—Ya. ¿Y los abogados no tienen vida? —inquirió Rocio ácidamente.
—Rocio —dijo Lali con paciencia—, Nico es un buen hombre. Trabajó mucho
para poder ir a la universidad y sigue trabajando diligentemente. Sabe
que procedes de una familia adinerada y quiere que tengas de todo.
— ¡Oh, sí, es un maldito santo! —rugió Rocio.
Lali lo intentó de nuevo.
— Rocio...
— ¡Eh, oye, cuidado con esa lengua! —terció Cande en un intento de bromear.
—Rocio, en serio, no te... —empezó a decir Lali.
— ¡Oh, sí, claro! ¡El matrimonio es algo sagrado! ¡ Y lo dice la mujer que se divorció del señor Típicamente Americano!
— ¡ Sí, y el divorcio no es nada agradable! Pero Nico y tú os quereis...
— ¡Ah, cállate, Lali! Tú no sabes nada. ¡Lali, Lali! ¡Siempre Lali!
Lali quedaría guapísima en el póster de la asociación de artistas; Lali,
¿por qué no haces un viaje relámpago a Cozumel, cariño? ¡Lali, eres
clavadita a tu madre! ¡Maldita sea! Yo soy idéntica a ti, Lali, y sigo
siendo simplemente Rocio, con tres niños pequeños, reuniones con la APA y
almuerzos en McDonald’s. Naturalmente que he tenido que criar a mis
hijos. Una niña rica como yo sin nada que hacer más que atender a sus
hijos y a su marido. Mientras que tú... ¡tú eres la maldita, la gloriosa
Lali!
Peter no pudo sino observar la reacción de Lali. Seguramente
una parte de ella deseaba mandar a su hermana menor al infierno; Peter
vio cómo se dominaba antes de hablar. Era evidente que quería mucho a
Rocio, y parecía comprender que su hermana había hablado sin pensar,
movida por el dolor.
—Rocio, ¿qué diablos pasa? —preguntó Lali suavemente.
—Nada. ¡Nada! —espetó Rocio. Pero sus grandes ojos azules empezaban a llenarse de lágrimas.
— Rocio...
Rocio salió presurosa al pasillo, en dirección a su cuarto. Lali hizo ademán de ir tras ella.
—Déjala sola unos minutos —recomendó Cande.
— ¡ Debe de pasar algo grave para que Rocio se comporte así, Cande!
— Sí, y deberías hablar con ella. Pero espera unos minutos.
—Está bien.
Lali se dio media vuelta y se dirigió al patio. Peter comprendió que
había estado actuando como un miserable fisgón, y se retiró de la mesa.
Afortunadamente, la hija de la mecenas de las artes estaba cerca. Peter
no tardó en entablar conversación con ella. Lali pasó por su lado,
aparentemente sin reparar siquiera en su presencia.
Peter se
preguntó si debería ir a hablar con Rocio personalmente. Pero no pudo.
Sentía una opresión en el estómago. Era incapaz de retirar los ojos de
Lali. ¿Desaparecería aquella obsesión, se preguntó, si se la tiraba
aunque fuera solo una vez?
Lali no pudo esperar mucho. Se sentía
demasiado ansiosa. Volvió a la casa y se apresuró por el pasillo. Al
llegar al cuarto de Rocio, se detuvo ante la puerta y llamó suavemente,
aunque no esperó a que le dieran permiso para entrar.
¿Rocio?
Su hermana estaba tendida en la cama, mirando el techo. Había dejado de llorar,
pero tenía las mejillas empapadas.
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