La Habana, Cuba
La profundidad del agua en el puerto de La Habana permitió al Santa María
fondear junto al Malecón y tender la pasarela directamente al muelle. A lo largo de
los años, la población parecía haber sufrido abundantes ataques de piratas ingleses,
franceses y holandeses. En 1537, la ciudad fue saqueada e incendiada y justo un año
antes de que hubiera pasado medio siglo, en 1586, padeció la amenaza de Sir Francis
Drake. No era de extrañar que el rey Felipe II de España hubiese mandado construir
la Fortaleza de La Punta y el Castillo del Morro para defender la ciudad. Cuando la
población de La Habana estaba alcanzando los tres mil habitantes, la residencia del
gobernador general se trasladó de ESPOSITO de Cuba a La Habana.
De pie junto al pasamanos, Lucía vio la silueta del Castillo del Morro, que se
alzaba sombrío como un espectro contra el cielo azul brillante. Aún no estaba
terminado, pero estaba segura de que, cuando lo estuviese, serviría para disuadir a
los piratas merodeadores y a los invasores. Los hombros encorvados y la mirada
vidriosa daban fe de la desolación de LALI. Habían pasado casi una semana en alta
mar y ella había fracasado en su intento de encontrar la forma de liberar a PETER.
Era su marido. Cerró los ojos y apreció el sabor de la palabra en su boca, hasta
que recordó que los planes que tenía don MARIANO para PETER la iban a convertir en
viuda.
LALI no había encontrado el modo de ayudar a PETER. VICO y GAS la
vigilaban como perros de presa. Sólo se le había permitido salir a la cubierta en
compañía de sus hermanos. Lo único que había conseguido suplicando por la vida
de PETER era que la miraran con desprecio.
—¿Estás lista para bajar a tierra? —le preguntó GAS cuando llegó hasta
donde ella estaba.
—Todo lo lista que soy capaz de estar, GAS. ¿No hay nada que pueda decir
para persuadirte de que me lleves de vuelta al convento? No quiero convenirme en la
esposa de don GAS. Nunca he querido.
—Es por tu propio bien, LALI. VICO y yo queremos que seas feliz. Don MARIANO
cuidará bien de ti. —Clavó la mirada en el vacío y suspiró con fuerza—. Asegúrate
de taparte la cabeza. Los trasquilones que tienes en el pelo son una vergüenza.
—Ya te he contado por qué me lo corté —dijo LALI—, Ya me volverá a crecer.
No me has dicho lo que vais a hacer con PETER.
—Su destino ya está escrito. Su muerte te asegurará el futuro. Don MARIANO no se
puede casar contigo mientras no seas viuda. No te preocupes, todo va a salir bien.
A LALI se le puso en los ojos una mirada de angustia.
—No lo entiendes, ¿verdad, GAS? Yo... —se mordió la tierna carne de
dentro del labio —amo a PETER.
GAS la miró como si no estuviera bien de la cabeza.
—Ese canalla te ha destrozado la vida. ¿Cómo puedes amarlo? Qué ingenua
eres, LALI, si piensas que le importas a ese sinvergüenza. Deja de intentar
convencerte de que tú lo amas. Don MARIANO es un hombre de más edad y más sabio; él
te guiará por el buen camino.
—No, yo...
—Ah, ya ha llegado VICO. Él te llevará con don MARIANO. Yo os seguiré más
despacio con el prisionero. Nos reuniremos en la mansión del gobernador general.
GAS se apresuró a marcharse, ignorando las súplicas de su hermana en
favor del pirata. Su hermana aún era joven. No sabía nada de las tribulaciones de la
vida, ni de los hombres que se aprovechan de personas inocentes. Él tenía la certeza
de que don MARIANO iba a ayudar a LALI a olvidarse del pirata y de lo que le había
hecho.
LALI ya estaba en el muelle con VICO cuando Julio y Mateo subieron por la
fuerza a PETER a la cubierta. Los grilletes que le habían puesto entrechocaban
ruidosamente mientras se arrastraba penosamente escalera arriba hasta la cubierta,
donde GAS lo estaba esperando. Pero la breve visión que tuvo de LALI le dejó
la satisfacción de saber que ella estaba bien.
Era su esposa. Aquel pensamiento le brindó cierta satisfacción, a pesar de lo
improbable que resultaba. Pronto iba a morir, y ella sería su viuda y la esposa de
otro. ¡Maldición!
Obligado a avanzar por GAS y sus hombres, PETER anduvo por las calles
estrechas y abarrotadas hasta la mansión del gobernador general, arrastrando las
cadenas tras de sí. Era objeto de todo tipo de especulaciones por parte de la gente que
se paraba a mirarlo boquiabierta. Cuando Julio proclamó orgulloso que el prisionero
que llevaban no era otro que el infame Diablo, se alzó una protesta general contra el
cruel pirata que había estado saqueando el Virreinato de Nueva España sin
compasión durante los últimos años.
—No temáis, buena gente —prometió GAS—; el pirata será llevado ante el
gobernador general. Tengo entendido que a don MARIANO no le tiembla la mano a la
hora de imponer duros castigos. Se hará justicia.
LALI y VICO fueron conducidos de inmediato al despacho de don MARIANO. Él
los saludó efusivamente, sin dejar ni por un instante de examinar a LALI con su
mirada oscura e inteligente. Cuando su secretario le hizo saber los nombres de los
visitantes, le costó dar crédito al hecho de que el infame Diablo hubiera dejado
marchar a su prometida y ella estuviera en La Habana. Por lo que él sabía, no se
había pedido ningún rescate. Con sólo echarle un vistazo a LALI, supo por qué el
Diablo se había apoderado de ella. LALI ESPOSITO era de una belleza deslumbrante.
Estupidos!! Lali ojala puedas hacer algo
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