sentó al instante y sonrió.
—Que raro que no esté durmiendo —dijo la mujer —La mayoría de las veces las madres están tan cansadas luego del parto que se quedan dormidas.
—No podía dormir sin ella aquí —le dijo.
La enfermera sonrió y colocó la cunita bien cerca de ella así la morena podía verla.
—Está todo perfecto con la pequeña —le contó —Es perfecta y hermosa de la cabeza a los pies. Ahora está dormidita porque se ha cansado de que la revisáramos. Así que puedes dormir tranquila, cariño. Todo está bien.
—Gracias —susurró LALI.
—Cualquier cosa que necesites, toca el botón rojo.
La puerta volvió a abrirse para darle paso a PETER que llevaba consigo un enorme ramo de flores, unos cuantos osos y globos con frases de bienvenida. La mujer le sonrió y se acercó a él para ayudarlo a acomodar todo alrededor de la cama. Él se acercó a la morena y la besó suavemente en los labios. Colocó las flores sobre una mesa al costado y fue hacia el baño para lavarse las manos. Volvió al instante y se acercó a la pequeña cunita.
—Adiós —dijo la enfermera y se fue de allí.
—Adiós —dijeron ambos al unísono. El silencio los envolvió. Él clavó la mirada en ella.
—Nuestras familias siguen como locas allí afuera. Todos quieren pasar a la vez y verlas a ambas. Pero GAS se los ha prohibido rotundamente, diciéndoles que las primeras tres horas son enteramente nuestras.
Ella sonrió y suspiró. Él rodeó la cama y le pidió que se moviera un poco. La morena así lo hizo, dejándole un pequeño lugar. PETER se acomodó a su lado, apoyándola sobre su costado. Se observaron tranquilamente.
—¿En qué piensas? —preguntó ella con voz suave.
—En que deberías estar durmiendo —dijo él.
—No podía —le contó —Ella no estaba aquí y eso no me dejaba dormir.
—Ahora ya lo está —murmuró y acomodó un pequeño mechón que caía sobre su frente —Duerme, mi amor, que yo estaré aquí cuidando de nuestra hija y de ti.
La morena levantó su mano y acarició su mejilla, pudo notar bajo su palma el suave vello de la barba que comenzaba a crecer. PETER se inclinó un poco y rozó sus labios.
—Te…
—…amo —terminó él la frase por ella, para luego besarla tomando sus labios entre los suyos, ejerciendo una suave presión sobre ellos. Era simplemente delicioso. Se alejó un poco para observar como ella dejaba los ojos cerrados y se disponía a dormir.
PETER se acomodó mejor y también cerró los ojos. Por algún motivo también se sentía cansado. Era como si recién ahora pudiera estar realmente tranquilo. En los últimos meses no había podido dormir sin despertarse a cada rato, alterado, nervioso, incluso asustado. En ese momento no había nada de eso. Solo paz, una paz que lo envolvió y lo llevó sin más al mundo de los sueños.
Se despertó por un pequeño sonido que llegaba hasta sus oídos. Era parecido que hacían los gatitos al quejarse. Abrió los ojos rápidamente y se dio cuenta de que sí se había quedado dormido con LALI. La observó y ella seguía profundamente relajada. El sonidito volvió a llamar su atención. Levantó la cabeza y observó como ALLEGRA se removía molesta dentro de la cunita. Con sumo cuidado se puso de pie para no despertar a la morena. Se acercó a ver a su bebé. Ella tenía los ojos abiertos como platos y tenía una manito cerrada en un puño y lo chupaba con ansias. Oh, tiene hambre, pensó él. Ella era tan pequeña. Ahora ya no estaba roja. Se veía suave y rosadita. Tenía aquella pequeña boca en forma de capullo. Él sonrió divertido al verla sacarse el puño de la boca enojada y fruncir el ceño. Iba a llorar.
Se inclinó un poco y decidió levantarla. Era tan pequeña y estaba seguro de que cabía en su antebrazo.
La tomó despacio, colocando su mano derecha debajo de su cabecita. Amara se removió y suspiró mientras él la levantaba de aquella cómoda cunita. La colocó sobre su pecho, como lo había hecho LALI anteriormente. Aquella pequeña cabecita descansó justo en la unión entre su cuello y hombro. Su manito izquierda se cerró sobre el cuello de su camisa. PETER se quedó completamente quieto. Sintiendo su respiración suave y tibia contra la piel. Ella olía a… simplemente a bebé. Su pequeña mejilla quedaba perfectamente al alcance de su boca. Rozó sus labios sobre esa perfecta piel, para luego depositar un beso allí. Con su nariz acarició el lugar donde la había besado. Era tan frágil, tan dependiente.
