viernes, 3 de junio de 2016

CAPITULO 35

Peter la sacó de la sala, de vuelta al pasillo. VICO los siguió irritado, pero Peter no se detuvohasta que llegaron a una sala de espera cercana. Estaba vacía, y Peter obligó a Lali a sentarse en el sofá. Luego se mesó el negro cabello.
—Estás pálida como la cera, Lali. ¿Seguro que te encuentras bien?
Ella asintió.
—Por supuesto que se encuentra bien —dijo Jimmy impaciente — - ¿Verdad, Lali?
No se encontraba bien, desde luego. agitada, tremendamente agitada. Pero no quería que Peter lo supiera.
— Estoy perfectamente — dijo mirando Peter —. No necesito ningún hermano mayor que cuide de mí —agachó la cabeza rápidamente. De nuevo se estaba comportando como una cría de dos años.
—Lali —respondió Peter impacientemente—, hasta los forenses se amilanan al ver ciertas cosas. No tienes por qué ser el maldito Peñón de Gibraltar.
Ella meneó la cabeza levemente.
—Estoy bien, de verdad.
—¿Qué viste, Lali? —inquirió Jimmy con impaciencia.
Ella titubeó de nuevo.
—Vi a la mujer justo antes de morir. Iba en un coche con alguien.
—¡De quién era el coche? —preguntó Jimniy.
—Suyo... me parece. Conducía ella. Alguien iba en el asiento del pasajero. Ella sonreía y se reía, lista para un largo trayecto. Estaba excitada, como si se dispusiera a escaparse el fin de semana con alguien con quien se sentía muy a gusto, con quien...
—¿Un amigo? —sugirió Peter.
Lali negó con la cabeza.
—Un amante. Un nuevo amante. Estaba excitada, jadeante, contenta. Quizá pensaba que se disponía a tener su primera experiencia real con ese hombre.
—¿Pudiste ver al hombre? —inquirió Jimmy.
—¿Es un hombre, definitivamente? —preguntó Peter.
—Solo la vi a ella... —Lali hizo una pausa, respirando hondo—. Era muy guapa, vivaracha, llena de vida. Se dirigían hacia los Cayos. De eso estoy segura.
—¿Por qué?
—Vi unos cuantos nidos de cormoranes sobre los postes telefónicos, y el cartel indicador de Lake Surprise.
Peter y VICO se miraron.
— ¿De dónde salieron?
Lali meneó la cabeza.
— De acuerdo, ¿y adónde se dirigió ella? —preguntó VICO.
—Al mar —dijo Peter con hastío—. Apuesto a que esa cabeza es compañera del brazo amputado.
VICO miró a Peter con el ceño fruncido.
—Monroe aún no nos ha entregado el brazo Pero no me refería a eso. ¿Adónde fueron vez que llegaron a los Cayos?
—No lo sé, VICO.
—¿Crees que el hombre que iba con ella e el coche fue el que la asesinó? — preguntó Peter, tenía sus ojos verdes clavados en ella.
—No, no... no lo sé —respondió Lali sintiéndose confusa. Miró a Peter—.
¿Crees el brazo y la cabeza pertenecen a la misma persona? ¿Por qué?
—Por nada en particular. Es una simple corazonada —Peter se encogió de
hombros

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