sábado, 13 de febrero de 2016

CAPITULO 72


Una decisión tomada.

Llegó al hospital para encontrarse con casi toda la familia de MERY allí. Sintió un par de miradas fijas sobre él, pero intentó no prestarles atención. Buscó a Haylie con la mirada. Ella estaba alejada del grupo familiar, más cerca de la puerta que daba el paso a la sala de internaciones. PETER se acercó despacio.
—¿Cómo sigue? —quiso saber él. Ella, que tenía ...los ojos llorosos, no le devolvió la mirada.
—Inconsciente —contestó cortante. PETER suspiró con resignación. Entendía el odio que ella estaba sintiendo hacia él.
—¿Sabes qué fue lo que hizo? —preguntó. Haylie al fin lo miró.
—Se cortó las venas —dijo entre dientes. Él pudo sentir la rabia en cada palabra – Un vecino fue el que la encontró.
—¿Un vecino? —inquirió.
—Sí, eso nos dijeron los médicos que la recibieron. Perdió mucha sangre.
PETER se pasó una mano por el rostro, intentando calmarse. Jamás iba a perdonarse si ella moría. Un hombre de guardapolvo blanco se acercó hasta ellos. Los padres de MERY corrieron hasta allí.
—¿Cómo sigue? —preguntó la madre de MER, afligida.
—Ella despertó —respondió. Haylie cerró los ojos aliviada y se dejó caer en la silla que tenía detrás —Está algo confundida, pregunta todo el tiempo que hace aquí, y que le pasó. Puede que la paciente haya bloqueado todo aquello que la llevó a intentar terminar con su vida. Pero lo importante es que está fuera de peligro.
—Gracias a Dios —murmuró Carl, el padre de MERY.
—Ella pregunta por alguien llamado PETER. Dice querer verlo a toda costa —comentó el doctor.
Todas las miradas se posaron en el azulino.
—Soy yo —le dijo él —¿Puedo pasar a verla?
—Si su familia está de acuerdo…
—Claro que no —habló con cierta indignación Susan, la madre.
—Mamá —la calmó Haylie —Ella quiere verlo —lo miró a él —Puedes pasar.
Él asintió, y se dispuso a seguir al doctor que le indicaba el camino. Solo les llevó medio minuto llegar hasta una pequeña puerta. El hombre la abrió y le dio el paso. Al entrar PETER observó a una MERY tan blanca como un papel. Estaba ojerosa y parecía muy cansada. Divisó las vendas blancas sobre sus muñecas. Un nudo se instaló en su garganta. Ella abrió los ojos lentamente y lo miró somnolienta.
—Mi amor… —murmuró. Él se acercó rápidamente y se sentó a su lado —Que bueno que estás aquí, PETER. Tengo miedo. No sé que pasó. Lo último que recuerdo es que estaba en tu casa, cocinando, luego desperté aquí. ¿Qué me pasó?
PETER no supo que decirle. Ella no recordaba nada de lo que había pasado entre ellos. Supo que ese no era un buen momento para decírselo. Le acarició la mejilla, y acomodó un poco su cabello.
—Tuviste un pequeño accidente —le contó —Pero todo está bien… todo estará bien.
—¿Lo prometes? —sonrió con ojos llorosos. Él simplemente asintió con la cabeza. Las palabras no podían salir de su boca —Te amo, gracias por cuidarme siempre.
—No es nada —contestó por lo bajo. Ella le sonrió de nuevo y tomó su mano para besarle la palma.
Él estaba perdido, y lo sabía. Pensó en LALI, en sus palabras, en su rostro. Tuvo muchas ganas de gritar y de romper todo lo que estaba a su alrededor.
—Estoy algo cansada —habló ella luego de unos cuantos segundos de estar en silencio.
—Duérmete —dijo él mientras se ponía de pie.
MERY lo tomó de la mano, deteniendo su paso.
—¿Te quedarás, verdad? —inquirió.
—Aquí estaré cuando despiertes —le aseguró.
Ella asintió y luego se acomodó bien contra las almohadas mientras cerraba los ojos. PETER esperó unos minutos más y luego salió. Fue en busca de su familia y les dijo que ella estaba bien y lucida, pero que necesitaba descansar.
—No es necesario que te quedes —le dijo de manera cortante Haylie. Los padres de la misma se habían ido a su casa a descansar un poco. Él la miró.
—Le prometí que estaría aquí cuando despertara…
—Tú le prometiste muchas cosas —murmuró ella con enojo. PETER la escuchó claramente.
—Sé que me odias mucho en este momento, Haylie… Pero yo jamás pensé que ella sería capaz de hacer algo así.
Ella asintió débilmente con la cabeza.
—Yo tampoco jamás creí que haría esto.
PETER apoyó una mano sobre su hombro, dándole ánimos.
—Verás que todo saldrá bien.
—Eso espero… eso espero.

