jueves, 30 de junio de 2016

CAPITULO 69

  Lali llegó a su casa a las once de esa mañana. Había querido dejar a Peter en la comisaría o en el hotel, pero él insistió en acompañarla hasta su casa. Al llegar, inspeccionó todas las habitaciones con cuidado, a pesar de que Peggy 'Rourke, la asistenta de Lali a tiempo par- estaba en la vivienda. Luego preguntó a Maon quién tenía llaves de la casa. 
—Peggy tiene un juego. Viene tres días a la semana. 
—Muy bien. ¿Quién más? 
—Cande. Mi padre. 
— ¿Alguien más? 
— Mmm... Rocio. 
—Pablo... y quizá Gas, no recuerdo si le di una copia o no. 
— ¿Por qué diablos no les has dado una copia a todos los habitantes de Miami? — inquirió Peter exasperado. 
—A veces he de viajar. Y tenemos un gato, dos hámsteres y peces. Alguien tiene que venir a darles de comer. Y todas las personas que he mencionado son de la familia, excepto... 
— Excepto... 
Lali vaciló. 
—Es posible que VICO D ALESSANDRO también tenga un juego de llaves. 
—¿VICO D ALESSANDRO? 
— VICO es policía. A veces quedaba conmigo aquí, cuando colaborábamos, y yo no iba a dejar que me esperara afuera si regresaba o... —Tienes que cambiar las cerraduras, Lali —Te estás volviendo paranoico. 
—Nunca está de más. 
Mientras hablaban, el móvil de Peter empezó a sonar. Se palpó los bolsillos hasta que encontró, lo sacó y respondió. Sus ojos no se despegaron de los de Lali mientras hablaba. 
—Recógeme en casa de Lali —dijo lacónicamente antes de colgar. 
— ¿Qué sucede? — inquirió ella. 
—La dueña del salón de tatuaje que nos dio la información sobre Holly Tyler ha muerto. 
—¿Cómo? 
— Degollada. 
—¿Dónde la han encontrado? 
—En el salón de tatuaje. Seguramente el asesino la consideraba peligrosa y quiso silenciarla, para que no dijese nada más a la policía. O eso, 
—¿O qué? 
Peter se encogió de hombros. 
—Las fotografías de las que habló Holly Tyno estaban en su casa. Las perdió en algún lugar entre su casa y el salón de tatuaje. Quizá el asesino fue a buscarlas y, de paso, se deshizo también de Tammy. 
—Pero, Peter, puede que no haya sido obradel mismo asesino. —Dejó su firma. 
—¿Su firma? 
—Utilizó el instrumental de Tammy para tatuarle una rosa en la espalda. 
¿Satisfecha? Lali asintió, mirándolo a los ojos. 
—Regresaré esta noche —dijo Peter. Lali siguió hasta la puerta y observó cómo se unía con VICO en el camino de entrada.VICO empezó a hablar con 
gesto suplicante. Peter meneó la cabeza enérgicamente. Lali comprendió que VICO deseaba que ella los acompañara. 
Peter no estaba dispuesto a permitirlo. 
Cerró la puerta suavemente, recostándose luego en ella. Quizá pudiera captar algo en el salón de tatuaje, o quizá no. Lo único que sabía con certeza era que no deseaba ir. 
Pero debía hacerlo. 
— ¡Peggy! —Lali llamó a la asistenta—. Tengo que volver a salir. 
Peggy salió rápidamente de la cocina, secándose las manos con el delantal. 
—~,Quiere que vaya yo a recoger a Alegra? 
—Sería una buena idea —convino Lali—. Las llaves del Cherokee están en el cajón del mueble-bar —abrió la puerta de nuevo. Los dos hombres seguían discutiendo. 
— ¿El señor Lanzani se quedará a pasar la noche? —preguntó Peggy—. 
¿Quiere que arregle el cuarto de huéspedes? 
Lali se giró para mirarla. 
—Sí. Gracias, Peggy. Tengo que darme prisa. ¡Hasta luego! — dicho esto, salió apresuradamente. 
— ¡Lali solo ve a las víctimas! —estaba diciendo Peter airadamente. 
— ¡Pero lo que ve puede ser precisamente lo que estamos buscando! —rogó VICO. 
—Peter —dijo Lali, acercándose—.no pasa nada. Iré con vosotros. 
— Si insistes — contestó él fríamente, dirigiéndose hacia el coche de VICO e instalándose en el asiento del pasajero. 
VICO se encogió de hombros y luego acompañé a Lali hasta el coche. 
Tammara Leigh Harding había sido encontrada a las diez y media por una de sus empleadas. El salón de tatuaje había sido registrado de arriba abajo. Había huellas dactilares por doquier, aunque los investigadores ya estaban prácticamente seguros de que el asesino había utilizado guantes. No se halló el arma homicida en el lugar de los hechos ni en las inmediaciones. Había casi quinientos dólares en metálico en la caja registradora. 
Lali sintió una ligera desazón mientras entraban por la puerta trasera del local. Se detuvo y miró en torno, preguntándose si el asesino los estaría observando. 
La víctima seguía tendida en el suelo, en medio de un charco de sangre coagulada. Lali se preparó y miró a la mujer. Tenía los ojos tos, igual que la boca, como si la muerte la hubiera pillado por sorpresa. En su espalda, debajo de la camisa rasgada, había una rosa. 
Estaba simplemente bosquejada, como si la hubiera dibujado un niño. Tallo, pétalos... y espinas. 
Una mosca pasó zumbando y se posó en la boca abierta de la víctima. Lali temió vomitar de un momento a otro. 
Peter permanecía detrás de ella, con los brazos cruzados sobre el pecho. Lali sabía que estaba enfadado. 
—¿Lali? —VICOse giró hacia ella. 
Lali titubeó, miró fijamente a la víctima y cerró los ojos. 
Luego alzó la mirada, dirigiéndola hacia la puerta trasera. Parecía envuelta en sombras, pero había alguien allí. Oyó cómo la fallecida le decía al hombre que aún no habían abierto. El hombre habló de nuevo, con voz ronca. 
La fallecida sonrió. Provocativamente. Estaba coqueteando, se sentía muy excitada... 
Y más excitada aún cuando el asesino se situó detrás de ella. Luego, brevemente, 
muy brevemente, Lali vio el destello del cuchillo Sintió el sabor de la sangre caliente en la garganta. Oh, Dios, sintió el sabor antes incluso de saber que era... Y eso fue todo. 
— ¿Lali?  

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