—¿Sabes las veces que imaginé este momento? —le preguntó en un murmuro y comenzó a mecerse suavemente —Dios, amor, jamás pensé que podría amarte tanto —sintió como ella comenzaba a chupetear su manito otra vez. Sonrió —Eres el mejor momento de inconciencia que me pasó en la vida, mi amor.
—¿También yo? —escuchó que ella preguntaba.
Se giró y la vio. Allí estaba ella mirándolo con ternura, con una suave sonrisa plasmada en su hermoso rostro. Se acercó nuevamente a la cama y se acostó a su lado con sumo cuidado, agarrando a su bebé por todos lados.
—Claro que también tú eres lo mejor que pasó en mucho tiempo, LALI —la observó. Ella estiró la mano para acariciar la espaldita de la niña —Pero me parece ahora señorita LALI, que es hora de dar de comer a esta hermosa cosita. Esta a punto de comerme a mí. Ver más

Ella se dejó caer de rodillas en medio de la solitaria habitación de hotel, en donde se suponía que debería estar festejando su hermoso matrimonio. Las lágrimas recorrían sus mejillas, mientras un agudo dolor era dueño de su pecho. ¿Por qué él no podía amarla? ¿Por qué?
La puerta de la habitación de abrió y su hermana se asomó.
—MERY…...
—¡VETE! —le gritó.
—Pero…
—¡NO QUIERO VER A NADIE! ¡DÉJENME EN PAZ!
Su hermana asintió en silencio y volvió a salir. MERY se tomó el rostro con ambas manos y rompió en llanto una vez más. Tanto teatro para nada. Tanta mentira para nada. Al final la maldita arrastrada y su maldita hija se habían salido con la suya. Le habían arrebatado al amor de su vida. ¿Qué iba a hacer ella ahora? ¿Qué?
La puerta volvió a abrirse, pero esta vez era su padre. Ella lo miró y guardó silencio.
—No más, MERY —le dijo él.
—No es justo… —dijo ella apenas audible.
—Esto pasó hija porque obligaste a PETER a hacerlo… y lo sabes.
El labio de ella tembló y apartó la mirada de su padre. Se negaba a aceptar la culpa. No era su culpa. Ella merecía ser feliz.
—Yo lo amo…
—No, hija —dijo con ternura y se acercó hasta ella para agacharse a su lado. MERY apoyó la cabeza sobre su hombro —El amor no es así, MERY… El amor es saber dar un paso al costado, es aprender a perder, es dejar ir…
—Pero…
—Eres hermosa —la interrumpió —Y estoy seguro que encontrarás al hombre que compartirá el resto de sus días contigo.
Ella cerró los ojos, escuchando por primera vez lo que jamás había querido escuchar de los demás. Había perdido. Ya no había forma de que PETER volviera a su lado. El corazón de ese hombre, estaba en manos de otra. Soltó un suspiro. Era hora de olvidarse de PETER LANZANI.

—Oh, por Dios, oh por Dios, ella es hermosa —dijo sin poder creerlo EUGE mientras PETER le colocaba en brazos a la pequeña.
—Déjame verla —pidió NICO mientras se colocaba detrás de la rubia y apoyaba el mentón sobre su hombro —Diablos que has hecho un buen trabajo, hermano…
—Óyeme —habló EUGE y giró la cabeza para mirarlo —LALI también ha trabajado muy duro para que saliera tan bonita.
PETER rió y miró a la morena que también sonreía. El horario de visitas había comenzado hacia aproximadamente diez minutos. Y los únicos que se habían quedado eran EUGE y NICO. El resto había decidido ir a cambiarse la ropa elegante e incomoda.
EUGE miró a su mejor con los ojos llenos de lágrimas. LALIinclinó un poco la cabeza para mirarla también.
—¿Qué pasa? —le preguntó la morena.
—Yo… —no pudo seguir hablando ya que un nudo se había instalado en medio de su garganta. Aquello era tan emocionante —No puedo creer que estemos viviendo esto…
Los ojos de LALI también comenzaron a llenarse de lágrimas.
—Díselo… —le pidió -LALI.
EUGE se mordió el labio inferior y miró a su nueva sobrinita… Dios aquello era tan complicado. ¿Cómo iba a decirle a NICO en ese momento que dentro de nueve meses ellos también estarían así? Giró lentamente para mirarlo de frente. La pequeña dormía cómodamente, totalmente ajena a todo lo que pasaba a su alrededor.
—No estaba lista para decírtelo porque tenía miedo —le dijo. RIERA estaba quieto como una estatua, casi ni respiraba. La rubia tragó saliva —Amor, yo… estoy embarazada.
