domingo, 5 de junio de 2016

CAPITULO 43

—No demasiado mal. Solo llevo aquí unos días y ya tenemos algunas pistas —le habló a su hermano del torso y de los tatuajes, así como de las rosas enviadas a casa de María García, advirtiéndole que tal información no podía hacerse pública. Luego se encogió de hombros con abatimiento—. VICO ha solicitado la ayuda de Lali.
—¿Y qué? —dijo Gas—. Lali ya ha colaborado con él otras veces. Es lógico que le haya pedido ayuda en un caso así.
—No me gusta.
—¿Por qué? ¿Qué es lo que ha visto Lali? ¿Ha logrado acercarse mucho?
Peter meneó la cabeza con disgusto.
—De momento, solo ha visto a la víctima.
— Casi siempre ve a las víctimas. Nunca llegó a ver al asesino de su madre, ¿recuerdas?
— Ha visto más en otras ocasiones. A veces ve por los ojos de la víctima. Pero tienes razón. En esta ocasión es como si existiera para ella un punto ciego en lo que respecta al asesino. De momento, solo ha experimentado el dolor de la mujer asesinada. No me gusta que esté metida en esto.
—¿Y qué puedes hacer? —inquirió Gas encogiéndose de hombros comprensivamente—. VICO la utilizará, y Lali es mayor de edad.
—Es que todo esto me da mala espina. Gas jugueteó con la etiqueta de su botella de cerveza.
— A mí me parece que simplemente estás nervioso porque Lali es idéntica a como era Gimena... en la época en que fue asesinada.
Peter negó con la cabeza.
—No es eso. Además, Harry Nore estaba loco y fue encerrado.
Gas se encogió de hombros.
—Para mí que Lali no llegó a creer nunca que Harry Nore fuese el asesino de su madre.
—Lo aceptó. La policía lo capturó con el arma homicida.., que tenía rastros de sangre de Gimena.
—Lo aceptó porque era una niña y no tuvo más remedio.
— Las pruebas en contra de Nore eran abrumadoras, a eso me refería. Lali ya ha sufrido bastante.
— Oh, es más fuerte de lo que piensas. Además, hermanito, no puedes ponerte a dar órdenes a la familia después de haber estado tantos años fuera.
—No es esa mi intención —dijo Peter con una mueca—. Es que no me gusta... no me gusta verla involucrada en esto.
— Pues haz que se desinvolucre.
—¿Cómo?
Gas se echó a reír.
— ¿Y yo qué diablos sé? ¡ Tú eres el puñetero agente del FBI! Haz que la secuestren y se la lleven a una isla desierta mientras dure todo esto.
—Claro. Y entonces el FBI vendrá por mí.
Gas emitió una risotada.
— Seguro que se te ocurrirá algo.
Peter se levantó de repente.
—¿Adónde vas? —le preguntó Gas.
—Voy a llamarla. Quiero asegurarme de que se encuentra bien.
— Ya es una chica mayorcita — le recordó Gas.
Peter asintió y se dirigió hacia los teléfonos. Tenía un móvil, pero odiaba aquel maldito cacharro y se lo había dejado en el hotel.
Marcó el número de Lali. Saltó el contestador automático

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