— ¡ Maldita sea! — exclamó Peter —. Alguien ha filtrado la información de que estamos registrando la casa de la última víctima, en busca de unas fotografías del asesino.
—¿Qué? —Lali iba conduciendo, y Peter en el asiento del pasajero, ojeando el Miami Herald que acababa de comprar.
— VICO y yo encontramos el local donde Holly Tyler se hizo el tatuaje. La mujer que lo regenta dijo que Holly estuvo a punto de enseñarle una foto del hombre con el que se pensaba ir, pero no pudo encontrarla. La policía está registrando su casa. Y todo viene aquí, en el maldito periódico.
— Quizá no sea tan grave. Es decir, la policia ya está registrando la casa, ¿no? Así que el asesino no podrá ir allí para sustraer las fotos, ¿verdad?
—Tienes razón —convino Peter, aún furioso —. Y, si el mundo fuera perfecto, daríamos con las fotografias, averiguaríamos la identidad del asesino y lo detendríamos esta misma tarde.
—Podría suceder así.
—No lo creo —Peter sacó su móvil y llamó a VICO, quien le aseguró que estaban investigando la filtración, y que el responsable lo iba a pagar muy caro.
Peter cortó la comunicación. Al cabo de unos minutos, pasaron por delante del Teatro del mar, uno de los pocos acuarios donde la gente podía nadar con los delfines.
—Siempre he querido hacerlo —reflexionó Lali en voz alta.
— ¿Ir al Teatro del Mar? — inquirió él, perplejo.
Ella se echó a reir.
—Nadar con los delfines.
— Pues la solución es bien fácil. Vayamos.
—Cuando quieres hacer algo, ¿normalmente lo haces?
— Sí.
—¿Qué ha sido lo último que más has desea hacer?
—Acostarme contigo —respondió Peter con una sonrisa lenta.
Lali no pudo sino sonreír también. Luego se dio cuenta de que él volvía a mirarla con expresión grave.
— Lali.
—¿Qué?
— ¿Qué día asesinaron a tu madre?
—Un quince de junio.
—Exacto. A mediados de mes. La fecha favorita de nuestro asesino.
—Tiene que ser una coincidencia.
—¿Tú crees?
—¿Qué? —Lali iba conduciendo, y Peter en el asiento del pasajero, ojeando el Miami Herald que acababa de comprar.
— VICO y yo encontramos el local donde Holly Tyler se hizo el tatuaje. La mujer que lo regenta dijo que Holly estuvo a punto de enseñarle una foto del hombre con el que se pensaba ir, pero no pudo encontrarla. La policía está registrando su casa. Y todo viene aquí, en el maldito periódico.
— Quizá no sea tan grave. Es decir, la policia ya está registrando la casa, ¿no? Así que el asesino no podrá ir allí para sustraer las fotos, ¿verdad?
—Tienes razón —convino Peter, aún furioso —. Y, si el mundo fuera perfecto, daríamos con las fotografias, averiguaríamos la identidad del asesino y lo detendríamos esta misma tarde.
—Podría suceder así.
—No lo creo —Peter sacó su móvil y llamó a VICO, quien le aseguró que estaban investigando la filtración, y que el responsable lo iba a pagar muy caro.
Peter cortó la comunicación. Al cabo de unos minutos, pasaron por delante del Teatro del mar, uno de los pocos acuarios donde la gente podía nadar con los delfines.
—Siempre he querido hacerlo —reflexionó Lali en voz alta.
— ¿Ir al Teatro del Mar? — inquirió él, perplejo.
Ella se echó a reir.
—Nadar con los delfines.
— Pues la solución es bien fácil. Vayamos.
—Cuando quieres hacer algo, ¿normalmente lo haces?
— Sí.
—¿Qué ha sido lo último que más has desea hacer?
—Acostarme contigo —respondió Peter con una sonrisa lenta.
Lali no pudo sino sonreír también. Luego se dio cuenta de que él volvía a mirarla con expresión grave.
— Lali.
—¿Qué?
— ¿Qué día asesinaron a tu madre?
—Un quince de junio.
—Exacto. A mediados de mes. La fecha favorita de nuestro asesino.
—Tiene que ser una coincidencia.
—¿Tú crees?
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