—PETER...
—Ah, sí, tus preguntas. Bueno, todas las mujeres pueden llegar al clímax, pero
eso no ocurre siempre. Depende en gran parte del hombre. Y sobre tu segunda
pregunta, no lo sé. Es posible que otro hombre te pueda proporcionar placer.
—¿Me estás diciendo que en... en esto eres mejor que otros hombres?
—Dios, qué inocente eres.
—Ya no —dijo LALI con pesar.
—No, ya no. Nunca se ha quejado nadie de mis técnicas. Parece que a la
mayoría de las mujeres les gusta mi forma de hacer el amor.
A LALI no le apetecía oírle hablar de las otras mujeres con las que se había
acostado.
—¿Me vas a devolver ahora a mi padre? ¿Te has puesto ya en contacto con él
para fijar mi rescate?
—Todavía no, pero lo haré muy pronto. Entretanto, voy a seguir disfrutando de
ti mientras progresan las negociaciones. Cuando me haya saciado de ti te devolveré a
tu padre.
LALI se incorporó bruscamente.
—Has hecho lo peor que me podías hacer. He perdido mi inocencia. ¿Para qué
te puedo servir ahora? Déjame volver a casa a arrepentirme de mis pecados en paz y
soledad. Ya no puedo casarme ni retirarme en el convento. Espero que mi padre me
admita en el santuario de su casa para arrepentirme allí de mis pecados.
PETER sintió que la ira se despertaba en su interior.
—¡Tus pecados! Pero si tú no has hecho nada. No tenías nada que hacer contra
mí. Sabías que era sólo cuestión de tiempo que te hiciera mía.
—El pecado ha sido mío. Yo no tenía que haber disfrutado.
La tensión de PETER se aflojó. Una sonrisa le rondaba las comisuras de los
labios.
—Tú eres inocente de verdad, LALI. No has tenido elección. Yo estaba decidido
a arrancarte una respuesta, y eso he hecho. Rebasando todas mis expectativas.
Ella le miró dubitativa. Habría deseado que él no la estuviese observando con
aquellos ojos despiertos e inteligentes. Tenían la habilidad de sondearla en lo más
hondo para encontrar ese punto vulnerable que ningún hombre antes había tocado.
Y eso ella no lo podía soportar. Deliberadamente se volvió, dándole la espalda.
—Vete, déjame calibrar mis pecados en privado.
Aquello hizo que PETER se enfadara. La obligó a volver la cara hacia él.
—No. A partir de ahora y hasta que te libere, tu cama va a ser la mía, y conmigo
dentro. Ya he tenido bastante de esos infernales rezos tuyos. Quiero volver a amarte.
Ahora.
—¿Es que no me has hecho ya daño suficiente?
—Ya te he dicho que no te va a volver a doler.
—No estoy hablando de dolor físico.
PETER plegó una ceja.
—No me vas a negar que te he dado placer.
—Tú no lo entiendes, ¿verdad? Sí, me has dado placer, pero eso no es nada en
comparación con lo que le has quitado a mi honra. Para ti no soy más que un
instrumento de venganza. Te vas a saciar de mí y luego me mandarás lejos. ¡Placer!
¡Ja! Ni aunque me dieras placer todas las noches podrías compensarme por lo que me
has arrebatado.
—Le das un valor excesivo a tu virginidad. Nunca he querido hacerte daño a ti
personalmente. Pero eres española —dijo, como si eso lo explicara todo.
—¿Por qué tienes ese odio a los españoles? ¿Qué te han hecho?
Fue como si su pregunta hubiera abierto un dique dentro de él.
—¿Que qué me han hecho, dices? Me robaron cinco años de mi vida. Mataron a
mis padres y a mis hermanos menores. Me hicieron esclavo, me azotaron y me
mataron de hambre. Desde el día en que nos abordaron, mi vida se convirtió en un
infierno. El barco en el que estuve prisionero era de la flota de tu padre.
LALI abrió los ojos con incredulidad.
—¡No! ¡Él no habría consentido una cosa así a bordo de un barco suyo!
—Pero qué ingenua eres —gruñó PETER—. Esas cosas ocurren todo el tiempo.
¿Quieres ver una muestra del trabajo que me hicieron tus compatriotas?
Volvió hacia ella la espalda, mostrándole gruesas cicatrices que se
entrecruzaban en un dibujo que sólo un látigo habría podido producir. Y tenía que
haber sido en más de una ocasión. LALI se tapó la boca con la mano.
—¡Dios! ¡No!
—Míralo bien, LALI, para no tener que seguir preguntándote por qué odio a los
españoles.
Incapaz de soportar la visión de la espalda severamente maltratada de PETER,
ella apartó los ojos.
—Lo siento mucho.
—Yo también. ¿Crees que tengo yo la culpa de querer usarte para castigar a tu
padre?
—De lo que tienes la culpa es de meterme a mí en esa venganza tuya contra mi
país y contra mi padre. Ahora que ya has conseguido llevarme a la perdición y
humillar a mi familia, te sugiero que me dejes marchar.
