Están cordialmente invitados...
Cuando LALI entró en la cocina, fue muy consciente de la tensión que había en el aire. Su mirada se posó en él, que estaba sentado con la mirada fija en la mesa. Sus codos se apoyaban en la misma y dejaba caer su cabeza levemente, como si estuviera meditando. ...
La morena tragó saliva. Se sentía incapaz de emitir palabra alguna, en realidad no sabía por donde empezar. Trató de calmarse, necesitaba relajarse. Para poder hacer de todo aquello algo más apacible.
—PETER, yo…
—Pensé en mil cosas horribles, LALI.
Ella dio un paso hacia él, pero se detuvo cuando LANZANI se giró a verla y se puso de pie. Se sintió intimidada. Aquella mirada decía muchas cosas, y en realidad no podía estar segura de ninguna. Un nudo se instaló en medio de su garganta.
—Déjame explicarte, por favor…
—No quiero que me expliques nada, maldita sea —gruñó entre dientes y dio dos grandes pasos hacia ella con la respiración acelerada. LALI se encogió —Yo pensando en lo peor, y tú lo más tranquila con tu doctorcito.
—Puedes escucharme…
—Casi me vuelvo loco —dijo tomándola del brazo. LALI se tensó y comenzó a luchar. Aunque el agarre de PETER no era brusco, la asustaba.
—Suéltame —exigió.
—Y un cuerno voy a soltarte —él estaba tan cerca que ella podía sentir su agitada respiración en el rostro —Me tienes desquiciado, LALI. Me confundes, me… me haces mal. Desde que te tengo cerca soy un infeliz. No puedo ni conmigo mismo…
—Me haces daño —murmuró ella, tratando de no escuchar sus palabras. ¡Ella no era la que hacía daño!
—No más del que tú me haces a mí…
Entonces la atrajo más hacia sí y capturó sus labios, absorbiendo un suave suspiro femenino. LALI respondió al instante, sintiéndose cansada para negarse, para luchar. Solo se acercó más a él rodeando su cuello, respirando su respiración.
Los fuertes brazos masculinos se abrazaron a su cintura, aforrándose a ella como si su vida pendiera de ello. Su dulce sabor le llenaba la boca, y su instinto le imploraba más.
Pero el movimiento del beso disminuyó a uno más suave, tratando de hacerse entender el uno al otro, varias cosas que no podían decirse. PETER acarició su espalda, no podía saciarse. LALI acarició su nuca, no podía alejarse.
Hasta que recordaron que no estaban solos. En la sala había una multitud, seguramente muy atenta a los sonidos que pudieran salir de la cocina. Fue ella la que logró apartar su boca de la de él. Sus respiraciones se mezclaban en el pequeño espacio que los separaba. LALI observó aquellos perfectos ojos oscuros… Por Dios, le cosquilleaba el estomago.
—PETER… tengo tanto para decirte.
—¿Qué? —susurró él aun agitado, una de sus manos aun acariciaba su espalda. Se sentía drogado. Sí, seguramente ella tenía droga en sus labios.
Ambos sintieron la presencia de alguien entrando a la cocina, y giraron para encontrarse a CANDE con la boca abierta pero sin emitir sonido. Se alejaron al instante, carraspeando un poco. CANDE miró nerviosa a su alrededor y luego clavó la vista en su hermano.
—Mmm… MERY está aquí —le informó —Y que bueno que fui yo la que vino a buscarlos…
—CANDE —le advirtió él.
—Va a ser mejor que salgamos —interrumpió LALI.
Él asintió sin saber que decir o que hacer. Salieron de la cocina para encontrarse con una sonriente MERY.
—Oh, ahí estás —le dijo al moreno y se acercó para tomarlo del brazo y arrastrarlo a su lado hasta estar ambos parados frente a todos. LALI se encaminó hacia donde estaba su madre, quien la abrazó compulsivamente —Es muy bueno que todos estén aquí… aunque no sepa bien cual es el motivo.
—Hicimos una fiesta y no estabas invitada —le dijo NICO.
CANDE y VICO rieron por lo bajo mientras que PETER y EUGE lo fulminaron con la mirada. MERY rió quedamente y negó con la cabeza.
