martes, 16 de febrero de 2016

CAPITULO 79


Una pequeña charla.

Al ingresar en aquel imponente edificio, se sintió algo intimidado. Pero se dijo a sí mismo que aquello era lo correcto. Tenía que acercarse, hacerle frente, que supiera que él era parte de la vida de LALI, que ella no estaba sola.
Se acercó a uno de los hombres de seguridad que allí estaba.
—Disculpe, ¿sabe en qué piso están las oficinas de ALEJO ESPOSITO? —pre...guntó.
—Piso veinte —contestó.
—Muchas gracias —le dijo
—Por nada.
Se dirigió a los ascensores. Subió con un pequeño grupo de gente, que al parecer todos iban al mismo piso que él. Por como estaban vestidos, seguro que trabajan allí o tal vez eran clientes. El viaje hasta el piso veinte se le hizo eterno. En su cabeza repetía una y otra vez el discurso que tenía preparado. El ascensor se detuvo haciendo un leve sonido de aviso, las puertas se abrieron y todos bajaron. Él salió a lo último. Miró a su alrededor y decidió acercarse a la mesa que estaba casi en la entrada del lugar.
Una mujer con cara de mala, escribía sin parar en su computadora, ni siquiera lo miró cuando él se paró enfrente.
—Disculpe —le habló —Mi nombre es PETER LANZANI, ¿se encontraría el señor LALI?
La mujer siguió escribiendo.
—¿Tiene una cita? —le preguntó luego de unos segundos. Seguía sin mirarlo.
—Mmm, no… Pero si le dice que vengo por su nieta, él me atenderá.
—No lo creo —sonrió con malicia y al fin lo miró —El señor ESPOSITO es una persona muy ocupada. Sin una cita previa, no atiende a nadie. Si quiere le puedo dar una cita para dentro de… —revisó su computadora —…tres meses.
—Señora, en tres meses pueden pasar muchas cosas. Le pido por favor que le avise que estoy aquí…
—No voy a hacerlo – le aseguró. Zayn comenzó a ponerse nervioso.
—Mire, mujer…
—No use ese tono conmigo —lo detuvo ella —Le voy a pedir que se retire o llamaré a seguridad para que lo saquen a la fuerza.
—Usted es una…
—¿PETER?
Él giró al escuchar su nombre. EUGENIA lo miró algo confundida.
—EUGE —dijo en un susurro. De verdad estaba hecho un idiota. ¿Cómo se había olvidado que EUGENIA trabajaba allí? Ella podía ayudarlo a hablar con Anthony.
—¿Qué haces aquí? —preguntó ella y se acercó a él para saludarlo.
—Necesito hablar con ALEJO —dijo él.
Ella alzó ambas cejas, sorprendida.
—Ya le he dicho, EUGE, que el señor ESPOSITO esta muy ocupado. Pero no entiende razones… voy a llamar a seguridad —dijo la mujer mientras tomaba el teléfono.
—No, Nelly —la detuvo la rubia —PETER es el padre del bebé de LALI y estoy segura de que ALEJO quiere recibirlo.
Nelly lo miró a él con algo de sorpresa, pero al instante volvió a su horrible mirada acusadora. EUGE tomó a PETER del brazo y lo condujo hacia el interior del piso.
—Esa mujer es una bruja —habló él.
—Solo hace su trabajo —dijo ella divertida —Le pagan para despachar a las personas que no tienen una cita programada y quieren ver a ALEJO. Lleva haciéndolo más de quince años.
—Aun así. Hay maneras y maneras de decir las cosas.
—Ya deja en paz a Nelly —dijo poniendo los ojos en blanco —¿Se puede saber por qué no me dijiste que vendrías?
—Lo olvidé, ¿sí? Olvidé que trabajabas aquí —se encogió de hombros —Pero ahora vas a ayudarme, ¿verdad?
—¿Qué es lo que quieres de ALEJO? —quiso saber ella.
—¿Has hablado con LALI?
—No, aun no. No tuve tiempo de llamarla después de lo que pasó con NICO, ¿Por qué?
—ALEJO fue a verla al campo —le dijo. Ella abrió los ojos como platos.
—Diablos…
—Tranquila, no te empieces a preocupar. No fue para hacerle daño o echarla.
—Entonces, ¿a qué fue? —preguntó confundida.
—A pedirle perdón.
—Mentira —aseguró ella.
—Te lo juro, EUGENIA. LALI quedó tan sorprendida como tú en este momento. Pero ahora necesito que me hagas hablar con él.
—¿Ella lo perdonó? —quiso saber como si no lo hubiese escuchado.
—¿Por qué mejor no lo hablas con ella más tarde? —inquirió.
—Pero…
—No tengo que ser yo el que te cuente como fueron las cosas —ella lo miró con el ceño levemente fruncido —¿Vas a ayudarme a entrar, EUGE?
—Esta bien, LANZANI —suspiró —Pero más te vale no golpear al viejo porque ya esta viejo. Puede que sea un… abuelo horrible, pero no puedes golpearlo.
—Tranquila, no haré nada de eso.
EUGE le indicó por donde tenían que caminar. Lo condujo por medio de oficinas y personas sentadas en cubículos grises y aburridos. Ese sí que era un lugar deprimente, y por eso la mayoría de las personas que trabajaban en una oficina estaban amargadas. EUGE dejó de caminar y él se detuvo abruptamente.