—No. Todavía no. La venganza es sólo una de las razones por las que estás en
mi cama. Te deseo. Te he deseado desde el momento mismo en que te vi rezando de
rodillas. Sé que tú me odias, pero no soy capaz de evitarlo. Tienes que ser una bruja
para producir ese efecto en mí. Todavía no ha llegado el momento de devolverte a tu
casa, querida.
Ella volvió la cara hacia él, con los ojos oscuros centelleando de emoción.
—Te equivocas, PETER. Yo no te odio. Te compadezco. Puedo entender el odio
que sientes por mis paisanos e incluso perdonarte, como haría Dios. Me has dado a
probar la pasión, pero yo sigo anhelando la paz y la armonía del convento, donde los
mi padre de que haga una generosa donación a la orden. Si lo hace, volverán a
aceptarme aunque esté en pecado. Voy a rezar para que eso ocurra.
¿Que le compadecía? Lo último que PETER quería de ella era compasión.
—Tú no estás hecha para el convento.
—¿Y para qué estoy hecha?
Sorprendido por aquella pregunta, PETER sopesó con cuidado la respuesta.
—Por el momento, para quedarte aquí en mi cama. El Vengador ya está
preparado para hacerse a la mar otra vez. Lo voy a enviar con el señor RIERA al
mando mientras yo me quedo en Andros ocupándome de mis negocios. Él le llevará
a tu padre la demanda de rescate y esperará a que él le haga entrega del pago por tu
liberación. No debería llevar más que un par de meses.
—PETER, yo...
—LALI, no hay nada más que decir —PETER no quería pensar en el día en
que tuviera que mandar a LALI a su casa. Sabía que ese día iba a llegar antes de lo
que a él le hubiera gustado, y por eso prefería concentrar su atención en la mujer que
tenía en sus brazos. Volvería a hacerla suya una y otra vez, y cuando el Vengador
volviera se la enviaría a su padre, bien usada.
LALI soltó un grito de protesta cuando PETER tiró de ella, haciéndola
apretarse contra él. La enmudeció con la boca, besándola hasta dejarla sin aliento
para negarse a él. Y ella entonces respondió a sus besos, correspondiéndole con un
ardor renovado, conmocionada de ver que ella misma quería repetir aquello. PETER
la había dejado entrever algo que nunca hubiera esperado llegar a experimentar.
Le había iniciado en un placer que desgarraba el alma. Y algo más profundo.
Algo que ella estaba reacia a reconocer. Pero entonces todos sus pensamientos se
detuvieron, mientras las manos y la boca de PETER trazaban signos mágicos sobre
su piel. Esta vez no sintió dolor cuando él se deslizo en su interior y empezó a
moverse con exquisita suavidad. No sintió más que el espléndido despertar de su
cuerpo y un clímax explosivo que la dejó hechizada.
NICO RIERA y toda su tripulación salieron al día siguiente en el Vengador,
dejando en tierra a PETER y a los que solían quedarse en la isla atendiendo la
plantación. Dos días después de que el Vengador partiera de Andros, el Gloria de la
Reina zarpaba hacia Inglaterra cargado de madera.
Durante los largos y calurosos días, PETER trabajaba con los nativos, dejándole
a Lucía tiempo de soledad de sobra para pensar en él, y en el placer carnal que él le
proporcionaba. Los pecados de LALI eran muchos, pero el más grave de todos era
que disfrutaba pasando las noches en la cama de PETER. A pesar de lo mucho que
él odiaba a los españoles, con ella no había sido brutal; más bien al contrario. Era
siempre cuidadoso y atento, y siempre se preocupaba de proporcionarle placer antes
de buscar el suyo propio. Ella ya no era la inocente que había sido un día. Había
aprendido muchísimo sobre los besos y la excitación y el clímax. Especialmente sobre
el clímax, que, según había descubierto, era un estado al que la mayor parte de los
¿Odiaba todavía a PETER? Algunas veces sí, lo admitía. Pero, más a menudo,
otro sentimiento le dejaba poco espacio para el odio. Un sentimiento que la ayudaba
a comprender lo intrincado de las relaciones entre los hombres y las mujeres. Se
había dado cuenta de que lo que sentía por PETER estaba en un plano más alto que
la satisfacción física. LALI prefería no buscarle nombre. Además, qué odio podía
sentir hacia un hombre que tenía razones más que suficientes para despreciar a los
responsables de la muerte de su familia. Él tenía que ser muy joven cuando su
familia fue asesinada y lo cogieron como esclavo. El odio había arraigado en él tan
profundamente como para dedicar su vida a vengarse de sus enemigos.
Haciendo el amor con PETER durante las noches cálidas y mullidas de Andros,
LALI vislumbraba el paraíso. Pero después, cuando él finalmente se quedaba
dormido, acurrucado junto a ella, exhausto de satisfacción, ella se sumía en el peor
infierno imaginable. Sabía que cuando la devolviera a su padre él la olvidaría como si
nunca la hubiese conocido. Ella no significaba nada para él. La estaba utilizando para
humillar a su padre. Y aun así, cuando él se volvía hacia ella en lo oscuro de la noche,
se envolvía deseosa en sus brazos, consciente de que iba a tener por delante largos
años de soledad para poder arrepentirse
Esperemos pronto peter se arrepienta!
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