—Te juro, NICO tarado, que estoy tan feliz que tus estupideces no me molestan en lo absoluto… Es más voy a contarte el motivo por el cual estoy así de bien.
—MERY… —la llamó PETER al darse cuenta de lo que ella hablaba.
La castaña lo miró y le entregó una suave sonrisa.
—Espera un segundo, amor —lo detuvo ella —Es ahora o nunca. No creo que volvamos a tener a toda la familia reunida así. Mi familia ya lo sabe…
A PETER se le secó la garganta.
—Pero… —murmuró apenas audible.
—Hay algo que PETER y yo debemos comunicarles —empezó a hablar y se colgó del brazo de PETER con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Qué cosa? —preguntó GIMENA sin dejar de mirar a su hijo.
—PETER y yo vamos a casarnos.
LALI miró rápidamente al moreno, creyendo que acababa de escuchar terriblemente mal. PETER estaba quieto, con la mirada fija en la nada. El silencio reinó en el lugar, era como si nadie respirara. La morena sintió que el dolor que había sentido el día que BENJAMI la había dejado, volvía y multiplicado por mil. No podía ser cierto… aquello no podía ser verdad.
MERY seguía sonriendo, esperando algún tipo de felicitación por parte de sus suegros… incluso por parte del imbécil de NICO. Pero todos seguían sin decir nada.
GIMENA siguió con la mirada fija en PETER, esperando a que él dijera algo, que se opusiera o que por lo menos sonriera.
—Yo… —decidió hablar para romper la tensión y no hacer sentir mal a aquella muchachita que parecía tan feliz —Eso me pone muy feliz —miró a LALI, quien tenía la mirada fija en el suelo, la mandíbula tensa.
—¿Cuándo es la boda? —preguntó NICO L.
—Aun no hemos puesto una fecha —contó contenta —Pero calculen unos cinco o seis meses…
Hija de puta…
Pensó LALI mientras levantaba la mirada. Dentro de cinco o seis meses iba a nacer su hija. Ya lo había comprendido. Eso era… Se empezó a reír con amargura. Todos se giraron a verla, menos PETER que seguía con la mirada en la nada. LALI empezó a aplaudir.
—¿Por qué nadie esta aplaudiendo? —preguntó con los ojos vidriosos. Pero se rehusaba a llorar. Ya estaba dicho. Jamás iba a volver a llorar por un hombre. Jamás.
—Nos encantaría quedarnos a brindar todo esto —habló GIMENA —Pero nosotros nos vamos… estamos algo cansados. Luego podremos organizar algo para hablar más tranquilos.
Todos se encaminaron hacia la puerta.
—Por favor, dile a LALI que la esperamos abajo —pidió MARIANO.
—Claro —asintió MERY —Y ustedes también están cordialmente invitados…
—Allí estaremos —asintió EMILIA.
—Los acompaño hasta abajo —dijo la castaña y soltó a PETER.
La puerta se cerró con un sonido seco detrás de él. Siguió parado en el mismo lugar, no supo bien por cuanto tiempo. EUGE apareció allí y lo miró fijo por unos cuantos segundos.
—Como la cagaste, LANZANI… como la cagaste —le dijo y se fue. Unos segundos después la que salía con un pequeño bolso de mano era LALI.
Ella miró a su alrededor esperando encontrar a alguien más que al moreno. Sus ojos estaban rojos y húmedos. Él sintió como si acabaran de golpearlo en medio del estomago.
—Mañana mandaré a buscar el resto de mis cosas…
—LALI…
—Te avisaré cuando vaya al médico y te mantendré al tanto de cómo marcha todo. Simplemente no te acerques a mí si no es exclusivamente para hablar del embarazo… En este momento deseo jamás haberte conocido.
Se encaminó hacia la puerta y él volvió a escuchar el sonido seco de la puerta cerrándose. Cerró los ojos apretadamente y maldijo absolutamente toda su vida.
Ohhh laliii :(
ResponderEliminarPeter realmente te mereces que todos te den la espalda!
A ver si peter reacciona ya
ResponderEliminarPeter quiero matarte!!
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