sábado, 24 de diciembre de 2016

CAPITULO 39


Peter se estremeció involuntariamente cuando Nico Riera , que le estaba
limpiando la espalda lacerada, le aplicó un ungüento que había sacado del botiquín
de a bordo.
—Quédate quieto, Peter . Estoy tratando de no hacerte daño.
—No me estás haciendo daño, Riera . —La expresión pétrea de Peter
contradecía las palabras que acababan de salir de su boca—. Cuéntame cómo supiste
dónde encontrarme. —Esperaba que la explicación de Nico le sacase de la cabeza a
Lali, que estaba en su camarote esperando a recibir su castigo—. ¿Cuándo habéis
vuelto de España?
—Llegamos a Andros dos días después de que Lali y tú fuerais raptados. Lani
estaba desesperada cuando llegamos. Vio señales de una batalla feroz y supo que no
te habías ido por tu voluntad con los que te raptaron. ¿Quiénes eran, Peter ? Antes
has mencionado a los hermanos de Lali.
—Sí, los hermanos de Lali. Vinieron en plena noche y nos pillaron durmiendo.
A Riera se le levantó una ceja de golpe.
—¿Juntos?
—Sí, juntos. Fue absurdo por mi parte no poner centinelas alrededor de la isla.
Supuse que nadie tendría valor para meterse en Andros. ¿Diste con el padre de Lali
en Cádiz?
—Tiene gracia —dijo Riera intrigado—; Santiago rechazó las negociaciones,
y ahora entiendo por qué. Ya había despachado a sus hijos hacia Andros. Nosotros
volvimos lo antes posible, pero en ningún caso esperábamos encontrar semejante
panorama en la isla.
—Ese viejo zorro malnacido... —dijo Peter apretando los dientes—. ¿Y cómo
supiste dónde me tenían preso? Tiemblo con sólo pensar lo que habría sido de mí si
hubieras llegado unas horas más tarde. No estaría aquí para contarlo.
—Eso se lo tenemos que agradecer al marido de Lani. Se quedó dormido en la
playa y se despertó al oír unas voces. Los españoles pasaron a escasos metros de él
pero no llegaron a verlo. La noche estaba oscura, sin luna. No entendió de lo que
dijeron nada más que un nombre: La Habana. Se lo dijo a Lani y ella lo vio todo
claro. No nos quedamos en Andros más que el tiempo suficiente para cargar el
suministro de agua y estibar fruta fresca para el viaje.
—Nunca podré pagarte por haberme salvado la vida, amigo mío.
Riera sonrió.
—Me quedé consternado cuando insististe en volver a la mansión del
gobernador general a buscar a Lali. Yo habría pensado que estabas como loco por
quitártela de encima. Según los rumores, se había convertido en la amante de Martinez . No te pega querer las sobras de otro hombre.
Peter se puso de pie repentinamente, haciendo tensarse la camisa que Nico le
había prestado.
—Lali y yo tenemos asuntos por resolver. No se repudia a la esposa de uno
tan fácilmente. Cuando haya acabado con ella, se va a arrepentir de haberle
suplicado a su amante que me torturase. Ella quería mi muerte, pero ahora lo niega
categóricamente. Dice que se vio obligada a decirme aquellas cosas para evitar que
me siguieran torturando. —Se pasó los dedos por el pelo alborotado—. ¡Maldita sea,
Nico, me dijo a la cara que había ordenado ella misma las palizas! Parecía estar
encantada de ser la amante de Martinez . ¿Qué demonios se supone que tengo que
creer?
Riera sacudió la cabeza consternado.
—¿Por qué arriesgaste tu vida para apartar a Lali de Martinez ? A no ser... —
musitó pensativo— que de verdad creas que la obligaron a mentir.
Peter le volvió deliberadamente la espalda, por no revelar de su alma más de
lo que él quería.
—No sé qué pensar. No me puedo fiar de mi sentido común en lo que a Lali
se refiere. Hay algo entre nosotros, algo que ni yo mismo entiendo, algo profundo e
inquietante. Es mía. Un cura nos unió en matrimonio y por Dios que va a seguir
siendo mi mujer.
Riera se quedó atónito ante la inexorable determinación que traslucían las
palabras de Peter . Peter Lanzani era un hombre tenaz. Riera casi sintió lástima
por Lali, dado el enfoque mental de Peter y su temperamento impredecible.
—No te he contado lo más importante del viaje a España —dijo Riera tras
un silencio incómodo entre ambos.
Peter se volvió para mirar a Riera a la cara.
—¿De qué se trata?
—Se está reuniendo una armada enorme delante de la costa de Portugal. Vimos
que se estaban concentrando buques en el puerto de Lisboa: todo tipo de naves,
galeones, galeras, barcos de todos los tamaños y tipos posibles. Parece ser que el rey
Felipe está financiando una expedición contra Inglaterra.
—Así que el monarca español nos va a enseñar por fin toda su grandeza. La
reina Isabel sabía que había algo en ciernes, e incluso expulsó de Inglaterra al
embajador español al enterarse de que estaba conspirando contra ella. Es hora de
volver a casa, señor Riera . Pon rumbo a Inglaterra.
Lali paseaba incansablemente de un lado al otro por el pequeño camarote.
Tenía los nervios a flor de piel y estaba fuera de sí. Le dolía pensar que Peter se
había creído todas aquellas mentiras que le había dicho. Por más que ella lo negara
todo, por más que le explicara por qué lo había hecho, él no parecía nada inclinado a
aceptar su palabra. Estaba furioso. Contra ella y contra sus hermanos. De eso, en
cierto modo, no podía echarle culpa. Había sufrido terriblemente por causa de ella.
No satisfecho con condenarlo a muerte, don Mariano se había deleitado utilizando el
látigo contra Peter . Y luego había insistido en que Lali asumiera la culpa de las
palizas.

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