Ella permaneció callada un momento, mirándolo. Después se encogió de hombros.
—Está bien, no importa. En realidad, no creí que te apeteciera charlar. Pero no podía dormir. ¡Diablos, Peter! Hagámoslo... hagámoslo de una vez, saquémonos la espina y sigamos adelante con nuestras vidas.
Peter dio un respingo. Se quedó mirándola, con el ceño fruncido.
—¿Qué? —inquirió con voz ronca.
—He dicho que...
— ¿Has estado en mi mente, Lali?
—~,Cómo? —ella pareció enojada.
—Te he preguntado si...
No, no he estado en tu mente! No leo las mentes, maldita sea. Ya estás otra vez, tratándome como si fuera una alienígena o una rareza...
—Posees algo, Lali. Una habilidad, percepción extrasensorial, algo. ¡ Y a la gente le gusta mantener sus pensamientos en privado!
—Esto ha sido un error. Oh, Dios mío, un grave error.
Lali estaba temblando. Le había costado mucho ir hasta allí, comprendió él.
Hizo ademán de darse la vuelta, su cabello revoloteando como una oleada de fuego. Madison había acudido a él, haciendo realidad sus fantasías, y estaba a punto de perderla. Porque se había expresado con palabras que él había pensado muchas veces.
Peter se movió rápidamente, resuelto a detenerla. Porque, si la dejaba marchar, jamás regresaría.
— ¡Lali! —la agarró por el brazo y tiró de ella. Lali lo miró, ruborizándose. Los ojos de ambos se encontraron.
—Los dos lo deseamos —le dijo Peter—. Hagámoslo... Sí, qué diablos, hagámoslo.
Tiró del único lazo de su bata verde esmeralda. Sabía que no llevaba nada debajo. Luego se la retiró de los hombros y, fascinado, observó cómo la seda resbalaba por su cuerpo y caía al suelo.
Peter la miró a los ojos un segundo, enarcando una ceja.
— Porque estamos hablando de lo mismo, ¿verdad?
El sonrojo de ella se intensificó.
Él sonrió. Y se dio un festín con los ojos.
Jamás había visto nada comparable a Lali desnuda. Sus senos eran grandes y turgentes, con los pezones enormes, oscuros y provocativos. El vello de su sexo era de un rubio tan intenso como el de su pelo. Las curvas de su cuerpo eran tan suaves y tentadoras, que Peter temió alcanzar el clímax solo mirándola.
Un gran comienzo...
Pero no pudo quedarse quieto, contemplándola, ni un momento más. Un gruñido sofocado escapé de su garganta mientras la abrazaba y la atraía hacía sí. Su cuerpo desnudo se frotó eróticamente con el de él. Peter podía sentir los latidos de su corazón, cómo subían y bajaban sus senos mientras respiraba trabajosamente, percibía su calor, su vibración, su aroma...
— ¡ Peter, espera! — murmuré ella de repente.
—¿Que espere?
Él se detuvo, reteniéndola fuertemente contra si, mirándola a los ojos. Eran grandes, de un negro líquido.
—Peter, no estás...
—¿Qué?
—No estás acostándote con mi hermana, ¿verdad?
—¿Con tu hermana? ¿Con qué hermana?
—Con Cande —Lali abrió más los ojos—. ¡ Con cualquiera de ellas!
Él sonrió, meneando la cabeza.
—No. No me estoy acostando con ninguna de tus hermanas. ¿Por qué diablos crees eso?
—Cande se está viendo con alguien.
—Conmigo, no. ¿Podemos seguir?
Ella asintió, sin dejar de mirarlo. Luego cerro los ojos conforme los labios de Peter se ceñían a los suyos y la besaba con ansia, introduciéndole la lengua en la boca, consumiéndola, mientras la alzaba en vilo y buscaba a tientas la cama. Cayó sobre las sábanas con ella, sin despegarse de su boca, buscando, acariciando, paladeando, compartiendo húmedos y tórridos besos. La necesitaba, la necesitaba entera. Cerró las manos sobre sus senos, apresando los pezones entre los dedos. Luego siguió con la boca, humedeciendo los pechos, chupando los pezones endurecidos, arrancándole pequeños jadeos, su nombre...
Lali.
Dios, cómo la deseaba. Era casi doloroso, angustioso. No se cansaba de tocarla, de saborearla. Siempre había sabido que su cabello era sedoso, que su piel desnuda sería como el satén. Pero también era vibrante, se retorcía y arqueaba la espalda, le daba suaves bocados en los hombros mientras Peter la acariciaba íntimamente, intro-duciéndole los dedos...
Sus bocas se fusionaron en otro beso prolongado y hambriento. Los dedos de Peter seguían dentro de ella. Él notó cómo Lali lo acariciaba. Cerró las manos en tomo a su erección, frotando.
Peter se separó de Lali y la miró, y los ojos negros de ella le devolvieron la mirada, empañados pero dispuestos...
Él volvió a cubrirla con un renovado ímpetu de pasión. Le humedeció los senos con la lengua, trazó un sendero de saliva por su torso, hasta llegar al ombligo. Luego le separé los muslos con un brusco movimiento de la mano y se sumergió entre ellos, haciéndole el amor con la caricia íntima de su lengua.
Lali gritó, enterrando los dedos en su cabello, tirando. Tardó pocos segundos en alcanzar el clímax. Peter notó que la sangre bombeaba y palpitaba dolorosamente en su pene erecto, y se colocó encima de Lali, deslizándose en su interior con toda la fuerza de su pasión.
Empezó a moverse a un ritmo febril, urgente, perdiendo toda noción de la realidad. Apreté los dientes con fuerza, tratando de recordar que deseaba que ella alcanzara el éxtasis a la par que él, ahogándose en el aroma irresistible de su sexo, en el roce erótico de su piel. Sus caderas emprendieron una cadencia frenética, desesperada. Entonces estalló por fin violentamente, y estrechó a Lali con fuerza entre sus brazos, atrayéndola hacia sí una y otra vez, hasta que oyó cómo un grito de placer volvía a escapar de sus labios...
Se retiró de ella y siguió abrazándola. Lali estaba desnuda, bañada de sudor, pegada a él. Peter la acarició de nuevo.
—Ahora ya sabes por qué me he mantenido alejado de ti durante tanto tiempo — murmuro suavemente.
—¿Por qué?
—Eres pura tentación, Lali.
Ella se removió entre sus brazos, sonriendo.
—Tú también.
—Bueno, gracias, pero... Da igual.
—¿Por qué me acusaste de haberte leído la mente? —inquirió ella con suavidad—
. ¿Sigues pensando que soy una bruja?
Él la atrajo aún más hacia sí.
PARA LAS QUE QUERIAN LALITER ALLI LO TIENEN. ESPERO QUE LO DIFRUTEN Y QUE COMENTEN.
Ohhh sii hasta que al fin!! Y ojals no sea el primer encuentro y luego se alejen!
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