—No. Una de sus compañeras vio esta mañana un artículo sobre el torso
que encontramos y decidió llamarnos. Estoy esperando a que Larraine
Harrison y Betty Kilbride, dos de las chicas que trabajaban con ella,
vengan para identificar el cadáver. Bueno, la cabeza, mejor dicho.
—Iré enseguida —dijo Peter, y colgó.
Se vistió rápidamente y después trató de llamar a Lali otra vez. Solo respondía el contestador automático.
Peter soltó un exabrupto y decidió pasarse por su casa.
Su Cherokee beige estaba aparcado en la entrada, pero nadie contestó al timbre.
Peter llamó con los nudillos; luego rodeó la casa y aporreó una de las ventanas.
— ¡Maldita sea, Lali! —musitó en voz alta.
Finalmente utilizó su teléfono móvil para llamar a Jimmy.
—¿Has vuelto a llevarte a Lali al depósito contigo? —preguntó en tono enojado.
—No, no me he traído a Lali al depósito
—le informó Jimmy algo molesto—. ¿Qué diablos te pasa?
—Lali no respondió al teléfono anoche, y ahora no está en su casa.
—Bueno, Peter, es mayor de edad, ¿sabes?
— Voy a entrar, Jimmy.
—Peter, estoy seguro de que...
—No importa. Voy a entrar.
—Bien. Estaré ahí dentro de cinco minutos. Cinco...
Peter ya había colgado.
—Preciosa, absolutamente preciosa. Ahora, no sonrías. Muéstrate
provocativa Seduce a la cámara, Lali. Eres sensualidad púra, cariño...
Separa los labios, así, perfecto, perfecto...
Jaime Marquesa iba tomando fotografías mientras daba instrucciones Se
hallaban en una franja privada de playa de Cayo Hueso y, mientras Jaime
se movía con la cámara, dos ayudantes permanecían detrás en silencio,
listos para retirar cualquier obstáculo o alzar láminas de aluminio
contra el sol si la fotografia lo requería.
A Lali le caía bien Jaime, y le gustaba trabajar con Michelle Michaux,
una diseñadora de modas de Miami. De ascendencia haitiana, tenía un
acento precioso y suave. Sus trajes de baño se habían puesto de moda.
Aquel día, Jaime, Lali y ella donaban su tiempo y su talento para una
campaña en apoyo de los artistas y estudiantes de arte de la localidad.
Para Lali supuso una oportunidad increíble el hecho de que Dariyl se
hallara en la ciudad, deseoso de pasar tiempo con Alegra.
Mientras hacían una pausa, Lali se quedó atónita al ver a Peter a lo
lejos. Estaba hablando con Jaime y Michelle, pero la miraba a ella. Iba
vestido para la playa, únicamente con sus vaqueros recortados. Llevaba
sandalias y las inevitables gafas de sol. Su piel estaba increíblemente
bronceada y cubierta de una
fina capa de sudor. Podía pasar por un socorrista.
¿Qué hacía allí?, se preguntó Lali. Se suponía que debía estar trabajando.
A despecho de sí misma, sintió que el pulso se le aceleraba.
Jaime indicó con una sonrisa que no había inconveniente en que Peter
hablase con Lali. Peter asintió y luego echó a andar hacia ella.
—¿Qué haces aquí? —inquirió Lali, consciente de la estridencia de su tono.
No parecía capaz de controlarse cuando él estaba cerca.
—Aguanto las ganas de abofetearte —respondió él irritado.
Jajajjajakakajaja eso fue bueno!
ResponderEliminarPero imagino que luego lali si correrá peligro! :(