EUGENIA la observó bien. La felicidad que esperaba encontrar en su mejor amiga ni siquiera se asomaba. Llevaban sentadas en aquel starbucks aproximadamente diez minutos, y ella no había emitido ninguna palabra.
—LALI—le habló al fin. Ella la miró con un signo de interrogación en el rostro. EUGE acomodó su garganta —¿Vas a decirme que pasó?
—A veces me hubiese gustado haber nacido en medio de la nada —dijo LALI. La rubia frunció el ceño.
—¿Por qué? —quiso saber. LALI se encogió de hombros y le dio un sorbo a su frapuccino de frutilla.
—Todo sería más tranquilo, y menos complicado.
—¿Qué pasó con PETER? —preguntó ya cansada de que ella diera tantas vueltas.
—Ayer fuimos a hacerme la ecografía en 3D…
—Sí, eso lo sabía —la interrumpió. LALI la miró fijo. EUGE se dio cuenta de que su amiga no estaba tan tolerante para sus comentarios —Lo siento… continua.
LALI suspiró. Era algo raro de explicar, pero la tristeza que sentía no tenía lágrimas. Solo resignación.
—Fue hermoso, EUGE. Ella es tan perfecta —sonrió bobamente al recordarla —Fue un momento mágico, único. Hablamos de su nombre… va a llamarse Amara. Él dijo que significa eternamente bella —EUGE sonrió emocionada —Luego salimos de allí y fuimos a caminar. Terminamos en el Central Park. Nos besamos sentados debajo de un árbol. Dijo que ya no podía seguir con todo eso, que no ama a MERY, que no iba a casarse con ella… Todo era perfecto. En la noche vino a cenar conmigo, vimos una película. Dormimos abrazados —miró a su amiga a los ojos. Los ojos de EUGE estaban algo vidriosos —MERY intentó suicidarse, EUGE, porque PETER rompió su compromiso con ella.
La rubia la miró sin poder creerlo. ¿Qué la loca había hecho qué?
—No puede ser… —murmuró luego de unos segundos —Ella está completamente desquiciada.
—Lo ama —aseguró LALI —Lo ama tanto que no imagina la vida sin él.
—No, LALI, no lo ama… está enferma. Solo alguien con serios problemas psicológicos atentaría contra su propia vida, para retener a alguien.
—Todo esto es mi culpa —murmuró preocupada.
—¿Qué pasa contigo? —inquirió la rubia —No puedes echarte la culpa por las decisiones de los demás LALI, ¿Cuándo vas a entenderlo?
—Dime como te sentirías tú, EUGE —dijo angustiada —Ella me llamó para pedirme ayuda con su boda, ¡Le dije que sí! y luego su novio la deja por mí…
—Estas pensando las cosas muy mal, cariño —le dijo con ternura y tomó su mano —Tú no tienes la culpa de que PETER ya no la ame. Esa decisión la tomó él solito… por él, para él. Y ninguno de los dos tiene la culpa de sentir lo que sienten. Son cosas que pasan, LALI así es la vida.
—Tomé una decisión, EUGE —le dijo luego de varios segundos sin hablar y procesar las palabras de su amiga. La rubia asintió —Voy a irme al campo de mi abuelo hasta que sea hora de que ella nazca.
—LALI...
—Necesito paz —continuó —Necesito estar tranquila. No voy a irme sin avisar, si eso es lo que te preocupa. PETER merece saber donde estoy. Si quiere podrá ir a verme para saber como está nuestra bebé, no voy a negarme. Pero solo quiero largarme de aquí.
—Está bien, amiga —asintió —Si es lo que realmente necesitas, voy a apoyarte. ¿Quieres que hable con tu abuelo?
—No, él no va a saberlo. Está demasiado ocupado y enfermo como para ocuparse del campo. Yo tengo una copia de las llaves. Además, Tina está allí. Ella va a cuidarme bien, como cuando era una niña.
—¿Quieres que vaya contigo? —por Dios, quería ser útil para algo.
—No, hermana, estaré bien. Prefiero que te quedes a cuidarlo a él… va a necesitarlo.

1 comentario:

  1. Oh no que tonta lali.
    Le va a dejar él camino libre a mery!

    ResponderEliminar