—¿Qué pasó? —le preguntó él.
La rubia tenía la mirada fija al frente. PETERsiguió el camino de sus ojos, y se tensó al ver a la persona que salía de la puerta frente a ellos.
Robert ESPOSITO.
Robert se detuvo al verlo. ¿Qué hacía él allí? Sintió rabia. Seguro él sabía donde estaba metida ALI. Sería genial sacárselo a golpes, pensó. Cerró la puerta del despacho de su maldito padre y se dispuso a caminar hacia el otro lado.
PETER miró a EUGE.
—No sabía que estaba aquí —dijo ella —Hacía muchísimo que no venía.
PETER observó como Robert desaparecía por un ascensor.
—Llévame con ALEJO —le pidió. EUGE asintió y caminaron hasta la puerta negra por la que acababa de salir Robert.
La rubia dio dos suaves golpes. Un rasposo ‘pase’ sonó. Ella abrió y se asomó.
—Perdona, ALEJO —le dijo —Pero hay alguien que necesita hablar contigo.
—¿De quien se trata? —quiso saber él. Después de la visita de su hijo, no estaba de muy buen humor. Robert sacaba lo peor de él.
PETER no podía ver en el interior del despacho. Estaba nervioso. Esa sería la primera vez que vería cara a cara a ese hombre. Lo había visto una vez en una foto en el diario.
—PETER LANZANI —contestó ella. Hubo un largo silencio.
—Hazlo pasar —dijo al fin.
EUGENIA dio un paso hacia atrás y miró al azulino.
—Todo tuyo —murmuró y palmeó su hombro —Cuando salgas búscame, por favor.
—Esta bien —asintió él. Miró al frente y se armó de valor para dar el primer paso.
Al ingresar pudo percibir un suave olor a habano en el aire. ¿Acaso el hombre seguía fumando a pesar de saber que tenía cáncer de pulmón? PETER lo observó bien. ALEJO se puso de pie. No era un hombre muy alto, para la imponente personalidad que se la adjudicaba. PETER se lo había imaginado más grande. Pero se notaba la vejez en él. Sus ojos grises estaban vidriosos y algo rojizos. El hombre estiró la mano.
—Mucho gusto —le dijo. PETER la tomó y apretó suavemente.
—Igualmente. Gracias por atenderme.
—Si estás aquí, debe ser importante —dijo él.
ALEJO estaba bastante sorprendido. Se hubiese imaginado a cualquier persona, menos al padre del bebé de LALI. Siempre había tenido curiosidad de conocerlo. PETER tomó asiento frente a él.
—Bien, señor LALI, estoy aquí para hablar de LALI.
—¿Te dijo que fui a verla? —preguntó.
—Yo llegué al campo unos minutos después de que usted se fue —le dijo. ALEJO intuía eso, ya que había visto un auto entrar al lugar.
—Bien, te escucho —se recostó un poco contra su silla.
—Yo quiero que usted sepa bien que LALI no esta sola, ya no más. Y que cualquiera que intente hacerle daño a ella o a mi hija… va a lamentarlo.
—¿Estás amenazándome, muchacho? —preguntó con toda la calma del mundo.
—No, señor. Solo le estoy diciendo lo que va a pasar si alguien intenta lastimarla de nuevo. Ha sufrido mucho. Ya no quiero lágrimas en sus ojos, si no son lágrimas de felicidad.
ALEJO asintió sin dejar de mirarlo fijo.
—Eres un hombre de principios…
—Sí —asintió PETER —Y voy a hacer hasta lo imposible por verla sonreír.
—Eso es bueno —murmuró LALI—Pero yo no quiero hacerle daño. Ni a ella, ni a tu hija.
—Claro, el daño ya esta hecho, ¿cierto?
—Hijo, la vida es complicada —sonrió con labios sellados —Pero te doy mi palabra que mi vista a LALI hace dos días fue con una sola intención. Pedirle perdón —suspiró y abrió una cajonera. PETER observó como sacaba un habano —Ella no me ha perdonado.
—No puede pretender que lo haga tan fácilmente, ¿o sí? —rió por lo bajo —¿Cómo se olvidan 23 años de malos tratos y desprecio?
ALEJO asintió mientras se ponía el puro en la boca y lo encendía.
—Lo sé… pero no perdía nada con intentarlo —el silencio reinó en aquel lugar mientras AEJO dejaba salir el humo de su boca – Quiero que sepas algo.
—¿Qué? —preguntó PETER.
—Robert está buscando a LALI.
PETER se sorprendió. ¿Para qué buscaría a LALI ese bastardo?
—¿Qué quiere? – quiso saber. LALI se encogió de hombros.
—No me lo ha dicho. Pero estaba muy ansioso por saber su paradero…
—¿Usted le dijo en dónde está? —se alarmó un poco.
—No, no se lo dije…
—Bueno —se puso de pie algo nervioso —Creo que debo irme… Yo… muchas gracias por atenderme, señor.
Caminó hacia la puerta.
—Espera, muchacho —le dijo. PETER se giró a verlo —Robert tiene algo entre manos. Debes cuidar a LALI.

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