— Se suponía que debía vivir en Stuart, pero desapareció después de la primera visita del asistente social. Lo estamos buscando, pero podría estar en cualquier parte. Peter tamborileé con un lápiz en la mesa, luego meneé la cabeza. —No puede ser Nore.
—¿Por qué no? Él asesinó a Gimena. Lo confesó. Dijo que ella era un vástago del diablo. Quizá tiene esa opinión de todas las rubias en general.
—No lo creo. Además, Nore nunca llegó a ser juzgado por el asesinato de Gimena.
— ¡Pero lo confesó!
—Cierto. Pero es un demente. Y los dementes confiesan crímenes que no han cometido.
—Has pasado demasiados años en la universidad, muchacho. ¡Los dementes no confiesan crímenes, los cometen!
— VICO, este asesino es inteligente y sofisticado. Seduce a sus víctimas. ¿Y te acuerdas del aspecto que tenía Harry Nore? Es tan seductor como un perro rabioso.
No creo que sea nuestro hombre.
VICO permaneció callado. Suspiró.
— Maldición, detesto admitirlo, pero lo que dices tiene sentido.
Peter se encogió de hombros.
—No tendrían que haber dejado en libertad a Nore.
—Desde luego que no —convino VICO.
—Aun así, lo de buscarlo es una buena idea. Convendría interrogarlo.
— Ya he emitido una orden de búsqueda.
—Bien. Creo que la tarde se presenta interesante.
— ¿Ah, sí? ¿Alguna sugerencia que hacer?
— Investiguemos los salones de tatuaje personalmente.
— Ya hay varios agentes trabajando en eso, ¿sabes?
— Sí, pero hagámoslo personalmente. A menos que tengas alguna otra pista que investigar.
— Siempre he querido entrar en uno de esos sórdidos salones de tatuaje — dijo VICO—. Vamos.
Pasaron la tarde visitando salones de tatuaje, mostrando fotografías de las rosas tatuadas en los cuerpos de dos de las mujeres asesinadas. Encontraron tatuajes similares, pero no idénticos.
Hacia el final del día, a eso de las siete, tuvieron más suerte en un local llamado Salón de Té y Tatuajes de Tammy. La propia Tammy los recibió. Era una mujer menuda con pantalones cortos de cuero y un chaleco que apenas cubría su amplio busto.
Tammy estudió la fotografía de las nalgas de Holly Tyler un momento antes de
mirar, con los ojos desorbitados, a Peter.
— ¡Dios mío! ¿Ha muerto? ¿Esa chica tan mona ha muerto?
— ¿Estuvo aquí? — inquirió VICO rápidamente.
Tammy asintió.
— Ese tatuaje era obra mía.
—¿Cuándo se lo hizo? —la interrogó VICO.
— El viernes pasado, a primera hora de la tarde. Tenía mucha prisa. Quería hacerse el tatuaje para complacer a un hombre.
VICO dirigió a Peter una rápida mirada.
—¿Quién era el hombre? —inquirió Peter.
—No lo sé. No llegó a entrar. Entró ella sola, y parecía un poco insegura. Nunca se había hecho un tatuaje antes. Pero se mostró muy entusiasmada y habladora, una vez que empezo a sentirse cómoda. Dijo que hoy en día los hombres buenos son
difíciles de encontrar, y que ese tipo era un verdadero príncipe. Iban a pasar un fin de semana romántico en el agua.
—¿Adónde pensaban ir? ¿Lo sabe?
Tammy negó con la cabeza.
—¿Por qué no? Él asesinó a Gimena. Lo confesó. Dijo que ella era un vástago del diablo. Quizá tiene esa opinión de todas las rubias en general.
—No lo creo. Además, Nore nunca llegó a ser juzgado por el asesinato de Gimena.
— ¡Pero lo confesó!
—Cierto. Pero es un demente. Y los dementes confiesan crímenes que no han cometido.
—Has pasado demasiados años en la universidad, muchacho. ¡Los dementes no confiesan crímenes, los cometen!
— VICO, este asesino es inteligente y sofisticado. Seduce a sus víctimas. ¿Y te acuerdas del aspecto que tenía Harry Nore? Es tan seductor como un perro rabioso.
No creo que sea nuestro hombre.
VICO permaneció callado. Suspiró.
— Maldición, detesto admitirlo, pero lo que dices tiene sentido.
Peter se encogió de hombros.
—No tendrían que haber dejado en libertad a Nore.
—Desde luego que no —convino VICO.
—Aun así, lo de buscarlo es una buena idea. Convendría interrogarlo.
— Ya he emitido una orden de búsqueda.
—Bien. Creo que la tarde se presenta interesante.
— ¿Ah, sí? ¿Alguna sugerencia que hacer?
— Investiguemos los salones de tatuaje personalmente.
— Ya hay varios agentes trabajando en eso, ¿sabes?
— Sí, pero hagámoslo personalmente. A menos que tengas alguna otra pista que investigar.
— Siempre he querido entrar en uno de esos sórdidos salones de tatuaje — dijo VICO—. Vamos.
Pasaron la tarde visitando salones de tatuaje, mostrando fotografías de las rosas tatuadas en los cuerpos de dos de las mujeres asesinadas. Encontraron tatuajes similares, pero no idénticos.
Hacia el final del día, a eso de las siete, tuvieron más suerte en un local llamado Salón de Té y Tatuajes de Tammy. La propia Tammy los recibió. Era una mujer menuda con pantalones cortos de cuero y un chaleco que apenas cubría su amplio busto.
Tammy estudió la fotografía de las nalgas de Holly Tyler un momento antes de
mirar, con los ojos desorbitados, a Peter.
— ¡Dios mío! ¿Ha muerto? ¿Esa chica tan mona ha muerto?
— ¿Estuvo aquí? — inquirió VICO rápidamente.
Tammy asintió.
— Ese tatuaje era obra mía.
—¿Cuándo se lo hizo? —la interrogó VICO.
— El viernes pasado, a primera hora de la tarde. Tenía mucha prisa. Quería hacerse el tatuaje para complacer a un hombre.
VICO dirigió a Peter una rápida mirada.
—¿Quién era el hombre? —inquirió Peter.
—No lo sé. No llegó a entrar. Entró ella sola, y parecía un poco insegura. Nunca se había hecho un tatuaje antes. Pero se mostró muy entusiasmada y habladora, una vez que empezo a sentirse cómoda. Dijo que hoy en día los hombres buenos son
difíciles de encontrar, y que ese tipo era un verdadero príncipe. Iban a pasar un fin de semana romántico en el agua.
—¿Adónde pensaban ir? ¿Lo sabe?
Tammy negó con la cabeza.
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