PETER abrió los ojos como platos al escuchar tal noticia. Miró a la morena, que lloraba en silencio, ella también lo miró y asintió. PETER observó a su amigo al instante. NICO estaba tan blanco como un papel.
—¿Q… qué? —logró decir apenas.
—Vamos a tener un bebé tan pequeñito como ella —lloró EUGE que estaba tan sensible como señora en plena menopausia.
NICO levantó una mano, algo temblorosa, y tocó su mejilla, secando las lágrimas que caían por ellas.
—Me haces el hombre más jodidamente feliz de este mundo —susurró. Se acercó a ella con cuidado, para no aplastar a su sobrinita, y la besó en los labios.
PETER se acercó a LALI.
—¿Desde cuando lo sabes? —le preguntó.
—Hace cinco días… fuimos juntas a comprar algunos test de embarazo. Ella tenía ciertas dudas. Todos dieron positivo —le dijo en voz baja —Vamos a ser tíos.
—Se agranda la familia —sonrió él.
NiICO se alejó de EUGE y miró a PETER. Este último también se giró a verlo.
—Voy a decírtelo, maldita sea —dijo RIERA —Te amo, hijo de…
—¡NICO! —lo paró EUGE.
—También yo, infeliz —rió PETER y se acercaron para abrazarse fuertemente.
—Estoy cagado hasta las patas —le dijo NICO al oído. PETER lo apretó un poco más.
—Esa es la primera sensación, no te preocupes… ya pasará. Lo prometo.
Se alegaron sin dejar de palmearse y decirse cuanto se amaban, con uno que otro insulto.
—Shhh —dijo EUGE —Están molestando a la princesita…
Todos se giraron a verla y observaron como la pequeña comenzaba a despertarse. Amara abrió los ojos lánguidamente.
—¡Tiene tus ojos! —exclamó NICO apuntando con su dedo a PETER.
—Dios, es tan preciosa…
La puerta se abrió e ingresaron, GIMENA, NICO L, EMILIA, MARIANO, CANDE, AGUS y VICO. Los saludos comenzaron de aquí para allá. Los cuatro nuevos abuelos se acercaron a EUGE que sostenía a la pequeña. Y las dos abuelas comenzaron a llorar.
Una vez que se abrazaron y lloraron entre todos, la pequeña aALEGRA fue a parar a brazos de sus tíos más jóvenes. CANDE sostenía a la pequeña mientras AGUS y VICO la observaban en silencio. Pero entonces las charlas se interrumpieron porque Amara comenzó a llorar.
—Quiere a su mami —dijo GIMENA y se puso de pie para tomarla en brazos y acercársela a LALI. La morena la tomó.
—Tranquila, mi vida —le dijo al oído mientras besaba su cuellito y la colocaba sobre su pecho. La niña se calló al instante.
—Es increíble como se calma —aseguró VICO, que estaba tan callado que no parecía él. PETER se acercó a su hermano y palmeó su hombro.
—¿Qué sucede, hermano? —le preguntó. VICO se encogió de hombros sin dejar de mirar a LALI que sostenía a ALLEGRA y comenzaba a hablar con las mujeres que se ponían a su alrededor. NICO L se acercó a ellos.
—No lo sé —dijo VICO —Es raro… ella es tan pequeña que… no lo sé. Es tan hermosa y perfecta, que no puedo creer que tú hayas podido hacer algo así —miró a PETER. No podía explicar muy bien los sentimientos que tenía hacia su hermano. Siempre lo había admirado, pero en cierto modo lo ocultaba —Estoy orgulloso de ser tu hermano, hermano.
PETER apretó su hombro, sintiendo un pequeño nudo en la garganta. Era increíble lo sensible que estaba el ambiente. Acercó a VICO a él y lo abrazó con fuerza.
—No sabes lo bien que me hacen tus palabras —le dijo sin soltarlo.
—Ya, ya, ¿Por qué son tan sentimentales? —habló NICO L. Ambos se alejaron y lo miraron. El mayor de los LANZANI tenía los ojos vidriosos.
—Oh no, papá va a llorar —dijo VICO divertido.
—¿Qué? —preguntó GIMENA poniéndose de pie. Se acercó rápidamente a NICO L y tomó su rostro con ambas manos —Oh, mi amor…
Lo abrazo, rodeándolo por la cintura y apoyando la cabeza en su pecho. NICO L le devolvió el gesto y cerró los ojos.
—Bien, ya basta —habló PETER para todos —Demasiada cursilería en un solo día… —miró a LALI y a su hija —Aunque lo vale, ¿cierto?

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