—¡Oh, Rocio! —dijo Lali suavemente y cruzó la habitación. Rocio se incorporó a medias, lista para recibir su abrazo.
— ¡Oh, Lali, lo siento mucho! ¡Es que no lo veo casi nunca, ni sé dónde
se mete, y empiezo a imaginarme lo peor! Sé que se está acostando con
otra. ¡Dios!
¡Ojalá yo tuviera agallas para liarme también con alguien!
— ¡Rocio! Con eso no lograrías nada.
— Claro que sí. Lograría sentirme deseada. Especial.
— Sé que Nico te ama, Rocio.
— ¡Simplemente quieres que eso sea verdad! ¡Y no comprendes nada! A ti
todos te quieren. ¡Todos! Eres hermosa. Eres perfecta. La gente te adula
constantemente. — ¡Rocio!
—Digo la verdad.
Lali meneó la cabeza, con una sonrisa sesgada en los labios.
— Si hablamos de relaciones, has escogido criticar a la chica
equivocada. No se lo digas a nadie, pero lo más cercano que he tenido
últimamente a una experiencia sexual ha sido la lectura de una novela
erótica que me regaló un amigo de papá hace tiempo.
Rocio se incorporó.
— ¡Me tomas el pelo!
Lali negó con la cabeza.
Rocio seguía estupefacta.
—Conoces a muchísima gente. Los hombres siempre andan detrás de ti...
—Joey es uno de los mejores tipos que conozco, pero adoro a su mujer y a
sus hijos. Jamás se me ha ocurrido tontear con él, ni él se me ha
insinuado nunca. En cuanto a los demás hombres... —Lali hizo una pausa—.
Bueno, hay muchas enfermedades ahí fuera. El matrimonio tiene sus
ventajas, ¿sabes? La única gran relación romántica de mi vida fue la que
tuve con Darryl.
0h, Dios mío! ¿Y cómo sobrevives? —susurró Rocio horrorizada.
Lali se echó a reír.
—Mucha gente lo hace. El sexo no lo es todo.
—Pero es mucho. O sea, no es que me guste hacerlo continuamente..,
quiero decir con... quiero decir que... Ya no sé ni lo que quiero decir.
Lali sonrió, abrazando a su hermana.
—Te entiendo perfectamente. Todavía recuerdo mi matrimonio, ¿sabes?
Unas veces te apetece y otras no, y tienes que cumplir porque, de lo
contrario, ¡tu compañero se pasa todo el día con un humor de perros!
Rocio se rio.
—Sí, más o menos... —frunció el ceño—. Y luego me siento mal, algunas veces, porque...
—¿Por qué?
Rocio se encogió de hombros.
—No tengo ningún problema con Nico. O sea, es...
— ¡Bueno en la cama, eficaz como un profesional, con todos sus órganos
en perfecto funcionamiento! —dijo una chispeante voz desde la puerta, y
Cande entró en la habitación.
— ¡ Cande, a veces puedes ser increíblemente clínica! — exclamó Lali.
—¿Cínica? —protestó Cande. Luego miró a su hermana—. ¿Así que ninguna vida sexual en absoluto?
Lali dejó escapar un gemido.
—No todas podemos tener aventuras en secreto.
—¿Quién tiene una aventura en secreto? —inquirió Rocio.
—Cande —le informó Lali.
— ¡Se suponía que no debías decir nada! —resollé Cande.
—Oh, cielos, lo siento —dijo Lali compungida.
—No pasa nada, porque solo se lo has dicho a Rocio. Pero, Rocio, si te digo quién es el tipo, dejará de ser un secreto.
—¿A ti te lo ha dicho? —preguntó Rocio a Lali.
Lali negó con la cabeza, y luego miró hacia la puerta. Cande no la
había cerrado del todo, y Lali creyó haberla visto moverse y haber oído
un leve sonido de pisadas en el pasillo.
—¿Qué ocurre? —inquirió Rocio.
Lali meneé la cabeza, preguntándose por qué tenía la súbita certeza de que alguien había estado escuchando su conversación.
Furtivamente.
—Nada —respondió, con el ceño aún fruncido. Se levantó y caminó hasta
la puerta para abrirla. El pasillo estaba desierto. Tenía que haber sido
cosa de su imaginación.
— ¿Lali? — Cande parecía preocupada.
—No pasa nada, en serio —insistió Lali. Pero sí que pasaba algo. No conseguía desprenderse de un extraño presentimiento.
—Volvamos a la fiesta —sugirió Rocio alisándose el cabello—. No sé qué
hago aquí, compadeciéndome de mí misma, cuando debería estar charlando
con gente interesante y coqueteando un poco.
—Así se habla, pequeña —dijo Cande.
—Sí. Salgamos —convino Lali.
Al cabo de unos momentos habían regresado a la fiesta.
— ¡Lali! —llamó Sheila animadamente, alzando su copa de whisky. Podía
pasarse toda la noche bebiendo sin perder la compostura. Lali envidiaba
aquella capacidad suya—. Es una fiesta estupenda. Tu padre ha sido muy
amable al invitar a todos los integrantes de los Storni Fronts.
—Mi padre es un encanto casi siempre —le aseguré Lali.
—~,Sabes? Todos tus hermanos son muy monos. Pero el nuevo... ¡guau!
—¿Peter Lanzani?
—¿Es realmente hermano tuyo?
—Su padre estuvo casado con mi madre.
—Oh, cielos, es verdad. Había olvidado elescándalo que se armó cuando
ella murió... otra vez he metido la pata. Perdóname, Lali.
—No te preocupes. Procedo de una familia propensa a los escándalos —dijo Lali con cinismo.
Sheila sonrió.
— Así la vida es más interesante. No me importaría estar rodeada de
tantos hombres guapos. Tú sí que sabes vivir. Tu ex parece Miste
Universo, Pablo es increíblemente atractivo...
—Pablo es mi hermanastro biológico. Somos hijos del mismo padre —le recordó Lali.
—De acuerdo, hay que evitar el incesto a toda costa. Pero Gas... es una
monada. tan guapo y tan serio.., del estilo de Clark Kent. Y el
nuevo... mmm. En realidad, es una suerte que no seáis hermanos
biológicos. Hay que ver cómo te mira. Y cómo lo miras tú a él.
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