—Exacto. Cuando un hombre guapo y encantador se me acerca, me digo «¿Por qué no?», y me voy con él en su coche.
—Otra vez estás a la defensiva. ¡Estás divorciada! ¡ Sales con hombres!
—Tendrás que perdonarme. He de vestirme y maquillarme. Al fin y al
cabo, mi padre da una fiesta. Debo estar lo más guapa posible, por si
salgo con algún hombre — añadió cínicamente. Luego sonrió y se dio media vuelta.
—iLali! —la llamó él. Ella no se detuvo.
— ¡Lali!
Ella se giró.
— ¿Qué?
Peter se acercó a ella y le colocó las manos en los hombros.
—Por Dios santo, Lali, no quiero que te ocurra nada. Y..
—¿Y qué?
—Me alegro de que VICO D ALESSANDRO te haya dejado en paz y no formes
parte de este caso —Peter hizo una pausa, ceñudo—. Porque te ha dejado
en paz, ¿verdad?
— Te equivocas si piensas que VICO me obliga a ayudarle.
—Así que aún es posible que te llame.
Lali se quedó mirándolo.
—A veces no es él quien me llama.
— ¿Tú lo llamas a él? — inquirió Peter incrédulo.
— ¡ Sí, cuando lo considero necesario! Yo no pedí tener esta habilidad.
La detesto. Es horrible sentir el sufrimiento de otras personas. Pero
peor aún sería saber que puedo hacer algo y cruzarme de brazos. Saber
que puedo contribuir a aliviar el sufrimiento ajeno e ignorarlo. Peter
hizo una mueca.
—Escucha, Lali, tengo un mal presentimiento acerca de este caso. Manténte al margen.
Lali era completamente consciente del calor que emitían sus dedos
mientras le aferraba los hombros. Le gustaban las manos de Peter.
Grandes, de dedos largos. Tenía las manos de su padre. Manos de artista.
Poderosas, pero capaces de la más sutil caricia.
—Lali, estoy
seguro de que el brazo que encontramos hoy pertenece a una víctima de
ese asesino. Ha ampliado su radio de acción a los Cayos. Tu territorio,
Lali. No quiero que sufras. No quiero que te involucres.
Pero tenía
que involucrarse. No tenía más remedio. Abrió la boca, dispuesta a
hablarle de la visión que tuvo debajo del agua, pero se echó atrás en el
último momento. Hasta entonces, solo VICO había tenido una fe absoluta
en ella.
—Lali, tus visiones son peligrosas, ¿no lo comprendes? No
puedes correr riesgos con ese asesino. Es decir, sé cómo me sentí cuando
creí que habías invadido mi intimidad. Imaginate cómo reaccionaría un
asesino...
Ella se zafó de él y lo miré furiosamente.
—¿Invadido tu intimidad? —repitió en tono quedo.
—Así me pareció entonces, Lali. En aquella época estaba dolorido,
destrozado, y siento mucho la reacción que tuve. Pero si ese asesino
supiera que puedes entrar en sus pensamientos... si, de algún modo,
estableciera contacto contigo... si resultara ser alguien a quien has
conocido casualmente...
—A partir de ahora tendré cuidado de con
quién me acuesto, Peter —le informó Lali despreocupadamente. Muchas
gracias por tu preocupación.
Se giró sobre sus talones y se obligó a caminar lentamente hasta la casa.
Hacia las ocho, la fiesta de Nicolas estaba en su apogeo. Un trío
tocaba junto a la piscina, y los amigos y familiares ya habían llegado.
El padre de Peter había sido de los primeros en llegar, seguido de
Gaston. También estaba presente VICO, amigo íntimo de la familia. Peter y
VICOintercambiaron un saludo puramente profesional. Empezarían a
trabajar juntos el lunes siguiente.
A continuación llegó Rocio con
sus tres hijos. Peter, Gaston y Nicolas la ayudaron con los niños
mientras ella explicaba que Nico, su marido, llegaría tarde. Parecía
completamente agobiada. No obstante, Cande, guapísima con un traje de
cóctel ceñido y sin mangas, acudió enseguida para ocuparse del niño más
pequeño. Un minuto después, Lali, que apenas prestó atención a Peter, se
hizo cargo de los dos niños mayores. ¡Mayores! El pequeñ, Anthony, aún
no tenía dos años; Shelley tenía tres y Justin, el mayor, cinco. Rocio
agradeció profundamente el respiro y se mostró encantada cuando Gaston
le preparó una piña colada mientras se sentaba unos minutos.
Rocio,
muy parecida a Lali, tenía una espesa melena Rubia, grandes ojos negros y
facciones perfectas. Peter se dijo que cualquiera podría confundirla
con su hermana, aunque sus personalidades eran muy distintas. Rocio
siempre parecía nerviosa; sus ademanes eran bruscos. Lali.. Lali era
sutil. Elegante. Agil.
Más...
Sensual, pensó Peter secamente.
Y furioso consigo mismo.
Esa noche llevaba un vestido color verde esmeralda, con la espalda descubierta, y el pelo recogido.
Era un pecado tener una espalda tan perfecta, se dijo Peter. Cada vez
que la tenía cerca, se sentía tentado de recorrer su superficie con la
yema del dedo. Tan tentado, pensó, como cualquier otro hombre.
Cuando Lali hubo acomodado a los niños en la habitación de Alegra,
regresó a l fiesta y alternócon los invitados de su padre con increíble
desenvoltura.
Peter se dio cuenta de que no se acercaba a él. Volvía
a estar enfadada. Con razón. Él no parecía capaz de expresarse bien
cuando estaba con ella. Estaba preocupado, eso era todo. Y Lali no
parecía comprender que su extraño poder, fuera el que fuese, era muy
peligroso. Mientras la veía hablar y reírse, sentía como si un cuchillo
lo desgarrase por dentro.
Peter pensó en las mujeres con las que se
había acostado esporádicamente. Sin compromisos, sin grandes
sentimientos. Le resultaba fácil acostarse con una mujer cuando no
sentía nada por ella.
En el caso de Lali, sí sentía algo. Sin
embargo, aunque ella se aplacase lo bastante como para mostrarse
dispuesta a estar con él, tal cosa jamás ocurriría. Sus sentimientos por
Lali eran demasiado intensos.
No consiguió retirar los ojos de ella mientras bebía champán. Esta vez con moderación, advirtió Peter.
Darryl Hart llegó entre los últimos invitados. Peter se irritó consigo
mismo por el hecho de sentir una hostilidad instintiva hacia él, sobre
todo porque Darryl lo había saludado con un sincero apretón de manos y
parecía realmente interesado en saber cómo le había ido en aquellos
años.
Lali saludó a su ex marido con un abrazo afectuoso y un beso en la mejilla.
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