martes, 7 de junio de 2016

CAPITULO 47

¿Por qué? ¿Qué demonios te pasa? —Lali estaba verdaderamente desconcertada.
—Tú... —se limitó a decir Peter, quitándose de un tirón las gafas y mirándola, sus ojos eran semejantes a puntiagudas gemas verdes—. Tú... ¡maldita sea, Lali!
¿Qué demonios estás haciendo aquí?
Sorprendida por la profundidad de su enojo, Lali contestó:
—Perdona, pero este es mi trabajo. Estoy haciendo una sesión gratis para una buena causa. ¿Qué maldito problema tienes?
-¿se te ocurrió decirle a nadie a dónde ibas? —inquirió él furioso.
—Darryl sabe dónde estoy. Él tiene a Alegra.
—¿Darryl! ¿Y ya está?
—~,Acaso, en lugar de al padre de mi hija, debí decírselo a un hermanastro al que no he visto en más de cinco años? ¿Al mismo que se muestra insatisfecho con todo lo que hago?
Él la agarró por el brazo y la atrajo hacia sí.
—No, Lali, a mí no. Pero sí a tu padre, tu hermana o cualquier otra persona.
Ella intentó liberarse, pero él no la soltó.
—Fue todo muy repentino. Tenía intención de llamar a mi padre cuando acabáramos, para decirle que iré a su casa. El está en Miami, preparándose para la exposición de tu padre.
— ¡Zorrita irresponsable! —musitó Peter.
Lali se quedó completamente estupefacta ante la profundidad de su ira. Se enderezó y pugno por mantener la calma.
— ¡Creí que sabías que hay un asesino rondando por ahí! —insistió él.
Lali contuvo la respiración, sintiendo gélidas oleadas de furia inundándola por dentro.
—Siempre hay asesinos rondando por alguna parte, ¿no?
—Esta vez es diferente y lo sabes.
—¿Cómo me has encontrado?
—Llamé a todo el mundo... incluso a Darryl.
Lali se mordió el labio inferior y suspíro.
—Oye, ya sé que no me quieres ver metida en esto. Me mantendré al margen.
—Maldita sea, Lali, son todas rubias. Todas las víctimas...
—Son rubias, y son mujeres y son jóvenes. Y yo soy lo suficientemente inteligente como para tener cuidado, Peter.
Él arrugó la frente.
—¿,Sabías que eran rubias?
—Acabas de decírmelo.
—Pero tú lo sabías desde antes.
—La chica de mi visión era rubia. Solo sabía eso. ¡No puedo dejar de vivir simplemente porque soy rubia, Peter!
— Lali sea, Lali... — empezó a decir él, pero Jaime los llamó en ese

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